Exordio

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Exordio
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Concepto:Preámbulo de una obra literaria que tiene como objetivo estimular su interpretación.

Exordio. Introducción o explicación con que se introduce un discurso hablado o escrito para llamar la atención o preparar el ánimo del oyente o lector.

Definición

(Del latín exordĭum). m. Principio, introducción, preámbulo de una obra literaria, especialmente primera parte del discurso oratorio, la cual tiene por objeto excitar la atención y preparar el ánimo de los oyentes, también se refiere al preámbulo de un razonamiento o conversación familiar. Ejemplo "la obra comienza con un exordio donde alude al problema de las Indias".

Etimología de la palabra

Del latín exordium : comienzo, en griego προοίμιον / prooímion « preludio ». Es el triunfo de lo que los antiguos llamaron "costumbres" o "precauciones oratorias", o sea, son esas disquisiciones hábiles a través de las cuales, tanto el orador como el escritor, suavizan lo que podría parecer atonante, ese arte de eludir la opinión contraria y los sentimientos hostiles, y en cierta medida de asociarse incluso con los prejuicios y con los intereses que se van a combatir. [1]

Exordio

Busca hacer al auditorio benévolo, atento y dócil. Su función es señalizar que el discurso comienza, atraer la atención del receptor, disipar animosidades, granjear simpatías, fijar el interés del receptor y establecer el tema, tesis u objetivo. Es necesario afectar modestia para capturar la simpatía del público y explotar su tendencia a identificarse con quien está en apuros o es débil. Las partes del discurso son entre cuatro (exordio, exposición o narración, argumentación, peroración o epílogo) y seis (exordium, narratio, partitio, confirmatio, refutatio, peroratio).

Uso y aplicación

Quiere la tradición que todo libro presente, en su inicio, un prólogo. A continuación aparecen dos de sus usos más frecuentes:

El primero lo define el propio diccionario como un «discurso que precede ciertas obras para explicarlas o presentarlas al público». De acuerdo con ello, lo que aquí expongo no es un prólogo, pues no me anima el deseo de explicar este libro. No pienso insultar la inteligencia del lector eximiéndolo de la labor de interpretar el contenido del mismo. A fin de cuentas, es esta tarea la que constituye el meollo mismo del ejercicio de la lectura.

El «prologista preceptivo», que intenta comentar en pocas páginas y servirle ya deglutidas y comprimidas al público las ideas que el autor ha ido desplegando lenta y razonadamente en el cuerpo de su obra, merece el rechazo por arrogante e impositivo. Dice una máxima de la hermenéutica que no existen libros, sino lectores. Como toda afirmación extrema, yerra en parte, pero también acierta en algo. El lector no es un simple «espejo en un recodo del camino», que reproduce mecánicamente las ideas escritas que se le colocan delante, sino receptor activo, que interpreta a su manera el texto y lo llena de una significación específica. El proemio de un libro no debería, por lo tanto, asumir como objetivo algo que implica la negación misma del difícil pero gratificante ejercicio de la lectura, y del sentido mismo de un libro, que es ofrecerse como incitación a la reflexión.

Otra fuente nos da una segunda acepción: prólogo es «lo que sirve de exordio o principio para ejecutar una cosa». Y esta interpretación me parece más adecuada para el cometido de un preámbulo: que funja como el inicio de la acción interpretativa. Para ello, ha de cumplir la función inexcusable de ser, ante todo, una advertencia. Tiene que prevenir sobre las dificultades que se encontrarán en la apropiación activa del texto.

Referencia

  1. . Etimología Exordio. Tomado textualmente de: es.wikipedia.org. Consultado el 11 de octubre de 2016.

Fuentes