Argos (perro de Ulises)

Argos
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Argos es el fiel perro de Ulises.
Nacimientodos años antes de
la Guerra de Troya
isla de Ítaca
Fallecimientodiez años después de
la Guerra de Troya
(22 años de edad) 
isla de Ítaca

De acuerdo con la Odisea (texto compuesto en Grecia hacia el siglo VII a. n. e.),[1] Argos era el perro de Ulises (en griego Odiseo), quien era el rey de la isla Ítaca, y esposo de Penélope. El perro Argos fue el único que reconoció a su dueño al regresar a Itaca después de diez años, disfrazado con ropas de mendigo.

En la mitología de muchas culturas se encontran perros como protagonistas de varias hazañas, y como dueños de poderes impresionantes. Se ha hablado, por ejemplo de los indios norteamericanos y la importancia que le daban al perro en la creación del mundo.

Leyenda

Una de estas historias es la del famoso Argos, el perro de Ulises. La vida de este perro transcurría en el colmo de la felicidad, ya que siempre acompañaba a su dueño en las cacerías, y gozaba de todos los favores posibles.

Pero un día Ulises se fue. Y esa ida fue demasiado larga. Por algún motivo no llevó a su perro, el cual permaneció en prolongada espera.

Así hablaban cuando un perro que estaba echado levantó la cabeza y enderezó las orejas. Era Argos, el perro del infortunado Ulises, que algún día le crió por sí mismo y que no aprovechó luego, pues partió enseguida para Ilios...
En otro tiempo, los jóvenes habíanle sacado a cazar cabras montañesas, ciervos y liebres; y ahora, en ausencia de su amo, yacía decaído sobre un montón de estiércol de los bueyes y las mulas que había a la puerta, y permanecía allí hasta que los criados transportaban el estiércol para abonar la extensa huerta.
Allí yacía Argos, el perro, roído de miseria. Y en el acto reconoció a Ulises que se acercaba, y movió la cola y enderezó las orejas aunque no pudo llegar hasta su amo, el cual, conociéndole, se enjugó una lágrima ocultándose hábilmente.
Homero, canto 17 de La Odisea[2]

El muy viejito Argos murió ya que no soportó la emoción.

Para Ulises, ser reconocido solamente por su perro fue un hecho especialmente triste a lo que le sumamos la muerte del amado perro.[3]

Fuentes