Diferencia entre revisiones de «Enrique IV del Sacro Imperio Romano Germánico»

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Se enfrentó al papa [[Gregorio VII]], dando lugar al comienzo de la que se llamaría [[Guerra de las Investiduras]]. Se negó a someterse a Gregorio, quien lo excomulgó en 1076; debió humillarse ante el papa para recuperar la dignidad imperial ([[1077]]). Sus oponentes eligieron rey a Rodolfo de Suabia y a su vez Enrique nombró un antipapa, [[Clemente III]] en [[1080]].  
 
Se enfrentó al papa [[Gregorio VII]], dando lugar al comienzo de la que se llamaría [[Guerra de las Investiduras]]. Se negó a someterse a Gregorio, quien lo excomulgó en 1076; debió humillarse ante el papa para recuperar la dignidad imperial ([[1077]]). Sus oponentes eligieron rey a Rodolfo de Suabia y a su vez Enrique nombró un antipapa, [[Clemente III]] en [[1080]].  
  
En [[1081]] fue coronado Emperador en [[Roma]] y a su regreso a [[Alemania]] en [[1084]] tuvo suficiente poder para ocuparse de los asuntos del Imperio. En [[1088]] su dominio sobre Sajonia era firme y dos años después viajó a [[Italia]] para tratar de frenar la oposición pontificia, aunque no obtuvo los resultados deseados y se vió imposibilitado a abandonar el país hasta [[1097]]. En [[1105]] se rebeló contra él su heredero quien logró derrotarlo al año siguiente. Enrique IV enfermó y falleció poco después. A su muerte tomó el poder [[Enrique V del Sacro Imperio Romano|Enrique V]].  
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En [[1081]] fue coronado Emperador en [[Roma]] y a su regreso a [[Alemania]] en [[1084]] tuvo suficiente poder para ocuparse de los asuntos del Imperio. En [[1088]] su dominio sobre Sajonia era firme y dos años después viajó a [[Italia]] para tratar de frenar la oposición pontificia, aunque no obtuvo los resultados deseados y se vió imposibilitado a abandonar el país hasta [[1097]]. En [[1105]] se rebeló contra él su heredero quien logró derrotarlo al año siguiente. Enrique IV enfermó y falleció poco después. A su muerte tomó el poder [[Enrique V del Sacro Imperio Romano Germánico|Enrique V]].  
  
 
Fue enterrado cinco años después de su muerte en la catedral de Espira, tal como había sido su deseo.
 
Fue enterrado cinco años después de su muerte en la catedral de Espira, tal como había sido su deseo.
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Coronado emperador, Enrique regresó a Alemania en 1084. Allí había surgido un partido papal conducido por el legado Otón, que en adelante sería el más serio enemigo de Enrique durante todo su reinado. En 1085 Otón usó el argumento de la excomunión de Enrique para dificultar la paz con los sajones, en una asamblea que se había reunido para negociar en Gerstingen; extendió la reforma eclesiástica en Sajonia, lo que se convirtió en un arma política contra el emperador cuando los magnates sajones se adhirieron a ella, ya que significaba la restauración de las propiedades eclesiásticas en sus posesiones.
 
Coronado emperador, Enrique regresó a Alemania en 1084. Allí había surgido un partido papal conducido por el legado Otón, que en adelante sería el más serio enemigo de Enrique durante todo su reinado. En 1085 Otón usó el argumento de la excomunión de Enrique para dificultar la paz con los sajones, en una asamblea que se había reunido para negociar en Gerstingen; extendió la reforma eclesiástica en Sajonia, lo que se convirtió en un arma política contra el emperador cuando los magnates sajones se adhirieron a ella, ya que significaba la restauración de las propiedades eclesiásticas en sus posesiones.
 
Pero mientras tanto Enrique consolidó su situación en el resto de Alemania. En un sínodo en Maguncia en 1085 se confirmó la deposición de Gregorio VII y la confirmación en la elección de Clemente III. En este sínodo el emperador hizo extensiva a todo el reino la Paz de Dios, que ya había sido proclamada en Lieja y Colonia en 1081 y 1083. Por primera vez, en 1085 pudo Enrique penetrar en Sajonia en paz y llegar más allá de Magdeburgo, recibido por el margrave de Misnia, Ecberto. Pero allí Enrique comenzó a nombrar obispos para las diócesis sajonas, haciendo reaccionar a los nobles, que en septiembre forzaron al emperador a abandonar el ducado. En 1087 Enrique alcanzó acuerdos con Ecberto de Misnia, que rompió su palabra poco después. Pero el belicoso margrave fue aislado por los propios sajones, deseosos de alcanzar la paz y conservar sus posesiones mediante el reconocimiento de Enrique como Emperador. En 1088 Ecberto fue declarado traidor por una dieta de sajones y su desaparición, unida a la renuncia del anti-rey Hermán de Salm, hizo que la guerra se extinguiese y trajo a Enrique el reconocimiento de los magnates sajones.
 
Pero mientras tanto Enrique consolidó su situación en el resto de Alemania. En un sínodo en Maguncia en 1085 se confirmó la deposición de Gregorio VII y la confirmación en la elección de Clemente III. En este sínodo el emperador hizo extensiva a todo el reino la Paz de Dios, que ya había sido proclamada en Lieja y Colonia en 1081 y 1083. Por primera vez, en 1085 pudo Enrique penetrar en Sajonia en paz y llegar más allá de Magdeburgo, recibido por el margrave de Misnia, Ecberto. Pero allí Enrique comenzó a nombrar obispos para las diócesis sajonas, haciendo reaccionar a los nobles, que en septiembre forzaron al emperador a abandonar el ducado. En 1087 Enrique alcanzó acuerdos con Ecberto de Misnia, que rompió su palabra poco después. Pero el belicoso margrave fue aislado por los propios sajones, deseosos de alcanzar la paz y conservar sus posesiones mediante el reconocimiento de Enrique como Emperador. En 1088 Ecberto fue declarado traidor por una dieta de sajones y su desaparición, unida a la renuncia del anti-rey Hermán de Salm, hizo que la guerra se extinguiese y trajo a Enrique el reconocimiento de los magnates sajones.
Entre 1088 y 1090 el poder de Enrique IV alcanzó su máximo esplendor. En mayo de 1087 había asegurado su sucesión con el nombramiento como rey de su hijo Conrado. Consiguió restaurar su influencia eclesiástica en Baviera y Lorena y fortaleció su posición en la Marca del Norte casando con Adelaida, hija del príncipe de Kiev. Pero desde la llegada al solio pontificio de [[Urbano II]] apareció para el emperador un nuevo adversario que se alió, no sólo con la oposición alemana, sino también con las ciudades lombardas. Fue obra suya que Güelfo, hijo del duque de Baviera, se casase con Matilde de Toscana. También fue obra del papa que en Lombardía la nobleza y el pueblo se uniesen y Milán firmase una alianza con la ciudades vecinas para desprenderse del dominio alemán. Enrique llegó a Italia en abril de 1090 para contrarrestar los efectos de esta peligrosa alianza y en un principio su gestión tuvo éxito, pero la política papal seguía estrangulando los apoyos de Enrique y llevando la traición a su propia familia: en 1093 Conrado se pasó al partido pontificio, casó con la hija de Roger de Sicilia y se puso a la cabeza de la rebelión lombarda, cortando la retirada del emperador. Y aquel mismo año su esposa, sospechado de sus infidelidades conyugales, se refugió junto a Matilde de Toscana, añadiendo su apoyo a los güelfos y retirándoselo al emperador. Así, después de unos éxitos iniciales, Enrique se vio imposibilitado a abandonar Italia, permaneciendo precariamente en Verona entre 1094 y 1097, hasta que la ruptura de la alianza de Matilde de Toscana con los güelfos (1096) y la firma de la paz con el duque de Baviera (1097) vinieron a abrirle el camino de repliegue hacia Alemania.
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Entre 1088 y 1090 el poder de Enrique IV alcanzó su máximo esplendor. En mayo de 1087 había asegurado su sucesión con el nombramiento como rey de su hijo Conrado. Consiguió restaurar su influencia eclesiástica en Baviera y Lorena y fortaleció su posición en la Marca del Norte casando con Adelaida, hija del príncipe de Kiev. Pero desde la llegada al solio pontificio de [[Urbano II]] apareció para el emperador un nuevo adversario que se alió, no sólo con la oposición alemana, sino también con las ciudades lombardas. Fue obra suya que Güelfo, hijo del duque de Baviera, se casase con Matilde de Toscana. También fue obra del papa que en Lombardía la nobleza y el pueblo se uniesen y Milán firmase una alianza con la ciudades vecinas para desprenderse del dominio alemán. Enrique llegó a Italia en abril de 1090 para contrarrestar los efectos de esta peligrosa alianza y en un principio su gestión tuvo éxito, pero la política papal seguía estrangulando los apoyos de Enrique y llevando la traición a su propia familia: en 1093 Conrado se pasó al partido pontificio, casó con la hija de [[Roger de Sicilia|Roger]] de [[Sicilia]]y se puso a la cabeza de la rebelión lombarda, cortando la retirada del emperador. Y aquel mismo año su esposa, sospechado de sus infidelidades conyugales, se refugió junto a Matilde de Toscana, añadiendo su apoyo a los güelfos y retirándoselo al emperador. Así, después de unos éxitos iniciales, Enrique se vio imposibilitado a abandonar Italia, permaneciendo precariamente en Verona entre 1094 y 1097, hasta que la ruptura de la alianza de Matilde de Toscana con los güelfos (1096) y la firma de la paz con el duque de Baviera (1097) vinieron a abrirle el camino de repliegue hacia Alemania.
 
==Últimos años de reinado==
 
==Últimos años de reinado==
 
Durante la estancia en Italia del emperador la debilidad de los señores germanos les había impedido rebelarse de manera efectiva y cuando Enrique regresó a Alemania sólo encontró pequeños disturbios en Suabia, a cuyo duque, Federico, había sido confiado el gobierno del Imperio durante la ausencia de Enrique. Los conatos de revuelta se disolvieron tras la confirmación de Federico en su ducado. En 1098, en una dieta en Maguncia, Enrique, segundo hijo del emperador, fue elegido Rey de Romanos en vez de Conrado. Desde este momento hasta 1104 se desarrolló un insólito periodo de paz en Alemania, síntoma tanto de la debilidad de la nobleza, que por fin reconocía con amplio consenso al emperador, como de éste, que reconoció a los nobles los derechos que ellos reclamaban. Con el papado, sin embargo, la situación no era muy alentadora, porque, aunque tras la muerte del antipapa Clemente III (1100) Enrique manifestó en una dieta en Maguncia (1103) su intención de reconciliarse con el papado, el papa [[Pascual II]], sucesor de Urbano II, mantuvo vigente la excomunión lanzada por su antecesor, lo que hacía que no pareciese haber solución en vida del emperador. Este estado de cosas fue el que determinó su caída.
 
Durante la estancia en Italia del emperador la debilidad de los señores germanos les había impedido rebelarse de manera efectiva y cuando Enrique regresó a Alemania sólo encontró pequeños disturbios en Suabia, a cuyo duque, Federico, había sido confiado el gobierno del Imperio durante la ausencia de Enrique. Los conatos de revuelta se disolvieron tras la confirmación de Federico en su ducado. En 1098, en una dieta en Maguncia, Enrique, segundo hijo del emperador, fue elegido Rey de Romanos en vez de Conrado. Desde este momento hasta 1104 se desarrolló un insólito periodo de paz en Alemania, síntoma tanto de la debilidad de la nobleza, que por fin reconocía con amplio consenso al emperador, como de éste, que reconoció a los nobles los derechos que ellos reclamaban. Con el papado, sin embargo, la situación no era muy alentadora, porque, aunque tras la muerte del antipapa Clemente III (1100) Enrique manifestó en una dieta en Maguncia (1103) su intención de reconciliarse con el papado, el papa [[Pascual II]], sucesor de Urbano II, mantuvo vigente la excomunión lanzada por su antecesor, lo que hacía que no pareciese haber solución en vida del emperador. Este estado de cosas fue el que determinó su caída.

Revisión del 11:12 21 mar 2014

Enrique IV
Información sobre la plantilla
260px
Nacimiento1050
Goslar
Fallecimiento7 de agosto de 1106
Lieja
NacionalidadAlemánBandera de Alemania Alemania
OcupaciónEmperador del Sacro Imperio Romano Germánico
PredecesorEnrique III
SucesorEnrique V
PadresEnrique III e Inés de Aquitania

Enrique IV:(1050-1106). Emperador del Sacro Imperio, nació en Goslar en 1050 y falleció en Lieja el 7 de agosto de 1106. Durante su reinado tuvo lugar la primera parte de la Guerra de las Investiduras.

Síntesis biográfica

Perteneció a la casa de Franconia, hijo de Enrique III y de Inés de Aquitania. En 1054 fue reconocido como heredero del Imperio que recibió a la muerte de su padre en 1056, pero siendo aún menor de edad, la regencia fue asumida por su madre. Esta regencia duró cinco años y medio. En 1063 quedó bajo la tutoría del obispo Anno de Colonia y del arzobispo Adalberto de Bremen, que se convirtieron en los auténticos gobernantes del Imperio. Alcanzó la mayoría de edad en 1065 y a partir del año siguiente prescindió del consejo de sus antiguos tutores y asumiendo el poder. Se casó con Berta de Turín y en 1069.

Lanzó expediciones contra Sajonia y Turingia, derrotó a los [[sajones] en 1071 y fue vencido por ellos dos años después; los venció definitivamente en 1075.

Se enfrentó al papa Gregorio VII, dando lugar al comienzo de la que se llamaría Guerra de las Investiduras. Se negó a someterse a Gregorio, quien lo excomulgó en 1076; debió humillarse ante el papa para recuperar la dignidad imperial (1077). Sus oponentes eligieron rey a Rodolfo de Suabia y a su vez Enrique nombró un antipapa, Clemente III en 1080.

En 1081 fue coronado Emperador en Roma y a su regreso a Alemania en 1084 tuvo suficiente poder para ocuparse de los asuntos del Imperio. En 1088 su dominio sobre Sajonia era firme y dos años después viajó a Italia para tratar de frenar la oposición pontificia, aunque no obtuvo los resultados deseados y se vió imposibilitado a abandonar el país hasta 1097. En 1105 se rebeló contra él su heredero quien logró derrotarlo al año siguiente. Enrique IV enfermó y falleció poco después. A su muerte tomó el poder Enrique V.

Fue enterrado cinco años después de su muerte en la catedral de Espira, tal como había sido su deseo.

Época de las regencias

Cuando asumió la regencia, la emperatriz pudo conservar el poder gracias a la alianza con el Papado, pero tras la muerte del papa Víctor II los nobles de Alemania intentaron recuperar los privilegios de que se habían visto despojados durante el reinado de Enrique III. En 1058 Inés acordó el matrimonio político de su hija Judith con Salomón, heredero del trono de Hungría; un ejército imperial fue enviado para socorrer a Andrés de Hungría contra las aspiraciones de su hermano Bela. El ejército alemán fue severamente derrotado, Salomón se refugió en Alemania, asumiendo Bela la corona de Hungría y el duque de Polonia aprovechó para sustraerse de la obediencia al Imperio.

La debilidad del gobierno de Inés de Aquitania posibilitó el triunfo del golpe de estado del obispo Anno de Colonia, que hizo que la emperatriz le entregase sus poderes: con la connivencia del duque Otón de Baviera y del conde Ecberto de Brunswick, y probablemente apoyado por el duque Godofredo de Lorena, en abril de 1062, Anno se apoderó del rey y de las insignias imperiales y le trasladó a Colonia, tomando el poder en su lugar. Una parte de la educación de Enrique fue confiada al arzobispo Adalberto de Bremen, que fue ganando cada vez mayores cotas de poder, aprovechado los viajes a Italia de Anno y el prestigio que le proporcionó una victoria militar en Hungría.

El gobierno del Imperio

La mayoría de edad de Enrique IV fue declarada el 20 de marzo de 1065, ciñéndose el emperador la espada en Worms. Pero el poder efectivo lo seguía ejerciendo Adalberto, que utilizó la política imperial para su propio beneficio. Por eso en la dieta de Tribum de 1066 los magnates instaron a Enrique a que relevara de su poder al arzobispo. La caída de Adalberto marcó el comienzo del gobierno personal del emperador, pero una enfermedad de Enrique levantó la alarma sobre la sucesión y se apresuró su boda con Berta de Turín, a quien había sido prometido diez años antes. Por aquella época se barajó el asunto de la coronación imperial en Roma, pero la intervención de Godofredo de Lorena contra los normandos hizo perder a Enrique la ventaja que había obtenido como protector de la Santa Sede. En 1069 Enrique intentó divorciarse de su mujer, pero el legado apostólico Pedro Damiano hizo que el rey aceptase a Berta, de la que nunca más intentó divorciarse y que tras el nacimiento de su primer hijo en 1071 se convirtió en persona de confianza y asidua colaboradora del monarca. Enrique IV comenzó a reinar por sí mismo y el primer problema a que tuvo que hacer frente fue mitigar los efectos que las regencias habían causado en Sajonia, donde el poder había sido usurpado por ambiciosos obispos. Primero se ocupó de Sajonia oriental y de Turingia, donde hizo levantar castillos en situaciones estratégicas, tanto para defender el territorio, como para evitar que se formasen coaliciones de nobles en caso de revuelta; completó esta medida mediante la institución de ministeriales para el sur de Alemania y el establecimiento de guarniciones en las fortalezas. Esto trajo el descontento de los nobles sajones, que intuyeron que cualquier oportunidad para incrementar el poder central sería aprovechada por el emperador. No se sabe si Enrique encontró la ocasión o la creó, para acusar al duque de Baviera, Otón de Nordheim, de traición y obligarle a demostrar su inocencia mediante un combate judicial con su acusador, de baja extracción social; el duque de Baviera se negó a someterse a la ordalía y fue privado de sus posesiones en una dieta de nobles sajones en Goslar (1070). Otón encontró refugio en la corte del duque Magno de Sajonia, que a partir de entonces se enfrentó directamente con el emperador. Los rebeldes no pudieron soportar el empuje de los imperiales y se rindieron incondicionalmente en 1071. Otón fue encarcelado durante un año, después del cual se le permitió conservar sus heredades en Sajonia. Tras la fácil victoria, Enrique quiso asegurar su dominio sobre otras zonas y ordenó a los duques de Polonia y Bohemia que se presentasen ante él en Misnia. La desobediencia del duque de Polonia llevó a Enrique a preparar una expedición de castigo, pero en tanto se hacían los preparativos, una conspiración se fraguaba en el este de Sajonia: inspirada en parte por los obispos de Magdeburgo y Halberstadt, en ella tomaron parte los margraves de Misnia y de las marcas del Norte y del Este; Otón de Nordheim también participó. Los planes eran enfrentarse a Enrique antes de que se concentrasen los ejércitos para la campaña contra Polonia. Al emperador le tomó por sorpresa y hubo de refugiarse en el castillo de Harzburgo, pero la aparición de un enorme ejército sajón le forzó a huir la noche del 10 de agosto de 1073. Enrique se rindió y tuvo que acceder ante todas las demandas de sus enemigos, esperando mientras que se reuniese el ejército convocado para la campaña de Polonia, al que el emperador pretendía lanzar contra los sajones. Pero cuando el ejército se congregó en octubre, la situación del rey era tan débil que los príncipes que lo componían comenzaron a negociar por su cuenta con los sajones. La ayuda le vino a Enrique por parte de las ciudades, cuyos habitantes preferían la presencia de un poder central fuerte en vez de las arbitrariedades de una multiplicidad de poderes: recibió una excelente acogida en Worms y pronto pudo contar con el apoyo de las ciudades renanas y de Colonia. Con ello reunió un ejército con el que marchó hacia el norte, aunque éste no era lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a los sajones y hubo que llegar a acuerdos, que fueron ratificados en una asamblea en Gerstungen en febrero de 1074: los castillos levantados serían destruidos y los sajones jurarían fidelidad a cambio de poder resolver ellos mismos los asuntos que sólo concerniesen a su condado. La paz mostraba en realidad un aumento del poder de Enrique, ya que en las negociaciones no tomaron parte los magnates del sur de Alemania. Y pronto pudo el emperador vengarse de la humillación al encontrar una excusa para volver a lanzarse contra Sajonia: aunque los castillos habían sido destruidos según los acuerdos de Gerstungen, los edificios religiosos seguían intactos y fueron destruidos por un grupo de campesinos indignados por la pasadas acciones políticas de Enrique. A éste le bastó para proclamar que los sajones habían roto la paz y levantó un ejército para castigar Sajonia. Los sajones reclamaron ser juzgados en una asamblea de nobles, pero los magnates del sur no habían perdonado que les dejasen de lado en las negociaciones de paz de dos años antes y Enrique estaba dispuesto a vengarse. Mientras se preparaba el ejército, el emperador lanzó una expedición contra Hungría, donde Salomón había sido destronado por su primo Geza. Los imperiales fueron vencidos y el papa aprovechó para declarar la deposición de Salomón, aunque fue el emperador bizantino, Miguel VII, quien coronó a Geza en 1075. La primavera de aquel año Enrique podía contar para su causa con los duques de Suabia, Baviera, Carintia, la alta y la baja Lorena y Bohemia. El 9 de junio los caballeros imperiales (porque fue una batalla de caballeros, donde la infantería tuvo poco peso) derrotaron a los sajones junto al río Unstrut; en octubre, ante una nueva carga imperial, los nobles sajones se rindieron incondicionalmente. El emperador les impuso severas penas, encarcelando a nobles y obispos en distintas prisiones bajo la custodia de sus aliados; confiscó muchas de sus tierras y entregó algunas de ellas a sus partidarios, y comenzó a levantar de nuevo los castillos.

La excomunión de Enrique IV

Después de vencer a los sajones, el emperador se sintió lo bastante fuerte en Alemania, y en navidades de 1075 hizo a los nobles jurar a su hijo Conrado, nacido un año antes, como su heredero. También intervino en los asuntos de Italia, designando al obispo de Milán, y desafiando así abiertamente al papa, Gregorio VII. En enero de 1076 se encontraba en Glosar, cuando recibió una embajada papal amenazando con la excomunión si no se sometía a los dictados de Gregorio VII. Enrique reunió un sínodo en Worms y otro en Piacenza, en los que dictó la deposición de Gregorio; éste respondió en el sínodo de Cuaresma con la excomunión del emperador, que automáticamente liberaba de toda fidelidad a sus vasallos. No sólo los nobles, sino también los obispos, desertaron de la causa de Enrique; los magnates sajones abandonaron sus prisiones y se volvieron a levantar en armas, anulando totalmente la victoria de Unstrut. Una asamblea de nobles, entre los que se incluyó a los sajones, se reunió en Tribum (16 de octubre de 1076), con asistencia de los legados papales, que ratificaron la decisión de que Enrique debería someterse a las medidas penitenciales dictadas por el papa si quería ser reconocido como Emperador. Y éste comprendió que la humillación ante el papa era la única salida para recuperar su potestad y privar a sus enemigos en Alemania de sus principales argumentos en su contra. En enero de 1077 viajó hasta Italia y se humilló públicamente ante Gregorio VII frente al palacio de Canossa, consiguiendo la absolución. Pero los príncipes alemanes no aceptaron la decisión papal y, aduciendo que la absolución se había concedido ante ciertos términos que Enrique no había respetado, declararon que la excomunión seguía vigente y continuaron en rebeldía. El 13 de marzo, reunidos en una dieta en Forchheim, eligieron anti-rey al duque Rodolfo de Suabia. Esta elección implicaba una novedad por dos razones: el derecho de elección, que era prerrogativa de todos los príncipes alemanes, fue en esta ocasión ejercido por una minoría; además, se volvió a dar al procedimiento electivo una relevancia que se había perdido en beneficio del principio hereditario, predominante desde la restauración de la monarquía por los sajones: Rodolfo tuvo que renunciar a los derechos de herencia de su hijo y a la designación de los obispos y hacer un juramento de fidelidad al papa. La elección de Rodolfo fue minoritaria y los habitantes del reino preferían un monarca absoluto que un rey dominado por la asamblea de nobles, por lo que después de Canossa, Enrique aún podía contar con suficientes partidarios. Y aunque el papado había reconocido los derechos electorales de los príncipes, no aceptó sin embargo su derecho a deponer al Emperador, lo que legalmente hacía que hubiese dos reyes. Enrique podía contar con el sureste del país, mientras que el poder efectivo de Rodolfo se limitaba a Sajonia. Enrique IV formó un ejército de bávaros y bohemos para atacar Suabia, donde la influencia de ambos reyes era equitativa; después de deponer a los duques rebeldes, Enrique entregó el ducado de Suabia a Leopoldo de Eppestein y más tarde, en 1079 a su suegro, el conde de Staufen, que en adelante fue un importante apoyo para su causa. Enrique tenía además la ventaja de la neutralidad del papa, así que en 1080 fue capaz de llevar la guerra al territorio enemigo e invadió Sajonia. La batalla de Flarchheim (27 de enero) no dio resultados positivos, pero gracias a la diplomacia, Enrique ganó el apoyo de Magno de Sajonia y su hijo Hermán y del margrave de Misnia. Mientras tanto los príncipes rebeldes celebraban un sínodo, que bajo la dirección de un legado pontificio, debía decidir sobre la legitimidad del gobierno de Enrique. Éste envió al sínodo delegados que hicieron fracasar la asamblea y Gregorio VII reaccionó excomulgando de nuevo a Enrique en el sínodo de Cuaresma (1080). Los obispos adictos a Enrique se reunieron en Bamberg y renunciaron a la obediencia a Gregorio; una asamblea de nobles en Maguncia tuvo el mismo resultado; y el 25 de julio, en un sínodo episcopal en Brixen (Italia), Gregorio VII fue depuesto, y en su lugar se nombró papa a Wiberto de Rávena (Clemente III). En otoño Enrique reunió un ejército y marchó hacia Turingia para enfrentarse a Rodolfo; aunque Enrique fue vencido en la batalla de Hohen-Mölsen, Rodolfo de Suabia murió a causa de las heridas recibidas. Esto dio tiempo al emperador para ocuparse de los problemas en Italia. Enrique IV permaneció en Italia entre 1081 y 1084. Fue coronado emperador en Roma por el antipapa Clemente III, aunque la autoridad imperial en Italia siguió siendo precaria. En Alemania, mientras, los enemigos de Enrique habían elegido rey a Hermán de Salm, que, como Rodolfo, fue confinado en Sajonia; su poder fue menor que el de su antecesor y la muerte sucesiva del margrave de la Marca del Norte, Udo (1082) y de Otón de Nordheim le privó de apoyos militares que le posibilitasen enfrentarse a Enrique. Hermán de Salm abandonó los intentos de hacer efectiva su elección en 1088, retirándose a su Lorena natal.

Apogeo del poder de Enrique IV

Coronado emperador, Enrique regresó a Alemania en 1084. Allí había surgido un partido papal conducido por el legado Otón, que en adelante sería el más serio enemigo de Enrique durante todo su reinado. En 1085 Otón usó el argumento de la excomunión de Enrique para dificultar la paz con los sajones, en una asamblea que se había reunido para negociar en Gerstingen; extendió la reforma eclesiástica en Sajonia, lo que se convirtió en un arma política contra el emperador cuando los magnates sajones se adhirieron a ella, ya que significaba la restauración de las propiedades eclesiásticas en sus posesiones. Pero mientras tanto Enrique consolidó su situación en el resto de Alemania. En un sínodo en Maguncia en 1085 se confirmó la deposición de Gregorio VII y la confirmación en la elección de Clemente III. En este sínodo el emperador hizo extensiva a todo el reino la Paz de Dios, que ya había sido proclamada en Lieja y Colonia en 1081 y 1083. Por primera vez, en 1085 pudo Enrique penetrar en Sajonia en paz y llegar más allá de Magdeburgo, recibido por el margrave de Misnia, Ecberto. Pero allí Enrique comenzó a nombrar obispos para las diócesis sajonas, haciendo reaccionar a los nobles, que en septiembre forzaron al emperador a abandonar el ducado. En 1087 Enrique alcanzó acuerdos con Ecberto de Misnia, que rompió su palabra poco después. Pero el belicoso margrave fue aislado por los propios sajones, deseosos de alcanzar la paz y conservar sus posesiones mediante el reconocimiento de Enrique como Emperador. En 1088 Ecberto fue declarado traidor por una dieta de sajones y su desaparición, unida a la renuncia del anti-rey Hermán de Salm, hizo que la guerra se extinguiese y trajo a Enrique el reconocimiento de los magnates sajones. Entre 1088 y 1090 el poder de Enrique IV alcanzó su máximo esplendor. En mayo de 1087 había asegurado su sucesión con el nombramiento como rey de su hijo Conrado. Consiguió restaurar su influencia eclesiástica en Baviera y Lorena y fortaleció su posición en la Marca del Norte casando con Adelaida, hija del príncipe de Kiev. Pero desde la llegada al solio pontificio de Urbano II apareció para el emperador un nuevo adversario que se alió, no sólo con la oposición alemana, sino también con las ciudades lombardas. Fue obra suya que Güelfo, hijo del duque de Baviera, se casase con Matilde de Toscana. También fue obra del papa que en Lombardía la nobleza y el pueblo se uniesen y Milán firmase una alianza con la ciudades vecinas para desprenderse del dominio alemán. Enrique llegó a Italia en abril de 1090 para contrarrestar los efectos de esta peligrosa alianza y en un principio su gestión tuvo éxito, pero la política papal seguía estrangulando los apoyos de Enrique y llevando la traición a su propia familia: en 1093 Conrado se pasó al partido pontificio, casó con la hija de Roger de Siciliay se puso a la cabeza de la rebelión lombarda, cortando la retirada del emperador. Y aquel mismo año su esposa, sospechado de sus infidelidades conyugales, se refugió junto a Matilde de Toscana, añadiendo su apoyo a los güelfos y retirándoselo al emperador. Así, después de unos éxitos iniciales, Enrique se vio imposibilitado a abandonar Italia, permaneciendo precariamente en Verona entre 1094 y 1097, hasta que la ruptura de la alianza de Matilde de Toscana con los güelfos (1096) y la firma de la paz con el duque de Baviera (1097) vinieron a abrirle el camino de repliegue hacia Alemania.

Últimos años de reinado

Durante la estancia en Italia del emperador la debilidad de los señores germanos les había impedido rebelarse de manera efectiva y cuando Enrique regresó a Alemania sólo encontró pequeños disturbios en Suabia, a cuyo duque, Federico, había sido confiado el gobierno del Imperio durante la ausencia de Enrique. Los conatos de revuelta se disolvieron tras la confirmación de Federico en su ducado. En 1098, en una dieta en Maguncia, Enrique, segundo hijo del emperador, fue elegido Rey de Romanos en vez de Conrado. Desde este momento hasta 1104 se desarrolló un insólito periodo de paz en Alemania, síntoma tanto de la debilidad de la nobleza, que por fin reconocía con amplio consenso al emperador, como de éste, que reconoció a los nobles los derechos que ellos reclamaban. Con el papado, sin embargo, la situación no era muy alentadora, porque, aunque tras la muerte del antipapa Clemente III (1100) Enrique manifestó en una dieta en Maguncia (1103) su intención de reconciliarse con el papado, el papa Pascual II, sucesor de Urbano II, mantuvo vigente la excomunión lanzada por su antecesor, lo que hacía que no pareciese haber solución en vida del emperador. Este estado de cosas fue el que determinó su caída. Enrique V, el heredero, sabía que su autoridad sobre el imperio que heredaría sería muy precaria si no se resolvía la excomunión de su padre y en 1105 abrazó la causa de Pascual II, traicionando a Enrique y poniéndose al frente de una revuelta de nobles descontentos. El emperador apeló la vuelta a la fidelidad de su hijo, que se negó a aceptar la autoridad de un emperador excomulgado. Enrique IV contaba con la fidelidad de las ciudades del Rin, mientras que su hijo dominaba ya Sajonia entera y buena parte de Baviera. Pero no era suficiente y el emperador debió forzar una huida desde Maguncia a finales de octubre. Fue finalmente capturado y llevado ante la dieta celebrada en Ingelheim, en la que por miedo a perder la vida renunció al trono y entregó las insignias imperiales. Sin embargo, al año siguiente consiguió huir de su prisión y volvió a ser respaldado por los señores de la Lorena y las ciudades del Rin, que en primavera infligieron una severa derrota a las tropas de Enrique V en las cercanías de la ciudad de Lieja. Enrique IV enfermó poco después; antes de morir envió un último mensaje a su hijo en el que le pedía el perdón para sus partidarios.

Fuentes