Diplomacia

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Historia de la Diplomacia
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Concepto:Ciencia dedicada al estudio y práctica de las relaciones internacionales entre Estados; conjunto de personas e instituciones que intervienen en esas relaciones. Es la habilidad, sagacidad y disimulo que posee una persona.

Diplomacia. Conjunto de procedimientos e instituciones que los Estados emplean para relacionarse entre sí. El concepto diplomacia reviste distintas acepciones de acuerdo al mayor o menor grado de inclusión de objetivos y prácticas que a través de ella se desarrollan.

Concepto

De acuerdo con autores entendidos en la materia, la definen como:

  • El manejo profesional de las relaciones entre soberanos Cohen.
  • Sentido común y comprensión aplicados a las relaciones internacionales. La aplicación de la inteligencia y el tacto a la dirección de las relaciones oficiales entre Gobiernos de Estados independientes Nicolson.
  • La conducción de las relaciones internacionales por negociación, más que por la fuerza, la propaganda, o el recurso del derecho, y por otros medios pacíficos – como recabar información o generar buena voluntad- que están directa o indirectamente diseñados para promover la negociación. Una actividad esencialmente política y una institución del sistema internacional Berridge.
  • El conjunto de reglas y métodos que permiten a un Estado instrumentar sus relaciones con otros sujetos del derecho internacional, con el doble objeto de promover la paz y cultivar una mentalidad universal fomentando la cooperación con dichos sujetos en los más diversos campos Cantilo.

Origen

A lo largo del siglo XVIII, los documentos diplomáticos empezaron a ser aquéllos que se referían en exclusiva a las relaciones internacionales. Asimismo se empleaba la expresión cuerpo diplomático para referirse al conjunto de embajadores, enviados y funcionarios asignados en el extranjero. En 1796 el filósofo británico Edmund Burke criticó a los franceses por su diplomacia ambivalente durante las Guerras Napoleónicas. Desde entonces el término diplomacia se circunscribe al ámbito de la política internacional y de los asuntos exteriores.

Evolución inicial

La primera civilización que desarrolló un sistema diplomático disciplinado fue la antigua Grecia. Se enviaban embajadores y misiones especiales de ciudad en ciudad para transmitir mensajes, avisos o presentes y para defender los intereses de un pueblo frente a los gobernantes de otras ciudades. Sin embargo, estas misiones diplomáticas eran ocasionales y esporádicas.

La decadencia de Grecia y el nacimiento del Imperio romano dieron nuevo sentido al sistema diplomático. Roma instrumentalizó su diplomacia al servicio de las conquistas y anexiones territoriales de otros pueblos. Hasta más de mil años después de la caída del Imperio romano los europeos no se sintieron miembros de diferentes naciones sino integrados en pequeños núcleos sociopolíticos dependientes de un señor feudal. Aunque esporádicamente debieron surgir relaciones entre los dominios feudales locales, no existen pruebas de la existencia de actividad diplomática durante la edad media. En Asia oriental la situación de la diplomacia era similar a la descrita para el caso europeo durante la dominación romana. En China imperial se consideraba el centro del mundo, el reino del medio. La existencia de los demás Estados sólo se consentía mientras éstos tributasen de manera efectiva o nominal al Imperio chino.

La diplomacia durante el renacimiento

La diplomacia moderna tiene su origen en el renacimiento. A principios del siglo XV aparecieron en la actual Italia algunas ciudades Estado, pero ninguna tenía una clara preponderancia y todas temían ser conquistadas por las demás. La mayor parte de los gobernantes de estas ciudades habían llegado al poder mediante la violencia y la astucia. Dado que no podían contar con la lealtad de sus súbditos estos gobernantes intentaban conservar su fidelidad mediante la conquista y el pillaje en el extranjero. Perseguían cualquier oportunidad de aumentar su poder y acrecentar sus dominios por lo que la relación de poderes en la península Itálica les preocupaba de forma frecuente. Aunque la diplomacia del renacimiento fue especialmente violenta y amoral las ciudades Estado italiana desarrollaron una serie de instituciones y mecanismos que todavía perduran; crearon un sistema de embajadores permanentes que defendían los intereses de su Estado mediante la observación, los informes y la negociación, cada Estado tenía un departamento de asuntos exteriores que analizaba los informes escritos de los embajadores, les enviaba instrucciones, asesoraba en la definición de la política exterior y conservaba enormes archivos, desarrollaron un elaborado sistema de protocolos, privilegios e inmunidades para los embajadores que ellos y sus colaboradores tenían derecho a entrar, circular y salir libremente de los otros Estados y no se podían aplicar las leyes locales para impedir que un embajador llevara a cabo sus deberes, aunque se podía acusar a los embajadores en el caso de la comisión de un delito grave como el robo o el asesinato. Es en este período que apareció el concepto de extraterritorialidad. Este principio establecía que el espacio físico ocupado por una embajada debía ser entendido como territorio soberano del Estado al que representaba y que cualquier persona o cosa que estuviese dentro del recinto de la embajada se hallaba bajo la jurisdicción de las leyes del país representado.

La diplomacia entre los Estados Europeos

La aparición en el siglo XVII del Estado moderno, identificado como nación Estado, provocó el nacimiento de las ideas de interés nacional y de equilibrio político. El primer concepto establecía que los objetivos de un Estado debían basarse en el interés nacional y no en factores personales como la ambición, la rivalidad, los sentimientos, la religión o los prejuicios. Un ejemplo de interés nacional sería asegurar el acceso a ciertas materias primas. La teoría del equilibrio político se fundamenta en el interés general por mantener el sistema de estados mediante la búsqueda de un equilibrio de poder entre aquéllos más poderosos. Pronto resultó claro que la diplomacia podía utilizarse para conseguir ambos objetivos. La existencia de grandes potencias se convirtió de forma progresiva en característica principal de la política internacional. Aunque desapareciesen pequeños países, como ocurrió con Polonia tras los sucesivos repartos de su territorio durante el siglo XVIII, las grandes potencias intentaban mantener sus relaciones sin amenazar la existencia de sus rivales. Al mismo tiempo, los diplomáticos europeos estaban cada vez más profesionalizados y mejor formados. El lado más sórdido de la diplomacia, los sobornos, las mentiras y los engaños, fue reemplazado poco a poco por un código ético de conductas esperadas y aceptables.

El sistema diplomático europeo recibió su primer golpe cuando Napoleón Bonaparte intentó dominar Europa a principios del siglo XIX. Después de la derrota de Napoleón se restauró el antiguo sistema de equilibrio y no hubo más guerras importantes en Europa durante los siguientes 100 años. Mientras tanto, las embajadas europeas en el Lejano Oriente se encontraban con la misma respuesta que China siempre había dado a cualquier esfuerzo diplomático anterior: China no establecería relaciones con Occidente.

En 1914 Europa se vio sacudida por la I Guerra Mundial y el conflicto acabó con la reputación del sistema diplomático europeo, en tanto que la diplomacia secreta mantenida por la mayoría de los estadistas había sido una de sus detonantes. El presidente estadounidense Thomas W. Wilson se convirtió en el máximo defensor de una diplomacia abierta cuyos objetivos prioritarios deberían ser el mantenimiento de la seguridad colectiva y el equilibrio político internacional.

En lugar del antiguo sistema, Wilson propuso una nueva diplomacia que describió en sus catorce puntos. Los borradores de los pactos públicos se decidirían en conferencias internacionales en las que las pequeñas y grandes potencias participarían en grado de igualdad. Para mantener la paz se harían coincidir las fronteras nacionales con las étnicas. Todos los miembros de la comunidad internacional se comprometerían a defender estas fronteras frente a cualquier nación que pretendiera cambiarlas por la fuerza. Los países buscarían el interés común en vez del interés nacional y someterían sus conflictos al arbitraje internacional para su resolución pacífica.

Muchas de las ideas de Wilson se incluyeron en el Tratado de Versalles de 1919 y en la Sociedad de Naciones. Sin embargo, después que Estados Unidos rechazase su ingreso en la Sociedad y volviese a su tradicional política aislacionista, los Estados europeos reiniciaron el sistema de equilibrio político y la defensa de los intereses nacionales mediante diplomáticos profesionales.

Durante la II Guerra Mundial, el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt intentó de nuevo establecer un nuevo tipo de diplomacia. Pero él y el primer ministro británico Winston Churchill construyeron el orden internacional de la posguerra mediante tratados con el máximo dirigente soviético, Stalin, que seguían la antigua escuela europea en vez de las nuevas ideas contenidas en la Carta del Atlántico y en la Organización de las Naciones Unidas. Aunque la ONU es aún un símbolo de lo que debería ser un nuevo sistema diplomático, éste no siempre ha sido seguido por las potencias internacionales. Pese a las críticas recibidas por su incapacidad para resolver determinados conflictos internacionales, cabe contemplar la labor pacificadora y de equilibrio entre grandes potencias y países pequeños que ha llevado a cabo la ONU, que ha celebrado sus 66 años de existencia.

La Asamblea General de la ONU, en la que son mayoría los pequeños países, permite la existencia de un foro público mundial, abierto a la discusión de los problemas que presentan los países de la comunidad internacional.

El lenguaje de la diplomacia

Hasta el siglo XVII el latín fue el lenguaje de la diplomacia; a partir de este siglo, el idioma francés se convirtió en la lengua diplomática a causa de la hegemonía francesa en Europa, su precisión y su uso en las cortes europeas. La entrada de Estados Unidos en la I Guerra Mundial determinó el posicionamiento del inglés como la segunda lengua de la diplomacia. Durante el periodo de entreguerras, los documentos de la Sociedad de Naciones se redactaban en inglés y en francés. Después de la II Guerra Mundial los fundadores de la ONU intentaron implantar un sistema de cinco idiomas. En todas las reuniones de la ONU se traduce de forma simultánea al francés, inglés, ruso, español y chino. Al redactar tratados o convenciones las partes escogen un idioma, que suele ser francés o inglés, para que sirva de base en las discusiones sobre significados o interpretaciones.

Enlaces externos

Fuentes

  • Miguel D’stefano Pissani. Libros de Esquemas del Derecho Internacional Público. Cuba.
  • Wikipedia, la enciclopedia libre