Eros

Para otros usos de este término, véase Eros (desambiguación).
Eros
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Deidad
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Religión o MitologíaGriega
SincretismoCupido
Patrón(a) o Dios(a) deLa atracción sexual, el amor y el sexo
País o región de origenGrecia antigua
Venerado enGrecia antigua

Eros. Dios de la mitología griega, responsable de la lujuria, el amor y el sexo, y era también venerado como un dios de la fertilidad. Su nombre es la raíz de palabras tales como erotismo. Su equivalente romano era Cupido ("deseo"), también conocido como Amor. Se le asocia frecuentemente con Afrodita. A veces era llamado, al igual que Dionisio, Eleuterio, "el libertador".

Eros

En la mitología griega, Eros era el dios primordial responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad. En algunos mitos era hijo de Afrodita y Ares, pero según Platón fue concebido por Poros (la abundancia) y Penia (la pobreza), en el cumpleaños de Afrodita. Esto explicaba los diferentes aspectos del amor.

Nacimiento

En el pensamiento griego parece haber dos aspectos en la concepción de Eros. En el primero es una deidad primordial que encarna no sólo la fuerza del amor erótico sino también el impulso creativo de la siempre floreciente naturaleza, la Luz primigenia que es responsable de la creación y el orden de todas las cosas en el cosmos.

  • Según Hesíodo, Eros surgió tras el Caos primordial junto con Gea, la Tierra, y Tártaro, el Inframundo.
  • De acuerdo con Aristófanes, Eros brotó de un huevo puesto por la Noche (Nix), quien lo había concebido con la Oscuridad (Érebo).
  • Posteriormente aparece la versión que hacía a Eros hijo de Afrodita con Ares, Hermes o Hefesto, de Poros y Penia, o a veces de Iris y Céfiro.

Este Eros era un ayudante de Afrodita, que dirigía la fuerza primordial del amor y la llevaba a los mortales. En algunas versiones tenía dos hermanos:

  • Anteros, el amor correspondido.
  • Hímero, el deseo sexual.

Culto

La adoración de Eros era poco común en la Grecia más antigua, pero más tarde llegaría a estar muy extendida. Fue adorado fervientemente por un culto a la fertilidad en Tespia y jugó un importante papel en los misterios eleusinos. En Atenas, compartió con Afrodita un culto muy popular y se le consagraba el cuarto día de cada mes.

En el Arte

Se representa normalmente a Eros como un joven o un infante alado, con un arco y un carcaj en el que llevaba dos clases de flechas: unas doradas con plumas de paloma que provocaban un amor instantáneo, y otras de plomo con plumas de búho que provocaban la indiferencia. El poeta Safo le describió como "agridulce" y "cruel" con sus víctimas. Tampoco tenía escrúpulos, y era pícaro y carismático.

Mitos

Apolo y Dafne

Eros, muy enfadado con Apolo al haber bromeado éste sobre sus habilidades como arquero, hizo que se enamorase de la ninfa Dafne, hija de Ladón, quien lo rechazó. Dafne rezó al dios río Peneo pidiendo ayuda, y fue transformada en un árbol de laurel, que se consagró a Apolo.

Psique

La historia narra la lucha por el amor y la confianza entre Eros y la princesa Psique. Afrodita estaba celosa de la belleza de una mujer mortal llamada Psique. Pidió a Eros que usara sus flechas doradas para hacer que Psique se enamorase del hombre más feo del mundo. Eros accedió pero terminó enamorándose él mismo de Psique, al pincharse con una flecha dorada por accidente.

Mientras tanto, los padres de Psique estaban preocupados porque su hija siguiera soltera. Consultaron un oráculo que les dijo que ella no estaba destinada a ningún amante mortal, sino a una criatura que vivía en la cima de cierta montaña, a quien incluso los dioses temían. Eros había preparado al oráculo para que dijera esto. Psique se resignó a su destino y subió a la cumbre de la montaña, pidiéndole a los ciudadanos que la seguían que la dejaran y le permitiesen afrontar sola su destino. Allí Céfiro, el viento del oeste, la bajó flotando suavemente hasta una cueva. Psique entró y se sorprendió de hallarla llena de joyas y adornos. Eros le visitaba cada noche en la cueva y hacían el amor apasionadamente. Le pidió solo que no encendiese jamás ninguna lámpara porque no quería que Psique supiera quién era (sus alas le hacían inconfundible). Sus dos hermanas, celosas, la convencieron de que su marido era un monstruo y que debía clavarle una daga. Así que una noche encendió una lámpara, pero reconoció a Eros al instante y dejó caer su daga. Una gota de aceite caliente cayó sobre el hombro de Eros, le despertó y huyó, diciendo: «¡El amor no puede vivir donde no hay confianza!»

Cuando Psique contó a sus celosas hermanas mayores, éstas se regocijaron secretamente y cada una de ellas fueron por separado a la cima de la montaña e hicieron como Psique les había dicho para entrar en la cueva, esperando que Eros las preferiría a ellas. Eros seguía con el corazón roto y no las cogió, por lo que murieron al caer hasta la base de la montaña.

Psique buscó a su amante por buena parte de Grecia, tropezando finalmente con un templo a Deméter, donde el suelo estaba cubierto de montones de grano mezclado. Empezó a ordenar el grano en montones ordenados y, cuando hubo terminado, Deméter le habló, diciéndole que la mejor forma de encontrar a Eros era buscar a su madre, Afrodita, y ganarse su bendición. Psique encontró un templo a Afrodita y entró en él. Afrodita le asignó una tarea similar a la del templo de Deméter, pero le dio un plazo imposible de cumplir. Eros intervino, pues aún la amaba, e hizo que unas hormigas ordenaran el grano por ella. Afrodita se enfureció por este éxito de Psique y le dijo que fuese a un campo donde pastaban unas ovejas doradas y consiguiese lana de oro. Psique fue al campo y vio las ovejas, pero fue detenida por el dios del río que tenía que cruzar para llegar al campo. Éste le dijo que las ovejas eran malas y crueles y podían matarla, pero que si esperaba hasta mediodía, las ovejas irían a buscar la sombra en el otro lado del campo y se dormirían, y que entonces podría agarrar la lana que quedaba enganchada en las ramas y la corteza de los árboles. Psique así lo hizo y Afrodita se enfureció todavía más al ver que había sobrevivido y superado su prueba.

Por último, Afrodita afirmó que el estrés de cuidar a su hijo, deprimido y enfermo como resultado de la infidelidad de Psique, había provocado que perdiese parte de su belleza. Psique tenía que ir al inframundo y pedir a Perséfone, la reina del inframundo, un poco de su belleza que Psique guardaría en una caja negra que Afrodita le dio. Psique fue a una torre, decidiendo que el camino más corto al inframundo sería la muerte. Una voz la detuvo en el último momento y le indicó una ruta que le permitiría entrar y regresar aún con vida, además de decirle cómo pasar al perro Cerbero, Caronte y los otros peligros de dicha ruta. Psique apaciguó a Cerbero con un pastel de cebada y pagó a Caronte un óbolo para que le llevase al Hades. En el camino, vio manos que salían del agua. Una voz le dijo que les tirase un pastel de cebada, pero ella rehusó. Una vez allí, Perséfone dijo que estaría encantada de hacerle el favor a Afrodita. Una vez más pagó a Caronte y le dio el otro pastel a Cerbero para volver.

Psique abandonó el inframundo y decidió abrir la caja y tomar un poco de la belleza para sí misma, pensando que si hacia esto Eros le amaría con toda seguridad. Dentro estaba un «sueño estigio» que la sorprendió. Eros, que la había perdonado, voló hasta su cuerpo y limpió el sueño de sus ojos, suplicando entonces a Zeus y Afrodita su permiso para casarse con Psique. Éstos accedieron y Zeus hizo inmortal a Psique. Afrodita bailó en la boda de Eros y Psique, y el hijo que éstos tuvieron se llamó Placer o (en la mitología romana) Voluptas.

Véase también

Poesía Eros / Cupido

Eros / Cupido

Me enciendes, me enamoras, me abandonas,
vuelves a mí, me arrobas, y me hieres,
te acercas, te separas, te me adhieres,
quiero hacerme entender, mas no razonas.

Me canso ya de tantas intentonas,
grito amor y no llegas, pero quieres
que ame a quien no me atañe; tus poderes
sólo agitan, no aplacan, mis hormonas.

Tuvo razón Apolo, tu destreza
como arquero divino es más torpeza
que habilidad, al despedir el dardo.

Tus disparos, tal vez vez, sean certeros,
pero muy a destiempo, mensajeros
que, a quien espera rosa, entregan cardo.

Fuentes