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Revisión del 17:20 5 ago 2010

Plantilla:TerritorioLa Habana Vieja. Municipio que se corresponde con la parte más antigua de la provincia Ciudad de La Habana, Cuba. Único espacio que abarcó la ciudad durante los primeros siglos coloniales, donde tienen asiento las fortalezas y otros grandes monumentos antiguos, que la convierten en uno de los conjuntos coloniales más ricos de América Latina. Su centro histórico urbano es Patrimonio de la Humanidad.

Comentario

La Habana Vieja, municipio que representa la parte más antigua de la provincia Ciudad de La Habana, Cuba. Fundada por los españoles como la villa de San Cristóbal de La Habana el 16 de noviembre de 1519, es una de las ciudades más antiguas erigidas por los europeos en el hemisferio occidental. Ya para el siglo XVII la ciudad se había convertido en uno de los principales centros de comercio y construcción de barcos en el Caribe. Aunque en la actualidad la ciudad se ha convertido en una gran megápolis de aproximadamente 2 148 132 millones de habitantes, su antiguo centro mantiene sus grandes fortalezas, una interesante mezcla de monumentos barrocos y neoclásicos, calles estrechas, viejas casas con arcadas, balcones, portones de hierro forjado y patios interiores de gran interés histórico, que constituyen bellísimos ejemplos de arquitectura, convirtiendo a esta cuidad en uno de los conjuntos colonial más ricos de América Latina.

Su historia abarca tres períodos fundamentales, que están claramente reflejados en el paisaje urbano, período colonial español (1519 a 1898), período neocolonial norteamericano (1898 a 1959), y el período revolucionario (de 1960 a la fecha). El colonial, que duró casi 400 años, dotó a La Habana de la gran cantidad de edificaciones que hoy la distinguen, y que ha llevado a la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) a declarar el centro de la ciudad, la Habana Vieja, como Patrimonio Cultural de la Humanidad, en 1982.

Durante la década de 1960 del siglo XX comienza el rescate del ambiente histórico de la Habana Vieja, impulsado por el Gobierno Revolucionario, desde entonces se lleva a cabo un trabajo de investigación y restauración. En esta actividad ha tenido un peso considerable en la labor de dirección y planificación la Oficina del Historiador de la Ciudad. El actual municipio de La Habana Vieja surgió en 1976, con la nueva división político administrativa. Su historia apenas rebasa los 34 años, pero la del territorio que abarca, que llega a incluir los antiguos barrios, se remonta a varios siglos de quehacer histórico. La influencia ejercida por sucesivas generaciones da continuidad al proceso histórico que enlaza su pasado con el presente.

La Habana Vieja es una de las zonas más turísticas de La Habana, debido, en gran medida, a la restauración y conservación de su arquitectura colonial. Cuenta con una variada oferta cultural y gastronómica, que va desde restaurantes de todo tipo, bares, cantinas y famosos centros nocturnos. También se encuentra una red de librerías, museos y tiendas. Debido a la gran cantidad de turismo, la vida en la Habana Vieja es muy activa y en ella se llevan a cabo ferias de artículos artesanales y de libros, presentaciones artísticas, peñas deportivas.

La Habana Vieja no es una pieza de museo, ni se restaura a la manera de un set cinematográfico, es una comunidad bullente en la que habitan aproximadamente unas 100 000 personas, que interactúan con su medio.

Características físicas

Ubicación y área geográfica

El municipio La Habana Vieja es uno de los más pequeños de Ciudad de La Habana. Tiene una extensión de 4,32 Km2, y su territorio está dividido en 7 Consejos Populares. Contiene al Centro Histórico de la Ciudad, que, territorialmente, abarca casi el 50% de la superficie municipal (2,14Km2), aunque en materia poblacional alberga al 66.1% de los residentes municipales. La Habana Vieja limita por el norte con el Malecón Habanero; por el sur, con los municipios de San Miguel del Padrón y 10 de Octubre; por el este, con el municipio de Regla y la Bahía de La Habana,y por el oeste, con los municipios Centro Habana y el Cerro.

Estructura física

En el municipio de La Habana Vieja existen aproximadamente 6 200 edificaciones; 3500 están en el centro histórico de la cuidad, de las cuales han sido restauradas o conservadas 81, para un 14.8%; 44 están en proceso de recuperación, para un 8.04%, y 422 no han sido restauradas, para un 77.1%. La cantidad de viviendas es de 31 245; de ellas, 22 569 se encuentran en el centro histórico de la cuidad. La longitud de las vías del municipio es de 87 160 m y 44 020 m se encuentran en el centro histórico.

Población y extensión territorial

El municipio de La Habana Vieja, en sus 4,32 Km2, tiene una población de 96.480 habitantes, según censo del año 2002, siendo su densidad demográfica de 22 333 habitantes por kilómetro cuadrado. Su territorio consta de 7 consejos populares y 83 circunscripciones. Esta localidad es una de las más pequeñas entre los quince municipios que comprende la provincia de Ciudad de La Habana. La topografía de este territorio es básicamente llana, ocupada fundamentalmente por edificaciones de viviendas, servicios y centros productivos. Las únicas elevaciones de consideración son las lomas del Ángel y de Soto, la primera al norte del municipio y la última hacia el sur.

Perfil demográfico

El municipio La Habana Vieja, como parte de la zona céntrica de la ciudad, es un territorio densamente poblado y utilizado por sus habitantes. A diferencia de otros centros de América Latina, caracterizados por su despoblamiento, el de la Habana es un centro vivo. Del total de la población —96 480 habitantes—, 59.6 % son mujeres y 22% son ancianos.

En el Centro Histórico en particular, residen 70 658 habitantes, lo cual significa una densidad de 33 018 hab. /km2 si analizáramos el total del municipio, pero descontando el área no residencial, La Habana Vieja tendría una densidad poblacional de 34 000 hab. /km2.

Se estima además, que entre las personas que trabajan en el municipio y que viven en otras áreas de la ciudad y la gran cantidad de turistas que visitan diariamente el municipio, La Habana Vieja recibe una población flotante de 80 000 habitantes diariamente.

Principales sectores económicos

El sector económico del municipio tiene un alto peso en los resultados macroeconómicos tanto a escala provincial, donde representa el 40%, como a escala nacional, donde alcanza el 14%. En el municipio radican 8 Ministerios, 17 Uniones de Empresas y 206 entidades económicas, entre municipales, provinciales y nacionales, que cuentan con 1530 establecimientos pertenecientes a 15 ministerios de la administración central del estado.

Por sus volúmenes de operaciones y presencia en el territorio, los sectores más sobresalientes son

Transporte

Este cuenta con dos pilares fundamentales, el primero de ellos es el Puerto de La Habana, a través del cual se efectúa más del 77% del comercio cubano y alrededor del cual se organizan empresas navieras, terminales marítimas, soporte técnico, mantenimiento y nuevos proyectos navales; el segundo es la Terminal Central de Ferrocarriles, principal centro de la transportación ferroviaria del país, la que cuenta con todo un grupo de empresas que soportan su ciclo de explotación.

Industria Pesquera

Esta industria cuenta con varias flotas (DRAGNETS, FLOATUN, FLOGOLFO) y otras empresas que soportan su trabajo, desde los astilleros más importantes del país (ASTICAR, ARGUS), industrias procesadoras de alimentos (INDIPES), productoras de envases, frigoríficos, abastecimientos navales, servicios técnicos, de inspección y seguros entre otros.

Industria Básica

Representada en el municipio entre otros por dos de sus principales uniones de Empresas, la de la goma (Unión de la Goma) y la del combustible (CUPET), esta segunda con una planta productora de gas (Melones), principal responsable del abasto a la ciudad y al municipio, el cual se encuentra íntegramente sobre esta red. En lo referido a la generación eléctrica contamos con la Termoeléctrica de Tallapiedra.

Industria Tabacalera

Una parte de las empresas más importantes en la producción y el procesamiento del Tabaco (uno de los rubros fundamentales de la economía cubana) se encuentra en nuestro territorio.

Turismo

La actividad turística en La Habana Vieja continúa en ascenso. Ya desde el primer semestre de 1998 hubo ingresos totales por 42 millones de dólares, lo que significa un crecimiento del 12% con respecto a igual período del año anterior. La consolidación del municipio como polo turístico se hace palpable, más del 97% de los turistas que vienen a la capital visitan La Habana Vieja y lo mismo ocurre con el 55% de los turistas que visitan el país, la inmensa mayoría de este desarrollo corresponde a la Compañía Habaguanex S.A de la Oficina del Historiador.

Industria Ligera

Esta industria está representada en el municipio por el propio ministerio y empresas que están especializadas fundamentalmente en las confecciones textiles, la producción de calzado, la talabartería, bisutería y joyería.

Industria Alimenticia

Tiene como principales exponentes en el municipio a la Unión Láctea y a la Molinera Confitera, además de grandes combinados procesadores de lácteos (Empresa de Productos Lácteos Metropolitanos) y cárnicos (Planta Habana). Estos últimos garantizan la mayor parte del suministro a la Ciudad de la Habana.

Comercio Interior

Con sus redes enclavadas en el minicipio y empresas tan importantes como la de frigoríficos, la comercializadora de artículos de uso personal y doméstico, la de abastecimiento y ventas de materiales de construcción, madera y la especializada en gastronomía.

Actores locales

El Gobierno Municipal

La Asamblea Municipal del Poder Popular de La Habana Vieja está compuesta por 84 Delegados, que representan a cada una de las Circunscripciones del Territorio. A su vez el municipio se divide en siete Consejos Populares, cuyos presidentes son elegidos por los delegados que residen en estas zonas. El presidente del Consejo Popular está envestido de la más alta autoridad para el desempeño de sus funciones, representa a la demarcación donde actúa y a la vez es el representante de los órganos del Poder Popular Municipal, Provincial y Nacional. Como representante más directo del poder local, los Consejos Populares trabajan por la satisfacción de las necesidades de la población, promoviendo la participación de ésta.

La Asamblea Municipal es el órgano superior del Gobierno y el Consejo de la Administración, subordinado a ella, tiene a su cargo las direcciones municipales, entes ejecutores de la administración local en servicios medulares como salud, educación, vivienda, cultura, deporte, higiene ambiental, recogida de basura, mantenimiento de áreas verdes, alimentación, planeamiento urbano, redes técnicas, etc.

La Oficina del Historiador de la Ciudad

Creada en 1938 por Emilio Roig de Leuchsenring y que después de su muerte dirige Eusebio Leal Spengler,el cual realiza un trabajo encomiable y que ha recibido gran prestigio ya que desde 1981 ha acometido un apreciable proyecto de restauración y rescate de la identidad histórica y cultural del lugar más longevo de la capital cubana.

Existen acciones en viviendas enclavadas en este lugar para mejorar las condiciones de vida y la imagen urbana así como un proyecto muy estratégico que es el Colegio Universitario San Jerónimo de la Habana ya que garantiza la preparación de nuevos licenciados en Arqueología, Museología y Museografía, Gestión cultural y Gestión urbana.

Vida social y cultural

Gran Teatro de la Habana

En su espacio tienen lugar numerosas funciones sociales, comerciales, administrativas y culturales. Igualmente mantiene la homogeneidad ambiental y las construcciones de mayor valor cultural son restauradas armoniosa y expresivamente a través de la permanencia de la trama urbana original y de los aspectos formales básicos del conjunto.

Dentro de lo que fuera el antiguo recinto amurallado existen edificaciones de destacado valor arquitectónico en los alrededores de la Plaza de la Catedral, la Plaza de Armas, la Plaza de San Francisco y la Plaza Vieja fundamentalmente.

Además, al carácter excepcional de esta urbe se une la posición de la bahía como ruta obligada del Nuevo Mundo, de ahí la necesidad de su protección militar, por lo que la ciudad en época colonial contó con tres sistemas defensivos que, desde el punto de vista arquitectónico, alcanzan un gran nivel estético y funcional.

Fortificaciones

Castillo de la Real Fuerza
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Casi veinte años de espera, dos reyes, cuatro gobernadores e infinidad de percances debieron transcurrir antes de que la fortaleza se diera por terminado en 1576, siendo este el más antiguo exponente de arquitectura militar conservada en Cuba y para muchos especialistas en toda América.

El Morro

Castillo de los Tres Reyes del Morro

Junto al Capitolio y a la Giraldilla, es una de las obras más emblemáticas de La Habana. Fue trazado por el ingeniero Bautista Antonelli, en 1585. Su estratégica posición en un cerro fue reconocida casi tan pronto como el puerto de la Habana empezó a adquirir la importancia que tuvo en la colonia. En la década de 1990 se trabajó en el rescate y preservación del sistema de fortificaciones de la ciudad, con lo que las fortalezas se destinan nuevas funciones. El Castillo del Morro mantiene desde entonces una activa vida, sus salones funcionan como galerías, y en sus espacios una animada vida cultural no cesa. A su vez, en las antiguas baterías se hallan los restaurantes Los Doce Apóstoles y La Divina Pastora.

Castillo de San Salvador de La Punta
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Al castillo le fue asignado un papel aparentemente secundario por su morfología poco impresionante, pero su existencia era realmente imprescindible, para cruzar fuego con el Castillo de Los Tres Reyes del Morro y bloquear la entrada de la bahía.


Fuerte de Santa Dorotea de Luna de La Chorrera
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El pequeño fuerte conocido también como La Chorrera, culmino su construcción en 1643, debe su nombre a la devoción cristiana del gobernador Álvaro de Luna y Sarmiento y al sitio donde se levantó. Es obra de Juan Bautista, sobrino del célebre ingeniero militar Bautista Antonelli.

Tiene una planta rectangular y macizas elevaciones, sólo horadadas por aspilleras y troneras con frente al mar en el nivel alto y el parapeto del terrado, en el siglo XX se le sumó el nivel del terreno. La escalera exterior, unida por un puente levadizo a la puerta de acceso y la existencia sobre ella de un matacán le daban una singular fisonomía de desnuda presencia. Una garita circular servía de protección a la guardia. Un escudo sobre la puerta es el único detalle decorativo.

Esta fortificación, que habitualmente defendía la desembocadura del río Almendares, jugó un importante papel en la defensa de La Habana en 1762, cuando quedó parcialmente destruida. Como los situados de México no llegaban oportunamente, fue reconstruida con la contribución de los propios vecinos de la Villa San Cristóbal de la Habana.

Torreón de San Lázaro
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Llamado así por un cercano leprosorio que estaba ubicado en la caleta del mismo nombre, servía de enlace entre el Castillo de San Salvador de La Punta y el Fuerte de Santa Dorotea de Luna de La Chorrera, al mismo tiempo que vigilaba el horizonte en busca de velas enemigas.

Obra del ingeniero Marco Lucio, es un perfecto cilindro de mampostería en tres niveles con aspilleras en el perímetro de su nivel intermedio y parapeto con pequeñas troneras en el superior. Tiene una puerta de acceso al nivel del terreno de dudosa fecha. Con el paso del tiempo, la caleta se rellenó y el torreón quedó incluido en un parque republicano que lleva el nombre del Mayor General Antonio Maceo Grajales, ilustre militar de las Guerras de Independencia.

Las Murallas
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Las murallas de tierra y de mar de La Habana (1674 ca. 1740), fueron las obras de fortificación que concentraron mayores gestiones y recursos financieros, estando su proceso de ejecución lleno de incidentes y hasta una Real Cédula detuvo su proyecto en 1656, cuando apenas se había comenzado. Las primeras ideas sobre la necesidad de su construcción datan de 1558, pero solamente 182 años más tardes se vieron terminados, desde el barrio de Campeche al sur, hasta el barrio de La Punta al norte. En 1654, hubo un proyecto de sustituirlas por un canal de agua, con el mismo recorrido.

El año 1740 se toma para la terminación desde La Punta hasta La Tenaza, y de ésta el Hospital de Francisco de Paula. Habían quedado pendientes algunos tramos del borde marítimo, ya que el litoral sólo se abría frente a la plaza de San Francisco, con la Aduana para el despacho de los buques. Como toda obra dilatada, su autoría se comparte entre varios profesionales. Se tiene por proyecto inicial una traza de Ochoa de Luyando o Ullando de 1558, y hay planos de Cristóbal de Roda (1603) con descripción del trazado de la ciudad y la muralla, y otro con una variante previendo el crecimiento urbano. También un plano de Juan de Ciscara (1677), con la obra realizada hasta aquel momento y la pendiente. Como planos de mayor información y rigor se citan los del ingeniero militar Bruno Cavallero, “Recinto de la Plaza de La Habana” (1727) y “Puerta Principal de la Muralla” (1729).

La muralla por su frente de tierra tenía nueve baluartes y un semibaluarte unidos por cortinas, según plano levantado por Luis Huet en 1776. Con un promedio de diez metros de altura y un grueso de metro y medio, tenía una extensión de cinco mil metros, sumando el frente de mar. Los baluartes llevaban los nombres de San Isidro, Belén, San Pedro, Santiago, Monserrate, La Pólvora, San Juan de Dios, El Ángel y San José. Tenía una Puerta Principal o de Tierra, dando a la calle Real o de la Muralla, y otra para comunicar con La Punta. Con el transcurso del tiempo se fueron abriendo otras puertas, para facilitar la comunicación con la ya importante ciudad extramuros, entre otras se recuerdan la del Arsenal de excelente diseño barroco, la de la Tenaza, conservada y en el siglo XIX la de Colón y correspondiendo con las calles del Obispo y de O’Reilly, las dos de Monserrate por su diseño arquitectónico de estilo neoclásico, que fueron motivo de inspiración para varios grabados.

De la muralla de mar, sólo quedan restos arqueológicos del frente de La Maestranza, con una garita, y otro tramo pequeño al fondo de la iglesia de San Francisco de Paula. Pero por documentación gráfica se conocen algunos detalles, como la cortina frente al castillo de La Fuerza con camino de ronda volado sobre ménsulas de piedra.

Para esta magna obra se movilizaron miles de peones y esclavos de la oligarquía habanera, situados de México asignados por la Corona y sumas extraídas de contribuciones e impuestos de los propios vecinos. Su eficacia defensiva jamás fue puesta a prueba y su derribo comenzó en 1863, continuando hasta principios del siglo XX. Fue sólo el más engorroso proceso constructivo, a cuya sombra se encubrieron desvíos económicos de toda índole, como ha sido usual en la historia con los grandes planes constructivos oficiales. Con su desaparición, la ciudad se liberó de un molesto cinturón que impedía su normal desarrollo y funcionamiento, creando de paso en el terreno liberado el famoso Reparto Las Murallas, que habría de marcar la ciudad hasta nuestros días con su desarrollo urbano de escala monumental.

Sendos cañonazos anunciaban a la población la apertura y el cierre de las puertas. La ceremonia del cañonazo de las nueve de la noche, que se realiza en la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, recuerda a los habaneros aquella costumbre. De las murallas sólo quedan actualmente restos, como la citada puerta de La Tenaza y varios lienzos de cortina de tierra en sus cercanías, unos cuarteles, la garita del Ángel y la de la Maestranza de la cortina de mar. Una lápida donde se esculpieron los nombres del rey Felipe V y del gobernador Dionisio Martínez de la Vega, recordaba la inauguración oficial en 1738.

Fortaleza San Carlos de la Cabaña
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Cuando se comprueba la vulnerabilidad de la villa, con la toma de La Habana por los ingleses en 1762, queda evidente la necesidad de fortificar aquel terreno estratégico por donde habían avanzado las infanterías enemigas y sitiado el Castillo del Morro, las alturas de La Cabaña.

La fortaleza comienza su contrición en 1763 y culmina en1774, es la fortificación más extensa en la isla de Cuba, se levanta en aquel lugar con el nombre de San Carlos, en honor de Carlos III. La ejecución fue encomendada a los ingenieros militares Silvestre Abarca y Pedro de Medina, éste muy vinculado a notables exponentes de la segunda mitad del siglo XVIII, como la iglesia de los Jesuitas, después Catedral de La Habana.

La enorme planta de esta fortaleza tiene un cuerpo principal, compuesto con dos semibaluartes extremos (San Francisco y San Lorenzo) y un baluarte central (San Ambrosio) unido por cortinas hacia tierra. Hacia el puerto presenta una maciza escarpa. Por tierra lo rodea un colosal foso donde se encuentran dos lunetos (San Leopoldo y San Julián) y dos tenazas (San Agustín y San Antonio). La entrada protegida de tierra da paso a una vía que se desplaza por puentes originalmente de madera, del luneto de San Leopoldo a la tenaza de San Antonio y por último a la fortaleza. La portada presenta un vano en arco, tapiado a partir de su arranque, enmarcado por columnas adosadas que sostienen un entablamento decorado con mascarones. Se conoce que el proyecto de Abarca (1771) contemplaba tres remates herrerianos de bola. Consolas laterales sirven de transición y apoyo al cuerpo central. Sobre la puerta, un escudo imperial tallado en mármol blanco cualifica su desempeño militar.

En el interior, son de escala monumental la plaza de armas y los cuarteles, entre los que el espacio se mueve eficazmente articulado con un sentido barroco de sorpresa, por rampas y calles de circulación para las tropas. Una verdadera escenografía barroca, para desarrollar el gran espectáculo militar de los desfiles, con uniformes, banderas y fanfarrias. Vinculada a la plaza de armas, con gigantescos y navegables depósitos de agua, se despliega hacia el puerto la batería responsable de disparar el cañonazo de las nueve de la noche habanera. En un extremo del cuartel occidental está ubicada la capilla, de elegante portada donde se descubre la mano de Medina. Se destaca de los desnudos muros del conjunto por el tratamiento arquitectónico. Solución en retablo, de vano central de entrada unido a un nicho superior, que culmina en espadaña de un vano y frontón recto. Las siluetas laterales se recortan en consolas de transición, frontones curvos y pináculos sobre las pilastras extremas de las cuatro que enmarcan los vanos de acceso.

Con su gracia y escala, las garitas de planta circular, subrayan algunos puntos de los parapetos. Casi al nivel del agua, muy cerca del extremo oeste de la fortaleza se conserva la batería de la Divina Pastora, anterior a la construcción de La Cabaña. Este conjunto militar por su posición al otro lado de la bahía, sirve de telón de fondo a buena parte de la ciudad intramuros, al mismo tiempo que es un sitio privilegiado para observarla. Con un largo aproximado por el litoral portuario de setecientos metros y un ancho en tierra variable hasta trescientos metros, esta fortaleza es una de las más extensas fábricas militares de su época.

Castillo de El Príncipe
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El castillo fue construido en 1767 y terminado en 1779, fue llamado así en honor del príncipe Carlos, hijo de Carlos III. Fue ubicado en una de las colinas que rodean La Habana, proyectado por los ingenieros militares Silvestre Abarca, Agustín Crame y Luis Huet. Rodeado ahora por el crecimiento urbano, cerraba con su contemporáneo Castillo de Santo Domingo de Atarés el anillo defensivo por tierra, y formaba un triángulo defensivo de la ciudad, con la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña. Es un condensado ejemplo del avance de la fortificación en su época.

Su planta viene dada por un pentágono irregular, con dos baluartes (San Felipe y San Carlos), dos semibaluartes (San Silvestre y San Luis) y un rediente, en uno de cuyos costados se abre la puerta de entrada, unidos por cortinas fortificadas. Tiene foso perimetral con dos lunetos y una galería de minas para el movimiento de tropas en la contraescarpa. En el interior del recinto, la plaza de armas acoge varios pabellones. En el exterior sobresalen las novedosas garitas de planta hexagonal y eficaz tratamiento arquitectónico, con remates de bola. Su estructura interior y el espacio del foso fueron alterados por los años en que se usó como presidio. Un cuerpo sobresaliente destaca la portada enmarcada por pilastras pareadas de escala monumental, que sostienen el entablamento y la vigorosa cornisa. Hacia 1936, se cambió el escudo imperial - dentro de un recuadro - por el escudo nacional y se enmascaró su primitiva factura con el rehundido de las juntas y un minúsculo y exótico perfil almenado. Actualmente desalojada, la inmensa y valiosa construcción militar espera por su restauración y puesta en valor.

Castillo de Santo Domingo de Atarés
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El castillo fue construido en 1767, recibió su nombre por el conde de Atarés, padre de Ambrosio Funes de Villalpando, conde de Ricla y gobernador que recibiera la ciudad de mano de los ingleses en 1763. Emplazado en una elevación (la loma de Soto), antiguamente rodeada por un brazo de mar, domina la ensenada de Atarés al fondo de la bahía.

Su planta compacta es un polígono hexagonal irregular, rodeado por un terraplén amurallado con seis traveses y un foso sobre el cual un puente levadizo conducía a la sencilla puerta de entrada, en arco rebajado coronada por un escudo y dos placas de bronce. Tiene una pequeña plaza de armas rodeada de locales de alojamiento y almacenes abovedados. Una importante escalera conduce al nivel superior donde el terrado aparece delimitado en cuatro de sus lados por parapetos con troneras, como frentes de defensa hacia el interior del territorio, los otros dos lados miran a la bahía que en aquella época llegaba hasta las faldas del castillo. Son particularmente vistosas sus garitas voladas de planta hexagonal semejantes a las del Castillo de El Príncipe. Durante la época republicana ha sufrido algunas modificaciones y su glacis se ve amenazado por diversas construcciones anacrónicas y el corte de una vía de circulación (calle de Fabrica); ha mantenido su uso militar. Un proyecto de restauración para el valioso exponente militar está en proceso.

Plazas

Plaza de Armas

Constituye el punto generatriz de la ciudad de La Habana (1519). Su trazado evoca el de las plazas fortificadas de la Europa medieval. En su perímetro se hallaban las sedes de las autoridades civiles y militares en la época colonial, y la iglesia parroquial de la Ciudad.

Plaza de la Catedral
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Fue la última de las principales plazas en formarse. En la segunda mitad del siglo XVI algunos vecinos construyeron allí sus viviendas, llamándola "de la Ciénaga" porque a ella llegaban las aguas que corrían a lo largo de la villa para desembocar al mar y se anegaba con las mareas.

Por esa razón, el primer acueducto que tuvo La Habana, la Zanja Real, desaguaba por el boquete abierto en un muro de la plaza, espacio hoy conocido como Callejón del Chorro, señalado por una lápida conmemorativa.

En el siglo XVIII se fue transformando en uno de los centros fundamentales de la ciudad. Familias adineradas de la sociedad habanera de entonces fabricaron mansiones que aún perduran.

Su aspecto cambió totalmente, su nombre también, convirtiéndose en Plaza de la Catedral después que fue elevada a este rango la antigua Iglesia de la Compañía de Jesús, que sobresale en uno de sus extremos.

En el siglo XX se hicieron en la plaza y sus construcciones algunos trabajos de restauración, tomándose en cuenta el proyecto del urbanista francés Forestier, a quién se debe el rosetón en el pavimento. La Plaza de la Catedral es un sitio acogedor y monumental, indisoluble del alma habanera.

Plaza de San Francisco
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Debe su nombre al convento franciscano ubicado aquí desde finales del siglo XVI. La ensenada en que se encuentra fue rellenada en 1628 para formar la plaza, próxima a la Aduana, evidencia del crecimiento de la villa y del aumento de su población.

Era el sitio de mayor vida de la ciudad, muelles, archivos e instituciones gubernamentales permanecieron aquí desde la segunda mitad del siglo XVII hasta que se trasladaron a la Plaza de Armas en 1791.

También transcurrían aquí las populares Ferias de San Francisco, que comenzaban el día 3 de octubre de cada año y se realizaron hasta 1841, cuando se decretó la secularización del convento franciscano.

En el siglo XVIII se mejoró su entorno: se empedró la calle de los Oficios y se terminó el nuevo Convento de San Francisco de Asís, que tuvo la torre más alta de la isla en esa época. Las viviendas de la aristocracia habanera engalanaban el lugar, como símbolo fiel de los nuevos códigos arquitectónicos, con lo cual la plaza se convirtió en lugar fundamental de la ciudad.

En el siglo XX aparece el edificio de la Lonja del Comercio para regir el desarrollo de las operaciones mercantiles en la zona, y un año más tarde el nuevo edificio de la Aduana, con lo cual se acentúa el carácter que desde el siglo XVII mostró este rincón.

En el centro de la plaza se levanta la Fuente de los Leones, obsequiada a La Habana por Claudio Martínez de Pinillos, conde de Villanueva, y colocada aquí en 1836. La Plaza de San Francisco vuelve a cobrar vida con los trabajos de restauración en este centro de atracción y desarrollo de la ciudad de San Cristóbal de La Habana.

Plaza del Cristo
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Toma su nombre de la iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje, a la que tradicionalmente acudían los marinos al partir o regresar, para solicitar o agradecer la protección contra las eventualidades que se presentaban durante las travesías.

Primero se levantó allí el para entonces remoto Calvario, algo alejado del núcleo fundacional, y más tarde la ermita del Humilladero, estación final de las procesiones de Cuaresma. Luego fue conocida como Plaza Nueva, quitándole su nombre a la que hoy se llama Plaza Vieja. En un tiempo se le llamó "plaza de las Lavanderas", por el gran número de africanas de este oficio que allí se reunían antes de asistir a misa en la vecina iglesia. Después de la desaparición del mercado la plaza recibió un arbolado que aún la caracteriza.

La fachada del templo preside la plaza por la calle Villegas, en tanto Teniente Rey, Bernaza y Lamparilla también dan acceso a ella. Otras dos calles mueren en ese espacio, la calle del Cristo, de una sola cuadra, y la más antigua calle de la Amargura.

La intervención realizada en 1975 remodeló el espacio y trasladó hacia una ubicación cercana a la calle Bernaza, frente a la puerta del colegio de los padres agustinos que para entonces allí existía, un sencillo monumento al poeta mestizo Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido). También se creó un espacio pavimentado frente a la puerta lateral de la iglesia con un cantero circular central donde fue sembrado un árbol de bella floración de color rojo, conocido como Cardenal.

Aunque todo hace suponer que la plaza fue un gran espacio abierto y rectangular con sólo la iglesia cerrando la calle Amargura, debido al crecimiento constructivo urbano la actual plaza es un espacio en forma de Ele. En su perímetro se encuentran exponentes arquitectónicos de distintas épocas.

Su historia y la existencia de la hermosa iglesia del Santo Cristo acreditan su inclusión en el sistema de plazas del Centro Histórico de La Habana.

Plaza Vieja
Plaza Vieja

Ordenada su creación en 1587, no es hasta la segunda mitad del siglo XVII que cobró auge. Llamada inicialmente Plaza Nueva, se cambió por el de Plaza Vieja al construirse la Plaza del Cristo.

A fines del siglo XVII era Plaza Mayor, sitio fundamental del comercio y área residencial de la élite criolla hasta el siglo XVIII. En 1835 se terminó en su centro el monumental Mercado de Cristina, en honor a la reina, sustituido en 1908 por un parque y luego por un aparcamiento semisoterrado.

La plaza, después de su restauración, recuperó su nivel de pavimentación original. Está centrada por una fuente de mármol de Carrara, interpretación de la que antaño se encontrara en este sitio, lo cual contribuye a rescatar su encanto inicial, y la rodean hermosas edificaciones de alto valor patrimonial, para conformar el conjunto más armónico de la antigua ciudad.

Monumentos

Fuente de la India

También conocida como la Noble Habana, es una representación donde figura la imagen de la mítica india Habana, esposa del cacique Habaguanex, regente de la zona antes de la llegada de Colón, del cual se cree que toma el nombre la capital de Cuba. Está ubicada en el extremo sur del Paseo del Prado, a unos 100 metros del Capitolio. Fue diseñada por el arquitecto Giuseppe Gaggini bajo el mandato del Conde de Villanueva don Claudio Martínez de Pinillos. Construida con mármol blanco de Carrara, tiene una altura de tres metros.

Esta fuente de estilo neoclásico, se encuentra sobre un pedestal cuadrilongo con cuatro delfines, uno en cada esquina, de cuyas bocas se vierten las aguas sobre las enormes conchas que forman su base. La "India" trae en la cabeza una corona de plumas y sobre el hombro izquierdo el carcaj con las flechas de cacería. En su mano izquierda sostiene un cuerno de la abundancia con frutas criollas y en la otra el escudo de armas de la ciudad de La Habana.

La fuente fue colocada en 1837 en la Puerta Este del antiguo Campo de Marte en sustitución a la de Carlos III, luego fue trasladada en 1863 al Parque Central y en 1875 fue devuelta al sitio que ocupa ahora. Algunos historiadores afirman que La Fuente de la India fue la primera imagen captada por un fotógrafo en ciudad, se cree que la "hazaña" fue realizada por el fotógrafo francés Antonio Rezzonico en la cuarta década del siglo XIX.

Fuente de Neptuno

En 1836 el Capitán General de la isla de Cuba, que todavía en esos momentos era colonia española, Miguel Tacón, mandó a construir la fuente la cual se importó desde Italia. Su objetivo aparte del ornamental era fundamentalmente abastecer de agua potable a tres barcos al mismo tiempo por lo que se le colocaron grandes argollas de hierro para los amarres.

Construida con fondos públicos comenzó a construirse en el 1836 y fue objeto de reparaciones por más de 10 años. Después de perder su función proveedora es trasladada en 1871 a la antigua Alameda de Isabel II, hoy Paseo del Prado, entre las calles Zulueta y Neptuno. Luego de varios traslados se ubicó en el Parque de La Punta hasta 1912 cuando fue sustituida por otra estatua del intelectual cubano José de la Luz y Caballero, haciendo que fuera almacenada en el Depósito municipal. Posteriormente fue reclamada por el museo Nacional para sus galerías y luego la Secretaría de Obras Públicas la colocó en un parque en El Vedado, hasta que por labores de la Oficina del Historiador de La Habana, fue trasladada a su posición original.

Monumento al General Máximo Gómez

Es un conjunto escultórico monumental situado frente al Malecón, en La Habana, capital de Cuba, dedicado al General de la independencia de la isla Máximo Gómez Báez, quien murió en la ciudad a principios del siglo XX. La obra es resultado del trabajo del arquitecto cubano Aldo Gamba.

Este monumento se construyó gracias a un concurso realizado para el embellecimiento del litoral de la ciudad, este debía responder a las exigencias de las esculturas ecuestres, como por ejemplo que si el prócer era extranjero (como en este caso), debía estar mirando al mar. El conjunto fue inaugurado oficialmente el 18 de junio de 1935. Con la construcción del Túnel de La Habana, el parque que rodeaba la estatua fue eliminado parcialmente, haciendo desde entonces algo difícil el acceso a la misma debido a que esta rodeada por varias avenidas.

La escultura está sobre un templete de forma rectangular con doce columnas de mármol blanco, inspirado en el templo de la patria, la que descansa en un zócalo con bajo relieves laterales alegóricos a las guerras en las que participó Gómez, estos tienen un carácter eminentemente clásico. En la parte inferior se encuentra la fuente de granito de Viena, formada por un arco de medio punto sobresaliendo tres figuras femeninas y tres caballos, tan unidos que se confunden entre sí, las figuras equinas son los surtidores de agua. El acceso está dado por una escalera de mármol.

Pavimentación de sus calles

El Marqués de la Torre, que gobernó Cuba de 1771 a 1776, y tanto se preocupó del progreso y ornato de la población, proyectó la pavimentación de las calles con tarugos de quiebra-hacha, debido a la escasez de guijarros o chinas pelonas; pero ese proyecto no pudo realizarse por completo, según afirma el historiador Valdés, "a causa de varios inconvenientes, y creo que uno de ellos fue lo resbaladizo del piso en tiempo de lluvias".

Quien acometió felizmente la obra de pavimentación, rotulación y numeración de las calles de La Habana, fue el capitán general Miguel Tacón, que como todos los déspotas, si atropelló la libertad y la justicia, favoreció las obras públicas.

En lo que se refiere a la rotulación de calles y numeración de casas dice Tacón lo siguiente: "Carecían las calles de la inscripción de sus nombres y muchas casas de números. Hice poner en las esquinas de las primeras, tarjetas de bronce y numerar las segundas por el sencillo método de poner los números pares en una acera y los impares en otra".

Miguel Díaz Álvarez, penúltimo alcalde de la época colonial (1897-1898) declara que encontró la hacienda municipal en crítica situación, por haberse consumido la reserva de obligaciones del segundo empréstito de $3.000,000 que hizo el conde de Casa Ibáñez.

A mediados del año 1897, año y medio antes de que terminara la dominación española. durante cuatro siglos la Metrópoli no había podido hacer de la capital de "la perla de las Antillas", considerada como "el más rico florón de la Corona de Castilla", una ciudad dotada de calles, paseos y plazas modernos y sólidamente pavimentados, con aceras, alumbrado y alcantarillado, todo a la altura de las poblaciones de su importancia y riqueza en Europa y América, y con parques amplios y bellamente arbolados y ornamentados, que fuesen verdaderos pulmones de una ciudad tan populosa como La Habana.

La pavimentación de las calles de La Habana es terminada en el año 1913, después de que el presidente José Miguel Gómez aceptara un empréstito de $16.000.000 con la casa Speyer and Company, que también dejó contratado Mr. Magoon durante el Gobierno norteamericano de ocupación militar.

Calles famosas

Alameda de Paula

Es un paseo marítimo, el primero creado en La Habana. Fue construida en 1777 por el arquitecto Antonio Fernández de Trebejos, por orden del Capitán General Felipe de Fondesviela, Marqués de la Torre, procedente de la corte de Carlos III. En su estructura se verifica la influencia de la Ilustración francesa.

En su etapa inicial la Alameda era una especie de terraplén con dos hileras de álamos y bancos. El nombre de Paula proviene de la iglesia cercana con ese nombre. Este paseo se ubicó en lo que era el basurero de la ciudad, llamado el Rincón, frente a la Bahía de La Habana. Entre 1803 y 1805 se realizaron algunas modificaciones, que incluyeron una fuente, pavimento y asientos. En el año 1841 se ampliaron las escaleras de acceso y se colocaron varias farolas para la iluminación nocturna. En 1847 se levantó una fuente con una columna de mármol blanco, esculpida en el norte de Italia y en cada una de sus cuatro caras están representadas cabezas de león de cuyas bocas descienden chorros de agua. También se erigió el Teatro Principal "El Coliseo", destruido por un incendio tiempo después, y el hotel  Armadores de Santander, que llega hasta nuestros días. En 1911 fue fragmentada debido a que una empresa de Estados Unidos, que controlaba las actividades portuarias.

En la actualidad ha sido remozada por la Oficina del Historiador de la ciudad. Luego de la declaración de La Habana Vieja, como Patrimonio de la Humanidad. Las edificaciones portuarias colindantes se restauraron, así como las de valor arquitectónico mundial. En 2008 se inauguró la Catedral ortodoxa Nuestra Señora de Kazán, de estilo bizantino.

Avenida del Puerto

Se construye debido al auge de obras públicas durante el gobierno de Gerardo Machado, en la isla de Cuba. Las primeras labores se iniciaron el 11 de mayo de 1927. Para la construcción de la avenida le fueron arrebatados al mar más de 128 000 m² de terreno. Las calles que desembocaban en ella fueron ensanchadas y rectificadas. En un primer momento se le llamó Avenida del Golfo.

Entre los años 1956 y 1975, se empezó la ejecución de un proyecto para la terminación del muro del Malecón, y la construcción de un muelle, para la marina de guerra, frente al edificio que en esa época ocupaba su Estado Mayor. Este muro fue erigido desde la calle Obrapía hasta el sur del espigón de San Francisco, frente a la Lonja del Comercio de La Habana. También se construyó un muelle situado entre el Callejón de Justiz y calle Obrapía con un área aproximadamente de 1200 m².

Calle Obispo

Tuvo su origen en el siglo XVI en una fecha próxima a la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana, o sea, alrededor del año 1519. Si tenemos en cuenta el trazado en damero a partir de una plaza mayor (típico de las ciudades hispanoamericanas), sabremos el porqué de la importancia que siempre ha tenido esta arteria.

Ubicada al sur de la Plaza de Armas y a un costado del Palacio de los Capitanes Generales, corre desde las riberas de la bahía hasta la calle de Monserrate, donde, hasta el derribo de las murallas, iniciado el 8 de agosto de 1863, existió una puerta de entrada a la ciudad desde los barrios de extramuros.

Sus primeras edificaciones fueron bohíos de yaguas y guano, como todas las que formaron el primitivo núcleo urbano de la naciente villa, las cuales serían sustituidas con posterioridad por casas de rafas y tapias, cubiertas de tejas.

A lo largo de su existencia varias han sido las denominaciones que ha tenido esta calle. Sus nombres, 47 al igual que el de otras importantes arterias habaneras, nacieron del ingenio popular. Se llamó calle de San Juan, porque conducía al Convento de San Juan de Letrán, de la Orden de Santo Domingo, erigido en el siglo XVI; del Consulado, por establecerse en ella en 1794 el edificio del Real Consulado de Agricultura y Comercio; de los Plateros, por unos artesanos afincados en ella, afirma el historiador y arquitecto Manuel Fernández Santalices en su obra Las calles de la Habana Intramuros. Arte, historia y tradiciones en las calles de la Habana Vieja, que en 1776 se le llamaba calle de su Señoría Ilustrísima, después del Obispado.

En 1810 calle del señor Obispo y hasta hoy simplemente Obispo. La primera designación resulta poco conocida por la historiografía, no así las siguientes, sobre las cuales existe un gran consenso.

Para varios historiadores se denominó calle del Obispo porque en ella vivió el obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz (1694-1768), quien hizo de su andar por esta arteria toda una costumbre. Sin embargo, el doctor Manuel Pérez Beato parece no estar muy de acuerdo en relacionarla con ese prelado, al plantear lo siguiente: Es de notar que mucho antes que ocupara la mitra el señor Morell, vivía en la calle que se trata el obispo Fr. Jerónimo de Lara, que falleció en 22 de junio de 1644. En cabildo de 2 de diciembre de 1641, pidió Tomás de Armenteros, merced de una cuadra de solares en el barrio de Cayaguayo, siguiendo las cuadras desde la esquina de la morada del Sr. Obispo (Obispo y Compostela) y esquina y casa de Doña Juana Jacinta.

Tal vez el juicio más certero para desentrañar el origen de su designación como calle del Obispo o de los Obispos, lo aporta el propio Fernández Santalices cuando expresa, la razón más verosímil de estos últimos nombres es que en la esquina de Oficios estuvo la residencia de los obispos, por su cercanía a la Parroquial Mayor. El que estableció la residencia episcopal en esta casa fue el prelado Alfonso Enriquez de Almendariz (nombrado obispo de Cuba en 1610), en parte del solar de los Cepero, familia de uno de los conquistadores y primeros pobladores de la villa.

A partir del siglo XIX, o quizás antes, los vecinos de la ciudad habían acuñado el nombre de Obispo para esta importante calle de intramuros. A lo largo de esa misma centuria, se convirtió en la más comercial de las calles citadinas, ganando gran popularidad y arraigo entre nacionales y extranjeros.

Por más de un siglo, la calle del Obispo o simplemente Obispo mantuvo inalterable su denominación. Pero el 8 de febrero de 1897, el Ayuntamiento de la Habana tomó el acuerdo de cambiar su nombre por el de Weyler, en honor al sanguinario capitán general Valeriano Weyler y Nicolau, quien gobernaba la Isla por entonces, con su tristemente célebre Campo de Reconcentración. Muy pronto, al finalizar la dominación colonial española, la calle recuperaría su nombre en diciembre de 1898.

Apenas iniciado el siglo XX, ya instaurada la República en 1902, muchas arterias habaneras pierden sus denominaciones antiguas y tradicionales, que son sustituidas por nombres de patriotas cubanos, personalidades extranjeras o naciones amigas. Cambios que, al decir del Historiador de la Ciudad, Emilio Roig de Leuchsenring, se realizaron en forma caprichosa e inconsulta. Aunque formalmente su nueva denominación estaría vigente por algo más de tres décadas, la tradición oral continuó llamándola por su nombre familiar (Obispo). Su legitimación definitiva tendría lugar en 1936, cuando el alcalde municipal Guillermo Belt logra restituir los nombres antiguos, tradicionales y populares de las viejas calles habaneras, mediante el Decreto-Ley No. 511, elaborado de acuerdo con un informe de Roig de Leuchsenring. De esta manera se adopta, como nombre oficial, su primitiva denominación, calle Obispo, la cual llega hasta nuestros días.

Paseo del Prado

Es una avenida en la que en su trayecto norte-sur se localiza en la concurrida zona de La Habana Vieja y a solo una cuadra de la Calle Industria, que marca el límite con Centro Habana, se extiende desde la Fuente de la India y la Plaza de la Fraternidad hasta Malecón. Fue construido en 1772 bajo el gobierno colonial del Marqués de la Torre, Capitán General de la isla, que en aquellos momentos era una de las colonias españolas más florecientes de América. Su primer nombre fue el de Alameda de Extramuros o de Isabel II, por hallarse afuera de las grandes murallas que cercaban la ciudad. En la avenida del Prado hay ocho estatuas con figuras de leones, hechas de bronce que parecen custodiar el paseo. Está dividido en cuatro secciones fundamentales bien delimitadas: el Paseo, el Parque Central, la Explanada del Capitolio y la Plaza o Parque de la Fraternidad.

Bajo el Gobierno de Miguel Tacón (1834-38) se amplió, se llevó hasta el litoral, que en la actualidad es El Malecón. Se construyó el Edificio de la Cárcel, hoy en día desaparecido, se inauguró el Teatro Tacón, en la actualidad Gran Teatro de La Habana, desde entonces sede permanente de la Ópera y el Ballet Clásico. El Campo de Marte, para desfiles militares también data de esos tiempos. Durante el siglo XIX se designó un tiempo a uso peatonal exclusivo. En la segunda mitad de este siglo se empezaron a levantar a todo lo largo de su recorrido, grandes y fastuosas edificaciones neoclásicas que fueron a sustituir a las más antiguas, de estilo barroco y colonial. En 1843 se crea el Café Escauriza, y en los altos, años después, la Heladería El Louvre que da nombre a toda la acera. En 1902, con la intervención norteamericana, se lleva a cabo su reconstrucción, y el cambio de nombre a Paseo de Martí, en honor al apóstol de la independencia de Cuba, aunque el pueblo le siguió llamando "El Prado", por costumbre y por la gran semejanza que tiene con su homólogo madrileño. Con su remodelación se vinculó al Parque Central y dejó sus secciones bien definidas: una zona arbolada peatonal con calles laterales; una zona vial con parqueo y la Plazoleta de la Fuente de la India en uno de sus extremos. En Prado y San Miguel se levantó el Hotel Telégrafo, primero de La Habana con características hoteleras modernas. En sus linderos se ubicaron construcciones civiles de marcado uso social: sociedades de recreo; hoteles; cines; teatros e importantes mansiones de arquitectura ecléctica, cuyos diseños solo correspondían a las solicitudes de los dueños que trataban de imitar las modas arquitectónicas de Madrid, París o Viena. Se remodeló su infraestructura: arbolado, mobiliario y alumbrado. El Prado fue la primera calle asfaltada en La Habana, un verdadero suceso para la época, de ahí que se incorporó el automóvil en sus paseos. Al construirse en 1929 el Capitolio de La Habana se eliminó una sección del paseo y se remodeló la que se mantuvo. La esquina de Malecón y Prado fue asiento del Hotel Miramar y, más tarde, del Miramar Garden, centro de reunión de la juventud bailadora de la época y lugar donde se celebraban movidas peleas de boxeo. En la esquina de Cárcel se establece la agencia de los automóviles Packard & Cunnighamm, que administraba Juan Ulloa, y en los altos abrió sus puertas el primero de abril de 1940 lo que fue R.H.C. Cadena Azul, del magnate cigarrero Amado Trinidad.

Aunque desde la década del '50, la mayoría de las familias ricas se mudaron del área, hacia los barrios suburbanos de Miramar, Siboney o céntricos como El Vedado. Después de la Revolución cubana, el paseo fue habitado por familias de clase media y de pocos recursos, por lo que perdió muchas de sus virtudes, como centro de la ciudad. Esta situación cambió radicalmente, luego de la apertura cubana de los años '90 y la declaración de la zona antigua de la capital cubana como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, con el reposicionamiento de hoteles, restaurantes y bares que han hecho renacer esta antigua avenida. El Prado habanero se caracteriza en la actualidad por la permanencia de exposiciones y venta de obras de arte, de variado tipo, así como la realización de actividades culturales. Este paseo ha sido fuente inspiradora de otros sitios urbanos en la actualidad, como el paseo que divide o recrea la Villa Panamericana, construida en 1991, como residencia y apoyo a estos Juegos.

Edificios notables

Catedral de La Habana

En el mismísimo corazón de La Habana Vieja, en la zona más antigua de la ciudad, en el área declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1982, se encuentra la Catedral. En 1788, un rico obispo de Salamanca decidió hacer construir una Catedral, dedicada a la santísima Virgen, en el emplazamiento de la pequeña capilla inicial. Los jesuitas hicieron los planos. Una serie de ampliaciones y embellecimientos se llevaron a cabo, de 1802 a 1832, bajo la égida de monseñor Díaz de Espada.

La Catedral tiene 3 naves y 8 capillas laterales. Hasta la independencia de la Isla, la nave central estuvo ocupada por un monumento funerario dedicado a Cristóbal Colón. Pero al final de la colonización, las cenizas de Cristóbal Colón fueron llevadas a Santo Domingo y, de allí, a la Catedral de Sevilla.

El italiano Bianchini tuvo a su cargo las esculturas y los trabajos de orfebrería del altar así como del tabernáculo. Se suman a la decoración pinturas del francés Jean-Baptiste Vermay. En el lugar todos se extasían con su singular arquitectura barroca y su marcado entorno colonial, que nos transporta a siglos atrás.

La fachada de la Catedral sorprende por su color gris oscuro, que se destaca del resto de la plaza como un grabado en blanco y negro. Es considerada “toscana” con sus dos torres o campanarios. Su vista nocturna con especial iluminación es todo un deleite.

Las mansiones que rodean la Plaza datan del siglo XVIII: la casa de Lombillo, construida en 1730, el palacio del Marqués de Arcos, de 1741, una de las casas coloniales mejor conservadas de la ciudad. La casa del Conde Bayona, de 1720, donde en la actualidad está el Museo de Arte Colonial, el cual alberga muebles, porcelanas, lámparas y una colección única de vidrieras. A su lado se yergue majestuosa la antigua morada del Marqués de Aguas Claras (1720), que es la casa más hermosa y atractiva del conjunto.

La Plaza de La Catedral de La Habana está situada no lejos de la Plaza de Armas, sólo a unas pocas cuadras. Es innegable que se trata de la plaza más conocida de La Habana y, según dicen algunos conocedores, una de las más armoniosas de América Latina.

Por su extraordinaria belleza y su connotación histórica, La Catedral de La Habana constituye un lugar de obligada visita para los miles de visitantes nacionales y extranjeros que continuamente viajan a nuestra capital.

Hotel Inglaterra

Es un hotel y Monumento Nacional cubano. Se localiza en La Habana, en el Paseo del Prado o de Martí 416, esquina a San Rafael, en el Parque Central.

Tras la fachada neoclásica de este edificio del siglo XIX, se esconde un interior mudéjar: sus azulejos ocres, verdes y dorados fueron traídos desde Sevilla, la entrada luce mosaicos andaluces y los techos de madera recuerdan los artesonados árabes. Además, en una de las columnas del salón café se puede leer la inscripción en árabe clásico "Alá es el único vencedor".

Cuando fue construido en 1875, el Inglaterra era un hotel pequeño con un local nocturno, Le Louvre, y un salón de baile contiguo. La acera del hotel, conocida como "la acera del Louvre", fue un animado punto de encuentro de los liberales de La Habana. Fue aquí donde José Martí defendió la independencia de España frente a los liberales más moderados, que pedían la autonomía. El general Antonio Maceo Grajales, héroe de las guerras de independencia, preparó los planes para la insurrección en este hotel. La gran actriz francesa Sarah Bernhardt y la bailarina rusa Anna Pávlova se contaron entre sus ilustres huéspedes.

Museo de la Revolución

Ubicado en La Habana, reúne material y colecciones relativos a la revolución cubana. Creado el 12 de diciembre de 1959 por decreto del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, firmado por el entonces Ministro de las FAR y actual Presidente de Cuba, Raúl Castro.

Adentrarse en el Museo de la Revolución, en la capital de Cuba, y recorrer sus pasillos es navegar en la historia de esta heroica nación. La base de la colección inicial del museo fue el material reunido por Celia Sánchez Manduley, combatiente del Movimiento 26 de Julio en la Sierra Maestra. La cuantía y el valor de sus colecciones, como la constante labor cultural, histórica y política que realiza, hacen de este museo de historia es el más importante del país.

El busto del Apóstol José Martí, la Bandera de la Estrella Solitaria e impactos de balas de los sucesos del 13 de marzo de 1957, dan la bienvenida a este centro, que atesora toda la rica memoria cubana.

Sus más de 30 salas de exposición guardan alrededor de 9.000 piezas de distintas etapas de la lucha independentista. Las salas expositivas abarcan cada etapa de la historia cubana. En el museo están ambientadas las acciones del 13 de marzo en sus escenarios del Palacio.

Además de las exposiciones permanentes, este centro divulga la historia de Cuba en las escuelas cercanas. Sus especialistas imparten congresos y conferencias a las nuevas generaciones, y los fines de semana cuentan con proyectos sistemáticos de divulgación cultural.

El Castillo de San Salvador de La Punta y la base del Monumento a José Martí en la Plaza de la Revolución fueron los primeros lugares donde se ubicó este museo, hasta que el 4 de enero de 1974 se inauguró una exposición en su actual sede, el antiguo Palacio Presidencial.

Considerado el centro de la corrupción política administrativa de la República neocolonial, el Palacio Presidencial, comenzó a construirse el 4 de febrero de 1913 y se inauguró el 31 de enero de 1920. En 1976 se construye el Memorial Granma como dependencia anexa. En el 2008 recibió la visita de más de 300.000 personas, entre cubanos y extranjeros.

Fuente

Enlaces externos