Cenicienta

Plantilla:LiteraturaCenicienta. Personaje de un cuento de hadas, del cual existen varias versiones, tanto orales como escritas.

Cuento

Familia

Había una vez un hombre rico que, después de muerta su esposa, se casó con una mujer antipática y mala. La mujer tenía dos hijas que se le parecían mucho.

El hombre rico tenía de su primer matrimonio una hija de muy dulce carácter y muy linda y bondadosa.

Aquella mala madrastra encargaba siempre a la pobre niña los trabajos más pesados de la casa, y ella lo soportaba todo con paciencia.

Cuando terminaba sus quehaceres iba a sentarse silenciosa, con sus vestidos viejos y sucios, junto a la ceniza blanca en un rincón de la cocina. Por eso todos le llamaban Cenicienta.

Aunque Cenicienta llevaba siempre vestidos viejos, era mucho más bonita que sus antipáticas hermanas con vestidos nuevos y lujosos.

Un día dio un baile el hijo del rey, y las dos hermanas fueron invitadas. La noche del baile llamaron las dos hermanas a Cenicienta para que les ayudara a vestirse, pues sabían que tenía mejor gusto que ellas.

Cenicienta les puso lindos lazos y les hizo hermosos peinados, pero cuando las dos hermanas salieron, la pobre niña se echó a llorar.

Hada Madrina

Archivo:Cuent cenicienta.JPG
Cuent cenicienta.JPG

Al punto se le apareció su hada madrina y le preguntó:

-¿Por qué lloras, niña mía?

-Lloro porque yo quería ir también al baile.

-Pues no llores. Tráeme enseguida una hermosa calabaza, seis ratones, una rata grande y seis lagartos.

Cenicienta salió y lo trajo todo, y el hada madrina fue señalando con su varita mágica.

Archivo:Cuent cenicienta2.JPG
Cuent cenicienta2.JPG

La calabaza se convirtió al momento en una lujosa carroza dorada. Los ratones se cambiaron en dos hermosos caballos grises. La rata se convirtió en un cochero gordo y elegante. Y los seis lagartos se volvieron lacayos con casacas verdes y sombreros colorados.

El hada le dijo a Cenicienta:

-¿Oué te parece? ¿No estás contenta con todo esto para ir al baile?

-Sí, madrina, pero no podré ir con estos vestidos tan viejos.

El hada la tocó con su varita, y al punto los vestidos se volvieron lujosos trajes de seda con adornos de oro y piedras preciosas. Los pies de Cenicienta brillaban con unos lindos zapatitos de cristal.

Así adornada, subió a la carroza para ir al baile al tiempo que el hada le decía:

-No te quedes en el palacio hasta después de las doce de la noche. Si te quedas allí un minuto más, la carroza volverá a ser otra vez una calabaza, y los caballos ratones, y el cochero una rata, y los lacayos lagartos, y estarás vestida con los vestidos viejos.

Cenicienta prometió que saldría del baile antes de la media noche, y se fue contenta y feliz.

Encuentro con el príncipe

Le anunciaron al hijo del rey que acababa de llegar una gran princesa desconocida, y él mismo fue a recibirla y la condujo al salón cogida de la mano.

Al entrar, todo el mundo dejó de bailar; se hizo un gran silencio y todos miraban a Cenicienta y decían:

-iOué hermosa princesa!

El príncipe la invitó a bailar y ella bailó con tanta gracia que causaba admiración. Cenicienta se divertía mucho, pero cuando oyó que daban las doce menos cuarto, hizo una reverencia para saludar a todos y salió rápidamente.

Cuando llegó a su casa le dio las gracias al hada y le pidió que le permitiera volver al baile la noche siguiente, pues el hijo del rey le había rogado que volviera.

Al día siguiente volvió Cenicienta al baile, más adornada y bella que la primera vez.

El hijo del rey la acompañó bailando toda la noche, y Cenicienta se divertía tanto, que olvidó la recomendación del hada, de manera que oyó sonar las campanadas de la media noche creyendo que solo eran las once.

Cuando se dio cuenta salió rápidamente, corriendo por las escaleras del palacio. El príncipe la siguió, pero no pudo alcanzarla. En las anchas escaleras recogió un zapato de cristal que Cenicienta había perdido al bajar.

Llegó Cenicienta a su casa, sofocada, sin carroza sin lacayos y con sus viejos vestidos. Solo le quedaba uno de sus lindos zapatitos de cristal.

El zapato de cristal

Unos días después, el hijo del rey anunció que se casaría con la joven a quien le viniera bien un zapato de cristal que él tenía. Es claro, todas las princesas y duquesas y damas de la corte quisieron probarse el zapato, pero a ninguna le venía bien. Las hermanas de Cenicienta hicieron también grandes esfuerzas por ponérselo, pero inada!

Cenicienta, que las estaba mirando, dijo:

-Déjenme probar a mí.

Las hermanas se echaron a reír y se burlaron de ella, pero el noble de palacio que llevaba el zapato para probarlo, encontró tan bonita a Cenicienta, que quiso hacer la prueba con ella. El zapato le venía perfecta mente justo.

Grande fue la sorpresa de las dos hermanas, pero fue mayor todavía cuando vieron que Cenicienta sacaba de su bolsillo el otro zapatito de cristal para su otro pie.

En este momento se apareció su hada madrina tocó con su varita mágica el vestido de Cenicienta y lo convirtió en otro muy hermoso.

Adornada de aquella manera, llevaron a Cenicienta al palacio. El príncipe la encontró más bella que nunca y pocos días después se casó con ella.

Cenicienta, que era tan buena como linda, perdonó a su madrastra lo mal que la había tratado, y perdonó también a sus dos hermanas, a las que casó con dos grandes señores de la corte.

Fuentes