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Las últimas figuras humanas de esta procesión son dos pequeños mozos de cuadra, absolutamente empequeñecidos por las magníficas bestias que tienen a su cargo y que vienen detrás de ellos. Primero, dos [[caballos]] espléndidos, de poco menos de un metro de alto, uno de color crema moteado de amarillo y verde y el otro íntegramente marrón, luego, formando la retaguardia, una maravillosa pareja de [[camellos]] bactrianos, cada uno
 
con dos jorobas, y con la cabeza levantada como si berrearan. Liu Tingxun partía para el otro mundo magníficamente acompañado.
 
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Este tipo de figuras de cerámica se fabricaron en enormes cantidades durante unos cincuenta años, en torno al 700 d. n. e., con el exclusivo propósito de ser colocadas en tumbas de alto estatus. Se han encontrado en todas las grandes ciudades del noroeste de la China Tang, donde Liu Tingxun ejerció su cargo. Los antiguos chinos creían que había que llevarse a la tumba todas las cosas que eran esenciales para uno en vida. Las figuras eran sólo un elemento más en el ajuar funerario de Liu Tingxun, que también debía de contener suntuosos objetos funerarios de [[seda]] y [[laca]], [[plata]] y [[oro]]. Mientras que las estatuas animales y humanas le servirían y entretendrían, las figuras de guardianes sobrenaturales mantendrían alejados a los espíritus malévolos.
 
Este tipo de figuras de cerámica se fabricaron en enormes cantidades durante unos cincuenta años, en torno al 700 d. n. e., con el exclusivo propósito de ser colocadas en tumbas de alto estatus. Se han encontrado en todas las grandes ciudades del noroeste de la China Tang, donde Liu Tingxun ejerció su cargo. Los antiguos chinos creían que había que llevarse a la tumba todas las cosas que eran esenciales para uno en vida. Las figuras eran sólo un elemento más en el ajuar funerario de Liu Tingxun, que también debía de contener suntuosos objetos funerarios de [[seda]] y [[laca]], [[plata]] y [[oro]]. Mientras que las estatuas animales y humanas le servirían y entretendrían, las figuras de guardianes sobrenaturales mantendrían alejados a los espíritus malévolos.
  

Revisión del 17:07 17 feb 2021

Figuras funerarias chinas Tang
Información sobre la plantilla
Figuras funerarias Tang.png
Esculturas de cerámica, procedentes de la provincia de Henan, China. Hacia el 728 d. n. e.

Figuras funerarias chinas Tang. Proceden de la tumba de una de las grandes figuras de la China Tang, Liu Tingxun, general del ejército de Zhongwu, teniente de Henan y del distrito de Huinan, y consejero privado imperial, que murió en el 728 a la avanzada edad de setenta y dos años. Son exibidas en la Galería de Asia, del Museo Británico.

Descripción

Alrededor del año 700 d. n. e. en la China Tang, los personajes poderosos no sólo se preguntaban qué se diría de ellos, ansiosos por dejar bien sentado su lugar en la posteridad, escribían o encargaban su propia necrológica a fin de que los antepasados y los dioses supieran exactamente cuán importantes y cuán admirables eran.

Orígenes

En la Galería de Asia, en el ala norte del Museo Británico, se alzan dos estatuas de los jueces del inframundo chino, encargados de registrar las buenas y las malas obras de los que habían muerto. Estos jueces eran exactamente los personajes a quienes la élite Tang deseaba impresionar. Frente a ellos se alza una troupe espléndidamente vívida de figuras de cerámica. Todas miden entre 60 y 110 centímetros de alto, y hay doce de ellas, con figuras humanas, de animal y una mezcla de ambas.

Proceden de la tumba de una de las grandes figuras de la China Tang, Liu Tingxun, general del ejército de Zhongwu, teniente de Henan y del distrito de Huinan, y consejero privado imperial, que murió en el 728 a la avanzada edad de setenta y dos años. Las figuras y el texto dan una fascinante idea de la China de hace 1300 años, pero, sobre todo, representan una descarada tentativa de obtener una admiración y un aplauso eternos.

Las necrológicas del período Tang iban destinadas a la familia o los amigos, pero ni siquiera eran la primera versión de la historia de su generación. El público al que se destinaba la necrológica de Liu Tingxun no estaba compuesto por lectores terrenales, sino por los jueces del inframundo, que reconocerían su rango y sus capacidades, y le concederían el prestigioso lugar que merecía entre los muertos.

Liu Tingxun desarrolló su ilustre carrera profesional en los días del apogeo de la dinastía Tang, entre los años 618 y 906. La era Tang representa para muchos chinos una edad de oro de grandes logros, tanto en su país como en el extranjero, un período en el que este gran imperio cosmopolita, junto con el Imperio islámico abasí de Oriente Próximo, vinieron a crear lo que en la práctica era un mercado enorme de objetos de lujo que se extendía desde Marruecos hasta Japón. Eso es algo que no suele encontrarse escrito en muchas historias europeas, pero estos dos gigantes, los imperios Tang y abasí, configuraron y dominaron el mundo altomedieval. En el año 728, cuando murió Liu Tingxun y se crearon estas figuras funerarias, Europa occidental era un lugar remoto y atrasado, un inestable mosaico de pequeños reinos y precarias comunidades urbanas.

Figuras funerarias chinas Tang

Las figuras están organizadas en seis pares, y todas ellas tienen sólo tres colores: ámbar-amarillo, verde y marrón. Desfilan de dos en dos. Delante van un par de monstruos, dramáticas criaturas semihumanas con muecas bufonescas, púas en la cabeza, alas y patas unguladas. Son figuras fabulosas que encabezan la fila, guardianes que protegen al morador de la tumba.

Figuras funerarias de cerámica

Tras ellas viene otro par de protectores, estos de forma completamente humana y cuyo aspecto a todas luces le debe mucho a la India. A continuación, aparecen dos funcionarios públicos, que se alzan, con los brazos educadamente cruzados, preparados para su tarea concreta: elaborar y presentar la defensa de Liu Tingxun a los jueces del inframundo.

Las últimas figuras humanas de esta procesión son dos pequeños mozos de cuadra, absolutamente empequeñecidos por las magníficas bestias que tienen a su cargo y que vienen detrás de ellos. Primero, dos caballos espléndidos, de poco menos de un metro de alto, uno de color crema moteado de amarillo y verde y el otro íntegramente marrón, luego, formando la retaguardia, una maravillosa pareja de camellos bactrianos, cada uno con dos jorobas, y con la cabeza levantada como si berrearan. Liu Tingxun partía para el otro mundo magníficamente acompañado.

Este tipo de figuras de cerámica se fabricaron en enormes cantidades durante unos cincuenta años, en torno al 700 d. n. e., con el exclusivo propósito de ser colocadas en tumbas de alto estatus. Se han encontrado en todas las grandes ciudades del noroeste de la China Tang, donde Liu Tingxun ejerció su cargo. Los antiguos chinos creían que había que llevarse a la tumba todas las cosas que eran esenciales para uno en vida. Las figuras eran sólo un elemento más en el ajuar funerario de Liu Tingxun, que también debía de contener suntuosos objetos funerarios de seda y laca, plata y oro. Mientras que las estatuas animales y humanas le servirían y entretendrían, las figuras de guardianes sobrenaturales mantendrían alejados a los espíritus malévolos.

Como muchas cosas en la China del siglo VIII, la producción de figuras de cerámica como estas estaba controlada por una oficina estatal, que tan sólo representaba una pequeña parte de la enorme administración pública que constituía el motor del Estado Tang. Liu Tingxun, como funcionario de muy alto rango en dicho Estado, se llevó consigo a su tumba a dos burócratas de cerámica, presumiblemente para hacerse cargo de su administración eterna.

Véase También

Fuente