Gregorio Careaga Medina

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Gregorio Careaga Medina, Mártir del Moncada. Fue un joven que nació en un seno de familia humilde .Desde muy pequeño trabajó en trabajos duros en el campo siendo apenas un niño para poder ayudar a su padre, solamente llegó al tercer grado, pero esto no basto para que no fuera un hombre decisivo, ya que siempre mantuvo muy buenos principios además de ser muy responsable ante sus actitudes y acciones, su carácter y su forma de pensar fue lo que crecieron en el las ganas de luchar por algo mejor.Plantilla:Personaje histórico

Primeros años de su vida.

Nace en Artemisa el 28 de noviembre de 1923, hijo de Víctor e Eugenia. Era el sexto de nueve hijos: Agustina, Ladislao, Humbelino, Natividad, Hilario, Gregorio, Gerardo, Orlando y Caridad.
Nació en un hogar humilde, en el que la miseria era permanente, no obstante los esfuerzos del padre, un obrero agrícola, que no podía ganar lo suficiente para cubrir las necesidades más urgentes. Desde niños, todos tuvieron que trabajar, acompañando desde temprano a su padre a las labores del campo. Gregorio y sus hermanos vendían periódicos en la esquina del hotel “Sevilla” y por las calles de Artemisa, para ayudar en algo el presupuesto familiar. Comenzó a estudiar en la escuela No. 7, pero tuvo que abandonarla en el tercer grado, ante la necesidad de ayudar a sus padres.

Juventud e incorporación a la lucha y últimos momentos de su vida

Después de trabajar de niño y de joven, como jornalero en el campo junto a su padre y como vendedor de periódicos, comienza a laborar en la cocina del “Hotel Sevilla” donde aprende el oficio de cocinero, trabajando como tal, consecutivamente, en “La Viña”, “El Miyar” y “La Aurora”. Estos cambios eran frecuentes en esa época capitalista, en busca de un mejor jornal para subsistir, trabajaba en la construcción como albañil y por último como funerario en la “Casa Matías”, que era el trabajo que tenia al partir para el Moncada.
Era conocida su firme actitud, en contra de la politiquería reinante. Nunca sacó la célula electoral para votar, a pesar que en ocasiones le ofrecieron dinero para que lo hiciera, y pese a estar atravesando una difícil situación económica. Se negó siempre rotundamente a prestarse a tal componenda. También era su firme actitud de condena a la tiranía batistiana.
Gregorio era de carácter reservado, en muchas ocasiones llegaba de madrugada a la casa, al estar realizando prácticas de tiro o participando en una reunión; pero nunca dejó entrever las actividades a que se dedicaba y siempre tenia un pretexto para sus familiares.
En 1946, se casó con Gloria Granado, hermana de su compañero y también mártir del Moncada, Guillermo Granado. Dejó dos hijos: Tony y Miguelito, (este último, falleció de leucemia en 1965).
Días antes de partir para el Moncada, le dijo a su pequeño hijo Tony: “Voy al campo por unos días, para que en el futuro a tí no te falte nada”.
A ninguno de sus familiares les comunicó el propósito de su partida. Todos lo hacían en el campo trabajando, de acuerdo con lo que él había manifestado.
Su hermana Caridad, ya fallecida, contó para el libro Mártires del Moncada:
“En aquellos días se excusó de no poder asistir a su boda, señalada para el 7 de septiembre de 1953. - No tengo Zapatos… - ¡y horas antes se había comprado un par nuevo que los estrenaría en el Moncada!”. “En una ocasión le oyó decir que por lo único que daría la vida era por la libertad de Cuba”.

En Artemisa se reunía con su cuñado Guillermo Granados, con José A. Labrador, con Ciro, Julito y Pepe Suárez. Junto con los demás jóvenes artemiseños partió hacia La Habana el 24 de julio, y ese mismo día a las tres de la madrugada partía hacia Santiago de Cuba, en una máquina en que iban además los artemiseños: Vero Rosell, José Antonio Labrador, Ricardo Santana y Pepe Suárez.

Muerte

Gregorio Careaga, fue de los que luchó heroicamente en el Moncada, logrando retirarse para ser detenido y después y salvajemente asesinado.

Su hermano Hilario, investigó los detalles de su muerte, en Contramaestre, Maffo y Bayamo, y tuvo la oportunidad de hablar con testigos excepcionales, dejando para las presentes y futuras generaciones los detalles de aquel infame asesinato.

Cronología de un crimen.

Gregorio logró retirarse del Moncada y montar en una rastra. El chofer de la misma que se percató de la verdad, lo llevó solamente hasta Contramaestre, haciéndole ver que estaban registrando en la carretera y que serían ambos asesinados si los detenían. En Contramaestre la rastra paró frente al Liceo, donde estaban trasmitiendo la pelota, donde se bajaron ambos, el chofer entró en la Sociedad y Gregorio se quedó en la puerta, siendo invitado a pasar, pues creían que era el ayudante del chofer, pero él no quiso y se recostó a una ventana. Un guardia jurado le llamó la atención de que no podía estar ahí y Gregorio camina hacia las afueras del pueblo. En la salida del mismo, en la carretera que va hacia Maffo hay un garaje y allí llegó, solicitando del empleado la manera de poder dormir aquella noche.
- Quedase en una de esas guaguas viejas, - le dijo el empleado.
Gregorio se acomodó en una de ella y se quedó profundamente dormido enseguida.
El empleado, un chivato, avisa a las autoridades de Contramaestre y dos policías lo despiertan y detienen. Serian las 10 de la noche del propio día 26. Los policías lo conducen al cuartel de la guardia rural de Maffo, del que era jefe el sargento Cruz.
En la misma puerta de entrada del cuartel, el sargento Cruz, comienza a golpearlo y ya dentro se le unen otros soldados a la cruel tortura. Lo trasladan de inmediato a Bayamo, a quince minutos de Maffo, donde lo recibe el teniente Reselló y donde es nuevamente torturado.
Nada logran sacar a Gregorio, excepto que había participado en el ataque al Moncada, para ver su patria libre.
Es trasladado de nuevo a Maffo donde continúan las torturas, para hacerlo hablar sobre los jefes del movimiento, era ya cerca de la una de la madrugada del día 27 de julio, pero nada logran sacarle.
Nuevamente es trasladado a Bayamo donde hacen el último intento, pero todo en vano. El teniente Reselló ordena de nuevo, su traslado a Maffo y que lo acaben de liquidar, pues si tienen miedo de matarlo, él lo haría y se lo arrojaría en el parque.
Tarde en la madrugada del 27 de julio, muere Gregorio en el cuartel de Maffo, en los momentos de agonía hubo de recordar a su madre y a sus hijos.
Cuatro soldados y dos civiles montan el cadáver en un jeep y lo conducen, a cuatro leguas del pueblo, por un camino que va hacia Biajaca. Allí lo bajan, lo amarran a una palma y simulan un tiroteo, acribillándolo a tiros. Abandonan el cadáver y dan la versión en Maffo de un encuentro con los supervivientes del Moncada.
Un lechero ha visto todo lo ocurrido. Los campesinos recogen el cadáver y en una rústica caja lo trasladan al pueblo. Los soldados no quieren que sea enterrado en el cementerio, pero los vecinos de Maffo lograron romper la resistencia de los asesinos y Gregorio fue enterrado en el mismo, y un compañero logró tirarle una foto a la caja. Los revolucionarios de Maffo ponían todas las noches flores en su tumba, para rendirle homenaje al mártir y como una forma de protesta hacia el régimen sanguinario.
Cuando triunfo la revolución, los Tribunales Revolucionarios de Maffo, condenaron a muerte (y fueron fusilados) a tres militares y tres civiles, entre los que estaban parte de los esbirros que habían asesinado a Gregorio. El sargento Cruz y el teniente Reselló, inicialmente lograron huir de la justicia revolucionaria, pero en el año 1964 fueron detenidos y juzgados en la audiencia de Santiago de Cuba y condenados a 30 años de presidio.

Fuente

• Biografías de los Mártires de Artemisa, 1971.