El amor es un demonio (película)

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El amor es el demonio
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Drama, Biografía | Bandera de Inglaterra Inglaterra
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Es una película que narra la vida del pintor Francis Bacon
NombreEl amor es el demonio. Estudio para un retrato de Francis Bacon
Otro(s) nombre(s)Love is the Devil. Study for a Portrait of Francis Bacon
Estreno1998
GuiónJohn Maybury
DirectorJohn Maybury
Dirección de FotografíaJohn Mathieson
Reparto
Derek Jacobi


Daniel Craig
Anne Lambton
Karl Johnson
Annabel Brooks
Adrian Scarborough


Tilda Swinton
ProductoraBBC Films / British Film Institute / The Arts Council / Première Heure / UPLINK Company
PaisBandera de Inglaterra Inglaterra

El amor es el demonio. Es una película que retrata la vida y obra del pintor británico Francis Bacon (1909-1992).

Sinopsis

En los años 70, Francis Bacon se dirige a París para la gran muestra de arte en el Grand Palais. Supone un gran triunfo en su trayectoria, ya que el único inglés que lo había conseguido hasta entonces era William Turner.

Un joven llamado George Dyer se cuela en su casa para robarle y comienza una tórrida relación con él convirtiéndose en su máxima inspiración. Provienen de esferas totalmente distintas y su relación es complicada y un tanto extraña. Dyrer perderá la cabeza en la exposición del Grand París y sus decisiones supondrán un gran golpe y un final más que trágico.

Reparto

Críticas

Francis Bacon fue un pintor irlandés que a los 16 años descubrió su condición de homosexual, hecho que su padre le echó de casa. En su juventud comenzó a pintar, siendo Picasso su primer referente, y poco a poco comenzó a obtener celebridad y éxito, incluso una obra suya fue vendida al Museo de Arte Moderno de Nueva York, en 1949. El tema principal de su pintura era la muerte y sus trabajos eran descarnados, oscuros y desgarradores. Mantuvo una relación con George Dyer desde mediados de los 60 hasta 1971, cuando éste se suicidó.

Se trata de una versión libre de una etapa de la vida de Francis Bacon, el cotizadísimo pintor inglés famoso por su reivindicación de la "figura" contra las aguas dominantes del expresionismo abstracto. El período en cuestión abarca la década del 60 y parte de la siguiente, consumidas por el artista en escenarios puntualmente claustrofóbicos: su atelier-hogar, siempre infernalmente desordenado, algunos gays, otros heterosexuales. Más o menos emparentados con las artes visuales, llamativamente divorciados de los fuegos fatuos de la fama y la farándula. Exponer tan llanamente a semejante "celebridad" no sólo inquieta, sino que promueve un contacto mucho más directo con sus obsesiones humanas y artísticas.

Al respecto, el filme se propone cualquier cosa menos ilustrar la vida y obra de su personaje principal. El subtítulo (... estudio para un retrato de Francis Bacon, similar a tantos títulos elegidos por el pintor) sugiere ya otra cosa. Lo que persigue el director son aproximaciones, palpitaciones baconianas y por momentos, las alcanza. Tal vez quepa celebrar el hecho de que no aparezcan obras de Bacon en el filme (consecuencia de la negativa de sus herederos), ya que el director se las rebuscó para evocarlas indirectamente. Y todos esos rostros reflejados en ceniceros o vistos a través de vasos y botellas, con la consiguiente distorsión, dan una medida del proverbial "retorcimiento" baconiano que difícilmente hubiera aportado la filmación de tal o cual pintura original. Otros pantallazos bucean en el sacrosanto instante de la creación. Y lo muestran nervioso, atormentado, obedeciendo ciertamente a una misión, pero a años luz de la alegría y la "liberación" con las que, a menudo ingenuamente, se suele asociar a la creación artística.

Todo empieza cierta noche en la que Dyer se inmiscuye en el atelier de Bacon para cometer un robo. Pero no encuentra nada de valor sino a Bacon que, extasiado, lo invita a compartir sus sábanas. La relación, será el vehículo de brutales contrastes y se convertirá prontamente en una de las principales "figuras" de la obra de Bacon y en la primera víctima de su impiedad. El artista se le someterá en privado y lo despreciará cruelmente en público. Los desprecios se unirán a la drogadicción hasta conformar un cóctel poderoso y terminal. Más allá de los desnudos y el vocabulario, El amor es el diablo no es un film apto para todo público. Desordenado, decididamente no lineal, algo engorroso, corre el serio riesgo de asemejarse a una pesadilla torturante.

Fuentes