Anexo:Budismo (Mandamientos)

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Budismo (Mandamientos)
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Concepto:Conjunto de leyes y cánones por los cuales se rigen los practicantes del Budismo en su vida hacia la iluminación del espíritud.

Mandamientos del Budismo. Estas leyes fueron creadas por Buda para liberar a sus hijos de los males que atacan continuamente el alma del hombre. Según la tradición Budista las acciones son correctas o incorrectas dependiendo del estado mental a partir del que se realizan.

Existen dos tipos de acciones: diestro y torpe, así la moralidad budista es más una cuestión de inteligencia. Las acciones torpes se definen como aquellas que tienen su raíz en la avaricia o deseo egoísta, en el odio y la aversión y en la confusión mental o ignorancia.

Las acciones diestras están basadas en la amabilidad y claridad, son aquellas que se encuentran libres de avaricia, odio e ignorancia, y que están motivadas por la generosidad, por el amor y la comprensión. Consiste en actuar a partir de lo mejor que hay en nosotros, desde nuestra más profunda comprensión e intuición.


Los Diez Mandamientos Del Buddha


1. — No matarás.

En la Naturaleza la vida es sagrada. Matar es aceptar el Karma por haber impedido a una vida su ascenso a lo eterno. Matar es obstaculizar una oportunidad de crecimiento, y el que impide a un alma su marcha hacia la eternidad es el más grande de los pecadores. La vida del buddhista es inofensiva. No solamente habrá de abstenerse de matar los cuerpos, sino que habrá de cuidarse mucho de matar las esperanzas del hombre, y mucho menos aún un ideal o una virtud, por descuido o falta de consideración. Para las vidas de los reinos inferiores
—animales, plantas y minerales— también demostrará amor y afecto. Y a medida que avance en el sendero, no deberá matar nada del todo, sino que vivirá de los frutos de las cosas y aún eso, a partir del instante de su madurez, el punto a partir del cual caerán por su propio proceso.


2. — No robarás.

El buddhista no desea lo que a otros pertenezca, y el crimen consiste no solamente en tomarlo sino ya en desearlo. El verdadero buddhista considera pecado aún el hurtar al que mucho tiene, pues ello evidencia la presencia del demonio del deseo, que es el más terrible de todos los pecados. Y no solamente el buddhista habrá de respetar las pertenencias materiale s de su prójimo, sino que no habrá de menoscabar su honor, sus esperanzas o cualquier otra posesión moral, ni codiciar el corazón, la mente o el alma de ninguna cosa, ni se apodera de animal, planta u otro ser vivo alguno.


3. — No cometerás adulterio.

Aquí aparece nuevamente el deseo, incluido entre los grandes pecados. También aquí el buddhista hace resaltar el hecho de que el pecado ya cometido en la mente es más grave que la ofensa realizada en el cuerpo, y el deseo de pecar es una verificación de las enseñanzas del Gran Buddha de que el deseo es el origen del pecado.


4. — No mentirás.

Para la laicidad buddhista no debe haber falsedad. Se enseña a los buddhistas que la mentira aparece en la Naturaleza como un espíritu maligno, en la que lucha con la realidad del incidente o condición, y es un pecado que haya guerra en todas partes, y que uno que miente asalte la realidad y coloque obstáculos en el sendero de otras almas.


5. — El buddhista no ingerirá bebidas alcohólicas.

Se dice que el alcohol derrota al hombre y lo entrega a sus enemigos: los deseos; por eso, no ingerirá nada que pueda dificultar su autocontrol ante ellos. Su bebida será el agua y su alimento lo

más sencillo posible, porque la sencillez es signo de sabiduría, mientras que la complicación lo es de ignorancia.


6. — El buddhista sólo comerá en los momentos establecidos.

Él controlará su vida y elegirá ciertos períodos para todos los hábitos de su vida diaria. Se fija ciertos períodos y obligaciones y demuestra su dominio de sí cumpliéndolos inexorablemente. Cuando se desvía de ellos, se pone en evidencia que lo ataca nuevamente su enemigo: el deseo. El hombre corriente, bajo condiciones normales, sólo se compromete a guardar los cinco primeros preceptos. El resto es seguido por los monjes, los aspirantes y discípulos y todos aquellos que han asumido la responsabilidad del desarrollo y se preparan para el sagrado Sendero del Medio.


7. — El buddhista no se adornará, ni usará costosas vestimentas, perfumes, ni se engalanará con flores o cosas análogas.

Esta observancia le obliga a no glorificar su personalidad ni a buscar más adorno que su virtud, que es el adorno perfecto y la perfecta joya, y sólo tratará de adornar y glorificar su espírit u. Preservará y cuidará su cuerpo, pero nunca habrá de exaltarlo más allá de su condición humana.


8. — El buddhista nunca se sentará en un sitial elevado.

Siempre será humilde, comprendiendo que tan sólo en la humildad hay seguridad para las cosas del espíritu. Reconoce al egoísmo como el enemigo mortal del crecimiento espiritual y que el orgullo precede a toda caída. Sólo al perfecto Buddha le corresponde un trono; todos los demás han de prosternarse a sus pies. Tan sólo la perfecta justicia puede ser exaltada a todos los rumbos.


9. — El buddhista no participará de diversiones mundanas.

No concurrirá a presenciar aquello que excite sus sentidos o que tienda a rodearlo de un ambiente materialista, porque la seducción de la mundanalidad es capaz de hacerle olvidar su falsedad e irrealidad. Deberá permanecer solo y sereno, meditando en cosas ele vadas, libre de los enredos de los sentidos.

10. — El buddhista no tendrá ni aceptará posesiones.

El aspirante busca liberarse de las posesiones y tan sólo valorizará la posesión de la sabiduría; por eso lucha contra la tendencia a agregar a aquello de que trata de separarse.

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