Combates de Lomas de Tapia

Combates de Lomas de Tapia
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Combates con tropas españolas por efectivos del Ejército Libertador al mando de Antonio Maceo.
Fecha:Abril-junio de 1896


Combates de Lomas de Tapia. En estas alturas de la Sierra del Rosario, antes provincia de Pinar del Río, y que durante una parte de la Campaña de Pinar del Río sirviera de Cuartel general del 6to Cuerpo del Ejército Libertador, bajo el mando del lugarteniente general Antonio Maceo, se libraron, entre abril-junio de 1896, un total de 14 combates contra diferentes columnas españolas que atacaron el lugar tratando de aniquilar el mando insurrecto en el occidente.

Localización

Las lomas de Tapia se encuentran ubicadas en las alturas de la Sierra del Rosario, a unos 10 km al sur-sureste del pueblo de Cabañas, en la antigua provincia de Pinar del Río, hoy de Artemisa.

Contextos

Tas culminar exitosamente la invasión a Occidente, Antonio Maceo regresó a La Habana el 19 de febrero de 1896, se encontró con Máximo Gómez el 10 de marzo, que le hizo entrega de la infantería oriental que había llegado al mando del entonces general de brigada Quintín Bandera, y con este refuerzo inició el regreso a occidente, cruzando la trocha de Mariel a Majana, el 15 de marzo para dar comienzo a su segunda campaña en la provincia pinareña.

Introducción

Las tropas españolas trataban de liquidar a los efectivos cubanos al mando de Antonio Maceo, y, de ser posible, matar o tomar prisioneros a sus principales jefes como paso previo para la pacificación que el entonces capitán general, Valeriano Weyler, quería lograr a sangre y fuego. Maceo estaba firmemente decidido a mantener su Cuartel general en las lomas de Tapia, que reunía todas las condiciones geográficas necesarias para permanecer en él por encontrarse en el este de la provincia, cerca de la costa, a poca distancia de poblados importantes y en una zona montañosa que facilitaba su defensa con pocos hombres aprovechando adecuadamente las condiciones naturales.

Es importante señalar que el promedio de efectivos del Ejército Libertador, participantes en estas acciones nunca superó la cifra de unos 250 hombres con posibilidades de combatir. En esta reseña aparecen los nombres específicos de aquellos combates que los tienen junto a la denominación general de Tapia, así como su fecha.

El conjunto de combates librados en el lugar que Maceo justamente denominó como “peleadero de Tapia”, constituye un caso singular en la historia de nuestras guerras de independencia, pues después de librar 14 combates contra las mejores tropas y jefes que España tenía en el occidente de Cuba, los insurrectos, a pesar de las difíciles circunstancias, se mantuvieron en aquella zona demostrando que con un buen aprovechamiento de las condiciones del terreno se puede combatir contra fuerzas muy superiores en número y bien pertrechadas.

Fue una defensa activa de los cubanos, quienes no se limitaron a rechazar los ataques enemigos, sino que también atacaron cuando las condiciones lo permitían. Ambas partes lucharon con valor y los combates de Tapia terminaron, como expresara Miró Argenter, “por cansancio de unos y otros”, y no porque algunos de los bandos beligerantes hubiera obtenido la victoria definitiva.

Desarrollo

Primer combate. El 14 de abril de 1896, a las 14:00 horas, tropas españolas de las tres armas, en número de unos 3 000 hombres bajo el mando del general Suárez Inclán y los coroneles Valcárcel y Villa, atacaron simultáneamente por Lechuza y Tapia. Las avanzadas cubanas contuvieron el primer asalto. Maceo, que se hallaba a unos dos km de distancia, acudió al lugar. El enemigo se había desplegado y logrado ocupar una posición ventajosa desde donde abrió fuego contra el Estado Mayor cubano, al cual ocasionó siete bajas. Además, maniobrando en dos grupos, pudo dominar el campo, pero la escolta del jefe cubano ocupó una colina cercana y sostuvo la acción dando tiempo a que llegara la infantería mambisa. El combate se prolongó sin cambios sustanciales hasta la caída de la noche. El enemigo se estableció en las lomas de Guasimal, y Maceo acampó en la finca San Sebastián, a unos dos km de los españoles, y en la madrugada marchó paralelamente al flanco derecho de estos para ocupar la loma del Vigía, dejando emboscadas en el camino de San Sebastián.

Segundo combate. Al amanecer del 15 de abril de 1896 se reanudó el combate. El enemigo abrió fuego con su artillería contra la cima de la loma del Vigía y simultáneamente atacó las emboscadas dejadas por Maceo la noche anterior. Esto sirvió de señal para que los insurrectos se escalonaran y ocuparan todas las quebradas de la elevación, obligando al adversario a fraccionar sus fuerzas para repeler dos ataques simultáneos. El jefe cubano se proponía obligarlo a moverse hacia lugares menos ventajosos para su infantería y fatigarlo. Este plan se cumplió exitosamente, pues al cabo de una hora el combate se había desplazado hacia los cañaverales de San Francisco, donde la retaguardia cubana se batía con el grueso de la tropa hispana. En ese lugar Maceo dislocó ocultamente un escuadrón del Regimiento Narciso y mientras que el adversario avanzaba tras los cubanos haciendo fuego con su artillería, estos, mediante una hábil maniobra de flanqueo, salieron por la retaguardia española y regresaron al campamento de Tapia a las 14:00 horas. En resumen, unos 150 patriotas mantuvieron en jaque a los 3 000 españoles durante siete horas. Las tropas coloniales se dirigieron al ingenio Luisa, en el camino de Bahía Honda.

Tercer combate (El Rubí). El 18 de abril de 1896, a las 09:00 horas, las avanzadas cubanas divisaron a la vanguardia de la columna de Suárez Inclán, que avanzaba por el camino de Lechuza. Maceo decidió librar el combate en las Lomas de Tapia. Una hora más tarde grupos de caballería del Estado Mayor cubano sostenían algunas escaramuzas, mientras que un escuadrón del Regimiento Narciso atacaba por un flanco. La columna avanzó lentamente por el camino con despliegue de la infantería, que efectuaba un nutrido fuego por descargas. Los insurrectos resistieron la acometida y su adversario tuvo que detenerse y posteriormente tomar la dirección de Cabañas, bajo un fuerte hostigamiento de los destacamentos cubanos apostados en la loma del Rubí. Esta acción costó a los cubanos seis bajas, entre ellas un oficial del Estado Mayor, y se desconocen las del enemigo.

Cuarto combate. El 19 de abril de 1896, la columna española que había pernoctado en Cabañas salió en dirección a Herradura, en las primeras horas de la mañana, y regresó al punto de partida a las 19:00 horas. En ambos trayectos tuvo que enfrentarse a los destacamentos que el jefe cubano había situado en el camino de Cabañas, los cuales la hostilizaron duramente. Las guardias del campamento cubano estuvieron alertas, pero no se produjo ningún ataque al Cuartel general de Maceo.

Quinto combate. Al amanecer del 20 de abril de 1896, las tropas de Suárez Inclán, reforzadas con los regimientos de infantería Alfonso XIII, Cuba e Isabel la Católica, así como secciones de guerrillas montadas dirigidas por los coroneles Devós, Villa, Pintos, Valcárcel y Francés, atacaron nuevamente por el camino de Lechuza, desplegando las guerrillas para el asalto simultáneo desde Diversos puntos. El enemigo abrió su flanco izquierdo para proteger el acceso a la loma. Los grupos de tiradores cubanos, apostados en todos los senderos, impidieron el primer intento de avance de las tropas coloniales, cuyo jefe reforzó a su vanguardia tratando a toda costa de ocupar la cima de la elevación y dominar el camino de Lechuza. El fuego se realizaba a muy corta distancia y los contendientes se desafiaban gritándose improperios. La columna española logró remontar el camino de Lechuza incendiando los cañaverales para evitar la persecución de los insurrectos, y a las 13:00 horas los colonialistas se retiraron en dirección al ingenio Luisa. En esta acción los cubanos eran solo 150, con escasas municiones y sus bajas fueron 11 heridos. No se conocen las del enemigo.

Sexto combate. El 22 de abril de 1896, a las 08:00 horas, la exploración cubana avisó que los españoles, divididos en dos columnas, avanzaban por los caminos de Recompensa y Lechuza. Maceo se trasladó hacia el primero de ellos y encargó al brigadier Miró Argenter la defensa del segundo. En esta oportunidad el enemigo acometió en forma similar a como lo hicieran en el ataque anterior, tratando de llegar a Tapia. Desplegó sus tropas en dos líneas de ataque que fueron duramente hostilizadas por los cubanos que defendían las dos direcciones. El combate se prolongó, con algunos intervalos, hasta las 16:00 horas en que las dos columnas, reunidas al pie de las alturas de Tapia, tomaron la dirección de San Gabriel de Lombillo. A pesar de que en esta acción Maceo solo contaba con 70 hombres, con suficientes municiones, ordenó al coronel Ducasse, incorporado con su infantería en medio de la acción, que regresara a Cayajabos, de donde había salido porque el refuerzo no era necesario en aquella situación. Los cubanos tuvieron varios heridos y se desconocen las bajas españolas.

Séptimo combate (Lechuza). En la mañana del 25 de abril de 1896, la columna española que había atacado tres días antes volvió a Tapia por el camino de Recompensa. Desde muy temprano Maceo se encontraba en lo alto de Lechuza, con la avanzada del lugar y algunos hombres de la prefectura de San Francisco, en total, unos 40 hombres. Con ellos hizo frente al enemigo y fue el primero en disparar su fusil sobre la tropa española que ofrecía un buen blanco en su avance. El resto de los hombres lo imitaron con fuego cerrado sobre la columna. Un batallón enemigo se desplegó tratando de rodear la posición cubana; pero fue duramente batido. Las municiones de los mambises comenzaron a agotarse y los hombres se iban retirando, cuando consumían su último cartucho, por lo que llegó un momento en que solo quedaban cuatro tiradores: Maceo, Miró, Nodarse e Ivonet, quienes resistían el barraje de fuego lanzado contra la cima de la elevación. De repente la columna emprendió la retirada hacia el ingenio Bramales. Maceo trató de cerrarle el paso con una sección de infantería llegada en esos momentos; pero no lo logró por la rapidez de la retirada enemiga. En esta acción, que según el criterio de Miró Argenter fue de tanteo con vistas a organizar un ataque decisivo de varias columnas, los cubanos tuvieron tres heridos, entre ellos un oficial. No se conoce la cantidad de bajas enemigas.

Octavo combate. Comenzó el 26 de abril de 1896, alrededor de las 08:30 horas, en las alturas del Rubí que defendían las fuerzas del teniente coronel Pedro Delgado. Se trataba de una columna española llegada a Cabañas el día anterior. Desde los campos del demolido ingenio San Jacinto hasta Rubí se combatió durante unas tres horas. Aproximadamente a las 11:00 horas los colonialistas regresaron a su acantonamiento. Pedro Delgado comunicó a Maceo los resultados del combate. A las 14:00 horas se oyeron nutridas descargas por el camino de San Blas y Loma Colorada, por donde avanzaba por primera vez el enemigo. Simultáneamente, otra tropa española avanzó por Lechuza, donde encontró la primera resistencia: El prefecto de San Blas, Francisco Vigoa, con la guardia de la prefectura, salió a su encuentro en Loma Colorada. Maceo acudió a este punto, situó algunas emboscadas y regresó al camino de Lechuza para contener al enemigo que avanzaba por este flanco, en dirección a Tapia, donde evidentemente debían converger sus tres columnas. La de Lechuza pudo lograr su objetivo; pero hubo de librar una serie de escaramuzas con las tropas insurrectas. Igual tuvo que hacer la que avanzaba por Loma Colorada, duramente hostigada por las fuerzas del coronel Vargas Sotomayor y la escolta del brigadier Roberto Bermúdez; mientras el lugarteniente general lo hacía desde lo alto de Lechuza. A las 17:00 horas Maceo recibió informes acerca de que un buque expedicionario había sido visto por Playa Mulata y partió hacia allí tras encomendar a los brigadieres Pedro Díaz y Bermúdez la defensa de Tapia. En esta ocasión las tropas coloniales tampoco pudieron tomar el Cuartel general de Antonio Maceo.

Noveno combate (San Claudio). El 11 de junio de 1896, el lugarteniente general Antonio Maceo regresó a su Cuartel General, en Tapia, del cual había salido el 17 de mayo para realizar una incursión por zonas del suroeste de Pinar del Río. Al llegar se encontró con que las fuerzas del brigadier Quintín Bandera sostenían combate contra una tropa que, dividida en dos columnas de ataque, avanzaba simultáneamente por San Claudio, en el camino de Cabañas, y por el rumbo opuesto, hacia la parte de Bahía Honda, entre San Gabriel de Lombillo y Buenavista, Maceo, que se hallaba más cerca de Lombillo, y se dirigió hacia este sitio rápidamente para decidir la acción. El enemigo se retiró sin lograr su objetivo.

Décimo combate. Desde el 17 de junio de 1896, la exploración cubana tuvo noticias de un inusitado movimiento de tropas españolas en Bahía Honda y Cayajabos, lo que confirmaba las noticias publicadas en la prensa habanera acerca de un asalto general a las posiciones de Maceo en Tapia. Según esas informaciones, la agrupación de tropas estaría compuesta por seis batallones y cuatro piezas de artillería que saldrían de Bahía Honda, bajo el mando del general González Muñoz; cuatro batallones y dos piezas bajo las órdenes del general Melguizo, y dos piezas del coronel Valcárcel, además de la Brigada del general Suárez Inclán, que iría en la vanguardia. El 18, la vanguardia enemiga cañoneó el campamento de Manuelita, pasó por las alturas de La Vigía y regresó al valle de Tapia. La ofensiva general comenzó a las 06:00 horas del 19, cuando algunos insurrectos que acopiaban viandas fueron atacados en el camino del ingenio Recompensa y poco después, en ese mismo sitio, tuvieron que combatir los exploradores que el coronel Vargas Sotomayor envió en esa dirección. El lugarteniente general noroeste estaba en el campamento, pues había ido con su escolta a interesarse por el doctor Hugo Roberts, herido días antes en la acción de Lombillo. A las 07:00 horas, el brigadier Miró Argenter hizo un reconocimiento por el camino de Manuelita, comprobando que dos columnas fuertes avanzaban sobre Tapia, desde San Claudio y Bramales. Vargas Sotomayor, con 40 tiradores, se ubicó en Manuelita, para reforzar la vanguardia del brigadier Bandera, mientras Miró, con las fuerzas restantes, ocupaba el camino de Lechuza. La escolta de Bandera abrió fuego sobre las tropas españolas, que atacaban por San Claudio, al tiempo que Sotomayor ocupaba la línea de Manuelita para replegarse posteriormente sobre Lechuza, cuando el enemigo invadía el frente de Tapia. Las dos columnas se unieron en Manuelita y ocuparon el campamento del brigadier Bandera a costa de algunas bajas. El ataque se reanudó por la tarde. Los españoles lograron llegar hasta Las Ánimas bajo constante hostilidad. Un aguacero puso fin al combate de ese día, en el cual los cubanos tuvieron 16 bajas; las del enemigo no pudieron conocerse. Maceo llegó por la noche y tras informarse de los sucesos del día atacó las avanzadas españolas.

Undécimo combate (El Rubí). Al amanecer del 20 de junio de 1896, el lugarteniente general salió al encuentro de los españoles por una de las lomas de Tapia, abriendo fuego sobre los batallones de González Muñoz, que comenzaban a flanquear la sierra en dirección a las alturas del Rubí. Maceo destacó un pequeño grupo de la vanguardia para hostilizar a los colonialistas durante el ascenso y reforzar posteriormente el campamento del Rubí, defendido por la pequeña fuerza del teniente coronel Pedro Delgado. Al propio tiempo, el jefe cubano atacaba el flanco derecho de la columna, escalonando emboscadas en todo el trayecto de la subida. Ese mismo flanco era batido por los hombres de Bandera y Sotomayor desde otras posiciones. El combate se generalizó en San Sebastián, adonde llegó el grueso de la tropa española para ser recibida por el fuego de los cubanos que habían flanqueado por la izquierda a la columna y llegado al lugar antes que el enemigo. Este, por otra parte, llevaba detrás a los hombres que dirigía personalmente Maceo. Las bajas españolas ese día fueron numerosas, pues durante su avance cuesta arriba recibieron el fuego cerrado de los patriotas. A las 16:00 horas Maceo ordenó el regreso a Tapia, aunque los hombres de Delgado siguieron el hostigamiento desde el Rubí. En esta acción los cubanos tuvieron ocho bajas.

Duodécimo combate. En las primeras horas de la mañana del 21 de junio de 1896, el lugarteniente general Antonio Maceo, con dos compañías de infantería de las tropas de los hermanos Ducasse, su escolta y los oficiales del Estado Mayor, atacó a la columna española del general González Muñoz, que había pernoctado en el asiento de las alturas del Rubí después del combate del día anterior. Las fuerzas cubanas llegaron al lugar por senderos poco transitados para asegurar la sorpresa. Iban armadas con fusiles Máuser y abundantes municiones. Al llegar al campamento enemigo gran parte de las tropas se preparaban para la marcha, y solo su vanguardia comenzaba el avance por el camino de San Juan, por lo que la sorpresa se logró plenamente. Dos secciones atacaron la vanguardia por el frente y el flanco izquierdo simultáneamente, al tiempo que otro grupo de tiradores abría fuego contra el campamento. Las bajas españolas debieron ser numerosas, ya que el fuego de los insurrectos cubría toda la línea. González Muñoz empleó la artillería con poca efectividad debido a la correcta protección y despliegue de los libertadores, y solo a costa de muchas pérdidas logró bajar la sierra dejando en manos cubanas vituallas y acémilas, para dirigirse a San Juan, adonde llegó luego de tres días de penosa marcha y bajo el constante hostigamiento de los cubanos.

Decimotercer combate (El Rubí). A las 12:00 horas del 23 de junio de 1896, unos 10 batallones de las tropas de González Muñoz aparecieron por el camino de Manuelita. En el campamento insurrecto se dio la alarma y todos ocuparon los lugares previamente asignados. Los hombres de Vargas Sotomayor cubrieron Lechuza; Bandera y su tropa se desplegaron en Manuelita; Pedro Díaz y Ducasse, con dos compañías de infantería, lo hicieron en Guasimal y Loma Verde, y el Estado Mayor, con todos sus oficiales, en el frente de Tapia. La vanguardia enemiga comenzó a flanquear por la derecha mientras el resto avanzaba por el frente, en dirección al centro de Tapia. Una descarga cerrada de los insurrectos dispersó a los que avanzaban en la extrema vanguardia, supuestamente mexicanos contratados por Weyler. Maceo, quien no estaba en el campamento en los momentos iniciales, llegó y ocupó un puesto en la línea avanzada de tiradores, sobre la que el enemigo concentraba el fuego. Se combatía simultáneamente en todo el escenario de Tapia: en Lechuza, en la bifurcación del camino de Manuelita, en Cerro Verde, en la loma de Sacarraín, en Bejerano, en la loma de Medina; en el asiento de Reyes, sede del Cuartel general insurrecto, y en otros sitios por donde avanzaba el adversario. En esta oportunidad la correlación de fuerzas favorecía abrumadoramente a las tropas coloniales, las cuales lograron llegar a la posición cubana discutiendo el terreno palmo a palmo. Maceo, con una compañía diezmada, trató de sostener la posición; pero tuvo que retirarse hacia la loma del Flamboyan, donde trató de resistir. En aquellos cruciales momentos el jefe cubano fue herido en la pierna izquierda y tuvo que ser conducido, en una camilla improvisada, a un lugar abrigado donde se le practicó la primera cura. A pesar de ello continuó dirigiendo el combate hasta el cese de este al caer la noche. En la acción las bajas cubanas fueron cinco muertos y 24 heridos, además de Maceo. En su parte oficial el enemigo informó que en los combates de los días 20, 21 y 23 de junio tuvo 14 heridos, de ellos 10 graves, y entre los leves, dos oficiales.

Decimocuarto combate. En la mañana del 24 de junio de 1896 se reanudó el combate del día anterior. Los españoles, posesionados de las primeras elevaciones de Tapia, se dedicaron a destruir las rancherías y sembrados antes de retirarse; pero en esta tarea, que cumplían las tropas de Suárez Inclán, fueron sorprendidos por el fuego de las avanzadas cubanas, lo que obligó al jefe enemigo a desplegar sus batallones y abrirse paso hasta Manuelita, donde estaba el grueso de las fuerzas colonialistas. Hubo un momento en que se pensó en un avance enemigo rumbo a San José, donde se encontraba herido Maceo, y se tomaron las medidas pertinentes, pero este no se produjo y finalmente los españoles emprendieron la marcha hacia sus cuarteles. En la acción las bajas cubanas fueron nueve. El enemigo informó dos muertos, un oficial herido grave y uno leve, y 14 soldados entre heridos y contusos.

Fuentes

  • Arcadio Ríos. Hechos y personajes de la Historia de Cuba. Recopilación Bibliográfica. La Habana, 2015. 320 p.
  • Diccionario enciclopédico de Historia Militar de Cuba. Tomo II. Acciones combativas. Centro de Estudios Militares de las FAR, 2006.
  • José Miró Argenter. Crónicas de la guerra, 2 t., La Habana, 1981. Tomo II. Págs. 207-258-290-291-294-295-296-297-298-299-300-301.
  • José Luciano Franco. Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida, 3 t., La Habana, 1973. Tomo III. Págs. 130-131-136-137-142-143-144-170-209-210-211-214-215.
  • Manuel Piedra Martell. Mis primeros 30 años, La Habana, 1979. Págs. 326-339.