Antonio del Conde Pontones

Antonio Del Conde
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NombreAntonio Del Conde Pontones
Nacimiento5 de enero de 1926
distrito de Manhattan,
ciudad de Nueva York,
estado de Nueva York,
Estados Unidos Bandera de los Estados Unidos de América
Fallecimiento7 de abril de 2023[1]
Nacionalidadmexicano
OcupaciónComerciante, técnico armero, asesor técnico industrial, militar en el ejército mexicano con el grado de capitán segundo de conscriptos, piloto civil, editor, representante de los tractores Gravely en México y una imprenta, entre otros
Conocido porEl Cuate, y
Tony
HijosSusana del Conde Pardo
PadresAntonio del Conde y Conde, y
Concepción Pontones Pliego
Obras destacadasMemorias del dueño del yate Granma

Antonio del Conde Pontones (Nueva York, 5 de enero de 1926 -7 de abril de 2023) es un empresario y comerciante mexicano, nacido en Estados Unidos.

Biografía

Infancia y adolescencia

A su ingreso en México en 1933 Antonio del Conde no hablaba español, razón por lo cual su familia lo ingresó en la Escuela Americana, y estuvo después en El Zacatito, una institución que administraban los hermanos maristas. Posteriormente pasá a la escuela Luis Vives, fundada por exiliados españoles, siendo sus compañeros los Niños de Morelia, grupo de españoles que México acogió poco antes de la Segunda Guerra Mundial. En 1944 ingresa en la Universidad Nacional Autónoma de México donde durante dos años cursa estudios de ingeniería, mismos que abandona para ingresar en Charleston, West Virginia, USA, a la fábrica de tractores de jardín Gravely a efectos de profundizar los estudios técnicos en lo referente a la maquinaria de estos tractores.

A su regreso a México colaboró en el negocio de ventas de armas deportivas que su progenitor tenía en el centro de la ciudad de México. En 1949 fallece su padre, un prospero hombre de negocios en un accidente automovilístico. Antonio con veinticuatro años, se ocupó de los negocios familiares que incluían un taller de venta y reparación de armas deportivas, la representación de los tractores Gravely y una imprenta entre otros.

Contacto con Fidel Castro

En junio de 1953, visitó su armería un joven exiliado cubano llamado Fidel Castro, quien le hizo una serie de preguntas técnicas. A partir de ese momento, Antonio del Conde apoyó a Fidel Castro en su búsqueda de armas para la revolución que pensaba efectuar en Cuba. Casi de la misma edad, Antonio del Conde se convirtió hasta la partida del Granma en uno de los más importantes colaboradores técnicos que Fidel Castro tuvo en México inclusive es un gran amigo de toda la familia Castro, sin ninguna distinción ideológica hasta la fecha.

El Granma

El yate Granma es la embarcación más famosa de toda la historia latinoamericana. Recientemente al parecer una copia del yate Granma fue entregada a la Marina mexicana, y la nave fue desguazada y al parecer los motores de la misma se encuentran «por ahí» en Santiago de la Peña, aunque estos hechos no han podido ser confirmados oficialmente.

En sus constantes viajes a Estados Unidos para comprar refacciones, Antonio del Conde encontró a orillas del Río Tuxpan un yate destrozado por un ciclón, que pertenecía a una pareja de norteamericanos, los Erikson, quienes tiempo atrás y visitando la zona de Tuxpan, anclaron en Santiago de la Peña y mientras construían una casa habitación y una bodega, habitaban la embarcación Granma en el medio del río.

Una noche fueron asaltados por lo que decidieron quedarse en la Ciudad de México, alquilando un departamento en la calle de Mariano Escobedo 487. Del Conde visita a los Erikson y acuerda comprar el yate en 20 000 dólares, entregando como adelanto la mitad de esa cifra. La idea original era dedicar la embarcación para viajes de placer. Al enterarse Fidel Castro, quien ya había fracasado en la compra de una lancha torpedera en USA (trámite en el que colaboró Antonio), le dice a Del Conde que le preste el yate para llegar a Cuba, nave que parte desde Tuxpan (Veracruz) con 82 tripulantes el 25 de noviembre de 1956. Antonio del Conde estaba seguro de que él sería uno de los tripulantes, pero ya al pie de la embarcación en el último instante, Fidel Castro le indica que debe quedarse porque «sería más útil en México».

Relaciones expuestas

Conociendo a la policía Antonio supone que si creen que vendió un yate y armas, debía de tener mucho dinero y eso era lo único que querían. Toma una pistola, la escondió en un período y salió a la calle. Algunos policías que conocía lo saludaron y otros no fueron tan cordiales. Fue acusado extraoficialmente de «exponer las buenas relaciones de México con un país hermano». Lo cierto es que no se fincó delito alguno gracias al pago de la suma de 10 000 dólares a la policía. Comienza una época de llegar a su domicilio entrando por las casas de los vecinos, moviéndose en una moto y armado, por supuesto. El paso siguiente fue que la Secretaróa de la Defensa Nacional le quitó el permiso de armería, dándole tres meses para liquidar todo su stock de armas. Sin embargo, le permitieron conservar el taller de reparación de armas.

Enma Castro Ruz

Es este un momento en que se produce un vacío social en la vida de Antonio del Conde. Mucha gente le negaba el saludo. Tratando de rehacer el negocio, la persecución continúa. Le revivieron deudas fiscales, inclusive llegaron a detenerlo, situación que se solucionó mediante el pago de sobornos. Antonio se pone en contacto con las hermanas Castro (Lidia, Juanita, Enma, y Agustina) quienes vivían en la casa del ingeniero petrolero Alfonso Gutiérrez López, pieza clave en este momento histórico y en cuyo domicilio en el Pedregal de San Ángel vivió en determinado momento toda la familia Castro.

Tanto Antonio como las hermanas de Fidel comenzaron su ayuda a la lucha en la Sierra Maestra. Enma ―según se relata en estas memorias― estaba bien conectada y envió a Antonio del Conde para que se entrevistara con José María Figueres Ferrer (Pepe Figueres, 1906-1990), a quien encontró dispuesto a contribuir con armas y transporte para la lucha en la Sierra Maestra. El paso siguiente fue entrevistar al venezolano Carlos Andrés Pérez (1922-2010) ―que en ese momento era diputado y en 1989 se convertiría en presidente de Venezuela―, quien también se mostró dispuesto a dar ayuda económica. El siguiente viaje fue a Buenos Aires, donde contactos del expresidente Arturo Frondizi conseguirían algunas armas, solo que su transporte tenía un costo excesivo. Aquí la narración encuentra a un exarmero convertido en discreto operador político y entrevistando a figuras importantes de la historia contemporánea.

El hidroavión Catalina

Quizás la aventura más riesgosa de este nuevo periodo (y uno de los más impactantes capítulos de estas memorias), resulta de la aparición del doctor Aureliano Sánchez Arango (1900-1975), exministro del presidente cubano Carlos Prío Socarrás (1903-1977). Presentado por Enma en la casa del Ing. Alfonso Gutiérrez López. El plan de Sánchez Arango era llevar un avión cargado de armas a Cuba. Del Conde consigue las armas, compra un hidroavión (un Consolidated PBY Catalina) y así Sánchez Arango con Antonio y otras personas parte una madrugada desde el aeropuerto de la ciudad de México. El transporte toma un rumbo equivocado y tiene que amarizar a mitad de camino por falta de combustible, perdiéndose las armas y la aeronave. Rescatados por un pesquero que pasaba casualmente por ahí, consiguen llegar a la costa mexicana con toda la tripulación a salvo. Antonio regresa a la ciudad de México a informar del fracaso de la expedición.

Ciudad de México

Las novedades eran que se luchaba en la Sierra Maestra, que Chuchú Reyes (el maquinista del Granma) estaba en Miami y que se necesitaba la presencia de Antonio en esa ciudad. Con Chuchú Reyes se dedicaron a visitar los comités del 26 de Julio pidiendo ayuda de cualquier tipo en la Sierra. En un determinado momento le solicitaron a Antonio, un tipo de armas que solo se conseguía en la ciudad de México y regresé para traerlas. De regreso en México, se encontró con Pedro Miret Prieto (1927) excombatiente del Moncada quien necesitaba entrenamiento porque iba a regresar a Cuba clandestinamente.

El barco Orión

Una vez más en la ciudad de México, Enma Castro le encomienda otra misión. A mediados de 1958 los miembros del 26 de Julio en Nueva York, liderados por Armando Goenaga Barrón, desean organizar una expedición a Cuba, pero no contaban con dinero, ni transporte ni armas. Enma tenía un contacto en Venezuela, un tal Sr. Bilbao, que estaba dispuesto a sufragar los gastos.

Antonio visitó numerosos puertos del Caribe, analiza ofertas de barcos. Compró así en Honduras una nave de cabotaje llamado Orión, con un gasto en principio de 50 000 dólares. Para complementar el trabajo Antonio consigue fusiles y parque y pide la ayuda de Chuchú Reyes pero su amigo en esta ocasión se niega a ayudarlo lo cual desconcierta a Del Conde quien prosigue con la operación mandando a traer el barco de Honduras colocándolo cerca del puerto estadounidense de Brownsville porque el venezolano que apoyaba la operación se negó a dar más dinero. Aun así trae a los combatientes de Nueva York.

Cargadas las armas y la tripulación se acaba la suerte de Antonio debido a una denuncia anónima lo detienen y le fincan el delito federal de pasar de un estado a otro sin pagar impuestos. Le dan dos años de prisión en suspensión por ser su primera ofensa. Deportado regresa a México con una deuda de 10 000 dólares, honorarios del abogado que lo defendió. Los tripulantes del Orión también fueron detenidos y salieron en libertad bajo fianza.

Cárcel de Texarkana

Al regreso y ya en la ciudad de México aparece otra tarea para Antonio. Es necesario ayudar a Francisco Cairol Garrido, para que pudiera llegar a Miami, asunto que no era muy difícil para Antonio quien en una oportunidad ya había pasado a USA, entre otros a Juanita Castro. Pero Miami seguía insistiendo. Necesitaban cartuchos, ocasión en la que viaja al norte de USA y entrega sin problemas los cartuchos, pero también había comprado por su cuenta unas armas que estaban baratas. El caso es que al cruzar la frontera es detenido en Texas y enviado a la cárcel de Texarkana con una segunda ofensa a sus espaldas, por transportar armas sin pagar el impuesto federal. Condenado a cinco años de cárcel este capítulo hace una cuidadosa descripción de la vida en prisión, uno de los peores momentos en la vida de Antonio del Conde. Así a los once meses y días de prisión, al paso de Fidel Castro por Houston camino a Buenos Aires se consigue el perdón del gobernador de Texas, y Antonio sale de la cárcel finalmente en mayo de 1959]].Deportado a México parte a Cuba de inmediato.[2]

Después del Granma

Al partir el yate Granma, Antonio del Conde permaneció en México y se dedicó a enviar armas a Cuba que compraba en Estados Unidos (con la ayuda de otros políticos cubanos de oposición) Con motivo de esta actividad fue detenido dos veces en Estados Unidos. En la primera consiguió una fianza y en la segunda, ya triunfante la Revolución cubana (fueron once meses y días de prisión) y por solicitud de Fidel Castro al pasar por Texas, se consiguió el perdón por parte del gobernador de ese estado, siendo liberado, ocasión en la que partió de inmediato a Cuba.

Actividades en Cuba

Antonio trasladó a ese país también a su familia, donde nació una de sus hijas. De inmediato lo enviaron a trabajar al Ministerio de Industrias, que estaba a cargo del comandante Ernesto Che Guevara. Le encomendaron construir una fábrica de medidores de agua, y entre otras tareas viajó a Checoslovaquia para supervisar una posible compra de una fábrica de rifles de calibre 22. Su familia en un momento decidió regresar a México y él hizo lo mismo en 1964. Su colaboración con Fidel Castro y el estado cubano duró ocho años.

Detención en México

Regresó a México en junio de 1964 y fue detenido en el aeropuerto de la ciudad de México, enviado a la cárcel de Lecumberri y liberado tres meses después con la obligación de presentarse en un juzgado de paz cada mes, situación que se revirtió seis años después, durante el gobierno de Luis Echeverría (1970-1976), siendo eximido de esa obligación. También le fue devuelto su pasaporte.

Actividades al regreso de Cuba

Antonio del Conde laboró para una empresa láctea, el club MED, en Acapulco y otras empresas. Como ícono y actor relevante de esta primera etapa de la Revolución cubana en México es frecuente invitado en universidades y otros centros culturales para que relate sus experiencias.

Escritor

En edición de autor publicó en 2004, el texto Memorias del dueño del yate Granma, que fue un gran éxito editorial.

Distinciones

En mérito a su brillante trabajo autobiográfico Memorias del dueño del yate Granma, en el año 2008 la Asociación Mexicana de Autobiografía y Biografía le concedió, en Santiago de la Peña (Tuxpan) el escenario más importante de su vida, el premio Alejo Carpentier, que incluyó su retrato elaborado por el pintor argentino Miguel Ángel Guereña.

Referencias

Fuentes