Filariasis

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Filariasis: con este término se designa un grupo de afecciones causadas por la infección por gusanos filiformes de la superfamilia de los filáridos. La filarias invaden los tejidos linfáticos subcutáneos y profundos, y dan lugar a diferentes tipos de reacciones inflamatorias agudas o crónicas.

¿Qué es la filariasis? 

La filariasis es una enfermedad parasitaria, y está dada por cualquiera de los siguientes nematodos, Wuchereria bancrofti, Brugia malayi y Brugia tomori. Estos parásitos se encuentran ampliamente distribuidos en los trópicos y subtrópicos de ambos hemisferios y en las islas del pacífico.

Transmisión.

Las larvas de las diferentes filarias se encuentran en la sangre, son ingeridas por insectos hematófagos y, después de sufrir parte del ciclo en ellos, son transmitidas a personas sanas durante la nueva ingesta. Después de varios meses alcanzan la madurez sexual en los tejidos, por los que tienen una preferencia específica. En ellos son depositadas las larvas, las cuales pasan a la circulación sanguínea, donde quedan dispuestas nuevamente para la transmisión. Wuchereria bancrofti es transmitida durante la noche por las hembras de mosquitos Anopheles, Mansonia y Culex; Brugia malayi, por mosquitos hembras de actividad nocturna como Anopheles, Mansonia y Aedes; Loa-loa es transmitida durante el día por los machos y hembras de tábanos Chrysops; Onchocerca volvulus, por los dípteros machos y hembras del género Simulium, de hábitos diurnos.

Síntomas

Muchas de las infecciones permanecen asintomáticas, pero cuando aparece el cuadro éste de inicio es inflamatorio y en sus etapas posteriores obstructivo.

Cuando inicia el cuadro se presenta fiebre, con o sin inflamación de linfáticos y ganglios, a intervalos irregulares y durante varios días. También puede haber de manera intermitente forunculitis, epididimitis, y orquitis e invasión de linfáticos pélvicos, abdominales y retroperitoneales.

Los fenómenos obstructivos que se originan por interferencia en el flujo linfático normal pueden ser del tipo de hidrocele, linfedema escrotal, varices linfáticas y elefantiasis.

Tipos y manifestaciones clínicas

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Básicamente hay tres tipos de filariasis principales: filariasis linfática o elefantiasis, loasis y oncocercosis. Existen otras especies de filarias que también parasitan al ser humano, pero son de dudosa patogenicidad, como Mansonella ozzardi, Dipetalonema perstans, Dipetalonema streptocerca, Brugia timon, etc.

Filariasis linfática o elefantiasis. Es la filariasis más común y está causada principalmente por las especies de filaria Wuchereria bancrofti y Brugia malayi.

Las larvas del parásito, denominadas microfilarias, se encuentran en la sangre de los individuos infectados y son ingeridas por insectos hematófagos (que se alimentan de sangre). Después de sufrir parte del ciclo vital en el interior de estos insectos, las microfilarias son transmitidas a personas sanas a través de una picadura durante una nueva ingesta de sangre. Las microfilarias se alojan en los vasos linfáticos, sobre todo en brazos, piernas o ingles, donde tras varios meses alcanzan la madurez sexual. Una vez adultas, las filarias hembras (macrofilarias) pueden vivir de 5 a 10 años en los hospedadores y se reproducen generando miríadas de larvas, las cuales pasan de nuevo a la circulación sanguínea. La presencia de microfilarias en sangre es diagnóstica para la enfermedad, y en esta fase pueden infectar a nuevos insectos que continuaran con la transmisión. Wuchereria bancrofti es transmitida durante la noche por las hembras de mosquitos Anopheles, Mansonia y Culex, mientras que Brugia malayi es transmitida por mosquitos hembras de actividad nocturna de los géneros Anopheles, Mansonia y Aedes.

Cuando aparece el cuadro clínico los síntomas iniciales están relacionados con la respuesta inflamatoria subsiguiente a la parasitación por los gusanos adultos o las microfilarias. La fase aguda cursa con fiebre y escalofríos a intervalos irregulares y durante varios días, con o sin inflamación de vasos linfáticos y ganglios, y reacciones inflamatorias de las extremidades inferiores y genitales.

Según progresa la infección, la presencia de los gusanos adultos en los vasos linfáticos provoca su obstrucción impidiendo el flujo linfático normal, implicando que el tejido infectado se mantenga edematoso (con acumulación de líquido), y que se produzca un engrosamiento e hipertrofia de los tejidos afectados pudiendo generar un aumento en su tamaño y progresar hacia la elefantiasis filariásica. El proceso se puede complicar con infecciones bacterianas oportunistas y recurrentes que contribuyen a empeorar la enfermedad.

Las formas más frecuentes de elefantiasis son:

  1. Elefantiasis de las piernas. El edema comienza en el dorso del pie, extendiéndose a la rodilla y es raro que alcance la cadera. Presenta una piel muy engrosada, con abundante fibrosis y superficie verrugosa que recuerda la piel de un elefante. Es frecuente la ulceración del tejido dañado con supuración y gangrena.
  2. Elefantiasis del escroto y pene. Es una de las manifestaciones más frecuentes, con un agrandamiento considerable del escroto e hipertrofia del pene. Debido a su posición pendiente y a la laxitud del tejido subcutáneo.
  3. -Elefantiasis de brazos, mamas o vulva. Zonas más raramente afectadas con cambios en la piel similares a los las piernas.

Loasis. Es la infección parasitaria provocada por el nematodo Loa loa, conocido como "gusano africano del ojo". El ciclo vital de Loa loa es similar al de las filarias de la elefantiasis, excepto que el insecto que trasmite la enfermedad es el tábano de género Chrysops, también llamado mosca del ciervo o del mango. Las microfilarias circulan por la sangre periférica con periodicidad diurna, y son ingeridas por el tábano. En él se desarrolla y transforma alcanzando la forma infectiva 10 o 12 días después, y siendo transmitida al hombre por la dolorosa picadura. La larva infectiva queda en la superficie de la piel, penetrando a través de la herida de la picadura quedando instalada en los tejidos subcutáneos. Aproximadamente de 6 a 12 meses después del contagio comienza la producción de microfilarias que puede persistir mas de 17 años.

Los síntomas no suelen aparecer hasta aproximadamente un año después de la picadura, tiempo que los parásitos tardan en alcanzar la fase adulta. Los Loa loa machos miden de 2 a 3.5 cm. mientras que las hembras alcanzan los 7 cm, teniendo 0.5 mm de diámetro. El gusano se mueve libremente por el tejido subcutáneo, produciendo hinchazones transitorias en las extremidades de menos de 30 mm de diámetro que permanecen de 2 a 3 días, llamadas tumefacciones de Calabar. Estas tumefacciones se presentan como zonas de nódulos pruriginosas que cursan con dolor y son el resultado de la reacción alérgica del enfermo frente al parásito y sus productos metabólicos. La migración del gusano bajo la conjutiva del ojo produce la aparición de irritación, congestión dolorosa, edemas de los párpados y trastornos de la visión. Además de la posible ansiedad del paciente al observar la presencia del gusano en el ojo.

Oncocercosis: a oncocercosis también conocida como filariosis cutánea o ceguera de los ríos es consecuencia de la trasmisión de las larvas Onchocerca volvulus. Las microfilarias habitan en la piel del hombre y migran hacía el tejido subcutáneo donde maduran. Los parásitos tardan entre unos meses a un año en llegar a la fase adulta, en la que se enrollan sobre si mismos formando nódulos subcutáneos fibrosos. En este estadío pueden permanecer hasta 15 años. Una vez que la hembra alcanza la madurez sexual puede producir 2000 microfilarias diarias, que salen de la cápsula y migran hacía la piel, el ojo u otros tejidos. Estas microfilarias presentes en la piel son las que infectan a la mosca negra del género Simulium que actúa como vector trasmisor de la enfermedad. La mosca negra o de los búfalos cría en riachuelos de curso tranquilo, infectando a los hombres de las zonas endémicas que trabajan cerca de ellos.

La enfermedad se manifiesta clínicamente de distintos modos.

El período de incubación puede durar un año. La enfermedad debuta con fiebre, eosinofilia y urticaria en repuesta a la reacción inflamatoria provocada por el parásito. Las manifestaciones clínicas se hacen patentes en el sistema linfático, los ojos, la piel y el tejido subcutáneo.

Cuando las microfilarias maduran producen la aparición por todo el cuerpo de nódulos subcutáneos de consistencia dura como respuesta inflamatoria y fibrosante a la formación de las cápsulas de los parásitos adultos. Dentro de la piel el proceso inflamatorio asociado a la oncocercosis conduce a la pérdida de elasticidad, despigmentación, engrosamiento y atrofia de las zonas afectadas. Los nódulos son mas peligrosos si se instalan en la zona del cuello y la cabeza ya que al migrar las microfilarias desde la cápsula al exterior pueden instalarse en los ojos causando ceguera, que evoluciona desde conjuntivitis, queratitis, opacidad de la cornea y lesiones de la cámara anterior del ojo. Parece que el daño ocular es resultado de la invasión directa de la microfilaria y la reacción del sistema inmunitario frente al parásito. Además los síntomas cutáneos pueden variar, apareciendo prúrito, hiperqueratosis, y una especie de elefantiasis conocida como “ingle colgante” cuando los nódulos que albergan el parásito se localizan cerca de los genitales.

Diagnóstico

Se establece al encontrar las microfilarias en sangre. Las microfilarias de W. Bancrofti se encuentran en sangre principalmente por la noche. La B. Malayi suele tener periodicidad nocturna.

Las pruebas serológicas pueden ser útiles en selección para un diagnóstico, pero hay que tener en cuenta que hay reacciones positivas y negativas falsas.

La extirpación de ganglios linfáticos para diagnóstico pueden deteriorar más el drenaje del área afectada y está contraindicada.

Tratamientos y recomendaciones

Es necesario iniciar tratamiento con antihelmínticos sin importar la intensidad de la infección. Con frecuencia es necesario un nuevo tratamiento a intervalos de dos semanas hasta que se reduzca la carga de gusanos a un grado bajo, estimada por la cuenta semicuantitativa de huevos.

Si hay anemia se administra hierro y dieta alta en vitaminas y proteínas cuando menos por tres meses después que se ha corregido la anemia a fin de restituir los depósitos de hierro y en ocasiones es necesaria una transfusión sanguínea.

Si también se encuentra ascaridiasis y uncinariasis, se administra mebendazol, albendazol o pirantel.

Véase también

Fuente

  1. Reynaldo Roca Goderich. Temas de Medicina Interna.4ta Edición. La Habana, 2002. pág 606.