Fernando I de Castilla

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Fernando I de Castilla
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Fernando I castilla.jpg
Nacimiento1017
Fallecimiento27 de diciembre de 1065
León, España
CónyugeSancha de León (1032)
HijosAlfonso VI de León, Sancho II de Castilla, Urraca de Zamora, García de Galicia, Elvira de Toro
PadresSancho Garcés III de Pamplona, Muniadona de Castilla

Fernando I de Castilla. (1017-1065). Fue Conde de Castilla desde 1029 y Rey de León desde el año 1037 hasta su muerte, siendo ungido como tal el 22 de junio de 1038. Fue el Primer Rey de Castilla. Se le llamó el Grande o el Magno.

Vida

Fernando I de Castilla, era hijo de Sancho III el Mayor de Navarra y de doña Munia, hija del conde de Castilla Sancho García. Tuvo por hermanos a Ramiro I de Aragón, a García IV Sánchez III de Navarra y a Gonzalo. Su madre era hermana de García Sánchez, último conde de Castilla. A la muerte de éste obtuvo el Condado que, por matrimonio, pasó a manos de Sancho III de Navarra. De él lo heredó Fernando I en 1035. Lo elevó a la categoría de reino y se constituyó en el primer rey de Castilla, aunque mermado su territorio por el este y por el oeste en beneficio de Navarra y de León.

El conflicto con ambos reinos vecinos por recuperar los territorios perdidos le llevó a sendas guerras victoriosas, mediante las cuales consolidó y agrandó su reino recién nacido. En la primera venció a los leoneses en la batalla de Tamarón (1037), en la que murió su rey; alegando los derechos de su esposa Sancha al trono leonés vacante, Fernando se hizo coronar rey de León en 1038, uniendo por primera vez las dos coronas. La segunda guerra fue contra su hermano García IV de Navarra, al que derrotó y dio muerte en la batalla de Atapuerca (1054).

La última parte de su vida la dedicó a combatir contra los musulmanes: reconquistó Viseo, Lamego (1055) y Coímbra (1064); y dirigió varias expediciones militares para exigir de los reinos de Taifas de Zaragoza, Toledo, Badajoz y Sevilla el pago de tributos en reconocimiento de vasallaje. Al morir dejó sus estados repartidos entre sus hijos Alfonso VI (León), Sancho II (Castilla) y García (Galicia).

Historia política

A la muerte de Sancho García y debido a la corta edad del heredero García Sánchez, doña Mayor se encargó de la regencia del condado. Cuando el 13 de mayo de 1029 el conde de Castilla García Sánchez fue asesinado por miembros de la familia leones de los Vela en el pórtico de la iglesia leonesa de San Juan Bautista, donde se encontraba para celebrar su enlace nupcial con Sancha, hermana del rey Bermudo III de León; el condado de Castilla recayó de nuevo sobre su hermana, doña Mayor. Sancho Garcés III de Navarra tomó posesión del condado en nombre de su esposa.

Se desconoce la fecha exacta en la que Sancho Garcés le dio el condado a su segundo hijo, Fernando, pero es muy posible que fuese en ese mismo año de 1029 ya que el documento más antiguo en el que Fernando aparece como conde de Castilla está fechado en ese año, aunque se desconoce si gobernaba de forma independiente o asociado a su padre. Poco tiempo después, tal vez en 1032 o quizá antes, Sancho Garcés concertó el matrimonio entre Fernando y Sancha, la que iba a ser mujer del difunto conde García Sánchez.

Casado en 1032 con doña Sancha, hermana del rey de León Bermudo III, no tardó en enfrentarse al monarca leonés. Los territorios comprendidos entre los ríos Cea y Pisuerga habían estado en disputa entre León y Castilla desde tiempo atrás. Sancho el Mayor los había incorporado a Castilla y, por su parte, Fernando I daba por ratificada dicha anexión teniéndola por recibida de Bermudo III como dote matrimonial de su hermana. El rey de León pretendió recuperar aquellos territorios y no dudó en entablar la lucha contra Fernando I, a quien prestó ayuda su hermano García de Navarra. Tuvo lugar la batalla en septiembre de 1037, no teniéndose certeza de dónde se desarrolló, si en Tamarón (Burgos) (lo más comúnmente aceptado), o en Támara de Campos (Palencia).

Lo seguro es que Bermudo resultó derrotado y que encontró la muerte en el combate. No teniendo descendencia, la corona leonesa pasó a propiedad del rey castellano por vía conyugal. Tras no pocas reticencias de algunos nobles leoneses, Fernando fue coronado rey de León y Galicia en la Iglesia de Santa María de León en junio de 1038. Los reinos de León y de Castilla quedaron unidos de esta forma.

Un nuevo conflicto territorial, esta vez con Navarra, le llevó a la guerra contra su hermano García IV Sánchez III el de Nájera. Se trataba de la zona de La Bureba y de los montes de Oca desgajada de Castilla por Sancho el Mayor e incorporada a Navarra. En 1054 se dieron cita ambos hermanos en el campo de batalla de Atapuerca. La suerte le fue favorable a Fernando, mientras que García perdía la vida y parte de las tierras en litigio.

Estabilizado su reino, el monarca castellano orientó sus esfuerzos bélicos contra las taifas musulmanas (1055-1064). Sometió algunas al pago tributario de parias, como las de Badajoz, Sevilla, Toledo y Zaragoza, y reconquistó otras, como las portuguesas de Viseo, Lamego y Coímbra, lo que le permitió trasladar la frontera suroccidental de su reino del río Duero al Mondego. El intento de tomar Valencia resultó fracasado por la repentina enfermedad que poco después le causó la muerte.

Aunque de forma menos directa que con su otro hermano, también con Ramiro I de Aragón tuvo un enfrentamiento armado en 1063: protejiendo a su tributario al-Muqtadir de Zaragoza, las tropas castellano-leonesas mandadas por Sancho, el hijo mayor de Fernando I, a quien por primera vez acompañaba Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, derrotaron a las aragonesas cuando éstas se proponían conquistar Graus.

Bajo el auspicio de Fernando I se llevó a término entre los años 1050 y 1055 el Concilio de Coyanza (hoy Valencia de Don Juan) en el que se trataron aspectos tanto religiosos como civiles que atañían a la organización del reino. Acogiéndose al ordenamiento jurídico navarro, toda vez que el hispanogodo no lo consentía, dividió sus posesiones entre sus hijos, dejando al primogénito de los varones, Sancho (Sancho II), Castilla y las parias de Zaragoza, a Alfonso (Alfonso VI), León y las parias de Toledo, a García, Galicia, las tierras portuguesas y las parias de Badajoz y Sevilla, a Elvira y Urraca, los diversos señoríos monásticos de su reino.

La frontera del Duero, es en la campaña que en 1060-1061 realizó por tierras del Duero soriano con miras a consolidar la frontera por ese extremo del reino. Conocemos algunos pormenores de lo sucedido a través del relato contenido en la Crónica Silense, la historia anónima escrita en Silos hacia 1110.

Llegada la estación adecuada del año, el rey Fernando capturó la fortaleza de Gormaz y accedió a Vadorrey, tomada esta plaza fuerte, se dirigió a la ciudad de Berlanga de Duero muy amurallada y protegida.Los moros de esta ciudad, aterrados, huyeron por unos huecos abiertos en las murallas dejando a los niños y a las mujeres, después de triunfar allí invadió la plaza fuerte de Aguilera. Sometió las torres vigías del monte Parrantagón y los municipios del valle de Horcecorex (denominación que corresponde a la actual Bordecorex). En ese año de 1060 se apoderó también de Andaluz y sus aldeas. Por otro lado, pocos años antes, en fecha no determinada, se había apoderado definitivamente de San Esteban de Gormaz y de Osma.

Vinculación románica

En vida de Fernando I el arte románico fue cuajando en el territorio castellano-leonés y el rey no fue ajeno a las más avanzadas y significativas realizaciones propias del nuevo estilo. Cuando recibió de su padre el condado de Castilla en 1035 y, por supuesto, antes de ser coronado rey de León en 1038, ya se había consagrado (1034) la capilla-cripta de San Antolín que hoy se encuentra bajo la catedral de Palencia y que puede tenerse por la primera construcción románica de Castilla debida al obispo ovetense don Ponce, el discípulo del abad Oliba.

Sí se le puede atribuir una cierta participación en la erección del primitivo templo románico del monasterio de Silos. Domingo (luego Santo Domingo de Silos) era prior del monasterio riojano de San Millán de la Cogolla cuando esta localidad pertenecía a Navarra siendo rey García Sánchez «el de Nájera». En 1041, por desavenencias con el monarca, Domingo abandonó su convento y se refugió en Castilla. Fernando I le prestó toda su protección y le encomendó el restablecimiento de la comunidad monástica de San Sebastián de Silos y del propio edificio devastado por Almanzor. Con el patrocinio real, Domingo levantó la iglesia e inició las obras del claustro. El templo, bajo la advocación ya de Santo Domingo, fue consagrado por el abad Fortunio en 1088 y el claustro se terminó más tarde todavía, en el siguiente siglo. Ninguno de los dos promotores del nuevo cenobio pudieron verlo concluido.

La obra más directamente promovida por Fernando I, sin olvidar la gran implicación que en ella tuvo la reina doña Sancha, es San Isidoro de León. Aunque el monarca había previsto ser enterrado en Oña o en Arlanza, en la provincia de Burgos, según lo relata la Crónica Silense, por ser tierras del patrimonial condado castellano, a instancias seguramente de su esposa decidió finalmente hacia 1054 acometer la construcción en León del panteón real, rehaciendo por completo para ello una antigua iglesia dedicada a San Juan Bautista. En 1063 se trasladaron a ella desde Sevilla los restos de San Isidoro, bajo cuya advocación quedó el nuevo templo que fue consagrado el 21 de diciembre de aquel año.

Relaciones entre soberanos

Poco tiempo después de la coronación de Fernando, las relaciones entre éste y su hermano García Sánchez III se enturbiaron. Las razones de estas desavenencias no están claras. Según algunos autores el motivo era la envidia que García Sánchez III sentía hacia Fernando I a causa del espectacular engrandecimiento de los territorios de éste desde el condado de Castilla hasta el reino Castellano-leonés; otros autores hacen referencia a que el motivo fue que el territorio de Castilla estaba disminuido por las concesiones que Sancho III el Mayor había realizado a Navarra y que comprendían toda la parte oriental, siguiendo una línea que iba desde Santander a Montes de Oca y pasaba unos kilómetros al este de Burgos.

Una tercera teoría sitúa el inicio del enfrentamiento en la visita que Fernando hizo a su hermano García cuando éste estaba enfermo en Nájera; el cronista Pelayo de Oviedo, partidario del rey leonés, no especifica que sucedió en dicha visita pero menciona la intención de García de asesinar a su hermano en dicha visita y que si no lo hizo fue por falta de valor. Otra versión habla de las reclamaciones de Fernando I sobre La Rioja y La Bureba y la negativa de su hermano a cederle esos territorios. Sea como fuere lo cierto es que las relaciones entre ambos soberanos empeoraron de forma dramática hacia mitad de la centuria, hasta el punto de que Fernando I aprovechó una visita de su hermano para encarcelarle en Cea.

El rey navarro logró escapar de su secuestro en Cea. Buscó y logró la alianza con gascones y musulmanes para juntos, lanzar una expedición de castigo sobre Burgos. Fernando I salió al encuentro de su hermano, ambos ejércitos se encontraron en Atapuerca el 1 de septiembre de 1054. En la batalla de Atapuerca García Sánchez III falleció y Castilla aprovechó para recuperar los territorios hasta la ría de Bilbao y las gargantas de Pancorvo. El resto del disminuido reino de Navarra quedó en poder de Sancho Garcés IV el Despeñado, hijo del fallecido rey y sobrino del vencedor, al que éste había nombrado rey de Navarra en el mismo campo de batalla y al que había obligado a reconocer su superioridad. En 1076 tras el asesinato de Sancho IV por sus hermanos, Castilla se apoderó de la Rioja y otra serie de territorios que empequeñecieron aún más el reino navarro.

Campaña contra el rey de la taifa de Badajoz Muhammad al-Muzaffar

Una vez asentado firmemente en el norte de la península Ibérica y convertido en el principal soberano entre los cristianos, además de haber logrado una relativa tranquilidad en el interior de sus reinos, Fernando I fijó su atención en los musulmanes del sur y el este. Aprovechó la desintegración del califato de Córdoba para extender las fronteras de su reino hacia el sur. Hacia el 1055 emprendió una campaña contra el rey de la taifa de Badajoz Muhammad al-Muzaffar. Durante la campaña, que duró tres años, Fernando I tomó las plazas portuguesas de Viseo y Lamego, así como numerosos castillos como los de Gormaz, Berlanga, San Justo, Güermes o Santa Mera, e impuso parias en aquellas zonas que no pudo repoblar por falta de gente. Sus ataques a los debilitados reinos de taifas le reportaron, además de grandes beneficios económicos a través del cobro de parias, una notable posición autoritaria respecto de los reinos musulmanes más importantes.

Conquista de Coimbra

El 24 de julio de 1064 Fernando I protagonizó uno de los hitos más destacados de sus ataques a los musulmanes al conquistar la importante localidad de Coimbra. Los historiadores discrepan sobre la duración del sitio de dicha plaza, ya que para algunos fue de seis meses y para otros de siete años (Cronicón Lusitano); es probable que el sitio se prolongase de forma interrumpida durante años, tras un período inicial de gran empuje, que bien pudiera ser de seis meses. Lo cierto es que tras la toma de Coimbra la frontera entre ambos reinos quedó fijada en el río Mondego.

Al tiempo que Fernando I atacaba al Rey de Badajoz, declaró la guerra a los reyes taifas de Zaragoza, Toledo, Sevilla y Valencia. Fernando I logró que Ahmed I al-Muqtadir, rey de la taifa de Zaragoza, empezase a pagarle parias a partir de 1061, al tiempo que le arrebataba las plazas de Vado del Rey, Berlanga, Aguilera, San Esteban de Gormaz y los castillos de San justo y Santa Mera entre otros. Tras Zaragoza, Fernando I atacó a Abul Hassan Yahya Ibn Ismail de Toledo, conocido como al-Ma'mum, en 1062, al cual le arrebató Úceda, Salamanca, Guadalajara, Alcalá de Henares y Madrid, logrando además un abundante botín y el pago de parias en oro.

En 1063 al-Mutadid, rey de la taifa de Sevilla, ante el inmenso despliegue realizado por Fernando I decidió evitar la confrontación y solicitó una entrevista con el rey cristiano. Al-Mutadid prometió rendir homenaje a Fernando I y entregarle una importante cantidad de dinero. Fernando I exigió, por su parte, un tributo anual y la entrega de las reliquias de santa Justa. Cuentan las crónicas que al no encontrarse los restos de Santa Justa, el dirigente musulmán compensó a Fernando I entregándole el cadáver de San Isidoro, el cual fue aceptado y enterrado en la Iglesia leonesa de san Juan Bautista.

Campaña contra Valencia

La última campaña de Fernando I contra los musulmanes se dirigió contra el reino de Valencia, el único de los grandes reinos peninsulares que aún no había reconocido la soberanía de Fernando. A finales de 1064 Fernando I dirigió a sus hombres sobre Abd al-Malik al-Muzaffar, rey de la taifa de Valencia. El rey castellano-leonés logró sin esfuerzo alcanzar la ciudad de Valencia, a la que puso sitio en los primeros días de 1065. Era la primera vez que los castellanos dirigían sus armas contra el reino valenciano, y Fernando se encontró con que el ejército musulmán era indisciplinado y estaba mal organizado. Sólo la fortaleza de los impresionantes muros de Valencia explican la resistencia de los valencianos.

Ante la imposibilidad de rendir la ciudad, Fernando I tendió una trampa al régulo velenciano, al cual hizo creer que se retiraba del campo de batalla y cuando Abd al-Malik salió en su persecución le presentó batalla con la totalidad de las fuerzas cristinas. El encuentro de ambos ejércitos se produjo en Paterna y la victoria correspondió a las huestes de Fernando I. Tras la derrota, al-Muzaffar recibió la ayuda de su suegro, al-Ma'mum de Toledo, el cual posteriormente le traicionó y le encarceló por su incompetencia. Las crónicas árabes hablan de que Fernando I recibió la ayuda de Alí Iqbal Ad-Dawla, rey de la taifa de Denia, en el asedio a Valencia. En las crónicas cristianas sin embargo, no ha quedado constancia de que el rey de Denia ayudase a Fernando I.

Tras el sitio de Valencia Fernando I se sintio enfermo, por lo que emprendió el regreso a León, donde falleció poco después, el 27 de diciembre de 1065.

En su testamento repartió el reino entre sus hijos: a Sancho II el Fuerte, su hijo mayor, le dejó el reino de Castilla; a Alfonso VI el Bravo el reino de León y Asturias; a García el reino de Galicia y los territorios conquistados en Portugal; a Urraca la ciudad de Zamora y a Elvira la de Toro.

Los hijos de Fernando I, principalmente Sancho II, se dedicaron a guerrear entre ellos. Sancho II, no respetó el testamento de su padre y arrebató Galicia a su hermano García en 1071, al cual hizo, en 1072, prisionero Alfonso VI. Posteriormente Sancho II atacó a su otro hermano, Alfonso, al que venció cerca del río Pisuerga e hizo encarcelar en Burgos. Por intercesión de su hermana Urraca, Sanchó liberó al prisionero bajo condiciones, entre ellas que se retirara de la vida pública y no le disputase el trono. Alfonso, sin embargo, huyó a la corte del rey de la taifa de Toledo Abul Hassan Yahya ibn Ismail. A continuación Sancho tomó Toro y puso sitio a Zamora, ciudad que resistió el asedio durante siete meses hasta que Bellido Dolfos asesinó al rey castellano.

Fuentes