Diferencia entre revisiones de «Ángel Zapata»

(Página creada con '{{Ficha de escritor |nombre = Ángel Zapata |imagen = Angel_zapata.jpg‎ |tamaño = |descripción = Ángel Zapata |nombre_completo = Ángel Zapata |fecha_nacimiento = 31 de dic...')
(Etiqueta: nuestro-nuestra)
 
(Etiqueta: nuestro-nuestra)
Línea 26: Línea 26:
 
|página web =
 
|página web =
 
}}
 
}}
 
 
 
'''Ángel Zapata''' nació en Madrid, en 1961. Profesor de escritura creativa en la Escuela de Escritores, es autor de La práctica del relato (1997), Las buenas intenciones y otros cuentos (2001), El vacío y el centro. Tres lecturas en torno al cuento breve (2002), y La vida ausente (Páginas  de Espuma, 2006). Entre otros galardones, ha obtenido el Premio  Ignacio  Aldecoa de cuento, Premio Jaén de relato, Ciudad de Cádiz,  Ciudad de  Huelva, y el Premio de la Fundación Fernández Lema. Tuvo a su  cargo la  edición de Escritura y verdad. Cuentos completos de  Medardo  Fraile, en Páginas de Espuma, y ha publicado igualmente la  traducción de  Poesía y revolución, de Louis Janover, y André Breton y  los datos  fundamentales del surrealismo, de Michel Carrouges. Su  trabajo como cuentista ha sido antologado en Pequeñas resistencias. Antología del nuevo cuento español (2002, 2010), y Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual (2010) y Mar de Pirañas, nuevas voces del microrrelato español (2012).
 
'''Ángel Zapata''' nació en Madrid, en 1961. Profesor de escritura creativa en la Escuela de Escritores, es autor de La práctica del relato (1997), Las buenas intenciones y otros cuentos (2001), El vacío y el centro. Tres lecturas en torno al cuento breve (2002), y La vida ausente (Páginas  de Espuma, 2006). Entre otros galardones, ha obtenido el Premio  Ignacio  Aldecoa de cuento, Premio Jaén de relato, Ciudad de Cádiz,  Ciudad de  Huelva, y el Premio de la Fundación Fernández Lema. Tuvo a su  cargo la  edición de Escritura y verdad. Cuentos completos de  Medardo  Fraile, en Páginas de Espuma, y ha publicado igualmente la  traducción de  Poesía y revolución, de Louis Janover, y André Breton y  los datos  fundamentales del surrealismo, de Michel Carrouges. Su  trabajo como cuentista ha sido antologado en Pequeñas resistencias. Antología del nuevo cuento español (2002, 2010), y Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual (2010) y Mar de Pirañas, nuevas voces del microrrelato español (2012).
  
Línea 124: Línea 122:
 
:http://paginasdeespuma.com/autores/angel-zapata/
 
:http://paginasdeespuma.com/autores/angel-zapata/
  
[[Category:Poeta]] [[Category:Escritor]]
+
[[Category:Escritor]]

Revisión del 17:25 5 dic 2013

Ángel Zapata
Información  sobre la plantilla
Angel zapata.jpg
Ángel Zapata
Nombre completoÁngel Zapata
Nacimiento31 de diciembre de 1961
Madrid
OcupaciónEscritor, crítico y profesor.
NacionalidadEspañol
GéneroCuento/Relato breve.
Obras notablesLa práctica del relato (1997), Las buenas intenciones y otros cuentos (2001), El vacío y el centro. Tres lecturas en torno al cuento breve (2002), y La vida ausente (Páginas de Espuma, 2006).
PremiosPremio ‘Ignacio Aldecoa’ de cuento, Premio ‘Jaén’ de relato, ‘Ciudad de Cádiz’, ‘Ciudad de Huelva’, y el Premio de la ‘Fundación Fernández Lema’.

Ángel Zapata nació en Madrid, en 1961. Profesor de escritura creativa en la Escuela de Escritores, es autor de La práctica del relato (1997), Las buenas intenciones y otros cuentos (2001), El vacío y el centro. Tres lecturas en torno al cuento breve (2002), y La vida ausente (Páginas de Espuma, 2006). Entre otros galardones, ha obtenido el Premio Ignacio Aldecoa de cuento, Premio Jaén de relato, Ciudad de Cádiz, Ciudad de Huelva, y el Premio de la Fundación Fernández Lema. Tuvo a su cargo la edición de Escritura y verdad. Cuentos completos de Medardo Fraile, en Páginas de Espuma, y ha publicado igualmente la traducción de Poesía y revolución, de Louis Janover, y André Breton y los datos fundamentales del surrealismo, de Michel Carrouges. Su trabajo como cuentista ha sido antologado en Pequeñas resistencias. Antología del nuevo cuento español (2002, 2010), y Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual (2010) y Mar de Pirañas, nuevas voces del microrrelato español (2012).

Este escritor enriquece nuestra literatura con catorce cuentos inolvidables", Medardo Fraile, Cuadernos del Sur; "Sus cuentos se caracterizan por el cuidado con que están planteados y escritos, por su meditada composición, y por la variedad de registros que en ellos se experimentan", Ricardo Senabre, El Cultural de El Mundo; "Un notable cuentista (…), en el que destaca el gusto por la concisión y la estructura cerrada", Santos Sanz Villanueva, Revista de libros; "En estos cuentos, el lenguaje está cuidado hasta la extenuación", Manuel Moyano. El Kraken.

Publicaciones

  • Relato Las buenas intenciones, Editorial: Páginas de Espuma, Año de edición: 2001, 2011.
  • Relato La vida ausente, Editorial: Páginas de Espuma, Año de edición: 2006.
  • Ensayo La práctica del relato, Editorial: EdicionesFuentetaja, Año de edición: 1997, 1998, 1999, 2003.
  • Ensayo El vacío y el centro, Editorial: Ediciones Fuentetaja, Año de edición: 2002.
  • Ensayo Cartas eróticas, Editorial: Ediciones Temas de Hoy, Año de edición: 1993.
  • Ensayo Escritura y Verdad y La ternura del nómada, Editorial: Páginas de Espuma, Año de edición: 2004.
  • Relato Pequeñas Resistencias, Editorial: Páginas de Espuma, Año de edición: 2002.
  • Relato Siglo XXI. Los nuevos nombre del cuento español actual, Editorial: Menoscuarto Ediciones, Año de edición: 2010.
  • Relato Mar de Pirañas, nuevas voces del microrrelato español, Editorial: Menoscuarto Ediciones, Año de edición: 2012.
  • Relato Más por menos. Antología de microrrelatos hispánicos actuales, Editorial: Sial Ediciones, Año de edición: 2011.
  • Relato Qué me cuentas, Editorial: Páginas de Espuma, Año de edición: 2006.
  • Traducción André Breton y los datos fundamentales del Surrealismo, Editorial: Gens, Año de edición: 2008.
  • Ensayo colectivo El arquero inmóvil. Nuevas poéticas del cuento, Editorial: Páginas de Espuma, Año de edición: 2006.
  • Ensayo Escritura Creativa. Cuaderno de ideas, Editorial: Ediciones Fuentetaja, Año de edición: 2007.
  • Ensayo colectivo Crisis de la exterioridad, Editorial: Enclave de Libros, Año de edición: 2012.

Premios

  • XIII Premio de relato 'Ciudad de Huelva' 2005, con Las otras vidas (Relato).Primer premio.
  • III Premio de narraciones breves 'Ciudad de Cádiz' 2003, con Mientras dicen adios (Relato).Primer premio.
  • Premio 'NH' al mejor libro de cuentos publicado 2002, con Las buenas intenciones y otros cuentos (Cuento).Finalista.
  • XXII Premio de narraciones breves 'Antonio Machado' 1998, con (Relato).Segundo premio.
  • Premio 'Fundación Fernández Lema' de Relato 1998, con Sí, cariño (Relato).Primer premio.
  • Premio 'NH' de Relatos 1997, con La maleta (Relato).Finalista.
  • XXV Concurso de cuentos 'Ignacio Aldecoa' (mod. Castellano) 1996, con Lo bueno siempre es poco (Cuento).Primer premio.
  • Premio Unicaja de relatos 'Juan José Relosillas' 1995, con Yo diría que un domingo (Relato).Segundo premio.
  • Premio 'Jaén' de Relato 1995, con (Relato).Primer premio.
  • XIV Certamen de cuento corto 'Laguna del Duero' 1994, con Quizá una mala racha (Relato).Primer premio.
  • XVI Certamen poético 'Vicente Alexandre' 1986, con Poema Hotel Términus (Poesía).Segundo premio.

Reseñas, entrevistas y artículos

  • Revista Siglo XXI Literatura y cultura españolas nº 007 – dic. 2009: El idioma del fin o 'La Vida ausente'. A propósito de un libro de Ángel Zapata.
  • The Quarterly Conversation (USA): Remaking the Short Story: Four Untranslated Authors from Spain.
  • Culturamas: Entrevista a Ángel Zapata.
  • El Cultural: Las buenas intenciones y otros cuentos.
  • El síndrome de Chéjov: La vida ausente. Ángel Zapata.
  • Revista ABC cultural: El vacío y el centro. Tres lecturas en torno al cuento breve.
  • Literaturas.com: Ángel Zapata: "La literatura está infectada de arribistas, de niños buenos y de conmovedores pajecillos".
  • Revista Generación XXI: Al principio fue el cuento.
  • Revista ABCD las artes y las letras: La vida ausente.

Entrevista realizada al profesor

¿Qué te sugiere la frase «El escritor nace, no se hace»? ¿Crees que se puede aprender —y enseñar— a escribir? Bueno… de entrada es que no comparto mucho esa visión un tanto mística y reverencial del Escritor con mayúsculas. Sería un poco absurdo preguntarse si el albañil, el repartidor o el técnico de reprografía “nacen” o “se hacen” ¿no? Personalmente, no estoy de acuerdo con que escribir tenga que ser una profesión o algo parecido a una profesión. Pero si en esta sociedad la dimensión de lo poético ha de vivirse y experimentarse dentro de un dispositivo institucional llamado “literatura” (cosa que ya sería discutible), entonces no veo ninguna razón por la que esa práctica no se pueda enseñar o aprender, exactamente igual que cualquier otra.

¿Qué significa para ti tu labor como profesor? ¿Cómo y por qué comenzaste a impartir clase? La verdad es que he ido entendiendo mi trabajo como profesor de formas muy distintas a lo largo del tiempo. Ahora mismo —y más allá de cualquier enseñanza normativizada del trabajo literario—, intento que el taller de escritura sea un espacio transformacional, es decir: un lugar de producción y elaboración del deseo, de recuperación de la vida sensible, y de reapropiación de la dimensión poética de la experiencia.

¿Cuál es tu relación con el resto del equipo de la Escuela? Una relación excelente, por más que la respuesta parezca previsible y protocolaria. De la Escuela de Escritores me gusta sobre todo la energía, el entusiasmo y la circulación de los afectos entre todos nosotros; es un entorno cálido y muy estimulante, en el que me siento francamente a gusto.

¿Cuáles son las peculiaridades de tu metodología, aparte de la mecánica común a todos los talleres? ¿Te sientes libre a la hora de aplicar tu criterio pedagógico? Hace unos años me preocupaba mucho esto del método. Ahora mismo, en cambio, mi método consiste en no tenerlo. En cada clase, procuro escuchar lo que se mueve en el grupo (deseos, necesidades, estados de ánimo), y también lo que se mueve en mí: lo que “aquí y ahora” tengo ganas de explicar, compartir o lo que sea. Con ello, lo que busco es que la transmisión y/o elaboración común del saber sea un acto vivo, ligado a lo que ahora está pasando, e inseparable de los flujos (de palabras, de ideas, de afectos, de emociones) que en ese preciso momento atraviesan los cuerpos.

¿Qué les pides a tus alumnos cuando comienza el curso? ¿Y cuando termina? ¿Cuál es tu nivel de exigencia? Cuando comienza el curso vuelco sobre los alumnos una auténtica avalancha de reglas, preceptos y prohibiciones que definen el marco del trabajo literario como tal. Ni que decir tiene que algunos de ellos se lo toman al pie de la letra y se asustan muchísimo… Pero aun así no se trata exactamente de que yo “pida” algo. Me limito a explicarles “en dónde se han metido”: en qué consiste escribir un texto que pueda considerarse literario. Lo importante es que a partir de ahí comienza la aventura, el proceso de asimilar y el de rebelarse, la redefinición continua y táctica del deseo, el descubrimiento —quizá— de eso que en la práctica de escribir es otra cosa (y más) que mera “literatura”. También por eso no creo que el profesor tenga que “exigir” nada. Cada uno sabe lo que desea de la práctica de la escritura y hasta dónde lo desea, y si no lo sabe, el curso es una buena oportunidad para averiguarlo. Pero insisto en que no creo en una enseñanza donde la demanda o la exigencia del Otro sustituya al deseo de cada cual. Mi función es facilitar que los alumnos deseen, pero en ningún caso desear por ellos.

¿Qué clima te gusta y procuras que se cree en tus grupos de trabajo? El clima lo crea el grupo, del que el profesor forma parte. No creo que haya que intentar “controlar” esto. Y ni siquiera creo que sea posible. He tenido incluso algún grupo con un clima pésimo, pero del que nadie se dio de baja en todo el curso. Sencillamente: el grupo gozaba así. Los grupos se autorregulan, y pienso que lo mejor que un profesor puede hacer es no interferir este proceso. Yo no sé cómo “deben” gozar ni la gente ni los grupos, y lo que a mí me gusta (el modo en que yo gozo) no tengo por qué imponerlo —ni explícita ni implícitamente— como “ideal” de relación grupal. Tal como yo lo veo, al profesor le corresponde marcar y sostener los límites (la gestión de la agresividad y ese tipo de cosas); y fuera de eso, cada grupo creará el clima que desee crear, haga el profesor lo que haga.

¿Consideras la enseñanza como un intercambio? ¿Qué te enseñan tus alumnos? La enseñanza es un intercambio en primer lugar entre generaciones, y en este sentido me siento muy afortunado (y no son palabras) de haber aprendido junto a maestros como Clara Obligado o Enrique Páez, en el campo de la escritura creativa; y mi inolvidable Juan Blanco —mío y de tantos otros—, que hizo lo posible por enseñarme a pensar, y sin el que el mundo es un lugar mucho más incomprensible, más bárbaro y más oscuro. Mis alumnos, es obvio, me dan muchas cosas en el campo del saber, y también otras cosas que circulan por fuera del saber, en el registro del contacto, del encuentro, del cariño y de la intensidad.

¿Cuáles son las cualidades necesarias, según tu opinión, para ser un buen profesor de escritura? No lo sé. He conocido excelentes profesores tan distintos entre sí —lo decía antes—, que no creo que haya un perfil óptimo para esta tarea… Como también puede ocurrir que un “mal” profesor encaje mucho mejor en lo que un grupo determinado necesita que otro profesor convencionalmente “bueno”. Quizá soy extrañamente aristotélico en esto, pero pienso que el bien, lo bueno, no es definible con independencia del tiempo, del momento, de la ocasión, de las circunstancias.

Dentro de tu campo didáctico, ¿en qué partes te gusta profundizar? Tal vez en eso que podríamos llamar —un tanto convencionalmente— autoexpresión. Quiero decir que el motor y la fuente de la expresión poética suele tener muy poca relación con ese personaje parasitario, esterotipado y correoso que en cada uno de nosotros dice “yo”. El yo vive para decorar el paisaje y para quedar bien ante el Otro. Para el yo, un verso de Juan Ramón es una cursilada y un párrafo de Henry Miller es un sinsentido y una obscenidad. Por eso el yo no tiene nada que decir fuera de lo consabido, lo convencional, lo inerte, toda esa masa de emociones prestadas, anhelos postizos, ideas recibidas y lenguaje fósil, destinada a aplastar cualquier afloramiento del deseo. La dificultad de la autoexpresión consiste en que el poeta en cada uno de nosotros (no el artesano ni el técnico) raramente se parece al “yo”. En el límite, convertirse en artista —aunque yo prefiero la palabra “poeta”— es un proceso de transmutación alquímica. Este límite no se alcanza nunca (igual que el profesor Lidenbrock no consigue llegar al centro de la Tierra). Pero el viaje es por sí mismo apasionante, y creo que en él se resume, ya digo, lo que puede haber de aventura en la opción de escribir.

¿Qué opinas de los concursos literarios? ¿Y del afán de publicar? Pues creo que se deduce un poco de la respuesta anterior ¿no? Como profesor, entiendo que mi papel es el de acompañar y apoyar el deseo de mis alumnos -—coincida con el mío o no—; y sin embargo, entra también en la honestidad personal el proporcionarles elementos de distanciamiento y de crítica respecto a los supuestos, los fines y las prácticas de la Institución literaria. Comprendo el gusto por los concursos y el afán de publicar, porque yo mismo me tragué sin masticar todos esos despropósitos durante bastantes años. Sigo comprendiendo, incluso, que se busque una modesta difusión para alguna reflexión o algún texto que uno considere mínimamente significativos. Y aun así (o por eso mismo) me sigue pareciendo que la aspiración al éxito, el reconocimiento o la profesionalización es el camino más seguro para extraviarse uno de sí mismo, y para perderse todo lo que una experiencia genuina de la dimensión poética puede aportarnos en lo real.

¿Cómo compaginas la labor como profesor con tus propias creaciones? No sé: se “compagina” un trabajo con otro, y ya digo que para mí la inmersión en lo poético no es un trabajo, ni nada que se parezca a un trabajo, sino una actividad intermitente (como toda pasión) que forma parte —junto a otras muchas cosas— del modo en que quiero y me gusta vivir.

¿Cuál es tu escritor favorito? ¿Por qué? ¿Qué libro estás leyendo en la actualidad? André Breton, sin duda, y precisamente porque no es un “escritor”, sino un poeta y un revolucionario. Estoy leyendo la autobiografía de Emma Goldman, una de las grandes figuras de la tradición anarquista. El libro me parece admirable, entre otras razones porque nos recuerda que hay cinco palabras que pueden ir incomprensiblemente juntas: “luchar-por-lo-que-quieres”, y también porque nos da una idea de otra cosa inconcebible hoy: lo que puede ser una vida vivida.

“La escritura de un cuento deberá transparentar sus influencias”. Dogma número 12 de los ’22 dogmas en torno al cuento breve’ del grupo surrealista LaLlavedelosCampos, del que formas parte. ¿Qué autores se transparentan en tus cuentos? En La vida ausente las influencias son innumerables, y así a vuelapluma podría citar la de Beckett, Tomeo, Medardo Fraile, Umbral, Monzó, Michaux, Benjamin Péret… aparte de otro intento muy deliberado que fue el de incorporar algo del lenguaje y la libertad imaginativa de los comics. El “dogma” de La llave de los campos abogaba por una escritura densa desde el punto de vista semiótico, y se dirigía -como es obvio- contra esos espeluznantes cyborgs narcisistas, sin el menor rastro de deuda simbólica, que está produciendo la industria editorial.

Después de publicar libros tan importantes para la enseñanza de la escritura y el análisis textual como La práctica del relato y El vacío y el centro, ¿cuál crees que es el futuro del relato contemporáneo? La verdad es que no debería opinar sobre esta cuestión, porque ahora mismo me siento bastante al margen del “mundillo” del cuento. Sí me parece importante, en cambio, señalar que la pregunta no admite una respuesta abstracta, sino concreta y material; es decir: que no cabe hablar del futuro del cuento sin entender el género literario “cuento” como una práctica significante, o —lo que es lo mismo— como una producción (en este caso textual) inserta en una sociedad determinada, encuadrada en ciertas instituciones y capturada por ciertos dispositivos, que se realiza —en consecuencia— bajo ciertas condiciones y que aspira a determinados fines. Y en el mismo sentido, no concibo un artista que no haya reflexionado en profundidad sobre todo ello, que no se cuestione incesantemente a qué responde su práctica, a qué (o a quiénes) sirve, y qué estado de cosas del mundo aspira a promover con ella. Este nivel de autoconciencia y de autonomía falta completamente entre la mayoría de los escritores de cuentos y en la literatura en general. Todo intento de abrir la cuestión se estrella irremediablemente contra el muro del conformismo, la complicidad con lo que existe, y la fascinación perruna hacia lo que pregona por los medios la Voz de su Amo. Y ante este panorama, no hay que ser profeta para predecir que el futuro del cuento será el mismo que el de cualquier otra práctica ligada a la economía terciaria dentro del sistema capitalista, y correrá parejo al de los alimentos pre-cocinados, las casas rurales “con encanto” o la lencería fina. Noviembre, 2008

Fuentes

http://escueladeescritores.com/profesores/angel-zapata/
http://www.fuentetajaliteraria.com/catalogo/libro.php?id=38
http://paginasdeespuma.com/autores/angel-zapata/