Central de Trabajadores de Cuba

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Central de Trabajadores de Cuba
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Dirección:La Habana (Sede Central)

Central de Trabajadores de Cuba. Organización representativa de los trabajadores organizados sindicalmente en todo el país, heredera de las mejores tradiciones de lucha y combate de la nación cubana.

Historia

La historia de la CTC data desde los enfrentamientos obreros de la Cuba colonial y se prolonga por más de 50 años de república mediatizada bajo el dominio de los imperialistas norteamericanos.

La CNOC

La CTC tuvo su antecedente en la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC), que fue considerada como la primera central proletaria cubana, y que desde sus inicios apoyó e impulsó las luchas entre clases. La CNOC, bajo la guía del Partido Comunista, llevó a cabo dos conocidas huelgas: la primera en agosto de 1933 le dio culminación al gobierno despótico de Gerardo Machado, y la segunda en marzo de 1935 que resulto brutalmente reprimida por el gobierno de Batista-Caffery-Mendieta.

La FOH y su líder Alfredo López serían los grandes animadores en el Congreso Obrero de Camagüey (agosto de 1925) de la primera central sindical nacional: la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC).

A pesar de sus iniciales debilidades ideológicas y organizativas, lógicas por el nivel de madurez y experiencia del proletariado cubano de entonces, la CNOC marcó un hito en la historia de nuestro movimiento obrero al agrupar unitariamente a lo más honesto de las organizaciones sindicales.

El tirano Machado comprendió el peligro que significaba la Confederación e intentó neutralizarla con la desaparición de Alfredo López en 1926. A partir del año siguiente, gracias a la influencia de Rubén Martínez Villena, quien de asesor legal como abogado devino de hecho en su máximo dirigente, se logró un robustecimiento de los sindicatos, al punto de que en la huelga de marzo de 1930 se paralizó casi todo el país durante 24 horas.

En condiciones de ilegalidad, la entidad desempeñó un papel muy activo en el derrocamiento de la tiranía machadista. También se opuso a la tiranía del sargento devenido coronel Batista y del embajador yanqui Caffery, y participó en la huelga de marzo de 1935, a la que la falta de unidad entre las fuerzas revolucionarias llevó a la derrota. La represión fue tremenda. Ocuparon militarmente los sindicatos y militarizaron la Universidad Nacional y los centros de trabajo. La CNOC quedó desarticulada y los pocos sindicatos que pudieron desarrollar una actividad semilegal tenían sobre sí constantemente amenazas de muerte o de cárcel.

En 1937, ante la situación internacional existente y la creciente presión de las masas que comenzaban a rebelarse contra el terrorismo de Estado instaurado, Batista comprendió que no podía seguir gobernando con esos métodos si quería mantenerse en el poder y emprendió la llamada “apertura democrática en la que hizo concesiones a la oposición.

En diciembre de ese año, liberó a tres mil presos políticos; luego, restableció la autonomía universitaria y permitió la actividad sindical. José María Pérez y otros destacados líderes obreros fundaron en 1938 la Federación de Trabajadores de la Provincia de La Habana (FTPH), la cual, como la FOH de 1921, serviría de motor impulsor para la nueva central sindical nacional.

En el Segundo Congreso Obrero Latinoamericano que se efectuó en México en septiembre de 1938, los líderes sindicales cubanos que participaron fraguaron el compromiso de lograr la unificación del movimiento obrero en Cuba.

Nacimiento de la CTC

En cumplimiento de la promesa hecha en el Segundo Congreso Obrero Latinoamericano, se realizó del 23 al 28 de enero de 1939 en Ciudad de La Habana el Congreso Constituyente de la Confederación de Trabajadores de Cuba, en el cual participaron alrededor de 1500 delegados provenientes de 700 organizaciones de masa.

Diversos acuerdos se adoptaron en este congreso, como el reclamo de que cesara toda forma de persecución y chequeo policiaco a las actividades sindicales, se abogó por una Asamblea Constituyente que dotara a Cuba de una nueva Carta Magna y por la solidaridad con el pueblo español en su lucha contra el fascismo.

Sin dudas, el acuerdo más trascendental fue declarar disuelta la CNOC, la cual ya había desempeñado dignamente su papel al llevar al movimiento obrero a un nivel superior de organización y claridad, para en su lugar crear la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC). Para ocupar el cargo de secretario general de la organización se eligió al obrero Lázaro Peña por su destacada trayectoria como dirigente popular y por su honestidad y valor.

Aunque en ese mismo año se pidió la legalización de la CTC, el Ministerio del Trabajo rechazó tal petición basándose en la festinada interpretación de un viejo decreto-ley. No fue hasta el 9 de abril de 1943 que, por el decreto mil 123, publicado tres días después en la Gaceta Oficial, la organización sindical nacional tuvo reconocimiento legal.

Al evaluar el Congreso, Lázaro Peña afirmó por aquellos días:

«"En Cuba se han celebrado ya otros grandes congresos con fines significativos y en los que han participado las masas de disímiles organizaciones de trabajo, pero es la primera vez que asistimos a un Congreso consciente, cabal y enteramente, de lo que la unidad es y significa para Cuba. De aquí que para mí, la mayor significación de nuestro Congreso radica en esa unidad consciente, que no oculta las diferencias sostenidas, sino que se basa en ellas para abolirlas en la acción cotidiana y por la acción de la unidad"»

.

Desde sus inicios esta organización estuvo vigilada por los gobiernos que compartían los intereses de Estados Unidos. Al igual que ocurrió con los representantes de la CNOC, los dirigentes de la CTC eran perseguidos, encarcelados y asesinados. Esta situación cambió radicalmente al llegar al poder la Revolución Cubana en 1959.

La CTK

De 1939 a 1947, la CTC constituyó un baluarte de la unidad del movimiento obrero cubano y de la defensa de sus intereses de clase. Por ello, resultaba un obstáculo para el imperialismo y la oligarquía burgués-terrateniente criolla, los que en complicidad con el Gobierno de Ramón Grau San Martín (1944-1948), conspiraron para neutralizarla y de paso, desarticular al movimiento obrero.

Con el fin de cumplir tales objetivos, se apoyaron en la traición de dirigentes corruptos, prestos a venderse por 30 monedas, como Eusebio Mujal, el luego "líder" de la CTC mediatizada, quien logró amasar una fortuna y convertirse en un próspero propietario. Les sirvió en esta subasta de conciencias el famoso inciso K, acápite de una ley de impuestos aprobada para pagar nuevas plazas de maestros, cuyos fondos comenzaron a ser robados impunemente por Fulgencio Batista y su titular de Educación, Anselmo Alliegro, durante su presidencia constitucional (1940-1944), para luego alcanzar registros inimaginables de malversación en la etapa de los gobiernos auténticos, con el presidente Grau y su ministro José Manuel Alemán, quienes también utilizaron esos fondos para comprar pandilleros.

Lázaro Peña y otros líderes unitarios fueron ilegalmente desalojados de sus puestos. A otros, como Jesús Menéndez y Aracelio Iglesias, los asesinaron. Una CTC oficialista, deshonesta y complaciente con la patronal se instaló con el aplauso de la reacción. El pueblo, con su humor característico, la llamó CTK, en alusión al inciso de las malversaciones.

La división del movimiento obrero traería al país graves males: cuando Batista y sus secuaces asaltaron el poder en 1952 para imponer su política de “ley de fuga” y torturas, el proletariado cubano careció de una organización sindical que lo guiara para enfrentar el golpe de Estado y defender los intereses nacionales.

No fue hasta seis años después que, bajo una orientación de Fidel emitida desde la Sierra Maestra, las organizaciones genuinamente obreras, patrióticas y revolucionarias coordinaron esfuerzos en el Frente Obrero Nacional Unido (FONU). El proletariado haría su gran aporte a la Revolución con la Huelga General de enero de 1959, que dio al traste con los intentos imperialistas de impedir el triunfo popular.

Una vez más se evidenciaba que la unidad entre todos los revolucionarios cubanos seguía siendo la clave esencial en la defensa de los intereses de la patria cubana.

CTC (R)

Con el triunfo revolucionario, el proletariado cubano recuperó su CTC. Para diferenciarla de aquella CTK, el pueblo comenzó a llamarla CTC Revolucionaria. En noviembre de 1959 se eligieron en todos los sindicatos del país, en limpias asambleas generales, los delegados al X Congreso Obrero, primero de la CTC-R, paso democrático que no se veía en Cuba desde aquel asalto gangsteril de 1947. Posteriormente en el año 1961 cambia su nombre al de Central de Trabajadores de Cuba.

Hablar de la CTC en estos años de Revolución en el poder, es referirse al apoyo incondicional del proletariado cubano al proceso iniciado en 1959. Como afirmara Fidel, el fruto más importante del trabajo de la CTC en esta etapa reside en

"su contribución al desarrollo de la conciencia revolucionaria de nuestra clase obrera, y al impulso en ella en una nueva actitud colectivista ante el trabajo y la propiedad social.

En esa conciencia, forjada por la incorporación masiva a las filas de la defensa, en el trabajo voluntario, en la superación cultural y técnica, en la batalla cotidiana por la producción, en el ejercicio de la democracia sindical, y en el sentimiento de dignidad que la Revolución ha fortalecido en cada trabajador mediante la participación activa en todas las decisiones que afectan su vida, está la garantía más firme de la permanencia, solidez y avance ininterrumpido de nuestro proceso revolucionario".

Estructura y funciones

La estructura de la CTC consta de: Congreso, Consejo Nacional, Comité Nacional, Secretariado Nacional, sindicatos nacionales, ramales, comités provinciales, buró sindical a nivel de empresa, y sección sindical.

Existen 18 sindicatos nacionales que agrupan a unos 2 998 634 trabajadores afiliados, aproximadamente.

El ingreso a sus filas es de manera voluntaria y la conforman unos 19 sindicatos nacionales. Está establecido en sus Estatutos que se efectúen congresos cada 5 años en donde se elige al Secretario General y a los nuevos representantes que están comprendidos en el Consejo Nacional, el Comité Nacional y el Secretariado. En cada centro de trabajo en el que trabajen más de 5 personas puede existir una sección sindical. Varias secciones sindicales conforman un buró sindical. El 96% de los trabajadores cubanos pertenecen a la CTC. Esta organización se abandera como una fuerza muy importante para la defensa de los intereses del pueblo y de la Revolución. El Secretario General de la CTC es miembro de la máxima dirección del Estado y del Partido Comunista.

El periódico oficial de la organización es Trabajadores que se publica semanalmente para todo el territorio nacional. Los dirigentes sindicales reciben capacitación en los 14 centros provinciales y en la Escuela Nacional de Cuadros Lázaro Peña. Las mujeres trabajadoras y los jubilados reciben una buena atención en los sindicatos y tienen a su favor leyes que apoyan sus derechos a no ser discriminados, poder trabajar y recibir una pensión al retirarse.

El secretario general actual es Salvador Valdés Mesa.

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