Colegiata de San Luis en Villagarcia de Campos

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Colegiata de San Luis en Villagarcia de Campos
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FundaciónSiglo XVI
Valladolid
SedeVillagarcía de Campos,Valladolid

La Colegiata de San Luis de Villagarcía, del siglo XVI, fue en su tiempo el primer ejemplar de iglesia contrarreformista de Castilla, ejerció gran influjo en España y fue tomada como modelo casi exclusivo de todas las iglesias jesuíticas que se construyeron a continuación hasta bien entrado el siglo XVII, llegando a formar escuela y asegurando el triunfo del manierismo herreriano en Castilla, de fecunda vida en la región; y que había de culminar en la construcción de la Catedral de Valladolid, iniciada por el mismo Herrera en 1585,cinco años después de la inauguración de la Colegiata de San Luis.

Descripción

Mandada construir por Doña Magdalena de Ulloa como panteón para su esposo y para ella, diseña los planos de la iglesia Rodrigo Gil de Hontañón, la reorganiza Pedro de Tolosa, a imitación de la Basílica de El Escorial, y, posiblemente, la completa el jesuita amigo y admirador de Juan de Herrera, Giuseppe Valeriano. La relación de Dª Magdalena con Francisco de Borja dará lugar a que la edificación se engrandezca y se edifique a la vez, adosado a ella, un Colegio-Noviciado. La gran mole de la fábrica es de planta de cruz latina, ancha nave de tres tramos y sotocoro, con pilastras de capitel corintio y fuste acanalado, cubierta por bóveda de cañón con tres capillas laterales por banda. A los pies, en el lado del Evangelio, se encuentra la caja de la escalera de acceso al coro, y en el lado de la Epístola la Capilla de las Reliquias. Fue erigida en la parte alta de una amplia lonja con escalinata de acceso. El exterior es de tosco sillar. Encima de la puerta principal adintelada destaca el escudo de España del siglo XVIII, que sustituyó al anterior de la Compañía de Jesús con la expulsión de los jesuitas por Carlos III en 1767. En su interior encontramos el Museo Colegiata de San Luis

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Interior de la Colegiata

El interior de la Colegiata de San Luis es austero y funcional, de gran acústica, armonioso y artístico. Destaca el Retablo del Altar Mayor, de alabastro, diseñado por Juan de Herrera al mismo tiempo que el de El Escorial, estando claramente influenciado por éste. Y en uno de los laterales, una joya de la imaginería castellana, la Capilla del Relicario, con más de cincuenta estatuas que conforman una de las obras cumbres de la escultura española.

Retablo del altar mayor

De un clasicismo y pureza vitruviana, fue diseñado por Juan de Herrera, al mismo tiempo que el retablo del Altar Mayor de El Escorial, y labrado por Juan Sanz de Torrecilla, siendo una reproducción evidente de éste. Ocupa todo el muro frontero de la Capilla Mayor, constando de dos cuerpos y coronamiento formado por dos columnas de capitel corintio. El espacio entre ellas lo ocupa una estatua monumental de San Luis IX, rey de Francia. Es el titular de la iglesia, en memoria de Luis Quijada, su homónimo. A uno y otro lado, están los escudos de armas de los fundadores, Don Luis y Doña Magdalena y sobre pedestales, las estatuas de los apóstoles. Los relieves de los cuerpos inferiores están labrados en alabastro y representan escenas de la vida de Cristo: La Anunciación, la Adoración de los Pastores y la Circuncisión, en el primer cuerpo. La Oración del Huerto, la Aparición de Jesús a María Magdalena “Noli me tangere” y la Flagelación, escena patética y fuerza de expresión, que en el siglo XVII recogerán los imagineros de la Escuela Vallisoletana, en el segundo. A ambos lados de los relieves están las figuras de los evangelistas. Todo el retablo descansa sobre un basamento de piedra de las canteras de Urueña. En las paredes colaterales del presbiterio aparecen las estatuas orantes de los dos Fundadores de la Colegiata talladas en madera y pintadas en blanco y oro a tono con los alabastros del retablo del altar mayor. Al pie de cada hornacina hay una inscripción con letras de oro sobre fondo negro.

Interior

Crucero o capilla mayor

A uno y otro lado del crucero hay dos retablos de idéntica composición, uno dedicado a San Ignacio de Loyola y el otro, a San Francisco Javier, ambas imágenes atribuidas a Gregorio Fernández. En lo alto de los lados del crucero hay dos balcones de hierro con celosías de madera y en los testeros del mismo un zócalo con azulejos talaveranos de Hernando de Loaysa. Entre los balcones y los azulejos dos grandes pinturas representan “El juicio final” en el lado de la Epístola y “El santoral jesuítico" en el del Evangelio. La reja, que separa la Capilla Mayor del resto de la iglesia, es de Tomás Celma y de su discípulo Diego de Roa, así como el púlpito, que tiene forma hexagonal sobre un pedestal con tres jóvenes robustos en actitud de sostenerlo sobre sus espaldas haciendo el oficio de las cariátides griegas. Todo el crucero, con su bóveda y arquería, sus dos altares colaterales, el balconaje con celosías, los azulejos talaveranos, los lienzos que decoran las paredes, la reja y el púlpito, constituye un conjunto de gran belleza artística.

  • La cripta: Situada debajo del Altar Mayor, la preside una tabla del calvario, del siglo XVI. En ella descansan los restos de Don Luis y Doña Magdalena, en una tumba en el suelo, bajo una sencilla losa de piedra.

Capillas laterales

De las seis capillas, tres a cada lado, las dos más próximas al crucero presentan dos retablos idénticos: uno dedicado a San Juan Bautista y el otro a San Francisco de Borja, ambas estatuas debidas a la gubia de José Mayo, de la escuela de Gregorio Fernández. Las capillas centrales, Del Santo Cristo y de La Concepción, están presididas por un Crucificado de Manuel Álvarez, discípulo de Alonso Berruguete, una y por una estatua de la Concepción, la otra. La parte central del retablo en las dos últimas lo ocupan una tabla del Salvador, copia del pintado por Bernardino Luini y en la capilla de enfrente, la estatua barroca de San José, llena de vida y movimiento.

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Sacristía

Detrás del altar mayor, conserva autógrafos y documentos originales de gran valor, además de una gran variedad de ornamentos sacerdotales de los siglos XVI, XVII y XVIII. En el testero se puede contemplar una monumental fuente de piedra. Recuerdo histórico de las antiguas Farmacias de los jesuitas al lado de la sacristía, pueden admirarse algunas de las ánforas y tarros que Hernando de Loaysa modelaría para la botica de Villagarcía de Campos.

Capilla del Noviciado

Después del equilibrio arquitectónico de la Colegiata sorprende el retablo barroco, lleno de vida y movimiento, de esta capilla. Lo preside una estatua de la Virgen, del taller de Gregorio Fernández, quizás, según algunos estudios, de su segunda época. Encima del nicho de la Virgen está la estatua policromada de San Ignacio de Loyola, de tamaño natural, modelo de dinamismo barroco, en actitud triunfante y apoteósica, obra que podría ser de Francisco de Vergara. A uno y otro lado, en nivel inferior, se pueden contemplar las figuras de San Francisco Javier y San Francisco de Borja, ambas, probablemente, de José Mayo, alumno de Gregorio Fernández. Tres medallones ovalados, en relieve, a cada uno de los lados, completan el adorno del retablo. Son de Tomás de Sierra, el artífice del Relicario.


Fuente