Acera de El Louvre (La Habana Vieja)

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Acera del Louvre
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Acera del Louvre.jpeg
Fecha:1863
Lugar:Paseo del Prado desde la calle de San Rafael hasta la de San Miguel, en La Habana, Cuba
Descripción:
Lugar de reunión de los jóvenes de ideales independentistas a los que se nombró “Muchachos de la Acera del Louvre”


La Acera del Louvre era la acera del Gran Café El Louvre, en el Paseo de Isabel II (hoy Paseo de Martí) esquina a calle San Rafael. La acera llega hasta la otra esquina, a calle San Miguel.

Con el tiempo, a mediados del siglo XIX se fue transformando en un gran centro cultural de la capital, donde el amor a la vida y la aspiración de una libertad plena, se fueron convirtiendo en reflejo de la nacionalidad en desarrollo, en la que los “muchachos de la Acera” ―como se les conoció― constituyeron en esa etapa prerrevolucionaria del 95 una juventud nativa, al parecer alegre y confiada, pero que conocían y compartían los ideales separatistas y en su mayoría poseían alto nivel cultural.

Origen

Tomó el nombre ese lugar (que en el paseo del Prado se extiende desde la calle de San Rafael hasta la de San Miguel), por estar situado en la esquina de esta última calle el Gran Café El Louvre.

Más tarde hubo de construirse en ella lo que estaba catalogado como el mejor hotel de la capital en esa época, el establecimiento denominado Hotel Inglaterra.

El café cambió de nombre al comprarlo en 1863 Joaquín Payret, quien lo nombró como Le Louvre. El nombre, de origen francés (en memoria del famoso Museo del Louvre, en París), sufrió en poco tiempo una transformación: el artículo fue castellanizado, quedando entonces El Louvre, que daría origen a la llamada Acera del Louvre. Pronto, toda la calle comenzaría a llenarse de sentido histórico.

Acontecimientos

En 1866 se protagonizó en La Acera del Louvre otro encuentro entre españoles y criollos cuando unos comerciantes peninsulares ofendieron la memoria del reconocido científico cubano Ramón Zambrana Valdés (1817-1866), al devolver sus papeletas para una función de beneficio que se desarrollaría en el Teatro Tacón en favor de su viuda.

Ya por esta época, cerca del Café, y pagado por un alto representante de la burguesía criolla, Domingo del Monte, existía un gimnasio donde los cubanos comenzaron a fortalecer sus cuerpos, a practicar el tiro y a manejar sables y espadas. Era una sociedad deportiva, pero cuando sonó la campana de la liberación en 1868 ―el inicio de la Guerra de los Diez Años (1868-1878)― muchos de sus asistentes acudieron preparados a la manigua.

El atentado terrorista de 1869

El 24 de enero de 1869 algunos terroristas cubanos antindependentistas perpetraron el suceso del café El Louvre, de profunda repercusión político-social.[1]

Fue perpetrado por un grupo terrorista del Cuerpo de Voluntarios al servicio de las autoridades españolas de la Isla, contra los jóvenes habaneros declarados simpatizantes de la independencia de Cuba, conocidos como Tacos, que habitualmente concurrían al referido local.

Los voluntarios, al no efectuarse la parada militar en la que debían participar, se dispersaron hacia sus respectivos barrios; pero uno de los grupos, usó el pretexto de que se le había disparado desde la azotea del café, hizo varias descargas de fusil hacia el interior del referido local, causando cuatro muertos y varios heridos.[1]

Repercusión del fusilamiento de los estudiantes de medicina

Después de los sucesos del fusilamiento de los estudiantes de medicina (el 27 de noviembre de 1871), acusados injustamente de haber profanado una tumba en el Cementerio Cristóbal Colón, en la Acera del Louvre un militar canario republicano ―Nicolás Estévanez Murphy (1838-1914)― rompió su espada en señal de protesta por dicho acontecimiento, demostrando lo que sentían los ciudadanos españoles dignos, que vivían en la isla en aquel entonces, alegando; que “por encima de la patria España, estaba la unidad y la justicia”.

Dos años después (1873), Nicolás Estévanez se convertiría en ministro de Guerra durante la efímera Primera República Española (1873-1874).

En 1875, Joaquín Payret vendió el café El Louvre para construir el teatro de su mismo apellido en una esquina diagonal al café: Prado y San José. Las puertas del teatro Payret se abrieron en 1877. Ya desde el momento de la venta, y contigua al café, existía una edificación que albergaba al Restaurante Inglaterra y al Le Grand Hotel.

Visita de José Martí (1879)

Terminada la Guerra de los Diez Años (1868-1878) y en medio de una etapa que aparentaba ser pacífica y a la que Martí denominó “el reposo turbulento”, volvieron los muchachos, ya veteranos y con grados militares, a su Acera del Louvre. Y precisamente en el café, el 21 de abril de 1879 José Martí contribuyó a la ebullición de la lucha con un discurso en homenaje al periodista Adolfo Márquez Sterling, que resultó al mismo tiempo un alegato incisivo contra el autonomismo.

Visita de Antonio Maceo (1890)

En 1890, cuando el esplendor del Hotel ascendía con mosaicos refulgentes adornados en oro fabricados en Sevilla y con rejas repujadas, se hospedó en él, por casi 6 meses, el General Antonio Maceo. Esta ocasión fue aprovechada para poner al rojo vivo la llama de los muchachos de la Acera del Louvre quienes participarían en la Guerra Necesaria (1895-1898).

En diciembre de 1890 arribó al Hotel Inglaterra ―como corresponsal del diario Daily GraphicWinston Churchill (1874-1965), quien relató los pormenores de esta guerra describiendo a los insurrectos cubanos en los combates llamándole poderosamente la atención el arma nacional ―el machete―, una espada corta, pesada y de hoja ancha. La guerra culminó con la frustración del programa martiano, y con dos intervenciones del gobierno estadounidense, convirtiéndose Cuba en una república neocolonial con una economía supeditada a Estados Unidos.

Tarja en honor a los caídos (1927)

En 1927, el historiador de la ciudad, Emilio Roig de Leuchsenring (1889-1964), develó una tarja en honor del militar canario Nicolás Estévanez Murphy (1838-1914), muy cerca de otra que había sido colocada en recordación a los 40 jóvenes que cayeron en las guerras de independencia y que eran asiduos a ese lugar. Ambas se encuentran en dos columnas frente del Hotel Inglaterra y a la vista de todos los paseantes de dicha acera.

Vida cultural

Por la famosa y conocida Acera del Louvre han transitado personas ilustres y reconocidas a nivel mundial, músicos, actores, líderes religiosos o políticos.

Estos acontecimientos sitúan a la Acera del Louvre como el lugar histórico más importante de La Habana de extramuros.

Ahora se puede apreciar en su entorno el arte de famosos artistas de la plástica cubana, entre ellos René Portocarrero, Amelia Peláez, Zaida del Río y Roberto Fabelo.

En esa misma acera, el Hotel Inglaterra realiza peñas literarias e históricas, presentaciones de libros y otras acciones que hacen gala de una vida cultural muy activa en esa relevante zona de La Habana.

Fuentes