Geografía política

Geografía política
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Concepto:Estudia tanto las consecuencias de los diferentes acontecimientos políticos en el mundo, como la influencia del medio físico en la evolución política.

Geografía política: Subdisciplina de la Geografía, en concreto de la Geografía humana, que estudia tanto las consecuencias de los diferentes acontecimientos políticos en el mundo, como la influencia del medio físico en la evolución política, es decir, las relaciones entre las organizaciones políticas que desarrollan las sociedades y el espacio geográfico, a diferentes niveles y escalas, siendo su elemento fundamental el análisis de las relaciones de poder, las cuales se modifican por diversos factores, como la heterogeneidad del espacio geográfico, las diferentes necesidades vitales y sociales, la posición geoestratégica, o las relaciones de dominio entre los seres humanos, en aspectos como la apropiación y la producción. Así pues, estudia las interrelaciones entre lo político y lo espacial, el poder y el espacio, con las organizaciones territoriales resultantes.

Principales Objetivos

Sus principales objetivos se pueden resumir en las relaciones entre población, administración y territorio. La Geografía política se estructura, convencionalmente, en tres niveles de estudio, a fin de facilitar el análisis. El Estado actúa como foco substancial de la investigación, centrada en el modo en que se expresan y se relacionan las fuerzas del conflicto, del consenso, de la cohesión y de la desintegración en un territorio. Por encima del Estado se halla el nivel de las relaciones internacionales o geopolíticas, que supone el estudio tanto de los procesos y relaciones geoestratégicas y geoeconómicas como su plasmación en el espacio. El tercer nivel se halla por debajo del Estado y es el de la geografía política de los territorios de rango regional, provincial, comarcal y municipal. Se identifican, por lo tanto, comúnmente con rangos de política local, aunque en el caso de España y otros países de fuerte descentralización, las comunidades autónomas o entidades similares poseen un estatus intermedio entre el estado y el poder local. En ellos se estudian también los procesos, los conflictos y las estrategias que operan dentro y entre las comunidades locales, así como a las relaciones de poder entre las comunidades locales y el Estado. A la geopolítica se la considera parte de la geografía política y su objeto de estudio es la distribución geográfica del poder entre los estados del mundo.

Desarrollo Histórico

Los orígenes de la geografía política se hallan en los de la propia Geografía humana, como instrumento del colonialismo y de la expansión económica. Así pues, los primeros geógrafos políticos se centraron principalmente en las consecuencias políticas y militares de la relación entre la geografía física, los territorios y sus recursos, y el poder del Estado. En particular, tuvo una estrecha conexión con la geografía regional —centrada en las características físicas, económicas, sociales y culturales propias de cada región— y con el determinismo geográfico, que enfatizaba la influencia del medio ambiente sobre las actividades del ser humano. Esta asociación encontró su expresión en el trabajo del geógrafo alemán Friedrich Ratzel, quien, en 1897, desarrolló una teoría orgánica del Estado, basada en el concepto de Lebensraum (‘espacio vital’), y la idea de que el carácter y densidad de un volk (‘pueblo’) estaba unido, indisolublemente, a una zona concreta, o raum. Ligó, de forma explícita, la evolución y dinamismo cultural de una nación, con su expansión territorial, idea que más tarde se emplearía para proporcionar una legitimación académica al expansionismo del Tercer Reich alemán, durante la década de 1930. El concepto de región y el de determinismo geográfico influyeron también, de forma notable, sobre el geógrafo británico Halford John Mackinder. Su teoría del poder político mundial, expuesta por vez primera en 1904, se basaba en el concepto del ‘pivote geopolítico de la historia’. Manifestó que la era del poder marítimo estaba llegando a su fin y que las potencias terrestres se hallaban en ascenso. En concreto, pensaba que quien controlase el corazón de Euroasia dominaría el mundo. Esta perspectiva ejerció gran influencia años después, durante la Guerra fría, apuntalando el pensamiento militar sobre la creación en Europa central de una zona colchón entre el Este y el Oeste. A fines de la década de 1930, no obstante, el determinismo sufrió un gran descrédito en el seno de los círculos académicos de la geografía. Se debió, en parte, a la ausencia de rigor intelectual en las teorías de algunos de sus defensores más destacados, como la geógrafa estadounidense Ellen Semple, así como por la naturaleza racista de algunas de sus conclusiones. A finales de la década de 1950, la geografía regional también estaba sometida a crítica. Una nueva generación de geógrafos, deseosos de transformar la disciplina en una auténtica ciencia centrada en la formulación de teorías y leyes universales y en el análisis cuantitativo de los datos, fueron particularmente críticos en el énfasis dado a la unicidad de las regiones y a la descripción, y no al análisis. La estrecha relación de la geografía política con el determinismo geográfico y la Geografía regional supuso su entrada en declive durante el periodo posterior a la II Guerra Mundial. La Guerra fría reforzó esta tendencia. En 1968, el influyente geógrafo anglo-estadounidense Brian Berry (Sedgley, Staffordshire, 1934) describió la geografía política como “un moribundo brazo de un río estancado”. Aunque en otras áreas de la geografía humana existían una serie de nuevas corrientes, como el análisis espacial cuantitativo o los estudios de comportamiento y el estructuralismo marxista (opuesto a la geografía política), que estimulaban la investigación, éstas eran ignoradas por la geografía política, cuyo principal punto de referencia seguía siendo la región. Así pues, gran parte de los estudios de Geografía política de este periodo eran meramente descriptivos, sin intentar apenas establecer generalizaciones a partir de los datos obtenidos. No fue hasta finales de la década de 1970 cuando algunos geógrafos comenzaron a manifestar que la geografía política no estaba agonizando, sino que de hecho tenía un prometedor futuro. En la década de 1980, sobresalieron los trabajos de Lacoste y también las revistas Hérodote y Antipode y, desde 1992, Political Geography Quaterly (editada en sus orígenes por el geógrafo británico Peter Taylor) que mostraban una división entre la geografía política y la geopolítica, y diversos enfoques y profundos cambios conceptuales y metodológicos. El crecimiento estuvo asociado, en gran medida, a la adopción de metodologías en boga entonces, como el análisis espacial cuantitativo, los análisis de comportamientos y de percepción y el estructuralismo marxista. En nuestros días estos estudios continúan teniendo especial importancia. La geografía política actual nada tiene que ver con los planteamientos deterministas de épocas anteriores, tanto en las metodologías como en las temáticas que desarrolla. Se encarga de los análisis estratégicos que se necesitan para comprender el mundo actual: la globalización, la mundialización de la economía, el papel de los Estados y otras entidades a distintos niveles administrativos (políticas de descentralización), la formación de variadas identidades colectivas, la dialéctica local-global, la división entre las áreas desarrolladas económicamente y las desfavorecidas, el papel de los agentes sociales y políticos, las problemáticas medioambientales (políticas verdes o ecológicas), el papel de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, etc. La rama de la geografía política especializada en el Estado también está sufriendo cambios, consecuencia, en parte, de la desaparición de las antiguas relaciones internacionales. Por un lado, existen fuerzas centrípetas que tienden a la unión de estados en unidades geopolíticas más amplias, como la Unión Europea, MERCOSUR o ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas). Por otro, hay fuerzas centrífugas, en especial el auge de los nacionalismos, que desafían la integridad territorial de estados existentes desde hace tiempo, o que han llevado a la aparición de nuevos estados a partir de otros que desaparecen, como fue el caso de las antiguas Unión Soviética, Yugoslavia y Checoslovaquia a finales del siglo XX. Ha crecido el interés de la geografía política por la relación entre la organización política de la sociedad y el espacio geográfico. Se ha ampliado el campo de acción de la tradicional ciencia política, al reconocer que el ejercicio del poder no es exclusivo del Estado, sino que es una actividad de la vida cotidiana. Esto ha originado que los temas de la geografía política se hayan superpuesto, de forma creciente, a los de otras subdisciplinas de la geografía humana, como la geografía económica y la geografía urbana, y en particular a los contenidos de la geografía cultural y la geografía social. Aunque la geografía política contemporánea conserva muchos de sus campos tradicionales, la expansión de la disciplina sobre otras áreas próximas es parte de un proceso general dentro de la geografía humana, que implica, por un lado, la pérdida de nitidez de las fronteras entre las antiguas áreas de estudio y, por otro, un desarrollo de corrientes interdisciplinares.

Métodos de Investigación

En los primeros pasos de la geografía política, las principales técnicas de investigación eran la observación, la clasificación y el trazado de una detallada cartografía descriptiva. En la actualidad, el uso de mapas todavía es importante; de hecho están considerados como los documentos básicos de la geografía política, puesto que las fronteras que muestran —por ejemplo, las fronteras nacionales, las aguas territoriales, la configuración de la Unión Europea o las circunscripciones electorales— son la expresión espacial de procesos políticos en todos sus niveles. No obstante, los geógrafos políticos emplean una amplia gama de medios, procedentes, en muchos casos, de otras disciplinas, como la sociología o psicología, en los que se incluyen el análisis cuantitativo de datos estadísticos o las encuestas y entrevistas. Los temas objeto de estudio son muy variados: cuestiones electorales, fronteras marítimas y control de los recursos oceánicos, la territorialidad y el papel de los procesos políticos en la estratificación social. Son muy utilizados los métodos hipotético-deductivos, en los que se desarrollan el análisis y las deducciones, los contrastes empíricos y la verificación de las hipótesis. También los métodos de previsión estadística, como el de la extrapolación, recogiendo gran cantidad de datos, en determinados periodos de tiempo y buscando patrones reconocibles, con el fin de identificar las tendencias. Y la metodología sistemática (análisis funcional, estructural, del proceso y de las formas), que se complementan con técnicas habituales en el estudio de países y territorios, como las simulaciones, el análisis de diagnóstico DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas, Oportunidades), el método Mactor (Matriz de Alianzas y Conflictos: Tácticas, Objetivos y Recomendaciones). Los marcos hipotéticos, etc. Los medios informáticos, como los Sistemas de Información Geográfica (SIG) son empleados, cada vez más, para análisis detallados de datos. Los SIG son bases de datos especializadas en las que toda la información está unida a un sistema de referencia espacial y que integran diversos tipos de información, como imágenes aéreas y de satélites, y censos e información electoral (circunscripciones electorales y gráficos de votos). Los SIG se pueden emplear para analizar, por ejemplo, los cambios en la estructura espacial de la tendencia del voto.

Fuentes