Concepción del Mundo

Concepción del Mundo
Información sobre la plantilla
Concepción del mundo.png
Concepto:Sistema de ideas, conceptos y representaciones sobre el mundo circundante. La concepción del mundo en el amplio sentido de la palabra abarca el conjunto de todas las concepciones del hombre sobre la realidad en torno: concepciones filosóficas, político-sociales éticas, estéticas y científico-naturales.

Concepción del Mundo. El núcleo básico de toda concepción del mundo (concepción del mundo en el sentido más estricto de la palabra) está formado por las ideas filosóficas. El principal problema de la concepción del mundo es la cuestión fundamental de la filosofía. En dependencia de la solución que se le dé, se distinguen dos tipos cardinales de concepciones del mundo: la materialista y la idealista. La concepción del mundo es un reflejo del ser social y depende del nivel de los conocimientos humanos alcanzados en el período histórico dado, así como del régimen social. En la sociedad de clases, la concepción del mundo presenta un carácter de clase; por regla general, la dominante es la concepción del mundo de la clase dominante. La concepción del mundo tiene una enorme importancia práctica, pues de ella depende la actitud del hombre frente a la realidad que le rodea y sirve de guía para la acción. La concepción científica del mundo, al descubrir las leyes objetivas de la naturaleza y de la sociedad y al expresar los intereses de las fuerzas progresivas, facilita el desarrollo en un sentido progresivo.

La concepción reaccionaria anticientífica del mundo, es un arma de las clases caducas y frena el avance de la sociedad, sirve para defender los intereses de las clases explotadoras y desvía a los trabajadores de la lucha por su liberación. La concepción marxista-leninista, comunista, del mundo, el marxismo-leninismo es consecuentemente científica; son su base filosófica y parte inseparable suya, el materialismo dialéctico y el histórico. Es una concepción auténticamente científica del mundo, dado que expresa los intereses del proletariado, de todos los trabajadores, intereses que coinciden con las leyes objetivas del desarrollo de la sociedad. El marxismo-leninismo, surgido como concepción del mundo de la clase obrera, en la sociedad socialista se ha convertido en la concepción del mundo de todo el pueblo. La veracidad científica de la concepción marxista-leninista del mundo es confirmada por toda la práctica histórica de la humanidad, por los datos de la ciencia, por las victorias de los trabajadores de la U.R.S.S y de los países de democracia popular, que han llevado a cabo la revolución socialista y construyen con éxito el socialismo y el comunismo. Teniendo en cuenta la gran importancia de las ideas avanzadas, el P.C.U.S. arma a los trabajadores todos con la concepción científica del mundo, con el marxismo-leninismo, lucha por superar los vestigios de la concepción burguesa y religiosa del mundo en la conciencia de los soviéticos. Liberarse de la ideología burguesa y asimilar la concepción comunista marxista-leninista, del mundo, contribuyen a elevar la conciencia y la actividad de los trabajadores en la edificación de la sociedad comunista, en la lucha por la paz y la felicidad de todos los pueblos.

Historia

La concepción del mundo es un término que aparece en la filosofía alemana a principios del siglo XX con Dilthey, refiriéndose al conjunto de creencias, ideas, opiniones y conceptos, que cada persona y sociedad usaban como modelos al referirse a la naturaleza de lo que existe. Desde un punto de vista colectivo, la concepción del mundo o Weltanschaung es el conjunto de paradigmas que dominan en todos los campos del conocimiento sea científico, social, económico, etc., y por tanto, puede ser variado, pero pretende unificarse buscando una realidad en la naturaleza. Es la búsqueda de sentido de una verdad más o menos homogénea dentro de una divergencia, que en muchos de los casos es de índole ideológica, pero que no deja de ser una concepción del mundo. A nivel social o colectivo, la ideología sea política o religiosa ofrece una concepción del mundo más generalizada y estructurada que la personal, ya que a esta se aparece más fracturada. Para conseguir cierta estructura coherente en la visión del mundo individual, dice Ortega que es necesario el ensimismamiento del yo mismo para deslindarse de una concepción del mundo colectiva socializada, rígida y excesivamente uniforme.

La visión del mundo es un conjunto de conocimientos que usa la sociedad o la persona para su interacción con el medio. Cada sistema social y subsistema ofrece su propia visión del mundo dentro de su propia temporalidad, que enseña a cada uno de los individuos que lo compone de generación en generación, donde los cambios de paradigmas o concepciones del mundo suceden de un modo lento. Los conceptos trasmitidos como conceptos formativos pocas veces son repensados por el individuo social y los usa para las soluciones en su interacción con el mundo, que en muchas ocasiones son obsoletas en todos los sentidos, incluso en los conceptos categóricos y esquemáticos que tenemos para formar la experiencia sensible. Por ejemplo, cuando yo pienso en “libro” mi esquema mental básico es el de un libro compacto, sin fotos, donde meramente existe un texto. En cambio, la próxima generación el esquema “libro” será un e-book o un i-Pad. Si ya en los conceptos más simples como son los esquemáticos o modelos de representación, el cambio es vertiginoso, qué ocurre con todos los conceptos teóricos que hemos aprendido en nuestra infancia a partir de aquellos libros de texto, que nos hablaban de Yugoslavia o que no hablaban del ARN mensajero.

Los sistemas sociales contienen una visión del mundo mucho más rígida y dogmática, ya que los conceptos que las sustentan dependen de otra temporalidad, que es la propia de cada sistema, y por tanto, estática y detenida. Los conceptos se convierten en tópicos, que pierden el sentido de su función, que es el valor de uso y no una verdad rígida axiomatizada. Los conceptos que cada subsistema enseña a sus componentes son una función de elementos en orden a la variable tiempo. Si el tiempo o la temporalidad del subsistema está encorsetado, los conceptos no evolucionan y se usarán los mismos en cada época, el mismo modelo de interacción con el mundo, cuando el medio y las circunstancias están en obsolescencia con respecto a ellos. Desde Einstein, el tiempo es propio y la filosofía se ha encargado de explicar con Ortega y Heidegger, que el yo mismo es el tiempo, es decir, yo soy tiempo. Por tanto, si los conceptos dependen de la variable tiempo y yo soy el tiempo, yo soy el que me tengo que construir mis propios conceptos en el tiempo o por lo menos repensarlos. Ello significa que la visión del mundo es constantemente construida por mí y repensada o repensada en cada concepto que la sustente, para que no exista un desfase en mi interacción con el medio y las circunstancias.

Comprender el tiempo propio es comprender que la concepción del mundo es construida por uno mismo, cuya función es existir y estar en el mejor de los mundos posibles. Ello implica que los conceptos nos permiten vivir en el medio, usando los más útiles para ello, ya que ninguno de ellos son verdades absolutas sino que son desechables. La visión del mundo en un individuo que rumia el concepto, se destruye el concepto anterior para construirlos en reconceptos y rereconceptos dentro una dialéctica interna de reciprocidad de contrarios, que es el pensamiento original del tiempo, tal y como lo pensó Anaximandro, pero en un yo mismo. Solo hay que ser coherentes en la construcción, destrucción y estructuración de los conceptos y seguir el ritmo del hombre. Ahora bien, lo que siempre permanece inalterable dentro de esta dialéctica son los conceptores primarios, los que verdaderamente están en función de la variable tiempo. Los conceptores primarios más simples los esbozó Aristóteles en el libro V de la Metafísica, que en realidad son los núcleos para estructurar los conceptos en relación a la variable tiempo. Estos conceptores son las funciones más puras para elaborar y estructurar sistemas sin que haya una gran mediación de la variable tiempo, o que casi es uno. Estos conceptores son 31 núcleos funcionales de estructuración sistematica, como el principio, naturaleza, causa, sustancia, ente, todo, parte, perfecto, elemento, idéntico, contrario, anterior y posterior, disposición, tener, límite, accidente, posibilidad, etc. Todos esots conceptores son los núcleos de los conceptos cuando se les ha retirado cada capa de la carga teórica que implica la variable tiempo.

Por ejemplo, el conceptor principio equivale a un concepto de “creación” del hombre por Dios o el Big Bang donde el principio es el estallido inicial. El núcleo donde se piensa y desarrolla una teología o un concepto físico, en este caso es el principio. Otro conceptor por ejemplo es el de causa, donde todo el conocimiento se ha basado durante mucho tiempo para la explicación científica y aun hoy, los hechos se estudian por los efectos que causan, que asimismo va parejo a explicaciones nucleares del conceptor causa para la teología, filosofía, sociología y demás ciencias. Naturaleza, ente, posibilidad, necesidad, etc. , son conceptores que estructuran sistemáticamente cualquier ciencia y concepto del mundo, para el yo que las aplica. Este yo es el tiempo, que al transcurrir su vida se va cargando de conceptos que envuelven a esos conceptores básicos, los modelan y modulan desde su perspectiva, originando su propia concepción del mundo. Los conceptores son los núcleos funcionales donde se fundamenta la concepción del mundo del yo mismo, lo que dará lugar a las creencias, opiniones y conceptos que la sustentan. Son las funciones del tiempo, el yo mismo. Por eso, el conceptor bien merece una serie de relojes dentro de nuestra filosofía, nuestro próximo proyecto

Principios y creencias

Frecuentemente esos principios o creencias inspiradores de la conducta cotidiana, aunque el sujeto no se los formule siempre, están explícitos en la cultura de la sociedad en que vive. Esa cultura contiene por lo común un conjunto de afirmaciones acerca de la naturaleza del mundo físico y de la vida, así como un código de estimaciones de la conducta. La parte contemplativa o teórica de la concepción del mundo está íntimamente relacionada con la parte práctica, con el código o sistema de juicios de valor, a través de cuestiones como la del sentido de la vida humana y de la muerte, la existencia o inexistencia de un principio ideal o espiritual que sea causa del mundo, etc. Por ejemplo, de la afirmación teórica de que el hombre es una naturaleza herida, como profesa la teología católica, se pasa de un modo bastante natural a la norma que postula el sometimiento a la autoridad. Esa norma práctica es, en efecto, coherente con la creencia teórica en cuestión.

La existencia de una formulación explícita de la concepción del mundo en la cultura de una sociedad no permiten, sin embargo, averiguar con toda sencillez, a partir de esas creencias oficialmente afirmadas, cuál es la concepción del mundo realmente activa en esa sociedad, pues el carácter de sobreestructura que tiene la concepción del mundo no consiste en ser un mecánico reflejo, ingenuo y directo, de la realidad social y natural vivida. El reflejo tiene siempre mucho de ideología*6, y detrás del principio de la caridad, por ejemplo, puede haber, en la sociedad que lo invoca apologéticamente, una creencia bastante más cínica, del mismo modo que detrás de los Derechos del Hombre ha habido históricamente otras creencias efectivas, mucho menos universales moralmente. Mas para aclararse el papel de la concepción del mundo respecto del conocimiento científico-positivo (que es el principal problema planteado por el //Anti-Dühring//) puede pasarse por alto ese punto, aunque en sí mismo es imprescindible para una plena comprensión de las formaciones culturales. Para el estudio de las relaciones entre concepción del mundo y ciencia positiva basta, sin embargo, con atender a los aspectos formales de ambas.

Las concepciones del mundo suelen presentar, en las culturas de tradición grecorromana, unas puntas, por así decirlo, muy concentradas y conscientes, en forma de credo religioso-moral o de sistema filosófico. Especialmente esta segunda forma fue muy característica hasta el siglo XIX. Nacida, en realidad, en pugna con el credo religioso, en vísperas del período clásico de la cultura griega, la filosofía sistemática, la filosofía como sistema, se vio arrebatar un campo temático tras otro por las ciencias positivas, y acabó por intentar salvar su sustantividad en un repertorio de supuestas verdades superiores a las de toda ciencia. En los casos más ambiciosos - los de Platón o Hegel, por ejemplo-, la filosofía sistemática presenta más o menos abiertamente la pretensión de dar de sí por razonamiento el contenido de las ciencias positivas. En este caso, pues, como en el de los credos religiosos positivos, la concepción del mundo quiere ser un saber, conocimiento real del mundo, con la misma positividad que el de la ciencia. Esta pretensión puede considerarse definitivamente fracasada hacia mediados del siglo XIX, precisamente con la disgregación del más ambicioso sistema filosófico de la historia, el de Hegel. El sistema de Hegel, que pretende desarrollar sistemáticamente y mediante afirmaciones materiales la verdad del mundo, fue, según la expresión de Engels en el Anti-Dühring, "un aborto colosal, pero también el último en su género".

Las causas por las cuales la pretensión de la filosofía sistemática acaba por caducar son varias. En el orden formal, o de teoría del conocimiento, la causa principal es la definitiva y consciente constitución del conocimiento científico positivo durante la Edad Moderna. Este es un conocimiento que se caracteriza formalmente por su intersubjetividad y prácticamente por su capacidad de posibilitar previsiones exactas, aunque sea -cada vez más- a costa de construir y manejar conceptos sumamente artificiales, verdaderas máquinas mentales que no dicen nada a la imaginación, a diferencia de los jugosos e intuitivos conceptos de la tradición filosófica. Que un conocimiento es intersubjetivo quiere decir que todas las personas adecuadamente preparadas entienden su formulación del mismo modo, en el sentido de que quedan igualmente informadas acerca de las operaciones que permitirían verificar o falsar dicha formulación. Las tesis de la vieja filosofía sistemática, de los dogmas religiosos y de las concepciones del mundo carecen de estos rasgos. Y como esos rasgos dan al hombre una seguridad y un rendimiento considerables, el conocimiento que los posee -el científico-positivo- va destronando, como conocimiento de las cosas del mundo, al pensamiento, mucho más vago y mucho menos operativo, de la filosofía sistemática tradicional.

El que las concepciones del mundo carezcan de aquellos dos rasgos característicos del conocimiento positivo no es cosa accidental y eliminable, sino necesaria: se debe a que la concepción del mundo contiene sencillamente afirmaciones sobre cuestiones no resolubles por los métodos decisorios del conocimiento positivo, que son la verificación o falsación empíricas, y la argumentación analítica (deductiva o inductivo-probabilitaria). Por ejemplo, una auténtica concepción del mundo debe contener -explícitos o explicitables- enunciados acerca de la existencia inexistencia de un Dios, de la finitud o infinitud del universo, del sentido o falta de sentido de estas cuestiones, etc. y esos enunciados no serán nunca susceptibles de prueba empírica, ni de demostración o refutación en el mismo sentido que en las ciencias. Esto no quiere decir que el conocimiento positivo -y, sobre todo, las necesidades metodológicas de éste- no abonen una determinada concepción del mundo más que otra; pero abonar, o hacer plausible, no es lo mismo que probar en sentido positivo (1).

Estos rasgos de la situación permiten plantear concretamente la cuestión de las relaciones entre concepción del mundo y conocimiento científico-positivo. Una concepción del mundo que tome a la ciencia como único cuerpo de conocimiento real se encuentra visiblemente -por usar un simplificador símil espacial- por delante y por detrás de la investigación positiva. Por detrás, porque intentará construirse de acuerdo con la marcha y los resultados de la investigación positiva. Y por delante porque, como visión general de la realidad, la concepción del mundo inspira o motiva la investigación positiva misma. Por ejemplo, si la concepción del mundo del científico moderno fuera realmente dualista en la cuestión alma-cuerpo, la ciencia no habría emprendido nunca el tipo de investigación que es la psicología, y el psicólogo no se habría interesado por la fisiología del sistema nervioso central desde el punto de vista psicológico. Esto vale independientemente de que la ideología dominante en la sociedad haga profesar al científico, cuando no está investigando, una concepción dualista del mundo.

En realidad, el carácter de inspiradora de la investigación que tiene la concepción del mundo no está bien descrito por el símil espacial recién usado, pues esa inspiración se produce constantemente, todo a lo largo de la investigación, en combinación con las necesidades internas, dialéctico-formales, de ésta. Importante es darse cuenta de que cuando, según el programa positivista, la ciencia se mece en la ilusión de no tener nada que ver con ninguna concepción del mundo, el científico corre el riesgo de someterse inconscientemente a la concepción del mundo vigente en su sociedad, tanto más peligrosa cuanto que no reconocida como tal. Y no menos importante es mantener, a pesar de esa intrincación, la distinción entre conocimiento positivo y concepción del mundo.

La concepción del mundo y la educación

La concepción del mundo consta de elementos pertenecientes a todas las formas de la conciencia social (filosoficas, cientificas, politicas, morales y esteticas). Las opiniones y convicciones filosoficas constituyen los cimientos de todo el sistema de la concepción del mundo, la filosofia interpreta teoricamente los datos conjuntos de la ciencia y la practica y los expresa bajo el aspecto del cuadro más objetivo e historicamente determinado de la realidad. Todo hombre historico que forma parte de una nación tiene una concepción del mundo, que tiene como supuesto general la realidad de la vida misma. La filosofia de la vida es una concepción del mundo que concibe la vida como totalidad, como principio, a partir de cual, y en función de ella, trata de interpretar la realidad en su conjunto.

Toda concepción del mundo, contiene los siguientes elementos:

  • Una idea o conocimiento del mundo.
  • Una valoración de la vida
  • Establecimeinto de fines a la existencia humana.

La educación es aquella actividad cultural dirigida esencialmente a la formación personal de sujetos en desarrollo.Filosofar es pensar mejores valores e ideales, educar es realizarnos en la vida, en la personalidad humana. La filosofia es una disciplina teorica porque es un conocimeinto especulativo de lso aspectos de la educación, se cultiva con sentido de sistema y sirve de orientación general a la praxis educativa. En toda práctica educativa se halla implicita una filosofia de la educación. La filosofia de la educación es una disciplina teorica que estudia lso fundamentos y causas primeras de la educación, sus categorias, sus valores.

Las disciplinas que integran la filosofía de la educación son:

  • Antropologia filosofica.
  • Axiologia educativa
  • Epistemologia de la educación.

La filsoofia de la educación como conocimiento filosofico de la educabilidad de la eprsona humana procura establecer la fundamentación de la teoria educativa en la antropologia filosófica, en cambio, la pedagogia cualesquiera sean sus fundamentos, descansa sobre una idea filosofica del hombre, de su espiritu, de sus productos culturales. La Antropologia filosofica, es la ciencia fundamental de la esencia y de la estructura esencial del hombre, de su relación con la naturaleza (animal, vegetal) y, con el fundamento de todas las cosas, de su origen metafisico y de su comienzo fisico, de las fuerzas y poderes que mueven al hombre.

Cada concepción de los hombres aspira a lograr una comprensión del mundo y de la realidad en su conjunto, tomando como centro de referencia al hombre instalado en él. La imagen que nos formamos del mundo, es apreciada desde los ideales, principios y bienes que norman la vida vivida por los hombres del mundo. La antropologia pedagogica escalarece la condición del hombre, el orden de lso valores que deben ser alcanzados. La antropologia filosofica indica lo que el hombre es en general y su singular puesto en el cosmos. La antropologia pedagogica intenta esta sistesis de lo teorico y de lo normativo, del ser y del deber ser del hombre.

La Axilogía eduactiva es una disciplina normativa que explica el debe ser de la educación, estudia lso valores y los fines que deben ser alcanzados. La filsofía de la educación no determina los fines de la educación, sino escalrece, refelxiona acerca de los fines subjetivos, objetivos y normativos de la educación. Fin es el “Para que”, el bien, la causa final, la meta que se propone realizar la educación en el educando. El fin supremo de la educación es el perfecionamiento de la persona en la sociedad; se distinguen tres tipos de fines:

Fin subjetivo

Es la meta de un proyecto de vida que se propone realizar el yo, representado y querido en el contexto social e historico; presupone un sujeto y un contenido, existentes en la realidad. Lo ideal es que los fines o metas que se propones las personas estén de acuerdo con sus aptitudes y sus posibilidades reales de alcanzarlos. La realidad es el requisito de la realización de lso fines subjetivos. La educación tiene un fin subjetivo al proponerse la tarea de la formación personal del individuo: formar su carácter, desemvolver sus aptitudes y habilidades para que desempeñe un rol en la división del trabajo de la sociedad.

Fin objetivo

La educación persigue un fin objetivo porque es una ctividad dirigida a reproducir la cultura objetiva e historicamente existente en la conciencia subjetiva a lso educandos y estimular la creación de nuevos contenidos culturales que enriquezcan la herencia cultural. El fin objetivo de la educación persigue la autorealización del yo subjetivo en dos direcciones: Mediante la inserción intencional en la cultura objetiva y su adaptación a la estructura social. Generando la actividad creadora y la actitud critica, cuestionadora del orden social y formando una nueva conciencia social y una voluntad transformadora de la sociedad.

Fin normativo

El fin normativo de la educación consiste en la formación de la voluntad ético ideal del educando, su capacidad de autodominio y autoconciencia. Autodominio, implica que las funciones racionales y emotiva del espiritu controlen las funciones psiquicas y vegetativas del alma. Con respecto a la Epistemologia, proviene del griego EPISTEME: conocimeito, y LOGOS: tratado; doctrina acerca del saber. La filosofia de la educación tiene la función de dar una fundamentación epistemologica a las ciencias de la educación, asi como escalrecer las categorias fundamentales de la, pedagogia, el analisis de la forma logica y el contenido semantico del lenguaje de las ciencias de la educación; así mismo y a modo de conclusión la filsoofia de la educación teien tareas, y estas son: analizar el lenguaje educativo, indicar el sentido general del proceso educativo, mostrar una estructura para educar al hombre y explicar, a través de la Teleologia, las diversas pedagogias.La Teleología, es una doctrina filosófica sobre la edecuación a fines, sobre la orientación hacia ellos de todos los fenomenos de la naturaleza. Según la Teleologia, el principio de la vida y del pensamiento reside en el fundamento mismo de la materia, la cual no está compuesta de atomos muertos, sino de mónadas vivas, que poseen una confusa facultad de representación. El primer sistema Teleológico consecuente se debe a Arsitóteles, quien consideraba que cada cosa tiene su predestinación, eleva en sí un principio activo que presupone un fin, porta consigo un alma, una ENTELEQUIA, y al mismo tiempo, todos lso fines de la naturaleza se hallan subordinados a un fin superior.

Wagnerianismo como concepción del mundo

Desarrollo de la persona

Si un ‘ser humano’ busca sólo el placer y la felicidad en su vida, si el objetivo es vivir placidamente logrando satisfacer las necesidades físicas y psicológicas en su mayor nivel posible, en ese caso de poco nos puede servir seguir leyendo estas líneas. La visión utilista del hombre visto como ‘máquina económica’ (incluso considerando la palabra ‘económica’ no sólo dinerariamente sino en su sentido de satisfacer necesidades), que pretende obtener los medios para vivir feliz, reproducirse y obtener el placer, está absolutamente en otro camino al nuestro. El Mundo como Representación, diría Schopenhauer, es el mundo de la apariencia, de lo superficial y material, que tiene como cúspide a la Ciencia, el conocimiento más perfecto de lo Representativo. Pero tras el Conocimiento se esconde la Utilidad, primera escalera inevitable hacia lo inferior, en plena representación ilusoria de la realidad, para caer por fin en la Felicidad y el Placer como fin único capaz de alcanzarse en ese camino de lo aparente. Cuando a alguien se le pregunta cual es su objetivo en la vida, cada vez son más los que contestan “ser felices” y la esencia de esa ‘felicidad’ es la ausencia de dolor, el cumplimiento de las necesidades (las ‘utilidades’) y la Posesión de elementos representativos, materiales, capaces de dar ese placer. Y en todo caso satisfacer necesidades psicológicas como seguridad y autoaprecio, sin ninguna referencia a cumplir algún Deber o mejorar su Calidad humana.

Frente a ese camino al centro de lo material, hay otra forma de entender el desarrollo personal, lo que Schopenhauer llamó “La Voluntad”, que implica la comprensión de lo perecedero de todo lo Representativo, y pretender una acción trascendente, algo que nos eleve sobre lo humano. Es la Lucha como camino Heroico, no egoísta ni útil. Cuando un humano acepta que su vida tiene como objetivo su elevación a Persona, acto jamás acabado, una lucha permanente entre las tendencias al Placer de lo superficial, y la Voluntad de Sobrehumanidad, es en ese momento donde se necesita a Wagner. Héroe no es quién acomete actos extraordinarios sino quien acomete su propia vida como un acto contrario al Egoismo utilista. El acto heroico es un desplante de la Voluntad a la Utilidad, y siempre es un acto TRÁGICO. El Sentimiento y el Arte forman ese camino a la esencia real interna, frente a las apariencias de los hechos materiales. Así pues podemos asumir en nuestra vida un objetivo ‘normal’, ‘representativo’, o bien pretender asumir la construcción de la Persona, el camino heroico contra el ‘poseer’ y el placer material, y de alguna forma ,en ese caso, asumir la Tragedia como esencia de la vida superior. Para quien recuerde ‘Sigfried’, Fafner ‘posee’ el Oro, y esa Posesión le ‘hace feliz’, duerme y descansa porque ‘lo tiene todo’ en su posesión de lo material. Esa es la felicidad ‘humana’ del que no busca ser persona.

La tragedia como esencia de la persona

Hoy en día lo ‘heroico’ no es el acto singular de valor sino asumir la vida como un acto Trágico. De alguna forma el debate está entre lo Vulgar y lo Trágico, entre la Utilidad y lo Heroico, entre Representación y Voluntad. Una persona actual tiene la posibilidad de orientar su vida a lo ‘util’, o sea a esforzarse en cumplir sus necesidades y deseos. El Sentido Trágico de la Vida es superar esa tentación y orientar la vida contra el egoismo, en la seriedad y la superación. Y este camino es una Tragedia en sí mismo. No hay que entender ‘lo trágico’ como triste o pesimista, significación salida precisamente de la visión utilista de la vida. Para el utilismo todo lo que es heroico es doloroso, implica una renuncia al placer inmediato de lo material, de alguna forma es ‘triste y pesimista’. Lo Trágico siempre significa en parte Dolor, renuncia al placer que da la Posesión y cumplimiento de los egoismos. Pero no significa tristeza en absoluto.

Calderón escribe jocosamente: “Bienaventurado el que vive engañado”, que es la expresión máxima de la Representación, de la ‘utilidad’. Quien asume la esencia y no se deja engañar por la representación superficial, aparente, de la vida, está condenado a no ser ‘féliz’, a sufrir, pues la felicidad de ‘lo vulgar’ se basa fundamentalmente en vivir engañado (en el ‘dormir’ de la posesión de Fafner), en no profundizar, en engañar la esencia de la persona con argumentos de utilidad superificial. Una vez me decía un amigo “Si mi esposa me engaña no quiero saberlo, pues así no tendré sufrimiento”. O dicho más duro: Si no conozco lo ‘trágico’ podré disfrutar de lo ‘cómico’. Si bloqueo mi sensibilidad profunda podré disfrutar de las apariencias alegres de los bienes, de los placeres instantáneos que da la posesión frente a la tragedia que da el Sentimiento. Poseer da un instante de placer, sentir da una esencia superior, pero a la vez abre la conciencia al sufrimiento, a lo trágico. Placer frente a Deber, lo Cómico frente lo Trágico.

Unamuno escribió “El Sentido Trágico de la Vida”, un libro para expresar este camino “la vida es tragedia, y la tragedia es perpetua lucha, sin victoria ni esperanza de ella”. De alguna forma la muerte marca el fin de lo trágico… ‘la vida es tragedia’ pero la muerte es la confirmación del valor de la Tragedia frente a lo Cómico. Si no aprovechamos ese destello de vida entre dos vacios, si no tenemos Voluntad de Poder en ese segundo de vida personal, el significado de esa vida es jocoso, es Cómico, somos nada y vamos a la nada. Sólo el sentido Trágico, el esfuerzo por ser Sobre-Hombres puede dar sentido a ese instante de vida. Darle sentido por el placer y la utilidad de lo representativo es rebajar nuestra calidad humana. Para Schopenhauer el sentido trágico se resume en la renuncia, en eliminar los deseos egoístas. Para Nietzsche en la Voluntad de Poder, en superarse mediante la Voluntad. El egoísmo para Nietzsche no es imponer la voluntad propia sino orientar esa voluntad a lo bajo y miserable en vez de usarla para un Poder y una superación. Para la Religión la Tragedia es la Compasión por el dolor del mundo. Cada cual trata de buscar una solución a su tragedia personal. Es en este sentido que la Tragedia es la esencia pura del Arte, es la forma extrema de hacer surgir los sentimientos más profundos y menos egoistas, menos útiles.

Y la Política, no la ‘política’ miserable de lo inmediato, debe ser un acto Heróico para dar a todos la posibilidad del Arte de lo Trágico. O sea establecer las condiciones materiales y sociales que permitan a cada hombre de la comunidad poder desarrollar, si quiere, su personalidad y rebelarse contra el dominio de su placer material, despertar su sentimiento frente a su deseo de poseer, alcanzar por el Arte la sobre-humanidad. En lo trágico se narran los desplantes de la voluntad sobre el devenir de los hombres. En la Tragedia el Héroe se levanta y mira a la Voluntad que le insulta y lo persigue, está dispuesto a renunciar incluso a la voluntad de vivir por su honor (su Voluntad de superación). El Héroe con ello no sólo redime sus culpas individuales, sino que combate además el rebajamiento vulgar de la humanidad, nos enseña el camino de redención.

Fuentes