Biblioteconomía

Biblioteconomía
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Campo al que perteneceCiencias Bibliotecaria

Podemos definir la Biblioteconomía como el conjunto de conocimientos que son precisos para que las bibliotecas puedan cumplir sus funciones y sus fines, de acuerdo con las necesidades de los usuarios. Algunos de estos conocimientos son teóricos, pero otros son prácticos, y van a estar íntimamente relacionados con lo que se ha venido a llamar el arte de administrar una biblioteca para cumplir sus fines (sobre todo los conocimientos prácticos). Según se haya puesto más o menos énfasis en los conocimientos teóricos o en los prácticos, la Biblioteconomía será considerada como una ciencia o como una práctica, la cual está constituida por un conjunto de normas de administración y organización de la biblioteca que se adquieren sobre todo con la experiencia.

La Biblioteconomía como ciencia

En la actualidad, la Biblioteconomía se está considerando más como una ciencia, porque realiza de un modo sistemático y metódico un enfoque de los problemas prácticos que suponen la organización y administración de bibliotecas. Existe un corpus de teorías, de principios de carácter general, de normas, de análisis de resultados, aceptados por la mayoría de los profesionales de las bibliotecas y de los organismos de los que dependen estas bibliotecas. Este reconocimiento de la Biblioteconomía como ciencia tiene un doble carácter: por un lado, es un tipo de reconocimiento epistemológico; y por otro, es de carácter racional, tanto por la existencia de revistas especializadas en Biblioteconomía, como por la existencia y celebración de congresos especializados, y también por la existencia de la disciplina en las universidades. Según ese reconocimiento epistemológico, ocurre que por encima de lo que es una mera transmisión de conocimientos y de experiencias de carácter práctico, existe una investigación científica realizada con métodos científicos, y los resultados de esa investigación se van reuniendo dentro de ese corpus científico, con el desarrollo de una serie de principios y un lenguaje técnico específico de carácter científico. Según ese reconocimiento social, se ve en la sociedad que existen unos investigadores en Biblioteconomía que son perfectamente identificables y se diferencian de otros. Éstos se reúnen en congresos a los que acuden con los resultados de sus investigaciones, que a su vez se publican en revistas especializadas. Pero la Biblioteconomía ha adquirido su consagración definitiva con su estudio en las universidades.

  1. La Biblioteconomía comienza a desarrollarse en Alemania en el siglo XIX a partir de un autor alemán llamado Scherenttinger, que consideraba la Biblioteconomía como el conjunto del conocimiento y de las habilidades necesarias para la gestión de la biblioteca.

La Biblioteconomía se divide en dos conocimientos, según Scherenttinger

  • Los relativos al estudio de la institución bibliotecaria, de sus fines y objetivos;
  • Los relativos a la colección, la disposición ordenación y clasificación.

Hasta mediados del siglo XX la biblioteca no era otra cosa que un lugar de conservación ordenada y organizada de libros. Por esa razón, la Biblioteconomía se centraba, sobre todo, en la elaboración de catálogos o en el estudio de normas para la administración de la biblioteca.

Biblioteca. Concepto

El concepto actualmente ha cambiado. Hoy la biblioteca es un sistema de información y comunicación social, y por lo tanto, su finalidad esencial es procurar comunicar esa información, tanto la que contiene de manera física como aquella a la que se puede acceder a través de la biblioteca.

Leyes de Ranganathan

Ranganathan era un bibliotecario indio que estableció cinco leyes denominadas Los cinco principios de Ranganathan. Más que leyes, se trata de unos principios de actuación:

  • El libro es para ser usado.

Podemos decir que el bibliotecario anteriormente se consideraba más que un servidor de libros un guardián de éstos. Si gastamos nuestro presupuesto en adquirir un libro para conservarlo en un lugar reservado sin posibilidad de uso, esto resulta antieconómico y antisocial.

  • Cada lector debe tener un libro.

La finalidad última del bibliotecario es el servicio, lo más ajustado posible, a las necesidades de los usuarios. Debe procurar, por tanto, que cada uno de los usuarios pueda localizar el libro o el tema que le interesa; puede tratarse de un libro concreto o de una información concreta, y una u otra deben ser servidas por el bibliotecario dentro de este segundo principio.

  • Cada libro debe tener un lector.

La biblioteca debe ser dinámica, es decir, debe acudir al encuentro del lector. Una de sus funciones es que los usuarios conozcan las nuevas publicaciones. Cada libro comprado o incluso publicado tiene dentro del ámbito de la biblioteca unos lectores potenciales a los que la biblioteca debe llegar y será misión del bibliotecario conocer a sus posibles usuarios para poderles ofrecer aquel libro que les interese, proporcionado al usuario una información personalizada.

  • Debe ahorrarse tiempo al lector.

Los servicios de información de la biblioteca deben estar dispuestos para que los usuarios obtengan la máxima satisfacción de sus necesidades. Además, debe hacerlo de la manera lo más rápida y eficiente posible. Un servicio bibliotecario llega a convertirse en inservible si es demasiado complicado ya que resulta antieconómico desde el punto de vista del tiempo.

  • La biblioteca crece.

La biblioteca crece y se modifica porque se va adaptando a las nuevas condiciones. Una virtud que debe tener toda biblioteca es su adaptabilidad a las condiciones cambiantes, no debe quedar anclada den el pasado, debe estar abierta a las innovaciones (nuevas formas de distribución, de formatos, de publicación), y supone también tener las condiciones necesarias para acceder a aquellos materiales cuya posesión directa no tenga. Se han hecho estudios acerca de los cinco principios.Line, profesor de universidad, ha hecho un estudio a finales de los años 70 de estas normas, y ha llegado a la conclusión de que en muchas bibliotecas se cumplen estas normas pero en sentido contrario. Line enuncia otros cinco principios:

  • Los libros son para coleccionarlos.
  • A algunos lectores sus libros.
  • A algunos libros sus lectores.
  • Haga perder el tiempo al lector.
  • La biblioteca es un mausoleo en crecimiento.

Relación con otras ciencias

Para la mayoría de los autores la palabra tiene un origen etimológico que, a su vez, va a reunir tres palabras griegas: biblion; theke; y nomos. Sin embargo, para Richter, es una mezcla de dos palabras: biblioteca + economía. Se refiere al término economía en su sentido más original, es decir, referido a la organización, administración y gestión de la biblioteca. Por eso, considera que la Biblioteconomía es el arte de organizar las bibliotecas, que es tan antiguo como ellas mismas, aunque sus principios que rigen su administración se han ido desarrollando más tardíamente y generalmente a partir de la práctica, porque algunos usos se fueron imponiendo poco a poco para que fuesen efectivos. El primero que habló de Biblioteconomía, aunque sin citar la palabra, fue Gabriel Naudé, bibliotecario del cardenal Mazarino, que en 1627 escribió Aviso para organizar una biblioteca. En esta obra podemos encontrar los orígenes de la Biblioteconomía como ciencia. Sin embargo, la palabra no aparece hasta el siglo XIX. Fue el francés Constanten quien publicó un libro, Biblioteconomía. Instrucciones sobre el arreglo, la conservación y la administración de las bibliotecas. Ya en el prólogo de su obra separa la Biblioteconomía de la Bibliografía, y pone énfasis en los conocimientos tecnológicos que hasta entonces habían sido despreciados.

Elementos que pueden constituir la Biblioteconomía

  • Las colecciones: su formación, crecimiento, clasificación, catalogación, conservación.
  • Los usuarios: Se preocupa de aquellos deberes que tiene el bibliotecario para cada usuario y los problemas que tienen tanto los usuarios como el propio bibliotecario, los referentes al préstamo de la colección y el acceso a los libros.
  • La biblioteca misma, pero en tanto que es un servicio organizado, es decir, se preocupa de todo lo referente al reglamento, personal, locales, aspectos económicos, contabilidad de la biblioteca.

Podemos observar que estos problemas que plantea Constanten son los mismos que los de un bibliotecario actual, y éstos son la materia de enseñanza de la Biblioteconomía. Un principio que hay que tener en cuenta es que actualmente ninguna biblioteca es suficiente por sí misma, y están empujadas por las necesidades documentales del mundo moderno, de modo que no tienen otro camino que la cooperación para la cual es indispensable la normalización de las prácticas y de los usos, desde el punto de vista de las tareas administrativas y de las biblioteconómicas.

Los tratadistas alemanes dividen la Biblioteconomía en dos partes

  • La organización, en la que se estudia todo lo relativo a la fundación de los libros, la adquisición, la catalogación y la colocación.
  • La administración, en la que se estudia todo lo relativo al personal de la biblioteca, la conservación, el sostenimiento y uso de la biblioteca.

Pero otros autores sostienen que esta división es puramente teórica, ya que una y otra son dos aspectos perfectamente complementarios. Ellos hablan de unas condiciones extrínsecas fundamentalmente para que exista la biblioteca y, por otro lado, unas condiciones intrínsecas. Dentro de las condiciones extrínsecas estarían el edificio, el mobiliario, el personal y hasta los recursos financieros de la biblioteca. Dentro de las condiciones intrínsecas estarían la colección, las adquisiciones y el uso de la biblioteca.

El teórico Buonocore distingue dos partes dentro de la Biblioteconomía

  • Parte técnica, dentro de la cual se encontrarían las tareas de la selección y adquisición de los fondos, la catalogación, la clasificación, la ordenación y la colocación.
  • Parte administrativa, donde se encontraría todo lo referente al local (arquitectura, mobiliario e incluso el personal), lo referente a la conservación de los fondos, lo referente al uso de la biblioteca, a los recursos financieros, al régimen legal y a las estadísticas.

Para formar, mantener y organizar una colección y cumplir su servicio, tradicionalmente viene siendo necesario tener conocimientos de una serie de ciencias que tienen relación entre sí y que están fundamentadas en una formación fundamentalmente humanística, es decir, es necesario conocer la historia del libro, artes gráficas, conservación y restauración, características bibliográficas, historia de las bibliotecas y técnicas bibliotecológicas especiales (catalogación y clasificación). Actualmente la cantidad y variedad de soportes ha hecho prácticamente imposible el agotar los conocimientos por parte del bibliotecario, que son mucho mayores para formar, organizar y poner en servicio la colección, que ya no está exclusivamente formada por libros sino que puede estar constituida desde libros tradicionales hasta la información que proporciona una terminal conectada a una base de datos. Sin embargo, existen todavía unas ciencias cuyos conocimientos que aparecen como necesarios para los actuales bibliotecarios.

  • La Bibliotecología: Tiene un origen etimológico griego, biblion - theke - logos (tratado), el tratado de las bibliotecas. Se trata de un conjunto sistemático de conocimientos referidos al libro y a la biblioteca.

Este término resulta más amplio que el de Biblioteconomía porque abarca tanto la ciencia del libro como la de la biblioteca. El término está aceptado de manera muy amplia y de forma muy especial en Hispanoamérica, incluso en España se está usando cada vez más.

  • Biblioeconomía: Tiene origen griego, biblion - oikos (casa), ciencia que rige la organización de la casa de los libros. Este término es usado sobre todo en Hispanoamérica.
  • Bibliotaxia: Origen griego, biblion - taxo (arreglo o organización), arreglo de los libros.

Para tratadistas franceses e italianos está bastante utilizado, y según ellos estaría muy próximo al de Biblioteconomía. Sin embargo, en los países anglosajones se viene utilizando “Librarianship” (Inglaterra) o “Library Science” (EEUU). El primero viene siendo la ciencia de los profesionales de la biblioteca y el segundo la ciencia de los libros.

  • Bibliología: El tratado de los libros.
  • Bibliotecnia: Aspectos técnicos de los libros (impresión, encuadernación...).
  • Bibliografía: Descripción de los libros. Se estudia con el fin de componer repertorios.
  • Bibliotecografía: Descripción de las bibliotecas.
  • Archivística: Ciencia afín a la Biblioteconomía aunque se diferencian fundamentalmente en su objeto material (los documentos-libros).
  • Documentación: ciencia que reúne, analiza y difunde los documentos especialmente actuales (artículos de revista, patentes, informes, listados)

Aunque las dos ciencias pueden trabajar con materiales comunes existen diferencias entre una y otra, que se encuentran en el modo de trabajar los materiales. La Biblioteconomía los clasifica, describe, organiza y coloca en las estanterías correspondientes para que el usuario pueda extraer la información que le interesa por sí mismo. La Documentación elabora, analiza y resume la información contenida en los materiales y los difunde. Se ha dicho que la Documentación comienza donde termina la Biblioteconomía.

Autores que definen la Biblioteconomía como ciencia

Emilia Currás considera la Biblioteconomía y la Bibliotecología como ciencias de la documentación. Establece la diferenciación entre ellas por el tipo de documentos que trata. La Biblioteconomía y la Bibliotecología tratan libros, la Archivología documentos, y la Documentación trata libros además de otros documentos. Considera la Biblioteconomía y la Bibliotecología como ciencias de la Documentación. Carrión Gútiez considera la Biblioteconomía como el estudio de las técnicas necesarias para la organización y funcionamiento de la biblioteca. Esto no quiere decir que niegue su carácter científico, sino que diferencia dos tipos de conocimientos; teóricos y prácticos.

Relación con otras ciencias

La Biblioteconomía actual se ha convertido en una ciencia interdisciplinar en relación con otras ciencias, pero con unas características distintas. Si tradicionalmente las ciencias con las que se relacionaba eran de carácter humanístico, hace tiempo que la biblioteca ha pasado a estar considerada como un servicio social, con lo cual también ha de adquirir matices de ciencia social. Este matiz se vio muy acentuado en los antiguos países socialistas, por eso, en ella se mezclan ciencias muy distintas como la teoría de la comunicación, la informática, la lingüística e incluso la psicología o la sociología. Según Orera, la Biblioteconomía es la Ciencia documental que tiene por objeto el estudio de la biblioteca, entendida como sistema de información, su tipología, y las distintas formas de cooperación bibliotecaria, sobre todo las redes y sistemas. Es una definición muy general, que tiene de positivo la consideración de la biblioteca como sistema, y que destaca dentro de su objeto la organización de las relaciones interbibliotecarias que dan lugar a redes o sistemas bibliotecarios, lo que constituye obviamente un aspecto a considerar. En un sentido amplio se ha considerado la Biblioteconomía como el conjunto de conocimientos precisos para lograr que las bibliotecas cumplan sus fines, estrechamente vinculados a la atención de sus usuarios. Algunos conocimientos se han considerado "teóricos", es decir, conceptuales. Otros técnicos o prácticos, que se han relacionado con un saber-hacer, con la capacidad de administrarla para realizar de modo eficiente y eficaz los fines específicos de la institución. Según se haya puesto más el énfasis en los aspectos teóricos o prácticos la Biblioteconomía se ha considerado como una ciencia, como una técnica, o simplemente como un conjunto de normas de administración y organización de bibliotecas. A veces incluso ha sido para algunos un ejercicio artesanal, algo que se basa en y se adquiere con la experiencia; para otros es una ciencia. En la actualidad debemos considerar que la Biblioteconomía es una disciplina, un saber riguroso, porque realiza un enfoque metódico y sistemático de los problemas prácticos que se afronta en la gestión de Bibliotecas. Existe un cuerpo de generalizaciones o principios de actuación generales, normas, y unas metodologías o sistemas de análisis de los resultados obtenidos, aceptados por los profesionales de las bibliotecas y los organismos de que dependen. También existe un reconocimiento epistemológico y social de la Biblioteconomía, dado por su presencia en las Universidades, por la existencia de revistas científicas especializadas, por congresos de los especialistas del sector. La Biblioteconomía va alcanzando un carácter científico, con un nivel de universalidad similar al de otras Ciencias Sociales, dando lugar a un cuerpo teórico basado en la investigación, contenido en publicaciones, aplicado, contrastado, enseñado en la Universidad, y que incluye principios generales de organización y gestión de estas instituciones, normas y sistemas de análisis de resultados, metodología de investigación de la información, la circulación de las publicaciones o las necesidades de los usuarios. Como Carrión explicó en su Manual de Bibliotecas, los conocimientos necesarios para formar una colección, para analizarla de modo que sea posible su uso, y para que llegue a los usuarios, son ingentes. El estudio científico es fundamental para una institución que sale a buscar las necesidades informativas de la sociedad, a excitarlas cuando es preciso, a diferenciarlas y satisfacerlas. El que se consideren o no científicos depende del enfoque, profundidad y precisión de estos conocimientos, de su sistematización, del establecimiento de reglas estrictas metodológicas y lógicas para su obtención, de la posible enunciación de leyes de ellos derivadas, de que sean intersubjetivos o con capacidad para ser aceptados con cierta universalidad.

Formas básicas de la Biblioteconomía

En caso de la Biblioteconomía, para Carrión se dan ya las dos formas básicas de su reconocimiento como ciencia: el epistemológico, en primer lugar, pues "por encima de la mera transmisión de datos históricos, de experiencias y de prácticas, hay una investigación sobre el mundo de las bibliotecas realizada con métodos científicos, cuyos resultados pueden reunirse en un conjunto de ideas conexas y permiten desarrollar una terminología propia", y, el social, en segundo, porque "existen unos investigadores identificables por su especialidad como distintos de otros, que se unen en asociaciones especiales, que exponen los resultados de sus estudios en reuniones y publicaciones especializadas y que pueden recibir una especie de consagración canónica con la aceptación de sus estudios como disciplina universitaria". Y Carrión concluye: "La biblioteca, nacida siempre con el anhelo de totalidad (todo el conocimiento) al que el nacimiento de la biblioteca pública añadió el de universalidad (para todos), se vio históricamente obligada a la diversificación (...). La realidad, sobre todo la histórica y social, con su complejidad ha hecho así diversificarse el conocimiento bibliotecario, pero, al mismo tiempo, ha hecho nacer una nueva rama en el árbol de la ciencia: la ciencia de lo que tienen en común entre sí todas las bibliotecas. No hay inconveniente alguno en que, conservando un viejo y prestigioso nombre, la llamemos Biblioteconomía".

Evolución de la Biblioteconomía

Distingue claramente entre las bibliotecas privadas, que pueden ser especializadas, según las necesidades de sus dueños, y la biblioteca pública donde deben depositarse libros de todas clases para que cada usuario encuentre en ella lo que necesita. Recomienda la ordenación del catálogo por facultades: teología, medicina, derecho, historia, filosofía, matemáticas y humanidades, que, a su vez se subdividen. Además, propone que la biblioteca moderna incorpore globos, mapamundis, esferas, pinturas, animales, piedras y otras curiosidades del arte y la naturaleza. El acceso a cualquier persona que necesite consultar los fondos debe ser libre y, por supuesto, el préstamo de libros debe estar presente en tales instituciones. Años más tarde, en 1633, acuña el término Biblioteconomía, utilizándola por primera vez en el sentido que hoy posee, con una visión moderna de la biblioteca. Pero hemos de esperar a fines del siglo XIX para superar la etapa de la biblioteconomía pre-científica, determinada por una orientación práctica, de conservación, inventario y catalogación. Se trata de una fase artesanal y erudita, que no posee bases teóricas ni mucho menos principios, leyes o hipótesis, de ahí que, hasta el momento, no se pueda hablar de una ciencia de la biblioteca. La aparición de bibliotecas sostenidas con fondos públicos y abiertas a todos los ciudadanos en un plano de igualdad, supuso un cambio radical en la función bibliotecaria, y forzará avances en la Biblioteconomía. Este tipo de bibliotecas representan un nuevo modelo de concepción de la educación y de los derechos individuales. La creación de bibliotecas públicas hace avanzar la Biblioteconomía al orientar la institución desde su misión de memoria del pasado hacia una misión educativa, cultural y social. En esta nueva función social asumida por la biblioteca van a jugar un papel fundamental los padres de la moderna Biblioteconomía: bibliotecarios como Cutter, Cotton Dana o Melvil Dewey, ayudaron a difundir y consolidar la institución. Todos ellos participaron activamente en la creación y funcionamiento de la American Library Association (ALA), así como en la revista de los bibliotecarios americanos, Library Journal, y gracias a ellos se unificó y difundió el moderno pensamiento bibliotecario.

Préstamo Interbibliotecario

Los bibliotecarios americanos adoptaron técnicas comunes, establecieron servicios de cooperación entre bibliotecas para constituir un sistema nacional donde las bibliotecas, íntimamente entrelazadas, perseguían las mismas finalidades, utilizaban iguales medios y procedimientos. Crearon también servicios de préstamo interbibliotecario poniendo a disposición de todos los recursos bibliográficos de la nación. Y a ellos se debe también la puesta en marcha de los primeros cursos de formación profesional para los bibliotecarios a nivel universitario. Pero consideramos que es especialmente Otlet, al promover la inclusión de la Biblioteconomía en la Documentación, y los autores que están claramente movidos por los problemas del acceso a la información científica los que hacen avanzar definitivamente nuestra disciplina hacia la cientificidad. Si en Biblioteconomía es difícil establecer generalizaciones, y principalmente aspiramos a formular normas y recomendaciones técnicas para los distintos tipos de bibliotecas, o a realizar análisis de casos que lleven a modelos que mejoren la gestión, este autor se atrevió a formular unos sencillos principios de actuación para las bibliotecas, muy directos y basados en la experiencia bibliotecaria. Aunque no sean estrictamente leyes, están llenos de sentido común, y aún hoy se les puede resaltar, pues introducen claramente la biblioteconomía en el ámbito, de la gestión y la evaluación de la biblioteca desde el punto de vista de la eficacia y los usuarios:

  • Los libros son para ser usados. Lancaster señala, a propósito de este principio, que es obvio, pero que a veces el bibliotecario ha parecido más interesado por la preservación que por el uso, perpetuando la imagen del bibliotecario como un guardián más que como alguien dedicado a la explotación de los recursos bibliográficos. La consecuencia de esta primera ley sería la importancia que la Biblioteconomía debe atribuir a la evaluación de colecciones y servicios en términos de las necesidades de los usuarios. Un dinero gastado en un libro poco usado supone menos dinero para libros de más demanda o duplicados de éstos.
  • A cada lector su libro. No basta con que los datos de los libros prestados o usados crezcan

ada año. A veces los usuarios se han de llevar libros que no eran los que principalmente deseaban. Tenemos que asegurarnos que el usuario localice el volumen particular, o sobre un tema, en el momento necesario. Habría que mejorar la disponibilidad. No es bastante que un libro esté, sino que esté cuando se lo necesita. Esta ley quiere decir: a cada lector lo que necesita, ya sean libros o respuestas concretas.

  • A cada libro su lector. Es un complemento de lo anterior. No basta con que el lector salga de la biblioteca con un libro, un documento o una información. Las bibliotecas tienen que ser más dinámicas. Una función importante debe ser que la gente conozca las nuevas 29 publicaciones de interés. La biblioteca debe relacionarse tanto con la accesibilidad como con la exposición. El significado de esta ley es que los libros necesitan encontrar sus usuarios tanto como los usuarios a sus libros. Cada ítem adquirido por la biblioteca (o incluso, para llevar esto a su conclusión lógica, cada ítem publicado) tiene unos lectores potenciales en la comunidad, a los que hay que llegar. Una biblioteca debería evaluarse en relación con su capacidad para informar a la gente de los materiales de uso potencial para ellos, por el éxito que tiene cuando informa a los usuarios de las novedades. Y cuando hacemos boletines de novedades generales nos deberíamos preguntar: ¿cuanto de lo que se resenta al usuario es realmente importante para su interés? ¿Cuánto de lo importante era desconocido previamente al usuario?. ¿Qué proporción de los items obtenidos desea ver?.
  • Ahorre tiempo al lector, o el tiempo del usuario vale. Es una ley que impregna a todas las

demás. Los servicios de información deben estar implicados no solo con la satisfacción de necesidades, sino con hacerlo de la manera más eficiente posible. Es bien sabido que la accesibilidad a los servicios de información es el mayor determinante de su uso. Es posible que un servicio se juzgue inaccesible si requiere demasiado esfuerzo para su uso. No se puede considerar gratuito el tiempo del usuario, porque el tiempo que pierden en la biblioteca podrían ocuparse de cosas más productivas.

  • La biblioteca crece. Esta quinta ley indica que la biblioteca es un organismo que se debe ir

adaptando a las nuevas condiciones. Adaptabilidad a condiciones cambiantes y a nuevos desarrollos tecnológicos. Hay que evaluar hasta qué punto la biblioteca se esfuerza por adoptar la innovación, incluyendo nuevas formas de publicación y distribución de la información. Las nuevas tecnologías están cambiando nuestro concepto de biblioteca. Permiten el acceso a los materiales más que la posesión directa de dichos materiales.

La Biblioteconomía en sentido estricto hacia la mejora de la gestión

  • La atención al problema de la recuperación de la información en las bibliotecas, que ocupa a autores del ámbito anglosajón como Line y Lancaster
  • La investigación sobre cómo integrar y aplicar las tecnologías de la información
  • El desarrollo de la investigación en temas como la calidad en los servicios, los usuarios, o la evaluación de las colecciones y los servicios.
  • El apoyo de las organizaciones internacionales como Unesco a favor de la normalización y el desarrollo de las bibliotecas.
  • La actuación de las asociaciones profesionales (ALA, American Library Association, IFLA), para el desarrollo de normas, la publicación de revistas y la celebración de Congresos científicos en el área.

Fuentes

  • Gómez Hernández, J. A. Gestión de bibliotecas Murcia: DM, 2002