Defensas del organismo

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Defensas del organismo
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Defensas del organismo. El organismo humano se encuentra preparado, mediante las adecuadas defensas, para afrontar las infecciones provocadas por agentes patógenos. Pero en ocasiones, estas defensas deben ser apoyadas por otras mediadas que tienen como objetivo prevenir la infección, caso de las vacunas o de los métodos higiénicos, o bien, si la infección ya es un hecho, la de curar mediante medicamentos los síntomas de la enfermedad. Nuestro organismo tiene preparadas sus defensas las 24 horas del día. ¡Alerta! En el exterior hay sustancias y microorganismos que pueden invadirnos. Tu cuerpo pone en marcha sus mecanismos de defensa y lucha contra los invasores en varios frentes.

Barreras de defensa

Los humanos, y también otros animales, poseemos una serie de barreras de defensa que impiden la entrada de agentes dañinos. Estas barreras se denominan:

  • Externas: como la piel o las mucosas, que están en contacto con el exterior. Funcionan como un muro que impide el paso de agentes externos.
  • Internas: se localizan dentro del organismo, como los macrófagos o los linfocitos.

Atendiendo a la acción que tienen las barreras de defensa, se pueden clasificar en:

  • Inespecíficas: como las lágrimas, que atacan a cualquier tipo de agente.
  • Específicas: como las inmunoglobulinas, que están elaboradas para un agente concreto.

Atendiendo al modo de aparición, las barreras de defensas pueden ser:

  • Innatas: se originan en el desarrollo embriológico del individuo, con independencia de la presencia de antígenos.
  • Adquiridas: sólo se forman cuando aparece un antígeno, como ocurre en el caso de formación de inmunoglobulinas.

Las primeras barreras de defensa

El enemigo intenta penetrar en el castillo; las murallas que lo rodean y los soldados tratan de impedirlo. Igual que un castillo, tu cuerpo dispone de una primera línea de defensa formada por barreras y sustancias que detienen a los invasores. La piel es una cubierta que separa el interior de tu cuerpo del ambiente exterior. Es como una muralla que lo defiende y protege. Además, el sudor y otras sustancias presentes en la superficie de la piel ayudan a impedir que microorganismos o sustancias extrañas puedan penetrar y dañar tu organismo. Los enemigos buscan otras puertas por donde penetrar. La nariz, la boca o los ojos pueden ser accesos de entrada de sustancias dañinas o microorganismos. Sin embargo, también aquí hay barreras que los detienen.

  • El moco que producen las células que recubren tu nariz, la tráquea y los bronquios, limpia el aire que respiras. En él hay sustancias que matan los microorganismos. Al toser o estornudar se expulsa el moco al exterior.
  • La saliva que se produce en tu boca también tiene sustancias que actúan sobre los gérmenes o las sustancias dañinas. Si los microorganismos burlan tus defensas y consiguen llegar a tu estómago, los jugos ácidos acabarán allí con la mayoría de ellos.
  • Las lágrimas limpian tus ojos y contienen sustancias que también combaten los gérmenes.

El ejército de células que defienden tu cuerpo

Se ha derribado la puerta de entrada al castillo. El enemigo penetra en su interior. Un gran número de soldados acuden con rapidez para combatirlos. Si a pesar de las primeras barreras de defensa, los gérmenes consiguen penetrar en tu organismo, tu cuerpo cuenta con células capaces de defenderte. Conozcamos algunos de los elementos que defienden nuestro organismo: los leucocitos o glóbulos blancos. Los leucocitos son células de la sangre. Se forman en el interior de algunos huesos, en el timo, en el bazo y en los ganglios linfáticos, y después pasan a la sangre. Existen varios tipos de leucocitos, aunque aquí solo vamos a hablar de tres, los neutrófilos, los monolitos y los linfocitos. Los neutrófilos y los monocitos acuden y combaten a los microorganismos con mucha rapidez. Los linfocitos B y T son más especializados y actúan más despacio. Cuando los microorganismos invaden un tejido, las células de tu cuerpo son atacadas y dañadas por los gérmenes. A continuación, se producen ‘señales’ que atraen a los leucocitos a este lugar. Los neutrófilos y los monocitos abandonan la sangre y penetran en los tejidos capturando y destruyendo los gérmenes, las sustancias extrañas o las células muertas. Cuando los monocitos abandonan la sangre y penetran en los tejidos reciben el nombre de macrófagos. En la sangre existen otros leucocitos, los linfocitos B y T, cuya respuesta a la invasión es más lenta. Cada linfocito actúa solo sobre un microorganismo o sustancia extraña determinada.

Linfocito T

Cuando un linfocito T reconoce una sustancia extraña o un microorganismo, se multiplica para formar más linfocitos T que ataquen a este invasor. Al entrar en contacto con el enemigo, estos linfocitos liberan unas sustancias que los destruyen. Otra misión de los linfocitos T es alertar a los linfocitos B de esta invasión. Los linfocitos B van a producir unas proteínas llamadas anticuerpos. Estos anticuerpos se unen a los microorganismos o a las sustancias extrañas y los destruyen o los marcan para que otras células los eliminen. Cada anticuerpo actúa sobre un microorganismo o una sustancia extraña determinada. Cuando un germen invade por primera vez tu cuerpo, se producen anticuerpos contra él. La información necesaria para crear estos anticuerpos se guarda en la ‘memoria’ de algunos linfocitos, de manera que ante una nueva infección los anticuerpos se producen con mucha rapidez.

¿Qué es el sistema inmunológico?

El sistema inmunológico o sistema inmunitario es el nombre que reciben todos los mecanismos de defensa que hemos descrito. El sistema inmunológico defiende tu cuerpo de la invasión de microorganismos o sustancias extrañas que pueden causar alguna enfermedad.

¿Qué ocurre cuando las defensas funcionan mal?

Hay varias enfermedades que afectan a los mecanismos de defensa de tu cuerpo. Estas enfermedades pueden hacer que tus defensas sean más débiles y que tu organismo pueda ser atacado por gérmenes o sustancias extrañas con más facilidad. Por ejemplo, en el SIDA o síndrome de inmunodeficiencia adquirida, un virus, el VIH, ataca un tipo de linfocitos T. Estos linfocitos no pueden defender nuestro organismo, y la persona sufre la invasión de gérmenes a los que antes podía vencer y contra los que ahora no puede hacer nada.

¿Dónde se forman las células del sistema inmunitario?

Las células del sistema inmunitario que protegen tu organismo se forman en distintas zonas de tu cuerpo, como la médula ósea roja, los ganglios linfáticos, el timo o el bazo. La médula ósea roja es un tejido que está en el interior de los huesos, sobre todo en los extremos de los huesos largos y en los huesos planos y cortos. Los ganglios linfáticos son unas estructuras redondeadas de diferentes tamaños de tejido linfoide que están distribuidos por todo tu organismo. Las amígdalas son unas masas redondeadas de tejido linfoide que están en la parte posterior de la boca. El bazo es un órgano de color rojo que está en el abdomen cerca del estómago y el timo es una glándula que está en el cuello.

Fuentes