Antologías cubanas

Revisión del 13:04 29 may 2019 de Javiermartin jc (discusión | contribuciones) (Texto reemplazado: «<div align="justify">» por «»)
(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Antologías cubanas
Información sobre la plantilla
Antologáia.jpeg
Recoge la producción de cuentos y poesías del siglo XIX y XX
Título originalAntologías cubanas
PaísBandera de Cuba Cuba


Antologías cubanas. Este volumen recoge la obra de escritores y poetas cubanos, provenientes de una generación del siglo XIX que marcaron términos diferentes, con características propias, y otros que comenzaron a actuar dentro de la literatura cubana en la primera mitad del XX, así comom lo más ilustre de la poesía cubana.

Surgimiento y desarrollo en Cuba

El espíritu selectivo, propio de las antologías, comienza a manifestarse en Cuba durante el primer tercio del siglo XIX. Casi medio centenar de términos diferentes, algunos de ellos con características propias, sirvieron para denominar diversas selecciones de poemas o de fragmentos en prosa, a pesar de que no todas esas denominaciones respondieron a una factura antológica propiamente dicha.

Así, encontramos en dicho siglo Abanicos autobiográficos, Adelfas, Cantares, Céfiros, Flores, Coplas, Coronas, Flores poéticas, Guirnaldas, joyas del Parnaso, Laúdes, Liras criollas, Lirios, Misceláneas, Murmurios, Ofrendas, Perlas, Ramilletes, Taraceas, Tesoros, y hasta una Pucha yumurina dedicada al bello secso (sexo) [sic].

Aguinaldos, Bibliotecas, Canciones, Ramos de acacia y Colecciones. Principalmente los poetas aparecían reunidos en tomos o cuadernos de títulos poéticos ingenuos o cursis, de acuerdo con el gusto de la época. No obstante, se publicaron algunas antologías que, literariamente, son una buena muestra de esta manifestación artística.

Mediante una revisión de catálogos y bibliografías, encontramos que en el año 1822 se publicó en La Habana, por la Oficina de J. Boloña, la Segunda parte de las poesías curiosas de Fr. José Rodríguez Ucares (a) “El Capacho”, con el vejamen de la Universidad y otras varias de diversos autores. La parte final de este largo título es significativa, pues aunque no mediara en la obra un fin propiamente antológico, (el libro no está localizado), sí, al menos, aparecieron reunidos algunos autores con muestras de su producción poética.

En 1823 apareció, publicada por la propia imprenta de Boloña, la Tercera parte de las poesías curiosas de Fray José Rodríguez Ucares (a) “El Capacho” con las décimas del borrador y otras de diferentes autores; unos años más tarde surgen nuevas producciones antológicas, entre las que se destaca la “Corona fúnebre” en honor a María de la Piedad Roca de Togores, duquesa de Frías y de Uceda, marquesa de Villena (1832), una de las primeras coronas fúnebres de que tengamos noticias. Una muestra más acabada de antología resulta la compilación realizada por José Severino Boloña bajo el título de “Colección de poesías”. Arregladas por un aficionado a las musas (1833), a la que también puede unírsele, por reunir parecidas características, Rimas americanas (1833), compilación debida a Ignacio Herrera Dávila y que recoge poesías de Ventura de la Vega, José Policarpo Valdés, Félix Tanco y D. Toribio Sánchez de Almodóvar (seud. de Domingo del Monte). En 1834, con motivo del «Festín campestre celebrado en honor de Francisco Martínez de la Rosa por las Musas del Almendares», Ignacio Valdés Machuca y Francisco Iturrondo publicaron una “Aureola poética” del señor D. Francisco Martínez de la Rosa por las Musas del Almendares, que recoge los versos dichos en esa ocasión por varios poetas del momento, entre ellos Plácido (seud. de Gabriel de la Concepción Valdés).

Aguinaldo habanero

«Un libro pequeño, de poco volumen que contenga imágenes y pensamientos tan variados como los colores del arco iris, y que como el iris, presente un conjunto bello, apacible, que deleite el corazón conmoviéndolo... donde el poeta encuentre una página; y otra página el novelista...», eso fueron los aguinaldos.

Uno de los primeros de que se tiene noticias es el “Aguinaldo habanero” (1837), editado por Ramón de Palma y José A. Echeverría. Después aparecieron “Aguinaldo para las niñas de Santiago de Cuba” (1839), editado por Juan Bautista Sagarra, “Aguinaldo matancero” (1847), por José Victoriano Betancourt y Miguel T. Tolón, y “Aguinaldo camagüeyano” (1848), publicado por Francisco de Agüero y Emilio Peyrellade, con poemas de “El Lugareño” (seud. de Salvador Cisneros Betancourt) y Esteban de Jesús Borrero. En esos volúmenes aparecían, tanto en prosa como en verso, «vivos rasgos de costumbres, severos pensamientos, tendencias filosóficas y sociales». Muchas de esas manifestaciones antológicas fueron dedicadas a las damas.

En 1852 apareció la primera antología costumbrista del país, “Los cubanos pintados por sí mismos”, con una introducción de Blas San Milán e ilustraciones y grabados de Landaluze y José Robles. A ésta siguió, un año más tarde, una importante selección de composiciones poéticas de cuatro autores que se reunieron en Cuatro laúdes, por Ramón Zambrana, José G. Roldán, Rafael Mª. Mendive y Felipe L. de Briñas.

En 1855 señala la aparición de una de las principales antologías, “Cuba poética”. Colección escogida de las composiciones en verso de los poetas cubanos, desde Manuel de Zequeira hasta nuestros días, editada por José Fornaris y J. de Socorro León, de la cual se hizo una reimpresión en 1858, y en la que fungían como directores José Fornaris y Joaquín Lorenzo Luaces, con José Socorro de León como editor. En un tomo formado por dos volúmenes con fecha 1854 y 1856 respectivamente, apareció América poética, colección de las mejores composiciones escritas por los poetas hispanoamericanos del siglo actual, escogidas y publicadas por R. M. de Mendive y J. de J. Q. García.

Poetas cubanos

Antología de poetas cubanos: “El laúd del desterrado”, compilación de poesía partiótica, iniciativa de PeBandera de Cuba Cubadro Santanilla

Entre otros poetas cubanos, aparecen José María Heredia, Plácido y Milanés. De gran significación política para la poesía resultó la edición publicada en Nueva York, en 1858, de “El laúd del desterrado”, una compilación de poesías patrióticas, primera muestra entre nosotros de antología poética de intención separatista, que por iniciativa de Pedro Santanilla publicaron varios emigrados cubanos (Miguel Teurbe Tolón, Leopoldo Turla, Juan Clemente Zenea, el propio Santacilia).

De positivo interés para conocer el ambiente intelectual en los años que precedieron al estallido de la guerra del 68, resultan los dos volúmenes que integran las Noches literarias (1866), formados por una selección de los mejores trabajos leídos en la tertulia animada por Nicolás Azcárate en su casa de Guanabacoa.

Un “Álbum poético otográfico” de las escritoras cubanas por la Srta. Domitila García de C., dedicado a la Sra. G. G. de A. Gertrudis Gómez de Avellaneda, que por su atractivo conoció distintas reediciones (1872, 1903, 1920 y 1926), fue publicado en La Habana en 1868. Diez años más tarde, Francisco Calcagno publicó “Poetas de color” (1878), primera antología de este tipo entre nosotros, en la que fueron incluidos Plácido y Manzano entre otros. Al año siguiente, con intención renovadora, no lograda del todo, apareció otra antología de importancia para la historia de la poesía cubana, “Arpas amigas”, colección de poesías originales de los Sres. Francisco Sellén, Enrique José Varona, Esteban Borrero Echeverría, Diego Vicente Tejera, Luis Victoriano Betancourt y José Varela Zequeira.

En el año de 1881 aparecieron dos obras de gran significación para la cultura cubana: la Colección de artículos. “Tipos y costumbres de la Isla de Cuba”], ilustrada por Landaluze y prologada por Antonio Bachiller y Morales, obra capital para el estudio del costumbrismo en Cuba, así como “Parnaso cubano”. Colección de poesías selectas de autores cubanos desde Zequeira a nuestros días precedida de una introducción histórico-crítica sobre el desarrollo de la poesía en Cuba, con biografías y notas críticas y literarias de reputados literatos, una de las más importantes antologías poéticas de toda la centuria, compilada por Antonio López Prieto, en la que el autor ofrece un panorama valiosísimo para el estudio de un período muy importante de las letras cubanas.

Antología: “Tipos y costumbres de la Isla de Cuba”, ilustrada por Landaluze y prologada por Antonio Bachiller y Morales

En 1893 Manuela Herrera de Herrera, condesa de la Mortera, auspició la publicación de una colección de “Escritoras cubanas”; composiciones escogidas de las más notables escritoras de la Isla de Cuba, editada para su presentación en la Exposición Universal de Chicago, conmemorativa del V Centenario del Descubrimiento de América. También en ese mismo año, y hermanada espiritualmente a “El laúd del desterrado”, se publica la importante antología “Los poetas de la guerra” (1893), prologada por José Martí, en la que aparecen reunidas composiciones poéticas de contenido patriótico, escritas durante la Guerra de los Diez Años.

Las antologías publicadas en lo transcurrido del presente siglo han correspondido a diferentes ópticas: el empeño individual de un crítico; el deseo de fijar una trayectoria o un rumbo dentro del proceso evolutivo de un género literario; la preocupación para «salvar del olvido a muchas producciones notables»; el interés por contribuir a la enseñanza de la literatura, ofreciendo modelos que permitan al estudiante tener acceso a las fuentes imprescindibles para el estudio de las letras; la aspiración de grupos y escuelas, afanadas en «dar fe de vida» a un estilo común; o simplemente, la inquietud del hombre de letras o del crítico, cuyo interés lo inclina a educar el buen gusto de sus contemporáneos.

La Antología cubana del siglo XX

En la primera década del siglo XX aparecieron antologías dignas de mención: la de Nicolás Heredia, publicada tras la revisión de Enrique José Varona, con el título de “Trozos selectos en prosa y verso de autores cubanos” (1903), que sirvió como obra de texto y en la que aparecen poemas de Manuel de Zequeira y Arango, José María Heredia, Plácido y Joaquín Lorenzo Luaces, así como trabajos en prosa de Francisco de Arango y Parreño, José Antonio Saco, José de la Luz y Caballero, Antonio Bachiller y Morales; la del Conde Kostia (seud. de Aniceto Valdivia), autor de “Arpas cubanas” (1904), que recoge composiciones poéticas de autores contemporáneos, como Dulce María Borrero, Esteban Borrero Echeverría, Bonifacio Byrne y Federico Uhrbach, y la de Adrián del Valle, “Parnaso cubano” (1906), antología de poemas desde José María Heredia hasta Agustín Acosta.

En tres volúmenes publicó Antonio González Curquejo un “Florilegio de escritoras cubanas” (1910), que vio la luz nuevamente en 1913 y 1919, y que sigue las huellas de los que en el siglo XIX publicaron Manuela Herrera y Domitila García de Coronado.

En la siguiente década, Carlos Valdés Codina publicó dos antologías: “Las letras cubanas” (1917), selección de poesía y prosa, y “Los mejores sonetos cubanos” (1918). Pero es en la tercera década que aparecen dos de las más importantes antologías para el estudio de la poesía cubana, todavía de ineludible consulta para el investigador: “Las cien mejores poesías cubanas” (1922), de José María Chacón y Calvo, y “La poesía moderna en Cuba” (1882-1925) (1926), compilada por Félix Lizaso y José Antonio Fernández de Castro.

Antología: “Las cien mejores poesías cubanas”, editadas en 1922 por José María Chacón y Calvo

Una recopilación con carácter antológico fue la realizada por José Manuel Carbonell en su “Evolución de la cultura cubana” (1608-1927) (1928), en la que ofrece, a través de sus 18 volúmenes, un variado panorama de composiciones en prosa y verso. En 1936 la Institución Hispanocubana de Cultura, aprovechando la visita a Cuba de Juan Ramón Jiménez, invitó a los poetas cubanos a recoger su producción de aquel año, de lo que resultó la publicación de un volumen antológico titulado “La poesía cubana” en 1936 y 1937, en el que trabajaron conjuntamente Juan Ramón Jiménez -al que se debe además el ensayo inicial, titulado «Estado poético cubano», y el “Apéndice”-, Camila Henríquez Ureña y José María Chacón y Calvo. Al año siguiente, Ramón Guiraoseleccionó y preparó una cuidada Órbita de la poesía afrocubana (1928-1937) (1938), con poemas de Juan Francisco Manzano, José Zacarías Tallet, Nicolás Guillén, Emilio Ballagas y otros.

En 1943 se publicó “Cien de las mejores poesías cubanas”, preparada por Rafael Esténger. Dos antologías realizadas por CintioVitier aparecieron en 1948 y 1952 respectivamente: “Diez poetas cubanos” 1937-1947 y “Cincuenta años de poesía cubana” (1902-1952), esta última una de las mejores realizadas en la etapa republicana.

La narrativa, sobre todo el cuento, alcanzó gran auge a partir de la primera generación republicana. Prueba de ello son más de una veintena de antologías publicadas en Cuba, dedicadas exclusivamente a ese género. La primera fue “Cuentos contemporáneos” (1937), de Federico de Ibarzábal. Poco después apareció “Cuentos y leyendas negros de Cuba”, (1942), seleccionados por Ramón Guirao. Con el título de “Cuentos cubanos contemporáneos” se publicó en la Editorial Leyenda, de México, en 1947, una excelente antología preparada por José Antonio Portuondo, a la que siguió la “Antología del cuento en Cuba” (1902-1952) (1953), realizada por Salvador Bueno. Otros géneros antologados fueron los que aparecieron bajo el titulo de “Ensayistas contemporáneos”. 1900-1920 (1937), de Félix Lizaso, y “Antología de periodistas cubanos” (1943), de Rafael Soto Paz.

La Antología en la Revolución cubana

Tras el derrocamiento de la tiranía batistiana se abren nuevas perspectivas para el desarrollo cultural. Ya desde 1959 comienzan a parecer diversas antologías de diferentes géneros. Roberto Fernández Retamar y Fayad Jamís publicaron “Poesía joven de Cuba” (1959), Cintio Vitier preparó “Las mejores poesías cubanas” (1959) y Salvador Bueno “Los mejores ensayistas cubanos” (1959) y “Los mejores cuentos cubanos” (1959).

Antología: “Los grandes románticos cubanos”, 1960 de Cintio Vitier

A partir de 1960 se publican “Los trovadores del pueblo” (1960), “Cuentos populares cubanos” (1960-1962), “La décima popular en Cuba” (1961), “La décima culta en Cuba” (1963), todas al cuidado de Samuel Feijóo. Se publicaron además, por esos años, “Los grandes románticos cubanos ” (1960), de CintioVitier; “Antología de la novela cubana” (1960), de Lorenzo García Vega; “Nuevos cuentistas cubanos” (1961), a cargo de Antón Arrufaty Fausto Masó; “Teatro cubano en un acto” (1963), de Rine Leal; “Nuevos cuentos cubanos” (1964), bajo la supervisión de la UNEAC, y “Antología de la poesía cubana” (1965), de José Lezama Lima, en tres volúmenes, desde los orígenes hasta José Martí.

En 1967 Heberto Padilla y Luis Suardíaz en poesía y Félix Pita Rodríguez en cuento, publicaron respectivamente “Poesía cubana1959-1966 (1967) en inglés-español y francés-español, y “Cuentos cubanos” 1959-1966 (1967), en inglés y francés. También en 1967 apareció en Uruguay “Aquí 11 cubanos cuentan”, selección que estuvo a cargo de José Rodríguez Feo, y en México la “Antología del cuento cubano contemporáneo”, preparada por Ambrosio Fornet.

Cintio Vitier publicó en 1968 el primer tomo de su antología “La crítica literaria y estética en el siglo XIX cubano”. Ese mismo año Rogelio Llopis seleccionó y prologó “Cuentos cubanos de lo fantástico y lo extraordinario”. Dos años más tarde, Germán Piniella y Raúl Rivero prepararon “Punto de partida” (1970), que «recoge poemas y cuentos de cuarenta y cuatro jóvenes autores que no habían publicado, salvo contadas excepciones, fuera del marco de su provincia». En ese mismo año apareció el tomo 2 de “La crítica literaria y estética en el siglo XIX cubano”, también recopilado y prologado por Cintio Vitier, quien en 1974 nos dio el tomo 3 de esta serie.

Numerosas antologías han sido publicadas en los últimos años. Artículos de costumbristas cubanos del siglo pasado fueron recogidos por Iraida Rodríguez (Artículos de costumbres cubanas del siglo XIX, 1974). En narrativa, Imeldo Álvarez hizo la selección y el prólogo de una antología de noveletas del siglo XIX (Noveletas cubanas, 1974) y al año siguiente prologó una selección de relatos de jóvenes narradores (Nuevos narradores cubanos).

También en 1975 fueron publicadas dos importantes antologías, “Cuentos cubanos del siglo XIX”, cuya selección y prólogo estuvo al cuidado de Salvador Bueno y “El cuento en la Revolución”, prologada por Félix Pita Rodríguez.

En poesía, con el título “Trabajadores poetas” fueron publicados en 1974 los premios en el género del concurso «Rubén Martínez Villena», de la CTC. Ese mismo año, prologada por Roberto Díaz apareció una muestra de la joven poesía cubana (Nuevos poetas) y un año más tarde, con prólogo de Excilia Saldaña, la Dirección de Extensión Universitaria editó 10 poetas de la Revolución, selección de la obra poética de algunos de los más importantes líricos contemporáneos. Una antología de “Teatro cubano del siglo XIX” fue seleccionada y prologada por Natividad González Freire en 1975.

Fuentes

  • Almaviva, seud. de ?. «Aguinaldo habanero» en El Noticioso y Lucero. La Habana, 5 (308): [2], nov. 5, 1837.
  • Ángel, Pedro. «Una antología» “El cuento en la Revolución”, en Juventud Rebelde. La Habana, : 2, sep. 23, 1975. |
  • Boti, Regino E. «Un libro para la posteridad. La poesía moderna en Cuba (1882-1925) [...]», en Social. La Habana, 12 (6): 43, 64, jun., 1927.
  • Lezama Lima, José. «Alrededores de una antología. Señales», en Orígenes. La Habana, 9 (31): 63-68, 1952.
  • «Parnaso cubano», en Revista de Cuba. La Habana, 9: 286, 1881.
  • Mir, Pedro. «Los poetas de la guerra», en INRA. La Habana, 2 (5): 68-71, may., 1961.
  • Roa, Raúl. «Órbita de la poesía afrocubana», en Grafos, La Habana, jun., 1938.