Columna No. 19 José Tey

Revisión del 15:15 27 oct 2019 de Rosarino (discusión | contribuciones) (Fuentes)
(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Columna No.19
Información sobre la plantilla
Caballo de troya aditamento de la columna.JPG
Descripción:
Columna No.19, utilizaba un blindado construido por los rebeldes para penetrar en los territorios donde se desarrollaron importantes acciones insurrectas.
Líderes:
René Ramos Latour, Belarmino Castilla Mas, Juan Paz Camejo, Orlando Regalado Acosta y otros.


Columna No. 9 “José Tey” . Sus orígenes están íntimamente ligados a las acciones de apoyo armado a la Huelga del 9 de Abril de 1958 en Santiago de Cuba y a su máximo organizador en el llano, el comandante René Ramos Latour.

Constitución de la Columna No. 9

La Columna No. 9 José Tey se creo a raíz de la Huelga del 9 de Abril de 1958, compuesta por grupos de milicianos santiagueros del M-26-7, los combatientes fueron de las milicias del movimiento en la clandestinidad que integraron los grupos que se organizaron para llevar a cabo las principales acciones armadas en Santiago de Cuba y sus alrededores, en apoyo armado a la huelga de abril de 1958.

En los planes de la huelga general que se preparaba, la dirección del movimiento concedía gran importancia a las acciones armadas de apoyo al paro de los trabajadores, que debían incluir el cierre de todos los centros de producción y de servicios, de los comercios y la paralización indefinida del transporte. Así lo planteaba el Manifiesto del Movimiento 26 de Julio al pueblo, fechado el 12 de marzo de 1958 y firmado por Fidel Castro y Faustino Pérez, el cual entre otros aspectos señalaba:

2do. Que la estrategia del golpe decisivo se basa en la Huelga General Revolucionaria, secundada por la acción armada.

3ro. Que la acción revolucionaria debe irse intensificando progresivamente […] hasta desembocar en la huelga, que será ordenada en el momento culminante.

[…] La nación entera esta dispuesta a ser libre o parecer. Ante la convulsionada situación existente en el país, la tiranía batistiana, servidora de los intereses yanquis, lanzaba sus fuerzas represivas contra el pueblo cubano y sus luchadores clandestinos; el movimiento obrero, había sido penetrado por las direcciones oficialistas; mientras que la represión alcanzaba a sus dirigentes honestos, que eran perseguidos y asesinados. Los principales centros de trabajo, como centrales azucareros, plantas eléctricas, puertos y otros eran prácticamente tomados por fuerzas militares que trataban de impedir la acción de los trabajadores en apoyo a la Revolución.

El movimiento se proponía contrarrestar el terror implantado por los cuerpos represivos de la tiranía con acciones armadas, sabotajes y todo tipo de actividades que estimularan la huelga, que debía conducir a un levantamiento general en todo el país.

El Ejército Rebelde, que se fortalecía con nuevas victorias en la Sierra Maestra y creaba nuevos frentes, realizó diferentes ataques a guarniciones del ejército y provocó la paralización del transporte por las carreteras y ferrocarril.

La llegada de este importante refuerzo a la comandancia del frente resultó emocionante, se unía un grupo de consideración a quienes habían realizado el arriesgado viaje hasta el territorio asignado por el Comandante en Jefe para la apertura del Segundo Frente y a los grupos que se habían incorporado desde la llegada a esta zona. En estos momentos difíciles, se produjo el abrazo revolucionario de los jefes y combatientes de las Columnas 6 y 9, quienes atravesando montañas y llanos llegaron al Segundo Frente el 12 de mayo de 1958, procedentes de la cordillera de La Gran Piedra.

Con el refuerzo de la Columna 9, el Segundo Frente se encontró en mejores condiciones para resistir y hacer fracasar los planes enemigos.

A partir de entonces, los guerrilleros de esta columna participaron conjuntamente con los de la 6 y con las fuerzas que se habían incorporado desde el arribo de esta Columna a la zona más oriental de la provincia en diferentes acciones de guerra. Entre estas cabe mencionar los combates de Los Indios de la Caridad (Sagua de Tánamo), Ocujal del Turquino, La Zanja, Moa y Casimba Arriba: la operación de Nicaro, y la toma de Sagua de Tánamo, Cayo Mambí y Guarina de Mayarí.

En la zona donde operó la Columna 9 (Mayarí, Sagua de Tánamo, Moa) se hallaban importantes centros fabriles, muchos de ellos con una producción estratégica, como es el caso de los centros de Nicaro y Moa, en proceso de construcción este ultimo en aquellos momentos. Se agregaban las jurisdicciones de Mayarí, Sagua de Tánamo y Cayo Mambí, con sus centrales azucareros y puertos de recepción y embarque de mercancías.

Las principales acciones combativas de este novel contingente fueron dirigidas contra los cuarteles de Boniato y Ramón de las Yaguas, creando una nueva situación revolucionaria en el territorio, haciendo acto de presencia la fuerza rebelde.

Acciones de apoyo a la huelga en Santiago

Innumerables acciones revolucionarias se producían de forma creciente en la ciudad, que veía caer a muchos de sus mejores hijos combatiendo en desigual lucha, asesinados por los esbirros de la tiranía, que noche y día asolaban a la que fuera cuna de los Maceos y tumba de Martí.

El vil asesinato de Frank País García conmovió al pueblo santiaguero que aguerrido y desafiante, se irguió para enterrar a su héroe. La combativa multitud que se hizo dueña de las calles de Santiago demostró de modo irrefutable que el pueblo estaba en pie de lucha al lado de la Revolución: la huelga espontánea que paralizo la ciudad repercutió en casi toda la provincia de Oriente y en otros lugares del país, donde simultáneamente se produjeron paros, ajusticiamientos de esbirros, sabotajes y otras acciones que evidenciaron que la caída de Frank, lejos de amedrentar o desanimar al movimiento revolucionario, constituía un poderoso estimulo en la lucha por la victoria final.

Estos fueron los antecedentes que determinaron que en los planes para la huelga que habría de convocarse en abril, la dirección del movimiento confiriera a la provincia oriental, y en particular a Santiago de Cuba, un papel fundamental. A partir de los acuerdos y decisiones de la dirección nacional del M-26-7 en reunión efectuada con Fidel Castro en la Sierra Maestra los preparativos se aceleraron.

En Santiago de Cuba donde radicaba Daniel y otros miembros de esa dirección, se creo un comité de huelga. Los integrantes de dicho Comité, entre los que se encontraban Marcelo Fernández Font, Zoilo; Faustino Pérez; Vilma Espín, Déborah; Haydée Santamaría, Carin; Bebo Hidalgo; Luis Buch; Agustin Navarrete, Alberto; Belarmino Castilla Mas, Anibal; Luis Clergue, Pomponio, y otros compañeros analizaron en una reunión en Santiago de Cuba, importantes cuestiones relacionadas con la huelga, en particular Daniel planteó la necesidad de elaborar un plan de acciones de apoyo a esta acción en Santiago. Este plan comprendía:

1. La realización de diversas acciones que equivaldrían prácticamente a apoderarse de la ciudad, dividiendo la misma en cuatro grandes zonas o sectores, cada una a cargo de un escuadrón de milicias de los cuatro que habían quedado estructurados y operaban desde meses antes, subordinados a Belarmino Castilla.

2. Para operar en los accesos a la ciudad y áreas cercanas se organizaron distintos grupos armados. Uno de ellos, al mando del sargento Roberto Letusé Gomero, con ocho hombres, se ubicaría cerca de la Carretera Central con la misión de obstaculizar el transito y realizar otras acciones entre Santiago y Melgarejo, próximo a El Cobre.

Otro grupo, algo más numeroso, se organizo en La Gran Piedra, al mando del teniente Roberto Castilla Mas, con la misión de atacar al Cuartel de Ramón de las Yaguas y operar sobre la carretera de Siboney. Para constituir esta guerrilla se aprovecho la presencia en aquella zona de varios compañeros del movimiento que vivían por allí y otros que habían sido trasladados por estar muy quemados.

El plan de apoyo a la huelga de Oriente con acciones de las milicias comprendía también el alzamiento de grupos de milicianos de distintas ciudades y pueblos que debían actuar sobre las carreteras y contra objetivos determinados.

Una parte importante de estas acciones se asigno a las milicias del movimiento en Palma Soriano, Contramaestre, Baire y Jiguaní, en cuyo sector y tomando como eje la Carretera Central se decidió formar una zona rebelde comandada por Luís Clergue, jefe de Acción para el interior de la provincia. Estas fuerzas tenían la misión de interrumpir el transito por las carreteras y atacar objetivos, entre los que se encontraban el cuartel de Dos Palmas (Palma Soriano) y el de Baire. Además establecería contacto con las Fuerzas del Tercer Frente Oriental, recién abierto por el comandante Juan Almeida Bosque.

Combates

Ataque al cuartel de Boniato

El cuartel de Boniato era una pequeña construcción de madera bordeada en su frente y retaguardia por un muro de protección de más de un metro de altura, situado a unos doscientos metros del entronque de Boniato, al lado de la carretera que conducía a El Cristo. Pocos minutos lo separaban del Cuartel Moncada, segunda fortaleza militar de la tiranía en el país. Se estimaba que había en el puesto unos doce soldados.

Amparados por la oscuridad de la noche, los asaltantes de la noche, los asaltantes ocuparon posiciones. A las 3:45 a.m., Daniel abrió fuego con su M – 1, seguido del tableteo de las ametralladoras y de los disparos de fusiles que se cruzaban desde distintas direcciones.

Rolo Monterrey, acompañado de Teobaldo Castillo, avanzó disparando en medio de las balas del enemigo, que ripostó el ataque. Por el flanco derecho Orlando Regalado cruzo varias veces la carretera disparando, logro llegar hasta el costado del cuartel y lanzó dos granadas. Luzón y Díaz, con sus hombres, ocuparon la casa contigua al cuartel, desde podrían lanzarse los cócteles, pero no apareció entonces el encargado de llevarlos.

Desde el mismo momento en que comenzó el ataque al enemigo, Adalberto Lora salio con su grupo desde la finca San Miguel hacia el crucero de Cuabitas para emboscarse en el lugar previsto. Al llegar allí ordeno colocar unos cartuchos de dinamita en un árbol próximo a un poste del tendido eléctrico, en el mismo crucero, y amarro con alambre de púas la barrera, para obligar a que se detuviera cualquier vehículo que pasara.

Aproximadamente a las 5:15 a.m. apareció el refuerzo enemigo procedente del Moncada. En primer orden, un camión lleno de guardias, seguido de cerca por una tanqueta artillada con una ametralladora 50 y una calibre 30. Cuando el camión llego y se encontró la barrera, su chófer trato de dar marcha atrás, momento en que Lora, con arrojo y decisión, se puso de pie y abrió fuego con su ametralladora, cuyas descargas siguieron las de los demás miembros de la emboscada aprovechando eficazmente el factor sorpresa. El desconcierto del enemigo fue tal que la tanqueta que venia detrás, giro en el momento hacia una entrada a la izquierda, desde donde mas tarde, comenzó a hacer fuego a ciegas. Los soldados del camión comenzaron a abandonarlo en tropel y unos corrieron hacia la acera opuesta y la zanja, donde buscaron abrigo, mientras otros quedaron muertos o heridos sobre el camión. Repuestos de la sorpresa y con el apoyo de la tanqueta, que había ocupado de nuevo la carretera, los soldados comenzaron a ripostar el ataque.

Al intensificarse el fuego, Lora se dio cuenta de que no podría continuar conteniendo el refuerzo por mucho más tiempo, pues este superaba en número y armamento, y ya casi de día, ordeno la retirada. Aprovechando el paso de un pequeño arroyo, salieron a la última calle del reparto y ganaron un marabuzal donde había una cañada, a través de la cual llegaron en pocos minutos a la finca San Miguel, después de causar numerosas bajas, entre muertos y heridos al ejercito. Los guardias, asombrados por el insólito hecho, siguieron disparando, ahora contra las casas de los vecinos, que fueron despertados por el violento tiroteo.

Por su parte, Daniel y los asaltantes del cuartel habían escuchado el fuego de la emboscada a corta distancia. Había transcurrido ya hora y media de lucha, y aunque el cuartel no había sido tomado, se había logrado el objetivo principal de aquella audaz acción de apoyo a la huelga en las puertas mismas de la ciudad. Velando por la seguridad del personal y viendo que ya casi amanecía, Daniel ordeno la retirada.

Ataque al Cuartel de las Yaguas

El cuartel de Ramón de las Yaguas se encontraba en un pequeño caserío ubicado en una especie de valle que lleva el mismo nombre, a unos seis kilómetros al sur del poblado de Yerba de Guinea (Songo - La Maya), en la carretera de Santiago a Guantánamo.

Este cuartel era una rustica edificación de madera por algunos lados, con una pared de mampostería en su flanco derecho, techo de zinc, fortificado con sacos de arena, nidos de ametralladoras al frente y también en el flanco derecho, protegido además por un pequeño muro a su alrededor, de unos dos pies de altura. En su interior contaba con un calabozo, un dormitorio de pequeña cocina, una oficina o especie de cuerpo de guardia y un almacén; al fondo, tenía una pequeña caballeriza, y estaba, además limitado por el fondo y flanco derecho con una cerca metálica.

La guarnición contaba con unos dieciochos soldados y clases, tenia como jefe en ese momento al sargento Gónzalo Urgellés. Se encontraba allí el refuerzo de los llamados Tigres de Masferrer, los que hacia un total de unos cuarenta y cinco a cincuenta hombres.

Un pelotón al mando del capitán Héctor (Manuel Jacas) se apartaba de la columna situada al fondo del objetivo para atacar en abanico por el flanco noroeste, mientras otro pelotón al mando del capitán Díaz, con sus primeros tenientes Tito e Idalberto Lora Sánchez atacarían la posición mas fuerte, por el flanco noroeste en forma de L. La posición del fondo quedaría cubierta por otro pelotón al mando del capitán Orlando Regalado Acosta.

A la una de la madrugada comenzó el ataque. Al ser interceptado el pelotón que cubría el flanco noroeste, por una patrulla de posta se generalizo el combate. Se prolongó la lucha hasta las 3:30 de la madrugada, cuando los ocupantes del cuartel en llamas, se vieron obligados a salir y rendirse.

Como balance de la lucha, por la parte enemiga quedaron ocho muertos (entre soldados y hombres de Masferrer), varios heridos y 14 prisioneros.

Por parte de los valerosos rebeldes, tuvieron muchos heridos en combate pero solo uno de ellos, pereció a consecuencias de las heridas recibidas, Francisco González.

Cuando ya todo había sido una estruendosa victoria y la columna se retiraba susurrando su alegría, se produjo un hecho fatal: uno de los combatientes que portaba una granada, parece que al engancharse con una rama estallo. A consecuencia de la explosión perdieron la vida el capitán Orlando Regalado, el sargento Manuel del Toro y el combatiente que la portaba la granada.

Toma de Sagua de Tánamo

El mes de diciembre de 1958 registró importantes batallas libradas por el Ejército Rebelde en su ofensiva final contra la tiranía batistiana, que conduciría a la victoria definitiva del primero de enero de 1959.

Una de esas acciones militares en el territorio de la actual provincia de Holguín fue el sitio y toma de Sagua de Tánamo, que culminó con la liberación de ese poblado el 24 de diciembre, por fuerzas combinadas de la Columna No.19 “José Tey”, asumido este nombre como una estrategia de las fuerzas rebeldes para engañar al enemigo, perteneciente al Segundo Frente Oriental “Frank País”.

La aviación batistiana bombardeó indiscriminadamente esa plaza con el fin de neutralizar el sitio de las tropas rebeldes, al extremo de causar tan inmensa destrucción que posterior a la batalla fue denominada la ciudad mártir.

Durante el sitio y el ataque, los valientes pobladores de Sagua de Tánamo contribuyeron decisivamente en la atención a los heridos, llevar mensajes, propiciar información y abastecer a la tropa, entre otras acciones de apoyo al Ejército Rebelde.

El asedio rebelde a Sagua de Tánamo, que incluyó también el ataque a Cayo Mambí, actual cabecera del municipio de “Frank País”, duró más de 45 días de constante hostigamiento, que pusieron en desventaja a las tropas de la tiranía en esa extensa zona del norte de la antigua provincia de Oriente, una táctica eficaz que contribuyó a la victoria final.

El gran valor y muestra de perspicacia de los rebeldes fue el empleo en esa batalla del denominado “Caballo de Troya”, un blindado construido por los rebeldes, nombrado así en alusión al célebre caballo de Ulises, pues en él se penetraba por la barriga, fue apodado por el pueblo como “El Buchú” y conducido por el combatiente Manolín Pintado, dejando una maravillosa historia, con un heroísmo emparentado con la mitología griega, pero cumpliendo los objetivos para los que fue construido en apoyo a la columna 19 del segundo frente oriental, en la batalla de Sagua de Tánamo, como parte de la ofensiva final contra el ejército de la tiranía de Fulgencio Batista.

Muchos combatientes de la Columna No.19 “Jose Tey” abonaron con su sangre el territorio donde operaban. En total, teniendo en cuenta los fundadores y a los combatientes que durante el curso de la guerra se le fueron sumando, 54 héroes, miembros de aquella fuerza guerrillera pagaron con sus preciosas vidas el precio de alcanzar la plena libertad y soberanía de la patria. Ejemplos elocuentes de la calidad humana y valentía de quienes cayeron en combate podemos citar a Pedro Sotto Alba, Orlando Regalado Acosta, Emilio Bárcenas Pier, Adalberto Lora Sánchez, Rolando Monterrey Caballero y Juan Paz Camejo.

Sagua de Tánamo, tierra de hombres gloriosos, municipio de la provincia de Holguín, y al cumplirse cada año un aniversario mas de su liberación, sus pobladores celebran y corroboran ante el recuerdo de los caídos el compromiso de continuar defendiendo la patria socialista hasta la victoria siempre.

Fuentes