Alberto Hurtado Cruchaga

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Alberto Hurtado Cruchaga
Información sobre la plantilla
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NombreAlberto Hurtado Cruchaga
Nacimiento22 de enero de 1901
Viña del Mar, Bandera de Chile Chile
Fallecimiento18 de agosto de 1952
Hospital Clínico de la Universidad Católica
OcupaciónSacerdote
PadresAlberto Hurtado Larraín y Ana Cruchaga Tocornal

Pocos hombres de este siglo lograrán dejar su huella digital impresa tan profundamente en el corazón de los chilenos como el Padre Alberto Hurtado Cruchaga, SJ.

Síntesis biográfica

Nació en Viña del Mar, Chile el 22 de enero de 1901. Sus padres fueron Alberto Hurtado Larraín y doña Ana Cruchaga Tocornal. Su madre enviudó muy joven, quedando con dos hijos y con mala situación económica.

Estudios realizados

Realizó sus estudios en el Colegio San Ignacio, al que ingresó cuando tenía ocho años, y posteriormente ingresó a estudiar Leyes en la Universidad Católica, recibiendo su título de Abogado en 1923. En 1919 trabajó como pro secretario del Partido Conservador, donde era un activo militante. Al año siguiente hizo por tres meses su servicio militar. En 1922 terminó sus estudios de leyes.

Ingreso al Sacerdocio

El 14 de agosto de 1923 cumple con su sueño de ingresar a la Compañía de Jesús, viajando posteriormente a Europa donde fue ordenado sacerdote el 24 de agosto de 1933, por el Cardenal Primado de Bélgica. Allí realizó estudios de teología, de sociología y educación. De regreso a Chile se distinguió por la fecundidad de su apostolado en los diversos lugares donde sirvió. Su vida fue "una visita de Dios a nuestra patria”. Su mirada profunda, su sonrisa permanente, su cálida acogida, su entusiasmo para hablar de Jesucristo, "el Patroncito ", su interés y compromiso con los pobres y su cercanía formadora hacia los jóvenes, han sido un testimonio del amor de Dios en nuestra patria. Su vida y sus palabras han marcado la vida de muchos hombres y mujeres que lo conocieron, y sirve de inspiración a muchos otros que lo conocen hoy por sus obras. Era un hombre "de ojos abiertos". Sabía mirar más allá de las apariencias. Interpretaba la realidad de acuerdo con el Evangelio. Y escuchaba lo que Dios le pedía a través de las necesidades de su tiempo. Miró la miseria y no sólo se detuvo a lamentarla, se puso en acción. Y así fue como los niños, los ancianos y los enfermos pudieron tener un hogar donde vivir. Nació el Hogar de Cristo. Miró la dura situación de los obreros y el escándalo de que ellos hubieran abandonado la Iglesia, y creó la ASICH (Acción Sindical Chilena), lo que le permitió recorrer las salitreras y minerales para entregar su palabra y su enseñanza. Miró la necesidad de formación cristiana de intelectuales y profesionales y fundó para ellos la Revista Mensaje. Miró la Iglesia y vio con dolor la escasez de sacerdotes, y con un afán impresionante trabajó en la promoción de las vocaciones sacerdotales. Miró al país, sus injusticias, sus problemas más agudos, el divorcio entre la fe y la vida de los cristianos, y nacieron de su pluma varios libros en que denunciaba la hipocresía y llamaban a conversión. "¿Es Chile un país católico?", "Humanismo social", etc. Muchos años antes de que se realizara la reunión episcopal de Puebla, el Padre Hurtado ya había hecho sus dos opciones preferenciales: los jóvenes y los pobres.

Trabajo con la juventud

Su pieza en el Colegio San Ignacio era permanentemente visitada por jóvenes que solicitaban Dirección Espiritual. Infatigable Predicador de retiros donde presentaba con exigencia la figura y el llamado de Jesucristo. El Padre Hurtado instaba a la santidad y al heroísmo sin tener miedo al riesgo o al sacrificio. Durante cuatro años, justamente después de la Segunda Guerra Mundial en que el mundo lloraba la brutalidad de ese conflicto, fue nombrado Asesor Nacional de los Jóvenes de Acción Católica. Recorrió el país. Organizó encuentros y congresos. Subió al San Cristóbal con miles de jóvenes con antorchas en sus manos para la vigilia de Cristo Rey. Cada 15 de agosto celebraba el Día del Joven Católico. Ocupaba todas las tribunas: la Universidad Católica, el Teatro Caupolicán, el Estadio Nacional, y desde todas ellas anunciaba a Jesucristo. Precisamente es en la persona de Jesucristo donde está el secreto de la vida del Padre Hurtado. A El amaba entrañablemente. De El hablaba con absoluta convicción. A El oraba durante largas horas. El era su consuelo y su pasión. Al mismo tiempo demostró un amor impresionante a la Iglesia. Obediente a sus orientaciones. Fiel a los pastores ya los obispos. Vivió conflictos sin buscar acaparar la atención y procurando que ellos no causaran daño a la Acción Católica, que era la organización oficial de la Iglesia. Llama la atención este hombre tan de la tierra y tan del cielo. Tan valiente para denunciar injusticias y tan lleno de amor para tratar a todos. Tan cercano a Dios y tan próximo a los hombres. Tan sincero para expresar lo que sentía y tan respetuoso de la intimidad del otro. De él se puede decir que fue Líder, Profeta, Maestro, Amigo, Formador, Sacerdote. En la vida de la Iglesia chilena dejó un sello. No hay duda. Pero es sobre todo en nuestro corazón donde su testimonio y su palabra deben dar abundantes frutos. Especialmente en los jóvenes que tanto amó y sirvió.

Muerte

Murió el 18 de agosto de 1952 en el Hospital Clínico de la Universidad Católica.

Fuente

http://www.profesorenlinea.cl/ http://www.biografiasyvidas.com/