Diferencia entre revisiones de «Combate de Bacunagua Arriba (1896)»

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Este día fuerzas del Lugarteniente General del Ejército Libertador [[Antonio Maceo y Grajales]] salieron de la Puerta de la Muralla para dirigirse a Taco Taco, acamparon en Santa Teresa a medio kilómetro de la vía férrea, en Bacunagua Arriba entre los kilómetros 113 y 114 y habían puesto unas bombas que no estallaron en las líneas del ferrocarril, en estas condiciones desfavorables [[Maceo]] Ordenó el ataque al tren que se aproximaba. Hubo 34 bajas mambisas (8 muertos y 26 heridos). Entre los muertos se encontraba el norteamericano [[Pierce Atkinson]]. Este fue el conocido Combate de Bacunagua.  
  
 
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Combate de Bacunagua
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Este día fuerzas del Lugarteniente General del Ejército Libertador Antonio Maceo y Grajales salieron de la Puerta de la Muralla para dirigirse a Taco Taco, acamparon en Santa Teresa a medio kilómetro de la vía férrea, en Bacunagua Arriba entre los kilómetros 113 y 114 y habían puesto unas bombas que no estallaron en las líneas del ferrocarril, en estas condiciones desfavorables Maceo Ordenó el ataque al tren que se aproximaba. Hubo 34 bajas mambisas (8 muertos y 26 heridos). Entre los muertos se encontraba el norteamericano Pierce Atkinson. Este fue el conocido Combate de Bacunagua.


Acontecimientos

El 22 de Agosto de 1896   “La segunda mitad del año de 1896 avanzaba sin que las huestes libertadoras comandadas por Antonio Maceo en Vuelta Abajo cesasen de hacer notar su presencia. El buen éxito de la Revolución pendía en gran medida de esa actividad continua. El General seguía siendo ejemplo vivo de las prácticas que recomendaba. El sueño dorado del patriota se traducía entonces en un constante bregar. No podía ser lo mismo para los leales al régimen colonial una campaña pasiva que una acción ofensiva y vigorosa de los que se habían propuesto lograr la emancipación de Cuba o perecer en la demanda.

Acciones

El Lugarteniente General del Ejército Libertador llegó a confundir a sus contrarios. Su segunda invasión del país occidental, atravesando campiñas y serranías a despecho de obstáculos naturales y humanos, revistió los caracteres de culto refinado a Marte. La guerra había de ser la guerra siempre. Perder una ocasión, desperdiciar un día u olvidarse un momento de la necesidad de pelear, incidir en negligencia u omisión, en suma, comprometer el buen suceso de las armas cubanas, a juicio del caudillo, debía ser evitado a toda costa. Rumbo a Taco taco, después de operar por San Cristóbal, Maceo pernocta en Santa Teresa y allí concibe la idea de dinamitar un tren de un convoy español que pasaría muy cerca del río Bacunagua. Por la mañana la escolta de la máquina exploradora descubre la emboscada y retrocede velozmente. Fracasado el empleo de los explosivos Maceo ordena el ataque al convoy, pero los españoles se defendieron denodadamente y causaron muchas bajas a los cubanos. Maceo ordenó la retirada para ir a acampar a La Esperanza

Después del combate

Y no habiendo señales de que las tropas españolas volvieran por el desquite, Maceo -escribió el general José Miró- levantó el campamento de Santa Teresa y se trasladó a Puerta de la Muralla, para hostilizar el pueblo de San Cristóbal. Correspondencia que llegó de la capital le colmó de satisfacción. Le anunciaba Estrada Palma que el general Rius Rivera estaba al frente de una importante expedición y que ésta llegaría a Cabo Corrientes, conforme lo convenido, después del 22 de agosto. Sólo faltaban tres días para el anunciado desembarco en el supuesto de que la expedición hubiese salido dentro `del plazo señalado oportunamente. Tan halagüeña noticia hizo cambiar los planes de nuestro caudillo, que todo lo pospuso al propósito de acudir en auxilio de los expedicionarios, y de llegar él mismo hasta el Cabo Corrientes, si tenía tiempo para ello."    

“La presteza con que en ocasión tan señalada procedió el general Antonio Maceo fue asombrosa. El 22 de agosto de 1896 fue uno de los días en que el prócer se halló enfrascado en la disposición de los aprestos que habían de auxiliar el alijo de la expedición del general Juan Rius Rivera. Sus planes y empeños no pudieron ser más eficaces. El héroe comunicó, como de costumbre en semejantes casos, su entusiasmo a los suyos. Todos participaron del anhelo de iniciar la difícil, riesgosa y larga excursión proyectada.

Resultados

   “La Revolución tuvo servidores silenciosos. Uno de éstos fue Andrés Sánchez Amaro, nacido en San Cristóbal y residente en La Habana cuando, en agosto de 1896, Perfecto La coste solicitó su cooperación para hacer llegar a Maceo un mensaje. Sánchez aceptó el encargo, tomó el ferrocarril del Oeste, bajó en San Cristóbal y encontró en su pueblo natal al hombre de confianza necesario para enviar al Lugarteniente lo que él había recibido de Lacoste. El cubano de San Cristóbal puso aquello horas después en manos de Maceo, en Puerta de la Muralla. Así llegó a la Cordillera de los Órganos, en el corazón de Vuelta Abajo, el anuncio de que después del 22 de agosto de 1896 arribaría a Cuba una expedición dirigida por Ruiz Rivera.”

Fuentes