Bilbilis

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Bilbilis fue una ciudad prerromana y romana de la península ibérica situada sobre la colina de Bámbola, a orillas del río Jalón, en la localidad de Huérmeda, a escasos kilómetros de Calatayud ciudad que le debe el gentilicio, pues los habitantes de Calatayud son bilbilitanos.

Enciclopédico

Nombre de la ciudad ibero-romana asentada en el Cerro de Bámbola, junto a Huérmeda, en las cercanías de Calatayud, a 6 km. de esta última. Se conservan importantes restos, en curso de investigación por la Universidad de Zaragoza desde 1965. La ciudad fue citada en las fuentes antiguas, y destacan, en tal sentido, las referencias de su poeta nativo Marco Valerio Marcial; hay también citas de Estrabón en su Geografía (tomando datos de Posidonio), de Plinio el Viejo (que menciona el hecho de poseer sus habitantes el derecho de ciudadanía romana), de Justino y San Isidoro (mencionando la industria del hierro y el río Jalón), o de Décimo Magno Ausonio en época tardía, que la refiere como lugar semidesierto.

La ciudad nunca fue totalmente olvidada, ya que la importancia de sus restos y la abundancia de hallazgos atrajo la atención desde el Renacimiento. Juan Bautista Labaña, en 1611, estudia sus ruinas; B. Gómez Cádiz, J. M. Pérez de Nueros, M. Cos y F. Eyaralar, Vicente de la Fuente y otros la harán sucesivamente objeto de sus trabajos, hasta llegar al siglo XX en que la atención será mayor. En el primer decenio se contabilizan las investigaciones, sin criterio científico claro, del conde de Samitier, quien recogería en su colección bilbilitana, hoy perdida en buena parte, materiales abundantes, algunos de importancia. En 1917 se llevan a cabo las primeras excavaciones oficiales a cargo de N. Sentenach, cortas y poco provechosas, que dieron como resultado unas pocas conclusiones que publicaría en 1918 y unos escasos materiales que irían a parar al Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Posteriormente, en 1933-34, sería el investigador alemán A. Schulten el encargado de practicar algunas inquisiciones en el solar, que recuperan ciertos materiales hoy perdidos y confirman algunos datos apuntados anteriormente. Hasta 1965 la investigación se detiene, comenzando desde entonces la recogida de todo el material disperso por M. Martín-Bueno desde la Universidad de Zaragoza; los trabajos continúan luego con excavaciones sistemáticas (desde 1971) y recogida de los materiales recuperados en el Museo Municipal de Calatayud, creado al efecto.

La historia de la ciudad se remonta con propiedad al siglo iii a.C., en que la zona se configura tras las últimas aportaciones célticas, y la penetración ibérica desde las tierras bajas del valle del Ebro, disponiéndose a recibir el impacto conquistador de Roma. Sufrió, en este aspecto, los mismos avatares que el resto de la Celtiberia en que estaba incluida. En aquellos inicios, la ciudad debía de reducirse a un pequeño núcleo habitado situado en el centro de lo que hoy ocupa el yacimiento. Los datos arqueológicos permiten afirmar que en el siglo II a.C. existía allí ese núcleo, como lo prueba la acuñación de monedas indígenas a fines de ese siglo.

Debió de ser dominada por Roma en los primeros momentos de la penetración por el valle del Jalón, en el primer tercio del siglo II a.C. Puede considerarse que la ciudad pasó pronto, sin gran resistencia, al lado de la potencia dominadora, abandonando la causa de la oposición armada que oponían las tribus celtibéricas más belicosas (Arévacos, Belos y Titos), a diferencia de los Lusones, que fueron pronto sometidos. Esa permanencia junto a Roma salvo raros escarceos, permitirá a ésta utilizar a Bilbilis como punto de apoyo en ulteriores operaciones.

Un momento delicado para su historia lo constituirá la actividad de Quinto Sertorio en la zona, tomando la ciudad con lucha en el 77 a.C. y perdiéndola luego en el 74 a.C. ante Quinto Cecilio Metelo, momento en que la comarca es reconquistada por Pompeyo Estrabón. Posteriormente, en las guerras civiles, la ciudad pasará a manos cesarianas, integrándose luego en la administración romana sin traumas y gozando de privilegios que no conocemos totalmente, pero que le permiten llegar a ser municipio romano con Augusto, a seguir acuñando moneda (hasta fecha tardía con respecto a otras ciudades del Imperio) y, sobre todo, Roma le permite que siga ocupando un emplazamiento en zona alta, propicia a la defensa, que no solían tolerar los romanos a sus sometidos. Sólo una actitud extremadamente amistosa y deferente por parte de la metrópoli explica ese hecho anómalo.

El tránsito al Imperio lo realizó Bilbilis sin traumas, como ciudad ya acostumbrada al modo de vida y urbanismo romano, al que se aclimató con rapidez pese a las dificultades de su emplazamiento en zona montañosa y rodeada de ríos (el Jalón y el Ribota, en la confluencia de ambos), y conservando una situación estratégica formidable a la par que notable encrucijada de caminos. Esta situación explicaría el interés romano por ella y sus privilegios, al ser la llave del Jalón. Su vida durante el Imperio es la de ciudad media, de carácter comercial agrícola esencialmente, pese al complemento que pudiera constituir la tradicional industria del hierro que se le atribuye; hierro que se forjaba de manera excelente con las aguas del Jalón, a decir de las fuentes antiguas. Su función administrativa, en su escala comarcal, debió de ejercerla, pero más en el ámbito comercial, como lo prueba la dispersión extraordinaria de su moneda.

El ritmo de vida alto y en cierto modo lujoso del Alto Imperio (atestiguado por las grandes y costosas edificaciones y los objetos hallados, muchos de ellos importados) decaerá en los tiempos tardíos a tenor de las circunstancias político-económicas, hasta tal punto que en el siglo V d.C. aparece citada entre las ciudades que se consideran prácticamente abandonadas. Este abandono es confirmado por los datos arqueológicos, que nos hablan de edificios otrora costosos que han perdido su función inicial y se reutilizan impropiamente; de zonas abandonadas y de población residual que aprovecha los restos de un pasado mejor, languideciendo lentamente hasta alcanzar la baja romanidad e incluso los tiempos medios, ya que la ciudad no debió de abandonarse totalmente hasta muy tarde. La invasión árabe y la fundación de la vecina Calatayud habían supuesto, no obstante, un duro golpe en el siglo VIII d.C., del que Bilbilis ya no podía recuperarse, si es que lo que entonces existía se puede considerar como núcleo habitado digno de tal mención.

Desde el punto de vista arqueológico, Bilbilis es una de las ciudades indígenas, luego romanizada, mejor conocidas de Aragón. Su extensión es grande, unas 30 Ha. de terreno abrupto, encaramada sobre los cerros de Bámbola (alt., 711 m.) y San Paterno (701 m.). La vaguada formada por ambos se prolonga en el centro en otro cerro de altitud menor, denominado de Santa Bárbara, nombre explicable por la existencia de unos restos romanos utilizados en épocas posteriores como ermita dedicada a aquella santa, al igual que ocurre con el de San Paterno, cuya ermita se conserva en una vieja cisterna romana.

La ciudad se dotó de murallas posiblemente en época de las guerras sertorianas o quizás antes, siendo el trazado de la parte alta el más antiguo. Se conserva del recinto murado, incluidas las fases posteriores, importantes lienzos y restos de torres, junto con alguna entrada. Bajo los cimientos de una de las torres someras se localizaron enterramientos rituales relacionados con su construcción.

La ciudad se extiende con un urbanismo peculiar, escalonado para un mejor aprovechamiento del terreno. Su plan urbanístico debe de datar, en esencia, de época del emperador Augusto. Es un urbanismo que adapta a un terreno difícil los principios de la traza romana regular. El carácter escalonado de sus viviendas y calles ya aparece resaltado por Marcial cuando la califica de pendula tecta o acutis pendentem scopulis, haciendo referencia a los techos en pendiente, y a que los terrados de unas viviendas servían de suelo a las siguientes. Pese a las dificultades del terreno, duro y áspero, se urbaniza cuidadosamente a base de terrazas en las que se asientan los principales edificios y conjuntos monumentales.

— El foro. Las excavaciones practicadas han permitido conocer la estructura general del conjunto del forum del municipium, situado sobre Santa Bárbara y que se edificó, en parte, sobre una zona de viviendas más antiguas. Por las investigaciones de Manuel Martín Bueno y Jiménez Salvador, queda estructurado en un gran conjunto compuesto por una gran plaza porticada, formando rectángulo, y un templo de tipo seguramente exástilo y períptero, elevado sobre un alto podium que aprovecha la configuración del terreno. El templo tiene su fachada al Sur, abierto a la plaza, y a él se accede por una escalera monumental. La parte meridional de la plaza está delimitada en su anchura por una gran cisterna subterránea (criptopórtico) que recogía las aguas de la plaza. Los pórticos laterales que albergaban tiendas por su lado Este, al menos, tenían dos pisos al estar estructurada la zona mediante terrazas que descendían por las laderas y de las que han quedado los elementos de sus fundaciones o los retallos en la roca para tal finalidad. Unos grandes muros de contención y unos poderosos rellenos permitían un adecuado aprovechamiento del terreno. Este esquema se repetía en la parte frontal que no obstante ha sido destruida de antiguo, ya que se excavó una pequeña necrópolis medieval en los propios niveles de fundación, a la par que la cisterna había sido utilizada como ermita, practicadas aberturas en la misma y una pequeña sacristía hacia el interior de la plaza, y bajo ella.

El lado Oeste de la plaza estaba delimitado, bien por un pórtico que daba paso a una posible basílica, longitudinalmente apoyada en la plaza del forum, o bien por la propia fachada de la misma, que tendría tres naves. De la misma sólo tenemos los apoyos de los muros de compartimentación, en los cimientos, los retallos para los apoyos principales y algunos escasos elementos constructivos. En el ángulo Sureste de la plaza, bajo los pórticos, se hallaron los niveles tardorrepublicanos que fueron arrasados para remodelar el conjunto. Eran viviendas, con pavimentos de poca entidad, y algunas decoraciones de estucos sobre los tapiales cimentados en zócalos de piedra.

Los laterales del templo y su parte posterior estaban igualmente complementados por medio de pórticos laterales, pudiéndose acceder al forum y a la escalera del templo por el lado Este, desde el Norte, por un camino en rampa, que sufrió modificaciones en varios momentos, en cuyo arranque había un pequeño edículo, o bien por el lado Oeste remontando una empinada escalera que accedía a la plaza desde los niveles inferiores, y desde el teatro en su parte superior. Estos pórticos en su lado Oeste, en el lateral del templo, tenían igualmente dos pisos, el inferior con luz lateral, para ganar la altura necesaria que le permitiese acompañar la estructura del templo situado arriba. Menos conocida es aún la parte posterior del templo, con un importante espacio en el que no se han conservado restos salvo algunos apoyos en la roca para estructurar a partir de los mismos los pórticos de esta zona. Puede también señalarse la presencia de un podium en grueso aparejo y una serie de muros de aterrazamiento y una serie de estancias, presumiblemente comerciales, en el lado Noreste del conjunto.

Hay que destacar los restos de otro posible templo, de comienzos del siglo I d.C., en la parte baja de la ciudad, con una dependencia aneja en la que apareció una extraordinaria pintura de la diosa Isis Fortuna.

— Las Termas romanas: Sobre la zona destinada al foro bilbilitano, y también en terrazas, tiene la ciudad uno de los conjuntos monumentales de mayor fuste: se trata de un conjunto termal, de baños públicos, excavados en su totalidad, con varias etapas constructivas que arrancan del siglo I d.C. y llegan hasta el IV d.C. Son unas termas completas con sus salas calientes y frías, con sus piscinas, sus sistemas de calefacción y sus hornacinas en las paredes para guardar la ropa y otros útiles. Ocupan una extensión de más de 500 m.2, con salas superiores a los 50 m.2. La boca del horno, los canales de conducción y desagüe y una fuente (labrum), completan este extraordinario conjunto, relativamente bien conservado.

Lo ornaban pavimentos de mosaicos bícromos y polícromos correspondientes a las varias etapas de utilización, de los que sólo se han conservado restos de poca entidad, ya que la destrucción del yacimiento dio al traste con ellos; resalta uno tardío, con cráteras, en una estancia junto al caldarium; otros pavimentos eran a base de ladrillos formando espiga. Un importante conjunto de pinturas murales, muy fragmentadas pero de gran interés, completa el grupo termal.

Tras la campaña de excavación de 1986, pudo apreciarse la existencia de un nuevo recinto termal bajo las estructuras visibles en la actualidad. Del recinto anterior hallado bajo las estructuras del frigidarium y apodyterium, tenemos su praefurnium, restos de los hipocausta de su caldarium y tepidarium, uno de ellos circular con canales radiales, y sustentación mixta con suspensurae y los mencionados canales. También una cisterna de abastecimiento del primitivo recinto, así como una escalera de servicio que fue clausurada y rellena en la modificación del conjunto que además sufrió una ampliación en su tamaño.

— El teatro: Junto a la zona religiosa, en uno de sus costados y aprovechando una vaguada natural, construyeron los bilbilitanos un teatro de buenas proporciones. Las investigaciones en el teatro han dado como resultado la existencia de una scaena, asentada sobre un gran muro de contención bien drenado para evacuar las aguas del barranco que cierra, y sobre él sobre un entramado de madera que permite recoger y estabilizar las tensiones y empujes internos de la masa pétrea que debe asentarse en él. La scaena tiene dos pisos con órdenes decorativos bien diferenciados, y tres valvae, con las consabidas puertas y escalinatas de acceso de las que se ha conservado bien la occidental. El teatro, estudiado por Martín-Bueno y Núñez, tiene un tamaño mediano, con unas treinta filas de asientos en su cavea, y una capacidad total de unos 4.600 espectadores. Su estructura es mixta, excavado en su imma y media cavea, o aprovechando la cavidad del terreno y construido sobre él en la summa cavea. Tiene un sacellum en la parte superior, sobre el eje exterior del muro de la summa cavea del que se ha excavado lo conservado, el podium, con estructura apilastrada, y su macizado interior. Se han encontrado fragmentos de su ornamentación escultórica. Otros elementos del teatro presentan un peor estado de conservación, como el proscaenium, frons pulpiti, postcaenium, vomitoria, scalaria y otros. Es de interés la recuperación de elementos decorativos pese al saqueo de los mismos para la construcción de la Calatayud medieval. Del conjunto decorativo se han conservado tan sólo elementos no aptos para la recuperación directa como capiteles, tambores de columnas, basas, etc. Igual ocurre con la decoración escultórica y los marmora de revestimiento sistemáticamente calcinados para su transformación en cal. La cronología del edificio, incluido dentro de un mismo programa arquitectónico que el forum, presenta como fecha inicial la época de Augusto, produciéndose una remodelación notable del mismo a fines del siglo I de la Era según los últimos trabajos mencionados. La conexión con el conjunto es completa por medio de los pórticos laterales del forum, a la par que la integración en el difícil terreno permite accesos laterales por medio de escaleras y elementos ornamentales conjugados. La cavea en su parte externa se abría al centro de la ciudad.

— Otros hallazgos: otras zonas recuperadas de la ciudad nos ponen al descubierto viviendas de particulares, con paredes que estuvieron recubiertas de pinturas sobre estuco y con pavimentos de opus signinum; los muros son de piedra y adobe. Mayor importancia reviste el completo y complicado sistema de abastecimiento de aguas con que contó la ciudad, a base de cisternas en hormigón comunicadas entre sí mediante tuberías, aprovechando los desniveles del terreno para, por la gravedad, conducir el agua a las distintas zonas urbanas; los particulares se suministraban mediante fuentes instaladas en las calles, con toda seguridad. El abastecimiento de la red general sería por captación de agua de lluvia, corrientes subterráneas y, quizás, acarreo complementario desde los ríos que discurrían a los pies de la ciudad.

Entre los materiales recuperados en las excavaciones que se conservan en el Museo de Calatayud, destacan fragmentos escultóricos de poca entidad, salvo algún togado de buen tamaño incompleto en el sacellum del teatro, mosaicos, alguna muestra epigráfica y, sobre todo, pequeños materiales de los ajuares de las viviendas, como cerámicas, que muestran una amplia gama de producciones comunes y locales desde los modelos ricos, de lujo, importados o fabricados en Hispania, a las cerámicas de uso común, vasijas de almacenaje, ánforas, vidrios, objetos metálicos, recipientes o piezas de adorno como fíbulas y hebillas, monedas acuñadas en la ciudad o en otras localidades, fragmentos de pinturas, y otras piezas de carácter arquitectónico como capiteles o fustes de columnas.

— El «Centro de Interpretación de Bilbilis»: a los normales trabajos de consolidación y mantenimiento de las excavaciones, se vino a sumar, en el verano de 1997, un proyecto de recuperación del yacimiento que permitiría su acondicionamiento para la visita, la adecuación de accesos, construcción de un centro de acogida y guía para los visitantes, así como consolidaciones, restauraciones y nuevas excavaciones en zonas ya excavadas sobre todo como el foro, viviendas de la zona central, las termas y el teatro. En 1998 se inaugura el «Centro de Interpretación de Bilbilis», construido con financiación de la Caja de Ahorros de la Inmaculada. Con él, se pretende facilitar información y servicios a los visitantes en la temporada turística (verano y Semana Santa).

Bibliografía

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Numismática

1. Ibérica. Emitió Bilbilis sólo moneda de bronce (as, semis) y los tipos corrientes. El letrero común es bilbilis. La primera emisión luce un busto imberbe entre so y delfín, y en el reverso el jinete lancero en los ases, y en los sémises caballo corriendo debajo de creciente. Se interpreta so (?) como el comienzo del nombre de la tribu o pueblo al que perteneció la ciudad ibérica (el mismo sos de las cecas de aregoraticos y oilaunicos). La serie segunda, de arte excelente (sigla s en anverso), enlaza con la última, que luce la abreviatura bi, y resulta de arte evolucionado y amanerado, rematando en monedas francamente bárbaras. Cronológicamente, comienza Bilbilis antes del año 133 a.C. (serie primera); la segunda emisión está presente en el tesoro de Azaila (49 a.C.), y la tercera continúa hasta la aparición de los letreros latinos. Metrológicamente, estamos ante un patrón evolucionado del sistema semiuncial romano (12,15 gr. el as). La dispersión geográfica resulta muy amplia. La costa mediterránea desde Valencia a Béziers, el valle del Ebro con densidad, y la Cordillera Ibérica (Poyo del Cid, Numancia); en la meseta Norte, Clunia, y más al oeste, Lugo y Salamanca significan los puntos extremos.

2. Hispano-latina. Acuña, continuando en los tiempos primeros, las estampas ibéricas, es decir el jinete lancero y la cabeza anónima (como en Segobriga, Osca, Clunia, etc.). Los apartados, tipológica y cronológicamente, son varios. 1.° A: cabeza desnuda ibérica con bilbili, y en reverso jinete lancero y debajo el sobrenombre italica. B: ases como A, pero de arte evolucionado. 2.° A: cabeza pequeña de Octavio, a derecha, con bilbilis, y en reverso el jinete visto con italica. B: cabeza de Octavio de arte distinto y el resto semejante al anterior. C: cabeza desnuda de Augusto, con su nombre, avgvstvs o avgvstvs divi f., y en reverso jinete lancero. D: semejante a C, pero cabeza laureada. E: como el anterior, con avgvstvs divi f. pater patriae. F: como C, pero en reverso láurea con II vir, encima mvn(icipium) avgvsta bilbilis, y debajo m.semp.tiberi y l.lici. varo. Pertenece a esta serie un semis con reverso de haz de rayos, a los lados II vir, encima el nombre completo de la ceca, y debajo m.semp.tiberi y l.lici.varo. G: como el anterior, pero con los magistrados l.cor.caldo y m.semp. rvtilo. La serie primera es anterior al año 30 a.C.; los grupos 2.° A-B se fechan antes del 27, y resultan posteriores las que llevan el nombre de Augusto, hasta el año 2 a.C. en que recibe el emperador el título de Padre de la Patria. La representación del haz de rayos sólo se repite en Caesaraugusta, siendo una alusión de carácter religioso, que después se asocia al culto de Augusto. 3: las monedas de Tiberio tienen tipos cronológicamente más imprecisos dentro del reinado de este emperador. A: cabeza laureada de Tiberio a derecha con la leyenda ti caesar divi avgvst f. avgvstvs, y en reverso, II vir dentro de láurea, encima mvn avgvsta bilbilis, y debajo g. pomp. capell., g.vale.tranq. B: como A, pero con cos dentro de láurea, encima el nombre del municipio, y debajo ti caesare v. l. aelio seiano; Sejano, favorito de Tiberio, fue mandado asesinar por éste en el año 31, y esta circunstancia se refleja en las monedas precedentes, en las que se practicó la damnatio memoriae borrando el nombre de dicho personaje. 4: de Calígula se conoce una emisión, con la cabeza laureada y c. caesar avg. germanicvs imp., y en reverso nombre de la ceca y Duunviros c.cor.ref., m. helv. fronto. Metrológicamente, mantuvo Bilbilis un patrón ligeramente superior al sistema impuesto por Augusto de 10 gr. La circulación monetaria de estas emisiones latinas repiten las áreas marcadas por el numerario ibérico.

Bibliografía

Beltrán Lloris, M. y Beltrán Lloris, F.: «Numismática hispano-romana de la Tarraconense»; IV Cong. Nac. de Numismática, en Numisma, Madrid.

Fuentes

  • Artículo sobre

Bilbilis publicado en la Gran Enciclopedia Aragonesa. Consultado el 25 de Marzo de 2019. (Licencia Creative Commons)