Antonio Osorio

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Antonio
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Gobernador de Santo Domingo
NombreAntonio Osorio

Antonio Osorio. Gobernador de Santo Domingo y autor de las devastaciones de la banda norte, ordenadas por la corona española para terminar con el contrabando.

Labor realizada

Su designación tuvo efecto el 22 de febrero de 1602. Sustituyó a su hermano Diego. De la vida y actividades desarrolladas por Osorio en España solo se sabe que fue corregidor de Jerez de la Frontera.

Antes de partir para Santo Domingo, solicitó al rey que pudiese llevar anualmente para su mantenimiento, por estar todo muy caro, hasta 2,000 ducados libres de derecho; la concesión del título de escribano a su secretario personal, Gaspar de los Reyes; y, cuando se le sustituyese, el goce de su sueldo, de 5,000 ducados anuales, hasta su regreso a España.

El rey accedió a esas tres peticiones, pero limitando la última a seis meses, y además le concedió 3,000 ducados de ayuda de costas y licencia para explotar una mina de plata.

Cuando Osorio llegó a la isla, se encontró con que la mayoría de sus vecinos, sobre todo los residentes en la banda norte u occidental, venían dedicándose desde hacía años a comerciar ilegalmente con portugueses, franceses, ingleses y holandeses, comercio que cobró la forma de contrabando. Montecristi, Puerto Plata, Bayajá y La Yaguana se habían convertido en los principales centros de esta actividad. Esa situación resultaba totalmente intolerable para el Consulado y la Casa de Contratación de Sevilla, organismos que controlaban el comercio y la navegación entre España y las Indias.

La corona consideraba que la mejor manera de acabar con el contrabando era mudar las poblaciones de la banda norte al interior de la isla. Pero no solo no llevó a cabo esa medida, sino que en 1574 el rey ordenó fundar un pueblo en la bahía de Samaná.

Otras labores

Así las cosas, Baltasar López de Castro escribió en 1598 dos memoriales al rey en los que proponía la devastación de las poblaciones dedicadas al contrabando y el traslado de sus habitantes.

Luego de una demora de varios años, el rey expidió entre agosto y diciembre de 1603 varias cédulas por medio de las cuales comisionó a Osorio y al arzobispo Dávila y Padilla para que procedieran a despoblar Puerto Plata, La Yaguana y Bayajá y a trasladar a sus vecinos y ganados a los lugares donde se fundarían dos nuevas ciudades. La ejecución de esa orden se confió al oidor Manso de Contreras y a López de Castro.

En cumplimiento de dichas cédulas, el gobernador convocó a los miembros de la Audiencia con el propósito de iniciar las devastaciones, ya que deseaba concluirlas cuanto antes para regresar a España.

Los pareceres de los oidores se dividieron por considerar que, debido al fallecimiento del arzobispo a finales de julio de 1604, era preciso esperar un nuevo dictamen del rey, pero Osorio, presionado por López de Castro, quien había retornado a Santo Domingo el 11 de agosto portando las cédulas, dispuso el comienzo de las despoblaciones.

Conocida la decisión del gobernador, los vecinos de la ciudad de Santo Domingo se opusieron a ella abiertamente. Por su parte, el cabildo de la capital presentó a Osorio un memorial en el que expuso nada menos que doce inconvenientes que acarrearían las devastaciones.

Dos meses después, lo hicieron los residentes en La Yaguana y Montecristi. La renuencia de Manso de Contreras a ejecutar la orden del rey forzó a Osorio a iniciar las despoblaciones de Bayajá y Montecristi en marzo de 1605.

Las casas de los vecinos fueron quemadas y los campos de cultivo sembrados de sal. A esas acciones siguieron las de Puerto Plata, Bayajá y San Juan de la Maguana.

En enero de 1606, Osorio comunicó al rey que había concluido las devastaciones, y que solo le faltaba por retirar los hatos de ganado de la banda norte y los de Santiago, San Juan y Azua. Hecho eso, trazó una guardarraya que iba desde Azua hasta la costa norte, prohibiendo a los habitantes de la colonia cruzarla hacia el occidente.

Los moradores de Bayajá y La Yaguana fueron concentrados en la nueva población de Bayaguana y los de Montecristi y Puerto Plata en la de Monte Plata.

Las devastaciones no causaron la ruina de la colonia, aunque quedó en un estado de triste postración. Un censo realizado por Osorio en octubre del mencionado año relevó la existencia de 5,605 habitantes en toda la isla, de los cuales 3,120 vivían en la ciudad de Santo Domingo. El total de esclavos era de 10,999, de los que 808 trabajaban en los doce ingenios azucareros que había en la colonia, 550 en hatos, 6,790 en estancias de jengibre y casabe y el resto en el servicio doméstico.

Fuente