Henry Lane Wilson

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Henry
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Henry Lane Wilson: diplomático estadounidense.
NombreHenry Lane Wilson
Nacimiento1859 ¿1857?
Indiana, Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
Fallecimiento22 de diciembre de 1932
Indianapólis,Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
Causa de la muertedesconocida
NacionalidadEstadounidense
Otros nombres“El Conspirador de Madero”
Ciudadaníamexico-estadounidense
Alma materDerecho
OcupaciónDiplomático

Henry Lane Wilson. Destacado abogado y diplomático estadounidense, radicado en México.

Sintesís biográfica

Nació en el estado de Indiana, Estados Unidos, en 1859 (¿1857?). Abogado, se dedicó a ejercer su profesión en Spokane, Indiana.

Trayectoria

Posteriormente ingresó al servicio diplomático norteamericano: en 1897 fue designado por el presidente McKinley ministro de los Estados Unidos en Chile, cargo que ocupó hasta 1905. Ahí logró atemperar las dificultades existentes entre los gobiernos chileno y de Argentina, que parecían prestos a estallar una guerra. Después fue embajador en Bélgica, donde permaneció hasta 1909. Un año más tarde fue nombrado para representar al gobierno del presidente Taft en México.

Wilson llegó a México en diciembre de 1909 y el 26 de febrero de 1910, se manifestó a favor de que México fuera regido por instituciones, lo que hizo que fuera bien visto por los opositores al régimen porfirista. El 5 de marzo de 1910 presentó sus credenciales al presidente Díaz como embajador de Estados Unidos en México, en su entrevista tuvo una impresión favorable de Díaz, pero ésta cambió cuando Don Porfirio no aceptó sus propuestas exageradas de otorgar mayores ventajas a favor de las empresas norteamericanas que a las británicas, pues Wilson era un abogado fiel representante de los intereses de los grandes negocios.

Entonces pensó que la opción para continuar la “diplomacia del dólar” (un clima favorable para el capitalismo global y masas firmemente controladas) era Madero, de modo que mantuvo una actitud favorable al triunfo de la revolución maderista, con la idea de que ésta se reduciría a un mero cambio de personas. Wilson formó a su alrededor un grupo de inversionistas y representantes de las grandes empresas norteamericanas que integraron la Sociedad de Amigos del Embajador, pero que dadas sus opiniones, alguien bautizó como Sociedad para el Fomento de la Intervención en México.

Habiendo asumido Madero la presidencia de la República, las esperanzas de Wilson de ser un procónsul de los Estados Unidos en México, se vieron frustradas. Entonces -cuenta Guzmán, ya citado,- su esposa pidió a la esposa de Madero cincuenta mil pesos anuales y al serle negados, creció su rencor. Además, a través de su hermano el senador John Lockwood, vinculado con la American Smelting & Refining Company, Wilson tenía ligas económicas con la familia Guggenheim y ésta a su vez, tenía viejas rencillas por motivos de negocios con la familia Madero que era dueña de empresas en Coahuila que competían con los negocios de los Guggenheim, lo cual aumentó la aversión personal hacia Madero de Wilson.

Madero no era aficionado a la bebida y consideraba a Wilson un alcohólico. El hecho es que Wilson mediante sus amañados informes a Philander C. Knox, secretario de Estado norteamericano, influyó decisivamente para que su gobierno retirara paulatinamente su apoyo a Madero hasta serle francamente hostil y se desencadenará una corriente norteamericana a favor de la intervención en México. Según Paul von Hintze, embajador alemán en México, convencido de la necesidad de derrocar al gobierno de Madero y en alianza con Wilson, la oposición de éste contra el presidente mexicano, comprendía las siguientes acciones:

1. Enviar notas de protesta cada vez más hostiles al gobierno mexicano en las que se aprovechaban todos los incidentes, hasta los más triviales. 2. Evacuar norteamericanos de muchas regiones de México y dar armas a un sector de la colonia norteamericana en México, mediante lo cual la embajada norteamericana intentaba crear una atmósfera de histeria contra el gobierno de Madero y sentar las bases para una intervención norteamericana en México. 3. Organizar una amplia campaña de prensa en los Estados Unidos en la cual se presentaba a Madero como incapaz de imponer "la ley y el orden" en México. 4. Apoyar intentos de golpe contra Madero”. (Katz, ya citado).

Para diluir el intervencionismo norteamericano y a sabiendas de que no contaría con la anuencia de todos los embajadores acreditados en México, Wilson organizó un grupo integrado por representantes de las grandes potencias: Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y España, cuyas decisiones unilaterales las presentaba a Madero “en nombre del cuerpo diplomático” y además actuaba como si representara a todos los embajadores.

Fue así que Wilson se unió a la campaña de desprestigio que emprendieron en contra de Madero los grupos exporfiristas, mediante el sistemático envío a su gobierno de información tergiversada que mostraba a México sumido en la anarquía y a Madero como un presidente incapaz de gobernar al país. En marzo de 1912, Wilson envió una circular a los estadounidenses que habitaban en zonas “peligrosas” que las abandonaran y entregaran sus propiedades a los consulados más próximos para su protección. Acciones como ésta infundían miedo a todos los inversionistas extranjeros, al grado que los británicos formaron un comité de defensa y que el propio presidente Taft propusiera al embajador inglés una intervención conjunta con otras potencias europeas para pacificar México. Madero informó al Congreso el 1º de abril siguiente de estos rumores de intervención extranjera y los atribuyó a la prensa malintencionada.

El 15 de abril del mismo año, Wilson logró que su gobierno protestara enérgicamente por la destrucción de propiedades de sus nacionales y el aumento de la inseguridad, que exigiera la protección adecuada y que previniera de los riesgos de aprehender a norteamericanos, a la vez que condenaba la participación de los mismos en los conflictos entre mexicanos. La nota impactó a la prensa mexicana y puso a debate la posible intervención de Estados Unidos, pero el canciller mexicano Pedro Lascuráin dio la contestación debida a la misma desconociendo todo derecho de Estados Unidos para hacer ese tipo de advertencias y señalando su apego estricto al derecho internacional; asimismo, protestó porque dicha nota se había dirigido también al rebelde Pascual Orozco, contra toda regla diplomática.

Entre junio y octubre del mismo año de 1912, Wilson viajó a su país, lo que coincidió curiosamente con nuevas movilizaciones de la armada norteamericana en el Golfo y en el Pacífico. La primera para “impresionar al pueblo mexicano con el poderío de los Estados Unidos”. La segunda con motivo de la rebelión del general Félix Díaz.

El 15 de septiembre de 1912, el gobierno norteamericano envió la nota más enérgica y más insultante de nuestra historia diplomática, seguramente a propuesta de Wilson, en la que reiteraba sus exigencias de trato preferencial a ciudadanos y empresas estadounidenses y concluía amenazante que si no se terminaba con las rebeliones y el caos, “evidentemente sería necesario que el gobierno de los Estados Unidos considerara las medidas que debería tomar para resolver dicha situación”. Por lo tanto solicitaba que Madero le comunicara lo que haría al respecto. Lascuráin nuevamente contestó, ahora con una detallada documentación de los hechos denunciados que demostraban lo equivocado de las impugnaciones norteamericanas; asimismo, reprochaba que Estados Unidos no trataba igual a los mexicanos y que hubiera permitido la organización de los rebeldes dentro de su territorio, así como el tráfico de armas por su frontera.

En diciembre de 1912, Madero envió extraoficialmente a Estados Unidos al secretario Lascuráin para tratar de suavizar el informe que sobre la situación de México se presentaría al Senado norteamericano y a gestionar el retiro de Wilson como embajador, y de cualquier modo impedir que fuera ratificado por el nuevo presidente de ese país. Además, Lascuráin tendría una entrevista con el presidente Taft. Pretendía así anular las voces intervencionistas estadounidenses. Sin embargo, con gran enojo, Wilson viajó también a su país y al parecer acordó con Taft y su secretario de Estado Knox, el derrocamiento de Madero mediante la amenaza de intervención armada.

Fueron tantas noticias falsas y tan exageradas enviadas por su embajador que el propio gobierno de Estados Unidos pidió a sus cónsules que por su cuenta informaran de la situación, ya que en la mayoría de los casos los informes que ellos enviaban contradecían los de Wilson. Por su parte, Madero soportaba la actitud de patrón arrogante y las impertinencias de Wilson con la esperanza de que al tomar posesión en marzo de 1913 el nuevo presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, de quien se decía amigo, le concedería el cambio de su embajador.

Como se acababa el tiempo que tenía para actuar contra Madero, con o sin autorización de su gobierno, Wilson promovió el levantamiento de Manuel Mondragón, Gregorio Ruiz, Bernardo Reyes y su hijo Rodolfo, y Félix Díaz para el 11 de febrero de 1913, pero al ser descubiertos, tuvieron que adelantarlo el domingo 9. Fracasado el cuartelazo, muerto Reyes y atrincherados los golpistas en La Ciudadela, Wilson se puso en contacto con Huerta, recién nombrado por Madero como jefe del ejército, para discutir la traición; ambos compartían por lo menos dos afinidades: la admiración por Porfirio Díaz y la afición al alcohol. Se inició así la “Decena Trágica”, diez días durante los cuales los alzados no fueron aplastados por el ejército regular porque sus altos mandos negociaban la traición a Madero y al mismo tiempo aterrorizaban a la población para que demandara la paz a cualquier costo, con la muerte de cientos de civiles en combates intencionalmente ineficaces.

El mismo día del frustrado cuartelazo, Wilson se comunicó telefónicamente con el canciller Lascuráin, en nombre de todas las misiones diplomáticas, para exigirle protección para los extranjeros y sus propiedades. Más tarde también le envió una nota en el mismo sentido. Al día siguiente, Wilson reunió a los diplomáticos en la embajada norteamericana y promovió que acordaran formar una guardia propia para cuidar las delegaciones diplomáticas. Al mismo tiempo, solicitó a Lascuráin, que las acciones bélicas contra los rebeldes fueran limitadas a fin de que no resultaran afectadas las embajadas ubicadas en la zona. Al otro día, Wilson reclamó al presidente Madero que el consulado norteamericano de avenida Juárez y Balderas, había sido destruido en la “inhumana y bárbara batalla” que se había librado contra los alzados. Simultáneamente urgía al Departamento de Estado norteamericano el envío de buques de guerra a las costas mexicanas de “suficiente tamaño para impresionar”.

El 12 de febrero, Wilson, que el día anterior había anunciado que los buques norteamericanos de guerra “Georgia” y “Virginia” se dirigían a México, hizo otro intento para sacar del gobierno a Madero: en compañía de los ministros de Alemania y España, se entrevistó con Madero en Palacio Nacional, para pedirle garantías para las propiedades de extranjeros y protestar por la destrucción de las mismas en nombre de todas las misiones diplomáticas. Además, Wilson solicitó permiso para entrevistarse con Félix Díaz, a fin de que limitara sus bombardeos. Madero, aceptó la responsabilidad de reparar los daños ocasionados, rechazó rotunda y enérgicamente su intromisión en los asuntos internos de México y expresó su confianza en que las fuerzas leales controlarían la situación; asimismo, señaló que no tenía inconveniente en que se entrevistara con Díaz. De modo que esa misma tarde, tuvo lugar una reunión de Wilson y Díaz, en la que lo más importante fue la amenaza expresada por Wilson de una intervención armada norteamericana para presionar a los golpistas.

Al mismo tiempo que Wilson aumentaba sus intrigas, quejas, exigencias y amagos sobre Lascuráin, se esforzaba en convencer al cuerpo diplomático acreditado en México que la renuncia de Madero era la única solución posible al conflicto y siguiendo su estrategia de complicar la situación, Wilson aconsejó al embajador cubano Márquez Sterling, cuyo ofrecimiento de desembarcar tropas para proteger a sus nacionales y auxiliar al gobierno mexicano había rechazado Lascuráin, que sí efectuara dicho desembarco porque estaba en su “derecho”, con lo cual Wilson intentaba propiciar las condiciones para la intervención norteamericana. Asimismo, Wilson difundía sistemáticamente por medios indirectos, como conversaciones con diplomáticos, la posibilidad de una intervención, a fin de que esta amenaza llegara a oídos del gobierno maderista. Para dar credibilidad a la amenaza, Wilson logró que su país movilizara el 12 de febrero cuatro barcos de guerra y 5000 soldados hacía México.

El 15 de febrero, Wilson acordó con los ministros de España, Inglaterra y Alemania enviar a Cólogan, ministro de España, a solicitar su renuncia al presidente Madero en nombre del cuerpo diplomático acreditado en México. Nuevamente Madero rechazó su intromisión y respondió que no reconocía a los diplomáticos el derecho de inmiscuirse en los asuntos internos de México. Por la tarde de ese mismo día, Wilson visitó a Madero, quien le mostró la respuesta de Taft, la cual le molestó a Wilson y trató de restarle valor para mantener la amenaza de intervención. Ambos estuvieron de acuerdo en la conveniencia de un armisticio de 24 horas para el traslado de las embajadas que estuvieran en riesgo. También habló con Huerta y Lascuráin. Después, Wilson rechazó el traslado de su embajada a Tacubaya, pues obviamente esto le quitaba razón a sus quejas y protestas.

Al día siguiente, Wilson envió una protesta a Lascuráin por el telegrama que había enviado Madero a Taft porque expresaba que se habían exagerado las noticias sobre la situación de México, siendo que era de extrema gravedad. Lascuráin le contestó que la situación no era riesgosa para los norteamericanos ni otros extranjeros y le reiteró el ofrecimiento de trasladar su embajada a lugar más seguro. Finalmente, Wilson y Huerta, con la complicidad de un grupo de senadores llegaron a un acuerdo: Huerta sería presidente, no Félix Díaz, una vez que Madero renunciara. El 18 de febrero fueron aprehendidos Madero y Pino Suárez para sacarles a punta de pistola las ansiadas renuncias. Wilson notificó a su gobierno que los rebeldes habían aprehendido al presidente y al vicepresidente hora y media antes de que esto sucediera.

Realizada la detención de Madero el día anterior, el 19 de febrero Wilson reunió en la embajada al cuerpo diplomático y a Félix Díaz y a Huerta; por la noche, anunció que los conflictos en la ciudad habían terminado; y a la una de la madrugada del día siguiente firmaron el “Pacto de la Embajada" o de “La Ciudadela”, que señalaba que Huerta, con permiso del Congreso mexicano, ocuparía la presidencia provisional en las próximas 72 horas y convocaría a nuevas elecciones; que el gabinete sería nombrado por Félix Díaz -pero él no figuraría- pues recibiría el apoyo de Huerta para postularse -y ganar las elecciones- a la presidencia.

Irónicamente, Wilson recibió a Huerta por primera vez ya como presidente, en la recepción de la embajada por el aniversario del nacimiento de George Washington el 22 de febrero, el mismo día en que asesinaron a Madero y Pino Suárez.

En julio de 1913, Wilson fue llamado por su gobierno para que explicara su desempeño, tras lo cual se le solicitó su renuncia y ya no se le permitió regresar a México. La embajada quedó a cargo del primer secretario Nelson O’Shaughness. Wilson, ya Huerta en el exilio y preso en los Estados Unidos, le envió un cable pocos días antes de su muerte, en el cual consideró que quizás sus achaques eran causados por el mal trato de las autoridades norteamericanas.

Después, en 1927, Wilson escribió un libro para intentar justificar su actuación diplomática: Episodios diplomáticos en México, Bélgica y Chile.

Fallece

Henry Lane Wilson murió el 22 de diciembre de 1932 en Indianápolis, Estados Unidos, no sin antes presidir en Indiana la Liga para Imponer la Paz durante la I Guerra Mundial, a la que renunció por no estar de acuerdo con su propósito de establecer la Sociedad de las Naciones, y servir como consultor a empresas petroleras estadounidenses radicadas en América Latina.

Fuentes