Filosofía romana

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Filosofía romana
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Concepto:La filosofía para los romanos consistía en un conjunto de “ejercicios espirituales y reglas de vida”

Filosofía romana. Para los romanos la filosofía consistía en un conjunto de “ejercicios espirituales y reglas de vida”; no se la entendía como se la entiende en los tiempos modernos, como un conjunto de saberes y teorías acerca del cosmos. Existían entonces escuelas de filosofía, igual que en Grecia, donde no solamente se acumulaban saberes sino donde también se enseñaba a vivir, a saber vivir.

Sociedad esclavista de la Roma Antigua

Sociedad esclavista romana

Con una sociedad basada desde tiempos remotos en el agro, el desarrollo de las relaciones esclavistas en Roma resultó estrechamente entroncado con el crecimiento del Estado como poderosa potencia militar y con la propagación del dominio romano hacia el sur y el este. Tal expansión hizo aumentar el número de esclavos y las riquezas de los esclavistas y, a mismo tiempo, permitió que, en el período que va de las postrimerías del siglo II a. de. ne hasta el siglo II a. de. ne, la sociedad romana conociera los frutos del progreso artístico, científico y filosófico de Grecia.

En la sociedad romana despierta el interés de vivir al día la cultura griega. Comienzan a llegar a Roma científicos, oradores, pintores y filósofos griegos. En este período empiezan a desarrollarse en Roma el estoicismo y el epicureísmo, que con el paso del tiempo adquieren características específicas.

Materialismo de Lucrecio

Lucrecio

El logra más eminente de la filosofía antigua romana es el materialismo de Lucrecio (Titus Lucrecius Carus cerca 99-55 a. de. ne), autor del poema “De la naturaleza de las cosas”, genial obra filosófica. Lucrecio vivió tiempos difíciles y rigurosos: los de la dictadura del jefe de la nobleza reaccionariaLucio Cornelio Sila, de las luchas entre este y Mario, de la derrota de la clase de los caballeros y la sublevación de los esclavos dirigidos por Espartaco (74-71 a. de. ne).

En estos sucesos se concentraban las contradicciones clasistas de la época: el antagonismo fundamental entre esclavos y libres; entre pequeños campesinos y grandes terratenientes; en fin, la contradicción dentro de la clase esclavista; las luchas entre la antigua aristocracia y los mercaderes y usureros.

Su atomismo

Lucrecio es un intérprete del materialismo atomístico de Epicuro. Como este trata de fundar una filosofía que proporcione la imperturbabilidad y la ataraxia, tan difícilmente alcanzable. El temor al infierno, el temor a la injerencia de los dioses en la vida de los hombres es el gran enemigo de la felicidad humana. Para Lucrecio es función de su filosofía combatir ese enemigo.

Los temores a la muerte y a los dioses dominaban al hombre mientras ignora su posición en el mundo. Estos temores pueden y deben ser vencidos por la enseñanza, el saber, la filosofía. Condición cardinal para liberar al hombre de los temores que le oprimen es el conocimiento verdadero de la naturaleza. Este conocimiento no es valiosos por sí mismo, sino en virtud de su capacidad para aproximar al hombre a un estado impermeable al temor, a un estado de ataraxia.

Por ello parecen a Lucrecio de particular importancia dos ideas de Epicuro que liberan al alma humana de las sombras atemorizadoras:

  1. el alma es mortal, no hay posibilidad de una vida de ultratumba;
  2. los dioses son incapaces de influir sobre la vida de los hombres.

Lucrecio no niega la existencia de los dioses. Como Epicuro los instala en las regiones vacías entre los mundos. Allí, lejos de los acontecimientos de nuestra vida, viven en la buenaventuranza, pero no tienen la aptitud de actuar. No pueden socorrer, ni dañar, ni amenazar, ni seducir con la promesa de su protección. La naturaleza no es obra de los dioses ni su voluntad la gobierna.

De la nada, nada adviene; todas las cosas nacen de semillas. Estas semillas son eternas. Si fueran destructibles, en el período transcurrido hasta la actualidad hace mucho que se habría diluido toda la materia en la infinitud de los tiempos. Todos los mundos surgen del movimiento de partículas de materia innúmeras, invisibles e impalpables.

Estas partículas son el principio o la semilla de todas las cosas. De ellas se componen todos los cuerpos y todas las almas y aparecen por necesidad natural. El alma, como el cuerpo, se compone de átomos. A diferencia de los átomos que forman el cuerpo, los átomos del alma son más pequeños, redondos, lisos y móviles. La cohesión de estos átomos existe sólo hasta el momento en que existe la trabazón de los átomos del cuerpo. Al morir el hombre se dispersan también los átomos del alma.

Según Lucrecio, al debatir una hipótesis surgida en la ciencia no hay más que observar el principio general de la explicación materialista: todo debe deducirse de causas naturales sin admitir nada sobre natural. Dentro de los límites de este postulado materialista caben todas las hipótesis posibles para cada fenómeno. Por ejemplo, es igualmente posible el nacimiento diario de un nuevo sol y el retorno diario de un mismo sol a la bóveda celesta. No significa esto que a Lucrecio no le interese el contenido de las hipótesis que dilucida. Antes bien entiende que, en muchos casos, por el nivel de los conocimientos existentes a la sazón, la ciencia no tiene posibilidad de optar. Esta doctrina se correspondía con un estado de la ciencia en que el experimento estaba insuficientemente desarrollado para, entre todas las hipótesis posibles, rechazar las erróneas y detenerse en la cierta.

Aportes

Entusiasta de la doctrina epicúrea, Lucrecio es independiente en el punto de vista a las concepciones sobre la vida social. Epicuro recomienda no ocuparse de la vida política, llevar una existencia que pase “inadvertida”. Lucrecio por el contrario, reacciona ante los sucesos de la tumultuosa vida social que discurre ante él, condena la decadencia moral entre la aristocracia de la sociedad romana.

Papel de la religión

Condiciones socioeconómicas

La orientación y el carácter que la filosofía de la sociedad esclavista toma en sus últimos siglos sólo pueden se explicadas a la luz de la influencia que el régimen social de Roma ejerce sobre ella. La formación del dilatado Imperio Romano es acompañada de profundos cambios en la conciencia de las masas oprimidas y de la parte culta de la población.

Es la época del hundimiento de los antiguos Estados que son absorbidos por Roma y pierden su independencia política, la época del empobrecimiento de las masas y de la aparición en Roma de un considerable sector de elementos parasitarios. En los rápidos cambios políticos que se suceden, la suerte personal es cada vez más precaria. Se ahondan las contradicciones sociales, las adversidades y desastres en la vida social se hacen cotidianos. A tono con ello, cunde entre las gentes desamparadas y frustradas la proclividad religiosa.

A comienzo de nuestra era se acentúa entre las clases más diversas de la sociedad romana la tendencia a buscar olvido y consuelo en el seno de la religión. Contribuye a ello la acción cultural recíproca entre las partes orientales del Imperio y Roma. Del este al oeste penetra y se propaga una oleada de doctrinas religiosas y misterios, que encuentran un terreno abonado en el Imperio. Respondiendo a las demandas de la época, la propia filosofía se vuelve religiosa.

A tenor de las nuevas condiciones sociales se adensa el colorido religioso en el neoplatonismo y el neopitagorismo. Ninguna de estas doctrinas son continuación directa del platonismo y el pitagorismo del siglo IV a. de. ne. Como escuelas científicas, ambas perdieron su significación e influencia al poco de ser criticadas por Aristóteles y tras haber recuperado su influencia el materialismo en la forma de epicureísmo y, en parte, de la física materialista de los antiguos estoicos.

En las concepciones teóricas de los neopitagóricos, la religiosidad se expresa en un extremado dualismo. Dios se concibe como la base única del mundo, como el ser netamente espiritual que se halla por encima de todas las contraposiciones y de todas las propiedades positivas pensables. Pero Dios es también la causa de todas las cosas existentes en el mundo y de todas sus propiedades.

Para explicar la índole contradictoria de Dios, que se halla por encima de todas sus propiedades y es, a la par, causa de cada propiedad, se ideó la existencia de un mediador e incluso de toda una serie de principios o eslabones mediadores entre Dios y el mundo. Los intentos de escapar de tal modo a las dificultades aparecidas ente la filosofía dieron pie, de un lado a la doctrina de Filón de Alejandría (siglo I de .ne), para quien el “Logo” es el intermediario entre Dios y el mundo y de otro, al neoplatonismo, que constituye toda una escuela en los siglos IV y V de. ne.

Neoplatonismo

Plotino

En el neoplatonismo son las figuras de más talla Plotino y Porfirio, en el siglo III, el sirio Jámblico, en el siglo IV, y Proclo, en el siglo V, jefe de la escuela ateniense. Extraño a la ideología del cristianismo contemporáneo a él, tiene el neoplatonismo una base común con el cristianismo: la crisis espiritual de la sociedad esclavista antigua. De ahí que comparta algunos rasgos del cristianismo, aunque influyera a su vez sobre las doctrinas filosóficas del mismo. Punto de partida del neoplatonismo fue la llamada teología negativa, según la cual Dios es un ente acerca de cuya naturaleza es imposible todo juicio afirmativo y todo saber positivo.

La doctrina de Plotino concierne a la procesión o descenso, desde el ser uno, primero e inefable, a través de los eslabones inferiores intermediarios (el entendimiento, el alma del mundo, las almas de las personas) hasta el no ser o materia, así como la conversión o reversión del alma humana, que se eleva a Dios y alcanza la comunidad con él en el éxtasis después de largos ejercicios. La purificación necesaria para lograr la perfección suprema permite, según el neoplatonismo, salvar al hombre de la esclavitud de la carne. Plotino es el neoplatónico mejor dotado, Porfirio es el lógico y Proclo, el sistematizador y comentarista: expuso la doctrina plotiniana en forma de diálogo.

A inicio del siglo VI de. ne, el emperador Justiniano promulga un decreto con el que se clausura la escuela platónica de Atenas. Pero ya antes y sin que este decreto contara para nada, el núcleo fundamental de ideas y doctrinas de la filosofía antigua había culminado su desarrollo. Respecto a Platón y Aristóteles, así como las últimas grandes doctrinas de la antigüedad (el epicureísmo y el estoicismo griego, el neoplatonismo es una aparición de la decadencia.

Enlaces externos

Fuentes

  • Historia de la filosofía. Tomo I. Historia de la Filosofía Premarxista. Segunda Edición. Ed. Progreso Moscú. 1983. Cap. II. Pág. 100.
  • C. Marx y F. Engels. Obras. T 23. Pág. 538.