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Francisco de Goya
Información  sobre la plantilla
Goya retrato.jpg
Datos personales
Nombre completoFrancisco de Goya y Lucientes
Nacimiento30 de marzo de 1746
Aragón, Bandera de España España
Fallecimiento16 de abril de 1828
Burdeos, Bandera de Francia Francia
NacionalidadEspañola
SeudónimoGoya
OcupaciónPintor y grabador
ParejaJosefa Bayeu
HijosMaria del Rosario Weiss, Javier Goya
Datos artísticos
PeríodoRomanticismo
Obras notablesFusilamiento del 3 de mayo de 1808
FirmaFirma de goyae.jpg
Premios
 
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Francisco de Goya y Lucientes. Pintor y grabador español considerado uno de los grandes maestros de la pintura. Marcado por la obra de Diego Velázquez, habría de influir, a su vez, en Édouard Manet, Pablo Ruiz Picasso y gran parte de la pintura contemporánea. Formado en un ambiente artístico rococó, evolucionó hacia un estilo personal y pintó cuadros que, como el famoso El 3 de mayo de 1808 en Madrid: los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío (1814, Museo del Prado, Madrid), se cuentan entre las grandes obras maestras de la historia del arte. La más completa colección del artista se encuentra en el Museo del Prado, que atesora cerca de 150 pinturas y 500 dibujos de su mano, además de sus series de grabados.

Biografía

Primeros años

Goya nació en la pequeña localidad aragonesa de Fuendetodos (cerca de Zaragoza) el 30 de marzo de 1746. Su padre era pintor y dorador de retablos y su madre descendía de una familia de la pequeña nobleza de Aragón. Poco se sabe de su niñez. Asistió a las Escuelas Pías de Zaragoza y comenzó su formación artística a los 14 años, edad a la que entró como aprendiz en el taller de José Luzán, pintor local competente aunque poco conocido, donde Goya pasó casi cuatro años.

En 1763 el joven artista viajó a Madrid con la esperanza de ganar una beca de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, ayuda que no conseguiría ni en esta ocasión ni en 1766, año en que lo intentó de nuevo.

En la capital de España trabó amistad con otro artista aragonés, Francisco Bayeu, pintor de la corte que trabajaba en el estilo académico introducido en España por el pintor alemán Anton Raphael Mengs. Bayeu (con cuya hermana, Josefa, habría de casarse en 1774) tuvo una enorme influencia en la formación temprana de Goya y a él se debe que participara en un encargo importante, los frescos de la bóveda de la basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza (1772, 1780-1782), y que se instalara más tarde en la corte.

Trayectoria artística

A finales de 1769 Goya parte hacia Italia, donde permaneció aproximadamente hasta junio de 1771. Su actividad durante esa época es relativamente desconocida; se sabe que pasó algunos meses en Roma y visitó Venecia, Bolonia, Génova, Módena y Ferrara, entre otras ciudades.

En mayo de 1771, se presentó a un concurso convocado por la Real Academia de Parma, en el que obtuvo una mención del jurado. A su vuelta a España, se instaló en Zaragoza, donde realizó los frescos de la bóveda del coreto de la basílica de la Virgen del Pilar y las pinturas murales del oratorio del palacio de Sobradiel (1772). De 1774 son las pinturas al óleo sobre muro de la iglesia de la cartuja de Aula Dei, cerca de Zaragoza, que ya anticipan el estilo que desarrollará en los magníficos frescos de la ermita de San Antonio de la Florida en Madrid, en 1798. En esta última fecha comenzó a hacer grabados a partir de la obra de Velázquez que, junto con la de Rembrandt, sería su principal fuente de inspiración durante toda su vida.

Hacia enero de 1775 Goya se instaló definitivamente en Madrid en casa de su cuñado, Francisco Bayeu, y comenzó a trabajar para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Los cartones que realizó desde esa fecha hasta 1792 fueron muy apreciados por la visión fresca y amable que ofrecían de la vida cotidiana española. Con ellos revolucionó la industria del tapiz que, hasta ese momento, se había limitado a reproducir fielmente escenas del pintor flamenco del Siglo XVII David Teniers. La mayor parte de ellos se conservan en el Museo del Prado, como "El quitasol" (1777), "La gallina ciega" (1787) y "La boda" (1791-1792). Entre 1780 y 1782, pintó en el Pilar de Zaragoza la bóveda Regina Martyrum, una extraordinaria obra en la que da rienda suelta a su genio pese a la censura de Bayeu y el disgusto de los miembros del cabildo.

Los cartones para tapices entraban dentro del género de la pintura decorativa y, aunque preparatorios para los tejidos, sus bocetos fueron muy apreciados en su tiempo como ¨cuadros de gabinete¨. Las varias series de cartones de tapices pintadas por Goya le sirvieron para situarse en la corte y darse a conocer. Muestra de cómo aprovechó esta oportunidad es que, en julio de 1780, tras presentar su Cristo crucificado a la Real Academia de San Fernando, se le admitió como académico de mérito por unanimidad, y además, se le invitó a participar en los frescos de las cúpulas de la basílica del Pilar en Zaragoza.

Goya elaboró cartones para tapices durante casi veinte años, a lo largo de los cuales pinto siete series destinadas a los palacios del Pardo y del Escorial. El artista recoge en estas obras los temas habituales en los tapices españoles, en los que a partir de 1770 se habían transformado los modelos flamencos, para buscar inspiración en la vida popular, por iniciativa de Mengs y según las ideas de la Ilustración. Los primeros, de tema cinegético, siguen modelos de Bayeu. Pero Goya pronto llevó a cabo obras de su propia inventiva, en las que mostró su conocimiento del arte clásico y del trabajo de sus contemporáneos y, sobre todo, su capacidad compositiva y su facilidad para dar una nueva y acertada visión de la realidad. En ellas, como sus compañeros pintores, reflejó también ese mundo popular y callejero, de majas y manolas, de ventas y vendedores, de juegos y fiestas populares, de la vida ruidosa y alborotada de las calles y suburbios de Madrid. Tras las pequeñas anécdotas de estas escenas, sin embargo, subyace una visión universal del ser humano y su comportamiento que está en la base de sus obras posteriores.

Pintor de la corte

A lo largo del la década de 1780 Goya se convertiría en uno de los más codiciados retratistas de su tiempo y serviría a la más alta aristocracia, entre cuyos miembros tuvo importantes protectores, como los duques de Osuna y los duques de Alba. También estuvo muy relacionado con políticos e intelectuales ilustrados como Gaspar Melchor de Jovellanos o Juan Agustín Ceán Bermúdez. Estos compartieron con Goya nuevas inquietudes intelectuales, morales y políticas, que se reflejan en sus obras, principalmente en sus series de dibujos y estampas al aguafuerte.

En 1789 fue nombrado pintor de cámara por Carlos IV y en 1799 ascendió a primer pintor de cámara junto a Mariano Maella. Goya disfrutó de una posición privilegiada en la corte, hecho que determinó que el Museo del Prado de Madrid heredara una parte muy importante de sus obras, entre las que se incluyen los retratos oficiales y los cuadros de tema histórico. Estos últimos se basan en su experiencia personal durante la Guerra de la Independencia española (1808-1814) y trascienden la representación patriótica y heroica para crear una salvaje denuncia de la crueldad humana.

Algunos de los retratos más hermosos que realizó de sus amigos, de personajes de la corte y de la nobleza datan de la década de 1780. Entre ellos se encuentran obras como "Carlos III, cazador" (1786-1788), "Los duques de Osuna y sus hijos" (1788), ambos en el Museo del Prado de Madrid, o el cuadro la Marquesa de Pontejos (c. 1786, Galería Nacional, Washington); en todos ellos emplea una paleta de colores muy luminosa y un estilo heredero de la pintura Velázquez.

Dos de sus cuadros más famosos, obras maestras del Prado, son "La maja desnuda" (1800-1803) y "La maja vestida" (1800-1803). Del año 1800 son también "La condesa de Chinchón" (Museo del Prado), uno de los retratos más hermosos y delicados de la historia del arte, y La familia de Carlos IV(Museo del Prado), donde se muestra a la familia real con una sencillez y honestidad muy apartadas de la habitual idealización.

Aguafuertes y pinturas posteriores

En el invierno de 1792, durante una visita al sur de España, Goya contrajo una grave enfermedad que le dejó totalmente sordo y marcó un punto de inflexión en su expresión artística. Entre 1797 y 1799 dibujó y grabó al aguafuerte la primera de sus grandes series de grabados, Los caprichos, en los que, con profunda ironía, satiriza los defectos sociales y las supersticiones de la época. Series posteriores, como Los desastres de la guerra (Fatales consecuencias de la sangrienta guerra en España con Napoleón Bonaparte y otros caprichos enfáticos, 1810) y Los disparates (1820-1823), presentan comentarios aún más cáusticos sobre los males y locuras de la humanidad.

En un principio, junto a sus amigos ilustrados, Goya, que sirvió al gobierno de José Bonaparte, aceptó la invasión napoleónica como un medio de que llegasen a la aislada y absolutista España los avances de la Revolución Francesa y un aire de nuevo de libertad y racionalismo. La guerra, sin embargo, debió de suponer para él, con su crueldad y penalidades inherentes, una terrible decepción

Los horrores de la guerra dejaron una profunda huella en Goya, que contempló personalmente las batallas entre soldados franceses y ciudadanos españoles durante los años de la ocupación napoleónica. En 1814 realizó "El 2 de mayo de 1808 en Madrid: la lucha con los mamelucos" y "El 3 de mayo de 1808 en Madrid: los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío" (ambos en el Museo del Prado). Estas pinturas reflejan el horror y el dramatismo de las brutales masacres que tuvieron lugar en Madrid durante la guerra a manos de grupos de soldados franceses y egipcios (Mamelucos). Ambas están pintadas, como muchas de las últimas obras de Goya, con gruesas pinceladas de tonalidades oscuras matizadas por refinados toques de amarillo, ocre y carmín.

Últimas obras

Fusilamientos del 3 de Mayo

Tras la expulsión de los franceses y el regreso de Fernando VII, Goya superó el expediente de depuración a que fueron sometidos los funcionarios de palacio. Siguió ejerciendo un tiempo como pintor de cámara, hasta que en 1816, Vicente López fue nombrado primer pintor de cámara de la corte y Goya quedó relegado por el estilo más decorativo y amable del pintor valenciano.

El descenso en el número de encargos marcó su evolución a partir de entonces. De esa época son "La última comunión de san José de Calasanz" (1819, iglesia de San Antón, Madrid), uno de sus principales cuadros religiosos, y la célebre serie de Pinturas negras (c. 1820, Museo del Prado), llamadas así más por su contenido que por su colorido. Estas pinturas que fueron pasadas al lienzo en 1873, originalmente estaban pintadas al fresco en los muros de la casa que Goya compró en 1819, la conocida como Quinta del Sordo, una casa de campo con terreno para cultivar situada en las afueras de Madrid, en una zona elevada al otro lado del río Manzanares.De la serie destacan, Saturno devorando a un hijo (c. 1821-1823) y Aquelarre, el gran cabrón (1821-1823). Con predominio de los tonos negros, marrones y grises, constituyen un amarga denuncia de los aspectos más oscuros del ser humano y demuestran que su temperamento era cada vez más sombrío.

Este comportamiento se agravó a raíz de la situación política de España durante la primera etapa del reinado absolutista de Fernando VII y el Trienio Liberal (1820-1823), por lo que en 1824 decidió instalarse en Francia.

En Burdeos trabajó la técnica, entonces casi desconocida, de la litografía, con la que realizó una serie de escenas taurinas consideradas entre las mejores de su género.

Goya ha sido tratado casi como un contemporáneo por los artistas más modernos del siglo XIX y XX y su influencia perdura en el siglo XXI por su capacidad de abrir nuevos caminos.

Fue un testigo excepcional de un periodo entre dos siglos, de fines del siglo XVIII a principios del siglo XIX y dos épocas: vivió el final del Antiguo Régimen y presenció el momento en el que se originó el mundo contemporáneo con el pensamiento ilustrado y las consecuencias de la Revolución Francesa. Su arte adelantó muchas de las preocupaciones estéticas y éticas que siguen vigentes y que inquietan al hombre actual.

Formado, como buena parte de los artistas españoles del siglo XVIII, en las derivaciones tardías del barroco italiano de Corrado Giaquinto y el sofisticado rococó francés, Goya atraviesa el academicismo neoclásico y el romanticismo, creando una obra personal que tiene al hombre y sus vicisitudes como protagonista. Su obra presagia el futuro desarrollo del arte del siglo XX, especialmente movimientos como el expresionismo o el surrealismo, por su libertad frente a la realidad y por la inclusión en sus creaciones del mundo de los sueños, así como por la violenta deformación expresiva presente en buena parte de sus obras a partir de los Caprichos.

Pintura religiosa

La figura de Goya no ha solido identificarse por su faceta de pintor religioso. Sin embargo, la temática religiosa fue una de las primeras que desarrolló, y volvió a tratarla con frecuencia hasta su marcha a Burdeos.

A lo largo de su carrera, Goya evolucionó desde una imagen convencional, incluso popular, del hecho religioso, hasta otra de carácter ilustrado, más naturalista y contenida. Inicialmente, aún dentro de la estética tardobarroca y rococó, pintó tanto pequeños cuadros de devoción, como composiciones de mayor empeño, como La doración del nombre de Dios, en la bóveda del coreto del Pilar, o las Escenas de la vida de la Virgen, en la cartuja de Aula Dei. Como muestra de su creciente prestigio, es que realiza la decoración de la cúpula de la basílica del Pilar y es justamente con una pintura religiosa que obtiene el nombramiento de académico de San Fernando. En 1798 conforma, en la cúpula de la ermita de San Antonio de la Florida de Madrid, una personalísima unidad escénica y expresiva, en la que lo sobrenatural se manifiesta en un escenario de tipos populares. Después de la Guerra de Independencia, abordó de nuevo el tema religioso, con cuadros de gran formato, como el de las santas Justa y Rufina de la catedral de Sevilla o la sobrecogedora Última comunión de San José de Calasanz, de 1819.

Galería

Muerte

Aunque realizó una breve visita a Madrid en 1826, murió dos años más tarde en Burdeos, Francia, en la madrugada del 16 de abril de 1828. Goya no dejó herederos artísticos inmediatos, pero su influencia fue crucial en los grabados y en la pintura de mediados del Siglo XIX y en el arte del Siglo XX.

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Fuentes

  • Consejo Nacional de las Artes Plásticas. Arte Universal, Selección. La Habana, 2001
  • La Guía del Prado. Museo Nacional del Prado. 2014 p 168-199.