El esoterismo de Dante

El esoterismo de Dante
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Dante indica de una manera muy explícita que hay en su obra un sentido oculto, propiamente doctrinal, del que el sentido exterior y aparente no es más que un velo, y que debe ser buscado por aquellos que son capaces de penetrarle.
Título originalEl esoterismo de Dante
Autor(a)(es)(as)René Guénon
Editorial:PAIDÓS IBÉRICA
Corrección:Orientalia
Edición2005
Primera edición1925
ISBN978-844-931-784-2
PaísBandera de Argentina Argentina

El Esoterismo de Dante. Libro realizado por el escritor Francés Réne Guénon en 1925 donde proyecta en esta obra una luz inesperada sobre un aspecto de la obra de Dante que es propiamente esotérico e iniciático. Dante fue, sin duda, algo muy distinto al genio literario que tanta admiración despierta, y es evidente que muchas cosas, por no decir muchos tesoros, quedan todavía por descubrir en lo que René Guénon ha llamado con razón «el testamento espiritual de la Edad Media».

Sinopsis

En este libro, tan breve como suculento, René Guénon corrige los errores de quienes no habían hecho sino entrever el sentido profundo de la obra de Dante y, a la vez, proporciona una explicación enteramente nueva de múltiples puntos que los exegetas del autor de La Divina Comedia jamás habían podido resolver de forma satisfactoria. Sin la pretensión de ser exhaustivo sobre un tema que podría resultar inagotable, Guénon proyecta así una luz inesperada sobre un aspecto de la obra de Dante que es propiamente esotérico e iniciático. Dante fue, sin duda, algo muy distinto al genio literario que tanta admiración despierta, y es evidente que muchas cosas, por no decir muchos tesoros, quedan todavía por descubrir en lo que René Guénon ha llamado con razón «el testamento espiritual de la Edad Media».

Argumento

El poeta va más lejos todavía, puesto que declara que todas las escrituras, y no sólo las escrituras sagradas, pueden comprenderse y deben explicarse principalmente según los cuatro sentidos: «si possono intendere e debbonsi sponere massimamente per quattro sensi». Por lo demás, es evidente que estas significaciones diversas no pueden en ningún caso destruirse u oponerse, sino que deben al contrario completarse y armonizarse como las partes de un mismo todo, como los elementos constitutivos de una síntesis única.

Análisis de la obra

  • Sentido aparente y sentido oculto: El hecho de que la Divina Comedia, en su conjunto, pueda interpretarse en varios sentidos, es una cosa que no puede prestarse a ninguna duda, puesto que tenemos a este respecto el testimonio mismo de su autor, ciertamente mejor calificado que todo otro para enseñarnos sobre sus propias intenciones. La dificultad comienza sólo cuando se trata de determinar estas diferentes significaciones, sobre todo las más elevadas o las más profundas, y es también ahí donde comienzan naturalmente las divergencias de los puntos de vista entre los comentadores. Éstos concuerdan generalmente en reconocer, bajo el sentido literal del relato poético, un sentido filosófico, o más bien filosófico-teológico, y también un sentido político y social, pero, con el sentido literal mismo, esto no suma todavía más que tres, y Dante nos advirtió de buscar en ella cuatro, ¿Cuál es pues el cuarto?. Para nos, no puede ser más que un sentido propiamente iniciático, metafísico en su esencia, y al cual se vinculan múltiples datos que, sin ser todos de orden puramente metafísico, presentan un carácter igualmente esotérico. Es precisamente en razón de este carácter por lo que ese sentido profundo ha escapado completamente a la mayoría de los comentadores, y sin embargo, si se le ignora o si se le desconoce, los demás sentidos mismos no pueden ser aprehendidos más que parcialmente, porque él es como su principio, en el que se coordina y se unifica su multiplicidad.
  • La «Fede Santa»: En el museo de Viena se encuentran dos medallas de las que una representa a Dante y la otra al pintor Pierre de Pisa, ambas llevan al reverso las letras F.S.K.I.P.F.T., que Aroux interpreta así: Frater Sacroe Kadosch, Imperialis Pincipatus, Frater Templarius. Para las tres primeras letras, esta interpretación es manifiestamente incorrecta y no da un sentido inteligible, pensamos que es menester leer Fidei Sanctoe Kadosch. La asociación de la Fede Santa, de la que Dante parece haber sido uno de los jefes, era un «Tercer Orden» de filiación templaria, lo que justifica la denominación de Frater Templarius, y su dignatarios llevaban el título de Kadosch, palabra hebrea que significa «santo» o «consagrado», y que se ha conservado hasta nuestros días en los altos grados de la Masonería. Se puede apreciar ya por eso que no es sin razón el hecho de que Dante tome como guía, para el fin de su viaje celeste, a San Bernardo, que estableció la regla de la Orden del Temple; y parece haber querido indicar así que era solo por la mediación de éste como se hacía posible, en las condiciones propias de su época, el ascenso al grado supremo de la jerarquía espiritual. En cuanto al Imperialis Principatus, para explicarlo, uno no debe quizás limitarse a considerar el papel político de Dante, que muestra que las organizaciones a las que pertenecía eran entonces favorables al poder imperial, es menester precisar además que el «Sacro Imperio» tiene una significación simbólica, y que hoy todavía, en la Masonería escocesa, los miembros de los Consejos Supremos son calificados de dignatarios del Sacro Imperio, mientras que el título de «Príncipe» entra en las denominaciones de un número de grados bastante grande. Además, los jefes de diferentes organizaciones de origen rosacruciano, a partir del Siglo XVI, han llevado el título de Imperator, hay razones para pensar que la Fede Santa, en los tiempos de Dante, presentaba algunas analogías con lo que fue más tarde la «Fraternidad de la Rosa-Cruz», si es que ésta no se deriva incluso más o menos directamente de aquella.
  • Aproximaciones masónicas y herméticas: «El Infierno representa el mundo profano, el Purgatorio comprende las pruebas iniciáticas, y el Cielo es la morada de los Perfectos, en quienes se encuentran reunidos y llevados a su zenit la inteligencia y el amor… La ronda celeste que describe Dante comienza en los alti Serafini, que son los Principi celesti, y acaba en los últimos rangos del Cielo. Ahora bien, se encuentra que algunos dignatarios inferiores de la Masonería escocesa, que pretenden remontarse a los Templarios, y de los que Zerbino, el príncipe escocés, el amante de Isabel de Galicia, es la personificación en Orlando Furioso del Ariosto, se titulan igualmente príncipes, Príncipes de Gracia, que su asamblea o capítulo se nombra el Tercer Cielo, que tienen por símbolo un Paladium, o estatua de la Verdad, revestida como Beatriz de los tres colores verde, blanco y rojo, que su Venerable (cuyo título es Príncipe excelentísimo), que lleva una flecha en la mano y sobre el pecho un corazón en un triángulo, es una personificación del Amor; que el número misterioso nueve, del que “Beatriz es particularmente amada”, Beatriz “a quien es menester llamar Amor”, dice Dante en la Vita Nuova, es también atribuido a este Venerable, rodeado de nueve columnas, de nueve candelabros con nueve brazos y con nueve luces, en fin de la edad de ochenta y un años, múltiplo (o más exactamente cuadrado) de nueve, cuando se supone que Beatriz muere en el año ochenta y uno del siglo».


La identificación de las figuras simbólicas vistas por Dante: la cruz en el cielo de Marte, el águila en el de Júpiter, la escala en el de Saturno. Ciertamente, se puede aproximar esta cruz a la que, después de haber sido el signo distintivo de las Órdenes de caballería, sirve todavía de emblema a varios grados masónicos, y, si está colocada en la esfera de Marte, ¿No es por una alusión al carácter militar de esas Órdenes, su razón de ser aparente, y al papel que desempeñaron exteriormente en las expediciones guerreras de las Cruzadas?

«Según Dante, el octavo cielo del Paraíso, el cielo estrellado (o de las estrellas fijas) es el cielo de los Rosa-Cruz: en él los Perfectos están vestidos de blanco, exponen un simbolismo análogo al de los Caballeros de Heredom, profesan la “doctrina evangélica”, la misma de Lutero, opuesta a la doctrina católica romana»

Ésta es la interpretación de Aroux, que da testimonio de esa confusión, frecuente en él, entre los dos dominios del esoterismo y del exoterismo: el verdadero esoterismo debe estar más allá de las oposiciones que se afirman en los movimientos exteriores que agitan el mundo profano, y, si estos movimientos son a veces suscitados o dirigidos invisiblemente por poderosas organizaciones iniciáticas, se puede decir que éstas los dominan sin mezclarse en ellos, de manera que ejercen igualmente su influencia sobre cada uno de los partidos contrarios.

Es verdad que los protestantes, y más particularmente los Luteranos, se sirven habitualmente de la palabra «evangélica» para designar su propia doctrina, y, por otra parte, se sabe que el sello de Lutero llevaba una cruz en el centro de una rosa, se sabe también que la organización rosacruciana que manifestó públicamente su existencia en 1604 (aquella con la que Descartes buscó vanamente ponerse en relación) se declaraba claramente «antipapista». Pero debemos decir que esa Rosa-Cruz de comienzos del Siglo XVII era ya muy exterior, y estaba muy alejada de la verdadera Rosa-Cruz original, la cual no constituyo nunca una sociedad en el sentido propio de esta palabra; y, en cuanto a Lutero, no parece haber sido más que una suerte de agente subalterno, sin duda incluso bastante poco consciente del papel que tenía que jugar, por lo demás, estos diversos puntos nunca han sido completamente elucidados.

«En los cantos XXIV y XXV del Paraíso, se encuentra el triple beso del Príncipe Rosa-Cruz, el pelícano, las túnicas blancas, las mismas que las de los ancianos del Apocalípsis, las barras de cera de sellar, las tres virtudes teologales de los Capítulos masónicos (Fe, Esperanza y Caridad)[34], ya que la flor simbólica de los Rosa-Cruz (la Rosa cándida de los cantos XXX y XXXI) ha sido adoptada por la Iglesia Católica como la figura de la Madre del Salvador (Rosa mística de las letanías), y por la iglesia de Toulouse (los Albigenses) como el tipo misterioso de la asamblea general de los Fieles de Amor.

Estas metáforas ya eran empleadas por los Paulicianos, predecesores de los Cátaros en el Siglo X y el Siglo XI».

Índice

  • Capítulo 1 Sentido aparente y sentido oculto 9
  • Capítulo 2 La «Fede Santa» 17
  • Capítulo 3 Aproximaciones masónicas y herméticas 25
  • Capítulo 4 Dante y el Rosacrucismo 43
  • Capítulo 5 Viajes extraterrenales en diferentes tradiciones 55
  • Capítulo 6 Los tres mundos 65
  • Capítulo 7 Los números simbólicos 73
  • Capítulo 8 Los ciclos cósmicos 87
  • Capítulo 9 Errores de las interpretaciones sistemáticas 107

Datos del autor

Réne Guénon, autor del libro

René Guénon, nació el 15 de noviembre de 1886, en Blois, Francia y falleció el 7 de enero de 1951, El Cairo, Egipto. Figura clave de la historia del esoterismo contemporáneo, autor que suscita adhesiones inquebrantables y rechazos igualmente vehementes, es autor de obras como Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, El reino de la cantidad y los signos de los tiempos, Autoridad espiritual y poder temporal La crisis del mundo moderno, El rey del mundo y La gran tríada, todas ellas también publicadas por Paidós.

Gran estudioso de las doctrinas orientales y de las religiones, se esforzó por aportar a Occidente una visión no simplista del pensamiento oriental, especialmente de la India y por su defensa de las civilizaciones tradicionales frente a Occidente. Destaca su crítica a la civilización occidental desde presupuestos metafísicos y no ideológicos ni políticos. El estudio de sus libros sobre el hinduismo es indispensable para todos aquéllos que quieran profundizar en dicha tradición.

Fuentes

  • Guénon, Réne. El esoterismo de Dante. España : Paidós Ibérica. 2005. 112 pág. ISBN 978-844-931-784-2
  • Artículo: El esoterismo de Dante. Disponible en: Casadellibro. Consultado el 4 de agosto de 2015.

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