Abedul

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Abedul
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Nombre Científico:'Betula verrucosa'
Reino:Plantae
División:Magnoliophyta
Familia:Betulaceae

Betula. Es un género de árboles de la familia Betulaceae y del orden Fagales. El nombre común «abedul» designa a varios diferentes árboles caducifolios pertenecientes a este género; a veces también se designa con este nombre a los alisos (Alnus glutinosa), árboles pertenecientes a la misma familia. Su nombre procede del latín betūlla que a su vez procedería de la palabra betu que era como los celtas designaban al abedul.

El abedul sirve de alimento a un gran número de lepidópteros tales como Colotois pennaria, Campaea margaritata, Mimas tiliae, Drepana binaria, Geometra papilionaria, Hemithea aestivaria y Phalera bucephala.

Morfología

  • Altura: entre 10 y 30 m, dependiendo de la especie
  • Hojas: simples, serradas, romboidales de 3 a 6 cm, variando ligeramente según la especie.
  • Ramas: flexibles y corteza blanquecina.
  • Flores: especie diclino monoica: el mismo árbol posee flores masculinas y femeninas con amentos amarillos o verdes. El polen posee tres poros, tiene forma esferoidal, de 20 a 25 µm de diámetro y superficie finamente granulada.
  • Distribución: se encuentra por una gran parte del hemisferio norte, en Europa (en los países nórdicos llegan a formar grandes bosques), en parte de Asia, América del Norte y el norte de África.
  • Hábitat: requiere zonas soleadas, suelos ácidos y silíceos que posean suficiente humedad.

Especies

La siguiente lista no es completa y se refiere sólo a una clasificación por su origen geográfico. Para la clasificación taxonómica.

Abedules de Norteamérica incluyen
Abedules de Europa y Asia
Nota: muchos textos estadounidenses confunden B. pendula y B. pubescens, aunque son especies diferentes con distinto número de cromosomas

Aplicaciones

Los abedules son árboles versátiles:

Tienen gran valor ornamental por su corteza plateada, y el colorido que adquiere su follaje durante el otoño. La savia, la corteza, las hojas, la madera, las ramitas, y las raíces se utilizan para el alimento, materiales de construcción, tratamientos medicinales, lubricantes y otros usos prácticos.

Los esquimales se servían de ellos para confeccionar vestidos, construir piraguas y elaborar cuerdas, pues su corteza se mantiene muy bien por contar una sustancia conservadora, la betulina. La corteza, dada su impermeabilidad, se utiliza para fabricar zuecos, canastas, cajas, etc. En Norteamérica la corteza se usaba a menudo para la construcción de canoas. En Escocia se han encontrado cortezas en perfecto estado en entierros de varios siglos de antigüedad.

La madera se utiliza para hacer pasta de papel y tinta de imprenta; se trabaja con facilidad por lo que se emplea para mangos de herramientas y otros objetos de pequeño tamaño; en Rusia es usada para tallar las matrioshki, las famosas muñecas rusas y otras obras de bisutería. Su madera es excelente para el carbón.

Las ramas, por ser muy flexibles, se utilizan en cestería; dada su flexibilidad y dureza, fueron utilizadas como instrumento de flagelación. En otros tiempos los profesores las utilizaban para castigar a los alumnos. En la lengua inglesa, el verbo "birch" (azotar), proviene del nombre que dan a este árbol en tal idioma, "birch".

En el noroeste de España es muy empleado en plantaciones lineales de carreteras; en zonas de nieblas frecuentes son particularmente útiles, pues sus troncos destacan muy bien en la oscuridad.


La corteza del abedul tiene propiedades febrífugas y se administra en polvo en infusión, solo o acompañado con otra sustancia medicinal de cuyos principios se la quiera impregnar. Por destilación, la corteza suministra un aceite resinoso balsámico especial, que en el norte de Europa es muy apreciado para la preparación del cuero fino (llamado “cuero de Rusia”), al que comunica un olor aromático muy característico, además de protegerlo de la acción de los insectos; este aceite, al igual que las hojas del abedul, proporcionan un colorante amarillo. Los extractos del abedul también se utilizan en domésticos como jabón o champú. El alquitrán del abedul, extraído de su corteza, se utiliza como lubricante y con fines medicinales.

Los brotes de abedul crían unos hongos que se usaban en los países nórdicos para curar el alcoholismo.

La savia hervida es usada como enjuague bucal para las enfermedades de la garganta, ulceraciones de la boca, irritación de las encías, y una excelente loción detersiva para llagas y úlceras. La savia también se bebe como tónico o se añade al jarabe de abedul, vinagre, cerveza, bebidas refrescantes y otros alimentos.

El jarabe del abedul es difícil de fabricar, lo que le hace más costoso que otros jarabes utilizados en alimentación.

Con las raíces se hace una pomada para la piel que ayuda a la cicatrización de heridas, los granos, la sarna, las erupciones y pústulas de la piel.

Las hojas, sobre todo secas, ahuyentan las moscas y los tábanos que molestan a los animales domésticos. También se utilizan las hojas para hacer té con propiedades diuréticas y para la obtención de extractos para tintes y cosméticos. Las hojas secadas al sol son excelentes para los dolores reumáticos. Ayudan también a la transpiración de los pies evitando el mal olor. Otro uso que se da a las hojas frescas de este árbol es su aplicación sobre los pechos de las mujeres que amamantan, para aliviar el dolor y para contener la leche.

Mitología y simbolismo

Los abedules también tienen su importancia espiritual en varias religiones antiguas y modernas; al abedul siempre se le ha dado cualidades purificadoras en diferentes culturas a lo largo de la historia, en gran parte debido a sus usos medicinales. Sus hojas, flexibles pero rectas fueron usadas para espantar a los malos espíritus; en Japón, las mikos, mujeres sirvientes de los templos shinto japoneses, llevaban a cabo danzas ceremoniales en las que azotaban el aire con ramas de abedul para espantar a los onis; en España e Italia se plantaban abedules en la entrada de los establos para ahuyentar a los demonios y fantasmas; los chamanes de Norteamérica usaban las ramas de abedul para los exorcismos.

Con la misma finalidad también se fustigaba con ramas de abedul a delincuentes y dementes. Según la mitología cristiana se dice que el abedul crece en la entrada del Paraíso. La Inquisición medieval flagelaba a los culpados de delitos menores con las ramas de abedul y los inquisidores solían portarlas como un látigo cuando paseaban por el pueblo, hasta tal punto que se asoció el abedul a la Inquisición, llegando a tener su propio lenguaje dentro de ésta a través del árbol; una mujer que portase en el pelo una hoja o flor de abedul era intocable por tener el favor romántico de un inquisidor y no se la podía acusar de herejía, ni brujería, ni prostitución o adulterio; y las casas que adornaban su entrada con un ramillete de abedul eran familias cercanas a los jueces. Asimismo el símbolo del arcángel Azrael, el ángel de la muerte entre los judíos y musulmanes, es un abedul.

En la antigua Roma, el abedul era símbolo de poder y autoridad; se empleaban sus ramas para adornar las cabezas de las personas importantes, denominándose fasces, de donde viene el vocablo fascista.

En Rusia tiene una gran importancia la presencia del abedul, protagonista de innumerables canciones, cuentos, poesías, imágenes pictóricas o refranes, asociado con la pureza, las mujeres, la juventud y la maternidad. Entre los poemas más célebres están los de S. Yesenin como aquel que dice: «Abedul blanco bajo mi ventana al que la nieve cubrió como si fuera plata» o «Se sonrieron los adormilados abedules, al despeinarse sus trenzas de seda»; poemas que siempre tienden a ensalzar la blancura de su tronco, concepto que viene de la propia etimología indoeuropea de la palabra que significa tanto brillante como blanco, por lo cual también es un símbolo de las doncellas. Antiguamente en Rusia también existía una deidad vinculada con el abedul llamada Bereguinya, diosa de los espíritus y de todas las riquezas de la tierra. Más tarde este árbol se transformaría en el símbolo femenino para la festividad que celebraba en marzo, una fiesta llamada Siemika.

En Japón además de tener su función en los rituales sintoístas como ya se ha mencionado, tenía una función como lenguaje del amor en las mujeres: cuando una mujer llevaba una flor de abedul significaba que estaba disponible y regalarle dicha flor a un hombre era una declaración romántica; una ramita desnuda significaba que la relación no podía llevarse a cabo; las raíces que estaba casada; las hojas que aunque estuviese casada estaba abierta a una relación extramatrimonial.

Para los celtas era un árbol sagrado; era el árbol de comienzo, símbolo de la renovación, de las nuevas oportunidades, lo que vuelve a nacer. Esto se debe a que es de todos los árboles, el primero que echa nuevas hojas. Su mes lunar es del veinticuatro de diciembre hasta el veinte de enero.

Referencias

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