Conspiración Paz del Manganeso

Conspiración Paz del Manganeso
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Fecha:6 de febrero al 30 de agosto de 1890
Lugar:Santiago de Cuba, Bandera de Cuba Cuba
Descripción:
Conspiración para intentar reanudar la guerra por la independencia de Cuba
Ejecutores o responsables del hecho:
Connotados veteranos de la Guerra Grande

Conspiración Paz del Manganeso. Denominación peyorativa dada por la prensa integrista de la época al fracaso de un intento por reanudar la guerra por la independencia de Cuba, encabezado por el mayor general Antonio Maceo. Ocurrida entre el 6 de febrero al 30 de agosto de 1890. La idea general del desencadenamiento de la guerra consistía en combinar un asalto sorpresivo a las principales fortificaciones de Santiago de Cuba, con el alzamiento armado de connotados veteranos de la Guerra Grande y la llegada de expediciones conducidas por otros. Los preparativos fueron descubiertos por las autoridades colonialistas, y Maceo fue detenido y obligado a salir de la Isla, con lo que se frustró la intentona. La prensa colonialista atribuyó el fracaso a la negativa de los propietarios de las minas de manganeso de apoyar el movimiento.

Historia

Hacia finales de 1889, el mayor general Antonio Maceo había solicitado autorización a las autoridades españolas para viajar a la Isla, con el pretexto de liquidar las propiedades de su madre, a lo que accedió el capitán general, Manuel Salamanca Negrete. Tan virulenta fue la reacción de los integristas a la admisión de Maceo en la Isla, que no pocos autores atribuyen el deceso de Salamanca, ocurrido el 6 de febrero, un día después del arribo de Maceo a la capital cubana, a un brebaje mortal que le administraron sus detractores.

El Titán de Bronce partió de Port au Prince el 29 de enero de 1890 en el vapor Manuelita y María, y al día siguiente arribó a Santiago de Cuba, donde, sin bajar a tierra, se entrevistó con Flor Crombet y otros patriotas. Esa misma noche zarpó con destino a La Habana pero haciendo escalas en Baracoa, Gibara y Nuevitas, donde el general Antonio recibió la visita de irreductibles patriotas. Por fin la nave llegó a la capital cubana el 5 de febrero, donde el ilustre pasajero se alojó en el hotel Inglaterra, vigilado estrechamente por la policía secreta y custodiado por los jóvenes de la Acera del Louvre. Desde aquel lugar, Maceo desplegó una intensa actividad conspirativa en la que, enmascarando sus propósitos en homenajes, recepciones y cabalgatas, y con la participación de otros patriotas, movilizaba las fuerzas de la Revolución para un nuevo levantamiento armado en pos de la independencia.

Una tarea relevante fue asignada al doctor Alberto Ortiz, quien debía reunir 40 000 pesos y remitirlos a Máximo Gómez y otros patriotas para financiar expediciones que llegarían a Cuba el 10 de octubre, fecha fijada por Maceo para el levantamiento.

La caída del gobierno liberal de Sagasta en España y el ascenso al poder de los conservadores liderados por Cánovas del Castillo, cambió drásticamente la situación, pues este último designó como capitán general de la Isla a Camilo Polavieja, de triste recordación para los cubanos. Ante el desfavorable sesgo que tomaban los acontecimientos, Maceo dejó a Julio Sanguily al frente del levantamiento en occidente y partió de inmediato desde Batabanó hacia Santiago, adonde llegó el 25 de julio. Dos días más tarde precisó sus planes con Guillermón Moncada, Quintín Bandera y otros veteranos, después de lo cual estos partieron hacia Palma Soriano, Jiguaní, El Cobre, Guantánamo y otros poblados a fin de alertar a los jefes locales sobre la inminencia del alzamiento.

En tal situación, el 29 de julio, en un banquete en su honor celebrado en el hotel Venus, el joven José de Jesús Hernández se atrevió a decir que: “Cuba llegaría a ser, fatalmente, por la fuerza de las circunstancias, una estrella más de la constelación americana”, a lo que Maceo replicó: “Creo, joven, aunque me parece imposible, que ese sería el único caso, en que, tal vez, estaría yo al lado de los españoles”. La red conspirativa se hacía cada día más densa, pero más ostensible. En Manzanillo, Bayamo, Gibara, Baire, El Caney, Jiguaní, El Cobre, Baracoa y Holguín esperaban la señal de alzamiento.

Ya para ese momento Maceo disponía de los planos de los cuarteles y fortalezas de Santiago, y se proponía atacar simultánea y sorpresivamente los cuarteles Mercedes, Príncipe Alfonso, Concha y el de artillería, así como el Castillo del Morro, con la ayuda de personal que prestaba servicios en esos enclaves. Al mismo tiempo se haría otro tanto en El Cristo, se levantarían barricadas en Santiago y sería asaltada la guarnición de la mina de Juraguá para apoderarse del armamento y los explosivos allí depositados e incorporarlos a la lucha.

El alzamiento

Todo estaba en marcha y el 5 de agosto se fijó la madrugada del 8 de septiembre como fecha para el alzamiento, a fin de aprovechar la festividad de la Virgen de la Caridad para enmascarar un tanto los últimos movimientos de los patriotas. Sin embargo, los servicios de inteligencia españoles no permanecían ociosos ante los preparativos de separatistas tan connotados, al extremo de que Polavieja fue alertado cuando hacía escala en Puerto Rico.

Deportación de Antonio Maceo

El nuevo capitán general se apresuró en llegar a su destino y el 24 de agosto arribaba a La Habana. Una vez asumido el cargo, Polavieja reaccionó con energía y, apenas 40 horas después de su arribo, dictaba al gobernador de Santiago una orden de expulsión contra Maceo, con instrucciones precisas de dársela a conocer pocas horas antes de que zarpara el buque en que debía marcharse, de manera que no tuviera tiempo para intentar nada y, al mismo tiempo, tomó medidas de seguridad extremas, especialmente en la capital oriental.

Maceo, alojado en el hotel Lassus, intentó forzar los acontecimientos enviando mensajes, para adelantar el alzamiento, pero resultaba evidente que ya los españoles estaban apercibidos. Se había perdido la relativa sorpresa en que se basaba la médula de su plan, y el general, ante las dilaciones de muchos de los comprometidos con el levantamiento, decidió abortarlo antes que marchar a un sacrificio estéril. El 29 por la tarde, el celador de policía comunicó a Maceo la orden de Polavieja y ocupó el hotel con un nutrido grupo de policías. A la mañana siguiente el gobernador civil de Santiago fue personalmente a buscar a Maceo para conducirlo en compañía de su esposa, María Magdalena Cabrales, hasta el muelle donde lo embarcó en el vapor Cienfuegos con destino a Kingston (Jamaica).

Arresto de otros complotados

Polavieja dio entonces la orden de arrestar a los principales complotados. Fueron desterrados Pedro Castillo y Ángel Guerra; otros lograron escapar al exterior, entre ellos Flor Crombet, coyuntura que aprovechó la prensa reaccionaria para desatar una campaña difamatoria en la que acusaron a Maceo de haber delatado a Flor, y atribuir el fracaso del movimiento al temor de los propietarios de las minas de hierro y manganeso de ver destruidas sus propiedades por la guerra, razón por la cual el hecho se conoció como la Paz del Manganeso.

Véase también

Fuente

  • Colectivo de autores, Historia Militar de Cuba (1510-1868), Centro de Información para la Defensa, MINFAR. Consultado el 7 de octubre de 2010.