Cafetal Angerona

Ruinas del cafetal Angerona
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Monumento Nacional ubicado en la provincia Artemisa.


Cafetal Angerona. Ruinas de una antigua hacienda que fuera símbolo del esplendor de los cafetales del occidente cubano en la época colonial.

Historia

Las ruinas del cafetal Angerona se encuentran situadas en el Km 5 de la carretera que une el municipio de Artemisa con Cayajabos, en la provincia Habana. Su dueño fue un emigrante alemán, Cornelio Souchay, quien adquirió la primeras tierras en el año 1813, por un precio de 14 000 pesos.

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Entrada del cafetal Dibujo

Cornelio Souchay había llegado a Cuba a principios del Siglo XIX. En La Habana conoció a Úrsula Lambert, morena haitiana nacida libre que también había llegado a la mayor de las Antillas junto a sus padres y su amo, el colono Lambert, huyendo de la guerra producida por la revolución en Haití. En 1815 Úrsula comienza a trabajar con Cornelio y en 1822 llega a Angerona. Ambos compartieron intereses económicos, financieros y organizativos del cafetal. Se cuenta que también, y a pesar de los prejuicios sociales y raciales de la época, vivieron un intenso amor, pero esa leyenda no tiene fundamento histórico y sólo se debe a una fantasía popular surgida en la década de los años 80.

Con su trabajo, Úrsula contribuye al desarrollo del cafetal. Es persona de confianza de Cornelio, se ocupa de la economía de la hacienda, enseña a las esclavas labores de costura y el trabajo doméstico; debido a su iniciativa se construye la enfermería y la casa de los criollitos, donde se le daba a los niños atenciones especiales para que crecieran sanos y fuertes; e instala además dentro del cafetal una tienda propia donde vende a los esclavos objetos de guano, barro y telas.

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Casona en ruinas

Angerona alcanzó a ser, en la primera mitad del siglo XIX, la más importante plantación cafetalera del occidente cubano y la segunda de la Isla. En ella convivían unos 450 esclavos, cifra colosal para una sola plantación, y el sistema de organización laboral que imperaba era muy distinto al del resto de la colonia.

Instalaciones hidráulicas suministraban por gravedad agua al cafetal. Un aposento convertido en ropero guardaba en 300 gavetas, numeradas e identificadas con el nombre de un esclavo y su compañera, la ropa hecha a la medida que cada primero de enero se les entregaba.

Más de 25 instalaciones u objetos de obra llegaron a formar parte del conjunto arquitectónico de la plantación: la casa de vivienda; el local con un molino de pilar café, molino de moler maíz y molino de pilar ladrillos; una fábrica de mampostería y azotea con un molino de aventar y otro de apartar; una casa de mampostería y tejas planas, aledaña a la de vivienda; otra casita inmediata a ésta; una caballeriza sobre horcones de quiebrahacha y tejas planas; una casa para maíz sobre 57 horcones de quiebrahacha y tejas planas; una enfermería de dos altos; seis piezas de bóveda; una casa de mampostería donde se colocaban los mecánicos, la sierra y las maderas; una casa con divisiones para animales; una casa de mampostería y tejas para operarios y el mayoral, al lado de la herrería; un tejar sobre 31 horcones de quiebrahacha, cubierto de tejas planas, con su máquina de amasar barro y demás utensilios; un horno para cocer tejas; siete bóvedas contiguas a los aljibes; siete bóvedas de ladrillos para casitas de perros; 18 bóvedas chicas para el uso de las lavanderas; y el poblado de los esclavos.

En Angerona existía el llamado barracón de patio. Don Cornelio había creado un poblado para los esclavos donde, circundando una plaza, se encontraban 27 chozas, un torreón con una campana, un común (duchas y sanitarios), una cocina, habitaciones para el mayoral, calles, todo cercado por muros, piedras y una sola puerta de hierro. Las chozas medían 17 metros cuadrados, sus paredes eran de embarrado y techos de guano, y se encontraban separadas unas de otras por un espacio de dos metros, divididas por una cerca de altas estacas. En cada una convivían dos familias.

El amo no permitía que los esclavos trabajaran de noche. En verano, por el día, les daba tres horas de descanso y en invierno hora y media. Diseminados por la finca había 30 cobertizos donde podían guarecerse en caso de lluvia.

24 años después de fundado, el cafetal tenía casi 40 caballerías, 625 519 cafetos, 45 000 hoyos de plátanos, 200 árboles frutales, 1 000 palmas paridoras, árboles de madera preciosa y otros sembrados menores, entre ellos un pequeño cañaveral.

Cornelio Souchay murió en La Habana en 1837 y según la certificación de defunción asentada en los libros de la iglesia de Cayajabos, fue enterrado en el cementerio del cafetal. Su sobrino, Andrés Souchay, uno de los albaceas de Don Cornelio, se instaló entonces en Angerona junto a su esposa Bertha Hesse Weyman, pero no logró mantener el auge de la plantación, independientemente de que en la Isla la caña de azúcar comenzaba a desplazar el cultivo del café. Bajo su administración comenzó la etapa como ingenio azucarero del otrora vasto cafetal, pero los problemas financieros fueron constantes. Al morir Andrés, su esposa continuó ocupándose de la finca junto a uno de sus hijos. En 1888 la propiedad había sido dividida en cuatro fincas.

Úrsula abandonó el cafetal 8 ó 9 años después de la muerte de Cornelio para establecerse definitivamente en La Habana, en el barrio de La Merced. Murió en 1860, nunca se casó, ni tuvo descendencia.

Ruinas

Del antiguo cafetal se conserva parte de la casa vivienda, la casa del mayoral, el sistema de aljibes para el almacenamiento de agua, los muros de confinamiento de los esclavos y la torre vigía. El conjunto, uno de los más completos y auténticos de la época, fue declarado Monumento Nacional el 31 de diciembre de 1981 por la Resolución 41; por sus valores históricos, culturales y arquitectónicos.

La casa señorial, ubicada sobre una pequeña colina, era una construcción de estilo neoclásico, cuyos vestigios aún muestran el ritmo de los arcos y columnas de la fachada, los grandes vanos de puertas y ventanas que se adaptan a las condiciones climáticas y ambientales del lugar y el barandaje y las rejas que expresan la tradición hispánica.

A la entrada de la hacienda se encontraba una imagen de la diosa romana Angerona esculpida en mármol de Carrara, que ahora puede admirarse en el Museo Municipal de Artemisa.

De la belleza y riqueza de Angerona dejaron testimonio célebres escritores, pintores y personajes de la época que lo visitaron, como los cubanos Cirilo Villaverde y José Antonio Saco, el escritor inglés Charles Augustus Murray y el madrileño José Jacinto Salas y Quiroga; el paisajista Alejandro Moreau; el fotógrafo alemán Cohner; y el reverendo Abiel Abbot, entre otros.

Fuentes

• Martínez Paez, Berta: Una pequeña crónica para Úrsula Lambert: la diosa negra del cafetal Angerona. En: http://www.vitral.org/vitral/vitral22/memcul.htm

• La Angerona. http://www.artemisaradioweb.cu/Cafetal%20Angerona/angerona_espanol/personajes.htm

Enlace externo

http://www.angerona.cult.cu/angweb/siembras.html