Guerra de los Diez Años en Sancti Spíritus

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Guerra de los Diez Años en Sancti Spíritus
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Cronología
Movimiento independentista
Guerra de los Diez Años
Levantamiento armado
Acciones militares
Acciones finales
Protesta de Jarao

Guerra de los Diez Años en Sancti Spíritus. Es un periodo de la historia del actual municipio cubano de Sancti Spiritus comprendido entre el 6 de febrero de 1869, fecha en la cual el movimiento independentista espirituano se une a la Revolución de 1868 que estallo en Cuba bajo la guía del hacendado independentista y antiesclavista Carlos Manuel de Céspedes, y el año 1878 cuando las fuerzas revolucionarias que componían el Ejército Libertador cubano abandonan las armas tras varias divisiones internas y la muerte de varios de sus principales dirigentes.

Entre los principales líderes del movimiento insurreccionar en Sancti Spíritus se encontraban Honorato del Castillo Cancio, Marcos García, Serafín Sánchez, Federico Fernández-Cavada, Carlos Roloff y Ramón Leocadio Bonachea, entre otros valerosos hombres que lucharon por la independencia absoluta de Cuba.

Movimiento independentista

Al producirse el estallido insurreccional de 1868 en el oriente cubano, se habían agudizado extraordinariamente todas las contradicciones sociales, políticas y económicas de la colonia cubana, además de haberse formado la nacionalidad cubana.

En cuanto a la economía la situación era grave por los efectos de los altos impuestos que gravaban el comercio con las naciones extranjeras, y los que aquejaban a los productores. A través de los mismos, España extraía de Cuba los recursos para costear sus aventuras bélicas. Todos estos problemas se agudizaban por la incidencia de las crisis económicas de 1857 y 1866 y la baja internacional de los precios del azúcar impedía la tecnificación de las fábricas y las conducía a la quiebra.

Desde el punto de vista político a la carecía de libertades políticas, civiles y religiosas se unía la crisis de las ideas reformistas más aguda aún tras el fracaso de la Junta de Información. Sumado a esto una plaga de funcionarios peninsulares cometía todo tipo de arbitrariedades sin que los cubanos tuvieran derecho a reclamas.

Sancti Spíritus no era ajena a toda esta situación general del país y específicamente en la esfera social, lo referente al miedo al negro no es el elemento dominante en el panorama. En primer lugar, porque los principales dirigentes de la conspiración en Sancti Spíritus y Trinidad no se comportaron como grandes terratenientes, tal es el caso de los Fernández Cavada, de Honorato del Castillo, Marcos García, Serafín Sánchez y otros. Si bien, algunos eran acaudalados su conducta desde los inicios de la guerra fue radical con respecto a la esclavitud y las propiedades pues aplicaron la tea, liberaron esclavos y los incorporaron a las filas insurrectas.

Con respecto a la población, válido es considerar que la cantidad de esclavos de Sancti Spíritus se limitaba al 19,5% y que el total de la población negra era el 35,18%[1]. Además la economía de dicha jurisdicción era predominantemente ganadera, no requería de grandes dotaciones de esclavos por lo que no tuve inconvenientes por esa parte para incorporarse a la guerra el 6 de febrero de 1869, como mismo ocurrió con las demás jurisdicciones de Las Villas.

Honorato del Castillo Cancio, líder indiscutido del naciente movimiento independentista de 1868 en Sancti Spíritus.

El pensamiento político predominante entre los criollos llegó a ser el independentismo y su modo de realizarlo, la lucha armada por lo que comenzaron a aparecer grupos que laboran por la independencia de Cuba. En Sancti Spíritus se comienza a conspirar en conexión con la Junta Revolucionaria de La Habana y muy vinculada a la Junta Revolucionaria de Santa Clara que presidía el patriota Miguel Jerónimo Gutiérrez. Entre los independentistas espirituanos quien mas se destacaba era el joven médico y profesor del colegio El Salvador, Honorato del Castillo y Cancio, quien mantenía relaciones con Rafael Morales, Luis Ayesterán, Vicente Antonio de Castro, y otros personajes notarios del reformismo habanero.

El Grito de Independencia o Muerte lanzado por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868, en el Ingenio Demajagua, había sido secundado por los Camagüeyanos el 4 de noviembre del propio año en Las Clavellinas y Las Villas, se preparaban para sumarse a la lucha por la independencia, pero al irse cercando la guerra al centro del país el reforzamiento por parte de las autoridades españolas de las regiones no imbricadas en la insurrección hacía muy difícil las labores conspirativas[2].

El historiador Segundo Marín García afirma que la Junta de Sancti Spíritus estaba constituida ya a finales de 1868, la componían mayoritariamente intelectuales, miembros de la clase media y el artesano urbano teniendo en su dirección a Honorato del Castillo y a Marcos García, ambos intelectuales seguidores de las prédicas de José de la Luz y Caballero en el colegio El Salvador. La Junta espirituana aceleró sus trabajos al calor de los acontecimientos de Oriente y Camagüey y de las primeras acciones en la región: Valdés Urra había tomado a Arroyo Blanco, Bernabé Varona, atacó a Guasimal mientras en Yaguajay se producían encuentros armados en el ingenio El Trapiche, el río Jatibonico y Mayajigua[3]. Hacia el Oeste, en la antigua jurisdicción de Trinidad, operaban los alzados del Partido de Sipiabo[3].

Guerra de los Diez Años

Levantamiento armado

Federico Fernández-Cavada, uno de los insurgentes con más sabiduría militar ganada en la Guerra de Secesión estadounidense. Aperaba en Trinidad y en algunas regiones espirituanas.

Ante el aumento de las medidas represivas españolas se decide llevar a hechos el alzamiento el 6 de febrero de 1869 en cinco puntos de la Jurisdicción en forma simultánea de ahí que Honorato Jefe del Movimiento lo haga en Jobosí, Néstor Leonelo Carbonell en el Jíbaro, Leonte Guerra en Morón, Serafín Sánchez al frente de 45 hombres en la finca Los Hondones, zona de Bellamota y Marcos García en Banao, que protagoniza el levantamiento más nutrido, en los días sucesivos se levanta en arma el Partido de Yaguajay en coordinación con la Junta de Remedios. Hacia el suroeste, los trinitarios, mandados por Federico Fernández Cavada se pronuncia contra el coloniaje español, realizando exitosas acciones iniciales gracias a la labor organizativa de su Junta y al entrenamiento dado a los combatientes en la finca Boca de Camarones comprada para tal fin por el propio Fernández Cavada.

Seguidamente al levantamiento, todos los grupos envían sus representantes para la gran cita colectiva: el 7 de febrero en Cafetal González, Valle de Manicaragua, Villa Clara. Los objetivos eran pronunciarse contra el coloniaje y emprender la guerra unificadamente. El primero se logró, el segundo no, pues la guerra en Las Villas se mantuvo con criterios muy regionales aunque en determinados momentos se hacían algunas coordinaciones entre los diferentes grupos. En Cafetal se concentraron unos 5 000 hombres con sólo unas 200 escopetas lo que determinó la búsqueda de soluciones a la carencia de armas, acordándose marchar hacia el este en busca de ayuda en Oriente y Camagüey.

Acciones militares

Década de 1860

Serafín Sánchez, nativo de Sancti Spíritus y uno de los principales líderes del movimiento revolucionario en la región central de Cuba.

Después de la magna concentración de Manicaragua los diferentes grupos se reintegran a sus territorios de procedencia donde ya se realizan acciones combativas: Marcos García ha tomado a Banao, el mismo día 6 incendió los ingenios próximos y liberó los esclavos que se le incorporaron; Leonte Guerra con su grupo atacó a Mayajigua el 10 de febrero, se abasteció de recursos e integró más hombres a sus huestes, posteriormente combatió también en Chambas el 13 y 14 del propio mes.

En el momento de incorporarse Las Villas a la guerra los insurrectos de Camagüey se encuentran a la ofensiva, los de Oriente en defensiva, pero tienen los recursos mínimos para batirse, sin embargo los villaclareños no logran superar la carencia de armas que los golpea siempre y tienen que buscar soluciones tácticas de acuerdo al gran problema que presentan y al reforzamiento de la actividad enemiga.

Después de la Asamblea de Guaímaro Honorato, que había sido participante en aquel magno evento, regresa a su tierra y reasume el mando de la División de Sancti Spíritus manteniendo a Marcos García al frente de la zona occidental de su jurisdicción para ambos hostigar al enemigo en diferentes frentes.

Las Coloradas, las Yanas, Judas Grande, Santa Gertrudis y el Jobo se añaden a la cadena de éxitos de Honorato mientras que Marcos moviéndose hasta los límites de Trinidad, se llega a convertir en una amenaza para el gobernador Mediavilla que pide al Ayuntamiento fondos para fortificar la ciudad. Su habilidad guerrera se manifiesta en las acciones victoriosas del Hondón, Río Abajo, Las Angosturas, Loma de los Barriles y otras[4].

Luego de estas series de acciones favorables a las huestes dirigidas por Honorato la revolución sufre un duro golpe con la caída del iniciador del movimiento independentista en Sancti Spíritus Honorato del Castillo y Cancio el 20 de julio de 1869 en el Naranjo cercano a Morón, dejando detrás una gloriosa hoja de servicio a la patria, sucede en el mando de la división el General Camagüeyano Ángel del Castillo quien dirige el 7 de agosto del propio año la acción del Júcaro o Pitajones donde las fuerzas insurrectas vengaban la muerte del caudillo caído, pues además de causarle numerosas bajas al enemigo hicieron prisionero y fusilaron a su jefe Tte. Coronel Ramón Portal, se apropiaron de gran cantidad de armas y municiones así como un cañón[5].

Después de este encuentro la fatalidad siguió cerniéndose sobre las fuerzas Villareñas el día 8 de agosto se desató una epidemia de cólera morbo asiático que diezmó considerablemente dichas tropas lo cual obligó al General Castillo a diseminar las fuerzas hacia el Camagüey; días después de reagruparse sufren una baja sensible y es cuando el 9 de septiembre del propio año en el ataque del Foso de Lázaro López cae el digno General Ángel del Castillo quedando nuevamente las fuerzas sin un caudillo. Sucesivamente ocupan el cargo el venezolano Cristóbal Acosta y José Payán quienes no dan tregua al enemigo. Este último reorganiza y entrena sus tropas y llama a su estado Mayor a Villamil, Dorado, Néstor Carbonel y Serafín Sánchez, hombres que contribuyen a lograr victorias en La Salida, Loma del Guayabo, La Jeringa y Santa Teresa, pero su más brillante actuación fue en la Finca Atollaosa, próxima al Jíbaro, en julio de 1870 al sorprender a 300 hombres del Batallón de Tarragona con una hábil maniobra de caballería e infantería que dio por resultado la fuga del batallón español que abandonó armas y municiones en el campo[6].

A pesar de los éxitos alcanzados no era posible librar una guerra manteniéndose casi exclusivamente de lo ocupado al enemigo y con la agravante del aumento progresivo del número de efectivos de guerra españolas. Téngase en cuenta que los cubanos alzados en Las Villas, sólo recibieron una ayuda de 800 fusiles en 1869[7].

Década de 1870

En todo el año 1870 no se recibió ayuda del exterior y la única que pudo haber ayudado la expedición del El Salvador zozobró frente a la costa de Trinidad cayendo su contenido en poder de los españoles y sus expedicionarios perseguidos y aniquilados en su casi totalidad. A esto hay que unirle que la cantidad de soldados españoles ascendían ya a 34 500 (de línea) y habían llegado de la metrópoli más de 30 000 armas, varios millones de balas y 20 cañones KRUPP[8]. De ellos una buena cantidad se destinaba a Las Villas.

A esto hay que añadir las desapariciones físicas de jefes del movimiento revolucionario que lo van afectando considerablemente. Cayó combatiendo en la jurisdicción de Sancti Spíritus en el combate de Las Varas el 5 de enero de 1871 el valiente andaluz Coronel Diego Dorado; el General Federico Fernández Cavada, es fusilado por los españoles; el General Adolfo Fernández Cavada muere de fiebre; el General Juan Díaz de Villegas enfermo, tiene que marchar al extranjero; Jesús del Sol cae en acción de guerra; Guillermo Londa Ortegaza, Arcadio García y Tranquilino Valdés, jefes villaclareños, también pierden la vida.

Por otra parte se produjeron indisciplinas y sediciones que obligaron a pasar el mando de la División de Sancti Spíritus de José Payán a Francisco Villamil quien trata de imprimirle ánimo a sus tropas, combate en la Ceniza pero limitado por la falta de municiones. Villamil se vio precisado a salir hacia Camagüey, en marzo de 1871, al igual que gran parte de las tropas de Las Villas. Por el norte cruza la Trocha Roloff, más al sur, Villamil, Salomé Hernández, Carrazana, Payán y González Guerra. Serafín Sánchez que se encontraba enfermo la atraviesa más tarde el 25 de julio del propio año.

Comienza así el peregrinar de las fuerzas Villareñas, pues al llegar al Camagüey el Consejo de Gobierno los divide en dos columnas, la primera compuesta por 600 hombres bajo el mando del General Salomé Hernández es destinada a la zona de Bayamo y la otra 400 hombres a las órdenes de José Payán, se dirige a la Jurisdicción de Holguín. No va a ser hasta el año 1872 que por una comunicación de Gómez al gobierno donde le pide que reubique a los villareños a su distrito, pues poco hacían desarmados y semidesnudo en el Departamento Oriental y limadas las asperezas entre el Mayor General Ignacio Agramonte y el Consejo de Gobierno, es reintegrado el Mayor al frente del Ejército en Camagüey y las fuerzas villareñas destinadas a las órdenes del 3er Cuerpo de Ejército de Camagüey, creando Agramonte el Cuerpo de Rifleros de Las Villas del cual siempre se sintió orgulloso de pertenecer el capitán Serafín Sánchez, luego de la caída en combate del gran caudillo camagüeyano Ignacio Agramonte acaecida el 11 de mayo de 1873 le sustituye en el mando el Mayor General Máximo Gómez con el cual los villareños participan en importantes acciones como Palo Seco, la Sacra, ataque y saqueo de Nuevitas, toma de Santa Cruz del Sur y Las Guásimas, entre otras acciones gloriosas.

Las Villas queda con menos combatientes en acción, uno de ellos, el valiente José Antonio Legón[9] realiza acciones guerrilleras en la jurisdicción donde además son frecuentes los incendios a cañaverales y potreros, incluso en uno ubicado en tierras de la ciudad de Sancti Spíritus y del que se extrajeron 53 esclavos, lo que da clara idea del mantenimiento de la actividad insurrecta y su osadía, pues en junio de 1873 llegaron a incendiar el poblado de Guasimal, fortificado y comunicado por ferrocarril con la Villa.

Con respecto a este período en La Villas el historiador Ramiro Guerra escribió[10]:
La evidencia histórica es, que a pesar de todo, en ningún momento fue la pacificación Villareña, como proclamaron los españoles. En las seis jurisdicciones sostuvieron irreductiblemente algunos grupos en acción, obligando al mando español a mantener las guarniciones de ciudades, pueblos, ingenios y puestos o destacamentos armados, para proteger las comunicaciones ferroviarias, los lugares costeros y llevar la guerra a los lugares estratégicos de refugio de los insurrectos. En esta forma con sacrificios extraordinarios, Las Villas continuaron contribuyendo de un modo efectivo a sostener la revolución en toda la Isla, con la retención en el territorio de tropas españolas que de otra manera hubieran podido ser empleados en Camagüey, Tunas y Oriente. Los villareños en armas mantenían latente, además, la amenaza de invasión a Matanzas, La Habana y Pinar del Río.

Invasión de 1875 a 1876

El General Máximo Gómez con la plena convicción de la necesidad de invadir el occidente del país, ante la marcha exitosa de las acciones en Oriente y Camagüey, ya desde fines de 1873 había enviado a la Cámara un proyecto de invasión. Aprobado este, circunstancias excepcionales le obligan a aplazar la campaña iniciando un plan que incluía la desconcentración de fuerzas de caballerías, su actuación en diversos lugares de Camagüey; la estancia de la infantería en las cercanías de la trocha y el envío de una columna que cruzaría dicha línea fortificada que estaba dirigida por el Coronel Pancho Jiménez.

Entonces y durante todo el año 1874, se reactivan las operaciones militares en Sancti Spíritus, en ello tienen gran incidencia la labor de Pancho Jiménez, que cruza la Trocha la noche del 19 al 20 de abril y opera en Sancti Spíritus, Remedios y Trinidad asaltando fuertes y convoyes españoles, destruyendo fincas en producción e incorporando nuevos hombres de sus filas, -la incorporación del Coronel Francisco Carrillo con 60 hombres como refuerzo a Pancho Jiménez, -la muerte en combate el 26 de abril del cruel oficial Hilario Sandoval que alarmó a los españoles pues más de 70 hombres con armas y caballos se pasaron a las filas cubanas –la entrada del 14 de agosto de 1874 a Sancti Spíritus, ciudad que se encontraba custodiada por 800 voluntarios, 200 hombres y las unidades de la Guardia Civil que fueron burlados por el Coronel Pancho Jiménez; -y la respuesta dada por dicho oficial mambí a la propuesta de negociaciones que le hizo el Comandante General Acosta y Albear que, en resumen, fue el aniquilamiento de tres de sus compañías en los Charcos[11].

En la noche del 5 al 6 de enero de 1875 cruza la Trocha el contingente invasor mandado por el Mayor General Máximo Gómez Báez quien es herido en la garganta. De inmediato se le subordinan todos los combatientes villareños que se habían mantenido luchando al oeste de la Trocha, entre ellos Ramón Leocadio Bonachea, Miguel Ramos y José A. Legón. Ellos aportaron a Gómez sus conocimientos del terreno en que sabían pelear.

Máximo Gómez, por experiencias anteriores, conocía lo necesario que era contar con bases de operaciones en los proyectos invasores, por eso, comenzó a preparar a Sancti Spíritus como su futura base (con prefecturas y hospitales) desde donde apoyar las invasiones a otras jurisdicciones. Además estudió detalladamente la zona en que debían combatir, mientras tanto enviaba a sus mejores oficiales a operar en las diferentes regiones de Las Villas.

Gómez sin abandonar su objetivo estratégico, ordenó acciones simultáneas por todo el territorio que obligaban al enemigo a mantenerse desconcentrado, lo hacía mover tras sí pero evitó combates frontales realizando solo acciones que le permitieran acopiar recursos de guerra como en El Jíbaro, Río Grande, Lázaro López, Marroquín, Chambas y Jatibonico los cuales le aportaron más de 500 armas de fuego, 100 000 cartuchos, cientos de caballos y medio millar de nuevos combatientes que se le incorporaron. Uno de los hechos de armas de más repercusión fue el ataque a San Antonio Abad del Jíbaro el 18 de enero de 1875 que contaba con un fuerte guarnecido por 40 soldados y tenía abundante material de guerra. La guarnición española resistió con tenacidad pero terminó por rendirse, ante el empuje de los cubanos entre cuyos infantes se encontraba Serafín Sánchez. El pueblo fue incendiado después que la tropa se abasteció de todo lo necesario.

Todas las acciones citadas libradas en la jurisdicción de Sancti-Spíritus permitieron al Ejército Libertador, establecer la necesaria base de operaciones para seguir avanzando hacia occidente; tenía hospitales, campamentos permanentes, varias prefecturas y postillones de correos.

A fines de enero envió tropas a Las Villas Occidentales en momentos en que las tropas españolas recibían un refuerzo de más de 19 batallones y 1 200 jinetes comandados por experimentados oficiales. Más el reforzamiento del enemigo no logró detener el empuje del Ejército Libertador cuyas dos divisiones de Las Villas mantenían la iniciativa pero necesitaban refuerzos para irrumpir en el occidente. En abril de 1875 le llegan procedentes del Camagüey pero en mayo como consecuencia de la Sedición de Lagunas de Varona sólo pudo contar con 150 hombres de caballería con los que reforzó a sus unidades.

En Sancti Spíritus operaba la Primera División que también lo hacía en Remedios y el este de Trinidad. Esta es una zona donde los encuentros con el enemigo se sostienen frecuentemente. Se destaca la intrepidez de las acciones como la incursión de Pancho Jiménez en la barriada de la Caridad en la ciudad de Sancti Spíritus que termina con el saqueo a establecimientos e incendio de varios objetivos[12].

Serafín Sánchez oficial de la Primera División mantiene un duro batallar en 1875; toma el fuerte español Barricada, en la playa de los Perros; incendia el ingenio Constancia, cerca de Mayajigua y ataca el fuerte Rosa María. Más tarde, al mando de la zona de Trinidad, toma el fuerte Portillo, el poblado de Güinía de Miranda y a Polo Viejo, todos le aportan recursos para abastecer las tropas mambisas[13].

La actividad mambisa en Sancti Spíritus destruía decenas de fincas azucareras y ganaderas. Debido a los efectos de la política de la tea la situación de los propietarios espirituanos fue tal que se llegó a plantear en sesión capitular de 21 de enero de 1876 que sólo 7 potreros y 3 ingenios se encontraban en verdadera y útil producción [14]. Además la destrucción llegó a tal grado que, Máximo Gómez llegó a tener dificultades serias para darles pasto a sus caballos en la región espirituana.

En medio de esa situación de auge revolucionario empieza a frenarse la invasión a occidente debido a la falta de recursos, el reforzamiento de la actividad enemiga, al decaimiento del ritmo ofensivo de Camagüey y Oriente (con excepción del territorio de Antonio Maceo) y al estallido de problemas del regionalismo que llegaron a provocar una crisis político-militar en el seno de la Revolución.

Acciones finales

La crisis política dentro de las filas insurrectas, debido al regionalismo existente en varias provincias y zonas donde se encuentran las fuerzas mambisas, va a coincidir con la llegada del nuevo gobernador de Cuba, Arsenio Martínez Campos cuyo plan pacificador incluía una fuerte ofensiva militar apoyada por un contingente de refuerzos de 26.000 hombres pertrechados de buena cantidad de armas y una ofensiva política que atacaría la parte política de la Revolución.

Carlos Roloff puso la Brigada de Sancti Spíritus bajo el mando del Teniente Coronel Serafín Sánchez precisamente en momentos del avance pacificador español, sin embargo, Serafín fue capaz de propinar fuertes golpes al enemigo.

Bajo el mando del General Roloff y unido a Francisco Carrillo se enfrenta en Nuevas de Jobosí a una fuerte columna mandada por el Coronel Ayuso, compuesta de los batallones de la Reina y Pizarro. Tras seis horas de combate los españoles fueron derrotados teniendo un total de 250 bajas entre muertos y heridos, dejando en el campo, 60 fusiles Rémington, 14,000 tiros y un convoy completo.

Posteriormente hay encuentros en Paso de la Cabaña, Pozo Azul, El Guayo, La Campana, Banao, Paredes, llegándose a combatir en los alrededores de la propia ciudad de Sancti Spíritus[15].

Sin embargo, la fuerza de la ofensiva española va haciendo efectos y aumenta las deserciones y presentaciones. Solo en Arroyo Blanco en tres meses se presentaron 217 personas[16], sin que el heroísmo de los que se mantenían en pie de guerra, fuera suficiente, ya que otras jurisdicciones como Sagua, Cienfuegos y Villa Clara estaban prácticamente casi inactivas[17].

Después de firmado el Pacto del Zanjón en Camagüey el 10 de febrero de 1878, Serafín Sánchez (por orden de Pancho Jiménez Jefe de la División de Sancti Spíritus y de Marcos García quien fungía como inspector del ejército) convoca a Roloff para una reunión con Pancho Jiménez y demás jefes cubanos de la División de Sancti Spíritus. La reunión sería en Monte Oscuro, pero Pancho Jiménez no asistió. Hasta allí llega el brigadier Fuentes del Ejército Español con las bases de la paz y les comunica de que ya estaban en Las Villas comisionados cubanos enviados por el tal Comité de Paz creado en Camagüey, a saber, Juan B. Spotorno, Ramón Pérez Trujillo y Enrique Mola, además les anticipa que ya Pancho Jiménez ha aceptado las bases de la paz.

Roloff se niega a aceptar las propuestas del jefe español, días después recibe a los comisionados cubanos citados y les comunica que Las Villas tiene recursos para continuar la guerra y que todos sus hombres están dispuestos a seguir luchando.

Pero, unos días después 28 de febrero, Pancho Jiménez capitulaba con 700 hombres de la División de Sancti Spíritus en Ojo de Agua. Entre aquellos hombres se encontraba también Serafín Sánchez. Roloff trata de obtener noticias de la situación de Oriente pero también las fuerzas de Trinidad capitulaban por orden de Spotorno.

Roloff trata de obtener recursos de la Junta Revolucionaria de La Habana enviando un subalterno suyo a entrevistarse a la capital. Ante la imposibilidad de ayuda, Roloff tenía que sucumbir por el paso de los acontecimientos y el 18 de marzo capitulaban el resto de las fuerzas cubanas de Las Villas con excepción del irreducible grupo de Ramón Leocadio Bonachea[18].

Protesta de Jarao

La deposición de las armas de los principales jefes cubanos mediante el Pacto del Zanjón, no significó el fin de las operaciones en Las Villas, puesto que el coronel mambí Ramón Leocadio Bonachea, quien se oponía al Pacto, estableció juntos a un grupo de hombres leales su teatro de operaciones a ambos lados de la Trocha de Júcaro a Morón. Durante 14 meses se mantuvo operando en los territorios de Remedios y Sancti Spíritus, y aunque no tenía ayuda del extranjero, durante ese tiempo se las ingenio para burlar a más de 20 000 soldados enemigos que andaban tras él y su tropa.

La permanencia de Bonachea en la manigua estimulaba a sus compatriotas de tal forma que había dos grupos de hombres en Santa Clara prestos a lanzarse a la lucha y secundarlo. De ellos, uno materializó sus propósitos. Por eso, el mando español recurrió tanto a maniobras militares persuasivas, como a sucios manejos para tratar de eliminar su oposición a la pacificación[19].

El 14 de febrero de 1879 fue sorprendido por el enemigo sufriendo grandes pérdidas en desigual combate. Este encuentro hizo que su lucha fuera prácticamente insostenible, por lo que a instancias de los patriotas cubanos que se encontraban en el exterior, aceptó salir de Cuba. Bonachea aceptó deponer las armas rechazando todo tipo de negociación inmoral ni siquiera para salir de Cuba, aceptó otros fondos que los procedentes de la venta de una propiedad de su madre[20].

El 15 de abril de 1879, en la estación ferroviaria de Jarao, a unos 22 km de Sancti Spiritus, firmó el acta donde afirmaba que abandonaba las armas sin acogerse a ningún pacto. Solo aceptó de España que le proporcionase los medios de transporte para marcharse hacia Jamaica. Esta acción pasó a la historia como la Protesta de Hornos de Cal o Protesta de Jarao. En el acta firmada consignaba[21]:
que de ninguna manera ha capitulado con el gobierno español ni con sus autoridades ni agentes, ni se acogido al convenio celebrado en el Zanjón, ni con éste se halla conforme bajo ningún concepto.

Junto al General Bonachea firmaron otros patriotas como Serafín Sánchez Valdivia y otros compatriotas que ese mismo día partieron rumbo a Jamaica para organizar la lucha desde el exterior. Aquella viril actuación estimuló a los cubanos para lanzarse nuevamente a las armas solo unos meses más tarde. Era una nueva manifestación de la intransigencia mambí ante la paz sin independencia.

Referencias

Fuentes