Antonio Parra Callado

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NombreAntonio Parra Callado
Nacimiento25 de junio de 1739
Tavira, antiguo reino de los Algarves, en Bandera de la República Portuguesa Portugal
FallecimientoFallecido probablemente en su ciudad natal en fecha desconocida.
OcupaciónNaturalista

Antonio Parra Callado. Naturalista portugués que se dedicó a la recolección de especimenes naturales.

Síntesis biográfica

Antonio Parra Callado nació el 25 de junio de 1739 en Tavira, antiguo reino de los Algarves, en Portugal. Marino en su juventud, llegó a Cuba en 1763 bajo la bandera de España, en el regimiento de infantería de Mallorca; posiblemente con las tropas del Ambrosio Funes de Villalpando, que arribaron a La Habana en ese año, tras el Tratado de Versalles, en que los ingleses entregaban a los españoles La Habana a cambio de la Florida.

En la capital de Cuba, Parra se licenció poco después y contrajo matrimonio, en 1764 o 1765, con Catarina Gertrudis Muñoz, con la que tuvo varios hijos, uno de los cuales, Manuel Antonio, se encargó de los grabados y coloración de la obra zoológica que más tarde realizó Parra a modo de catálogo de los especímenes animales, colectados por este naturalista durante varias décadas. Esta obra, titulada Descripción de diferentes piezas de historia natural, las más del ramo marítimo, representadas en setenta y cinco láminas (1787), es la primera de carácter científico que se publicó en Cuba; es actualmente muy rara y hermosa, especialmente debido a sus grabados en cobre, coloreados a mano. Aunque no incluye nombres científicos de las especies marinas que recogió (sobre todo peces, crustáceos, pero también equinodermos, esponjas y otras), algunas, como la palma de mar y ciertos peces fueron descritos por primera vez por él, con tal riqueza de detalles en ciertos casos, que evidencian sus dotes naturalistas. Felipe Poey clasificó y estudió los peces Parra, dedicándole los nombres científicos de algunos de ellos, por ser el primero en describirlos. Asimismo, la obra del portugués recibió halagos de los célebres Cuvier y Valenciennes, entre otros.

Lámina del Libro de los Peces.

Otro de los méritos científicos de la obra de Parra es que inserta un acápite dedicado a la ciguatera (al parecer el primero que se publicaba sobre esa toxicosis ocasionada por la ingestión de algunos de los peces, si bien entonces no se conocían sus causas), describiendo los síntomas y remedios empíricos que se empleaban para curarla. Según Parra -que la padeció junto con su familia- algunos de ellos eran especulativos e ineficientes, mientras otros resultaban efectivos, como el zumo de limón; resulta curioso que todavía la medicina popular siga empleando este último remedio contra la ciguatera. En el mismo año (1787) que daba a conocer esta enfermedad, Francisco Nohoroña se refería en su Diario de Viaje al efecto venenoso que producían ciertos peces, que él creía se debía a que comían ciertos pólipos, de los que adquirían cualidades corrosivas y venenosas, recomendando vomitivos y remedios oleosos, así como purgativos, pero este diario no se publicaría hasta finales del siglo XX.

En cuanto a los propios especímenes que disecó Parra -según su expresión, mediante un método creado por él que consistía en disecarlos, vaciarlos y darles color con alguna clase de barniz- le sirvieron para conformar un gabinete de curiosidades que fue muy visitado por personalidades nacionales y extranjeras mientras vivió en la calle de Tejadillo, en lo que hoy es la Habana Vieja. Además de los animales disecados, tuvo en ella, especímenes vivos, como monos y caimanes. Enterado por una de las reales órdenes de que el Gabinete de Historia Natural de Madrid estaba interesado en la recolección y adquisición de especímenes naturales de España y sus colonias, Parra se puso en contacto con algunas personalidades que dirigían ese gabinete, como José Clavijo, quien se entusiasmó con los trabajos de Parra, estimuló a éste para que continuara su colección y propuso al rey que la comprase. Parra viajó en 1788 a Madrid con algunas de sus muestras y el libro publicado, y regresó luego a La Habana para seguir con su labor. Tanto los exponentes, como los muebles de madera del país, mandados a confeccionar para exhibirlos y guardarlos, fueron comprados por Carlos III, y adquiridos por su sucesor Carlos IV, para el Gabinete de Historia Natural de Madrid, adonde fueron llevados por Parra en 1793, cuando viajó a España con toda su familia.

Entre 1790 y 1792 efectuó también una labor botánica, recolectando y enviando a Madrid, semillas y plantas cubanas vivas a fin de aclimatarlas en el jardín botánico de esta ciudad (véase Real Jardín Botánico de Madrid) y en el de Aranjuez. Su experiencia en ese sentido le sirvió para escribir y publicar en Madrid el folleto Discurso sobre los medios de connaturalizar en España los cedros de la Havana, y otros árboles, así de construcción, como de maderas curiosas y frutales (1799), donde hacía referencia a las especies enviadas por él a la Península, así como a la forma de aclimatarlas en los jardines de Aranjuez, Cádiz y otras regiones españolas. Por esos años intentó obtener un puesto de naturalista para él y dos de sus hijos en Madrid, y un terreno gratis en La Habana para dedicarse a la agricultura, pero ambas cosas le fueron negadas. La primera porque se adujo, entre otras cosas que sus conocimientos eran los de un empírico, y en el segundo de los casos porque ya había sido recompensado lo suficiente con la compra de sus colecciones. Después de lo cual, nada más parece saberse de su existencia.

Aspectos de interés

Crea el primer Gabinete de Historia Natural que hubo en Cuba, así como la elaboración del primer libro científico publicado en nuestro país: "Descripción de diferentes piezas de Historia Natural", la mayoría de tema marítimo, representadas en setenta y cinco láminas.

Gracias a su intensa dedicación a la flora cubana llegó, incluso, a obtener el título de Miembro Correspondiente del Real Jardín Botánico de Madrid.

Fuentes