Historia del municipio Calimete (provincia de Matanzas)


Historia del municipio Calimete (Provincia de Matanzas)
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Escudo calimete.png
Cronología
Período precolombino
Período colonial
Estancia de José Martí en Hanábana
Origen del nombre
Contiendas bélicas del siglo XIX
Intervención de los Estados Unidos
Período de la República neocolonial
Organización y desarrollo del movimiento obrero
Revolución en el poder
Transformaciones económicas
Transformaciones sociales
Gobierno local
Direcciones municipales
Patrimonio histórico cultural
Personalidades
Símbolos del municipio

Historia del municipio Calimete (Provincia de Matanzas). La historia del actual municipio de Calimete comienza en la etapa precolombina, con los asentamientos aborígenes establecidos en el territorio que actualmente ocupa el municipio y llega hasta la actualidad. El municipio fue escenario de las luchas del Partido Comunista, de los sindicatos y del Movimiento 26 de Julio hasta ver el triunfo del 1 de enero de 1959.

Surge como municipio a raíz de la puesta en vigor de la nueva división político administrativa, en 1976. Su constitución es producto de la unión de los anteriores municipios de Manguito, Amarillas y Calimete creados en 1963.

Su población asciende a más de 28000 habitantes. Se han desarrollado en este territorio veinticinco asentamientos poblacionales, de los cuales siete se clasifican como urbanos y dieciocho como rurales, organizados en cinco Consejos Populares.

En el aspecto económico, la agroindustria azucarera y la actividad agropecuaria ocupan los renglones fundamentales, destacándose las producciones de azúcar crudo y alcohol a partir de la caña. Resultan también importantes las producciones de arroz, viandas, hortalizas, la ganadería y otras actividades como la acuicultura.

Situado en la porción sureste de la provincia de Matanzas, ocupa el tercer lugar en cuanto a extensión con 958.21 kilómetros cuadrados. Limita al norte con los municipios de Colón y Los Arabos, al sur con el de Ciénaga de Zapata, al este con Los Arabos y Aguada de Pasajeros, y al oeste con Jagüey Grande y Ciénaga de Zapata.

Período precolombino

Antes de la llegada de los españoles, esta localidad estuvo habitada por comunidades de aborígenes pertenecientes a la cultura del Mesolítico, lo que está argumentado a partir de los hallazgos arqueológicos encontrados en el lugar conocido como la Loma del Indio, cercano al batey Villena en el poblado de Amarillas.

Estos aborígenes pertenecían al grupo siboney, aspecto Guayabo Blanco, y recibieron esta denominación porque las primeras manifestaciones de este complejo cultural aparecieron en las excavaciones realizadas por J. A. Cosculluela en 1913 en el sitio de ese nombre, localizado en la ciénaga oriental de Zapata, al nordeste de la Bahía de Cochinos.

Posteriormente, en 1983, fue estudiado el lugar por el grupo espeleológico de Matanzas donde se encontró la presencia de artefactos típicos de este grupo, aunque se menciona también la presencia de algunos objetos pertenecientes a otro grupo cultural, el Cayo Redondo.

Período colonial (1492–1898)

La génesis de esta región se inicia a partir de la segunda mitad del siglo XVI, cuando comienza el proceso de mercedación de tierras en la zona conocida como Hanábana, en los alrededores del rio del mismo nombre, ubicado al sur del actual municipio.

La primera referencia sobre Hanábana data del año 1536, cuando Alonso Sánchez del Corral, vecino de la villa de Sancti Spíritus, hizo la solicitud de una meced en esta zona. En aquella época, la ganadería se había convertido en una actividad importante del desarrollo de la colonia y La Hanábana contaba con condiciones apropiadas para dicha actividad, pues predominaban grandes extensiones de tierra, abundante pasto para el ganado y la cercanía de una corriente fluvial, el río Hanábana. Todo parece indicar que, después de hecha dicha solicitud, no se poblaron las tierras con ganado, perdiendo este derecho y se señala que, en enero de 1566, el cabildo habanero otorga la primera merced en la sabana de Hanábana a Melchor Rodríguez.

Todo este proceso, que se inició en la segunda mitad del siglo XVI, se extendió hasta inicios del XVIII debido a que las mercedaciones no ocurrieron en breve tiempo, sino de forma paulatina, ocupándose los espacios vírgenes en la medida en que se necesitaban las tierras.

La actividad en la hacienda ganadera demandaba de pocos brazos porque el ganado crecía y se reproducía libremente, de ahí que la población era reducida. Por lo general, habitaba en ella el mayoral, los peones, algunos esclavos y unos pocos hombres de campo, fundamentalmente canarios, que ya llegaban y atendían algunos cultivos de subsistencia.

Este proceso de lenta ocupación se vio estimulado por la fundación de parroquias rurales, dado el interés de las autoridades de aumentar la población hacia el interior de la isla. En el año 1688 se funda el Curato de Monte de La Hanábana, en un intento temprano de incentivar la vida económica y social de esta apartada zona. En 1774 se crea el cementerio.

En 1776 algunos documentos de la época se refieren a La Hanábana como una zona poblada dividida en dos: una conocida como Asiento Viejo de La Hanábana y otra como Hanábana Poblada. A finales del siglo ya se había conformado un núcleo poblacional: Caimito de La Hanábana (1793), que fue el pueblo rector de la extensa hacienda que se extendía desde Yaguaramas hasta Macuriges y desde Crimea hasta Calimete.

El alejado y aislado caserío de El Caimito se convirtió a inicios del siglo XIX en el más importante de la región y fue llamado el Montecarlo de la provincia, debido a que reinaba la animación y el bullicio en su única y céntrica calle, por la que se veían desfilar numerosas personas de diversas procedencias comerciando de todo. Existían casas de juego, las que eran frecuentadas por los más adinerados, mientras los guajiros lo hacían en la vía pública.

En la segunda mitad del siglo XIX, el auge que alcanza la producción de azúcar en Cuba y su crecimiento en Matanzas, que la convirtió en la mayor productora del país, condujo al lógico desplazamiento de esta actividad hacia otras zonas ante la necesidad de más tierras fértiles. Las fábricas de azúcar invaden la zona calimetense, se instalan algunos trapiches y los primeros ingenios, aprovechando las oportunidades que brindaban los suelos rojos ubicados en la parte norte y central de lo que hoy es Calimete, prolongación de la extensa llanura colombina.

Aunque este desarrollo azucarero fue tardío comparado con el resto de la provincia, no es menos cierto que en la década del 70 proliferaron muchos ingenios en la zona, llegando a una veintena. A la apartada Hanábana no llega esta nueva actividad debido, entre otros factores, a que no contaba con buenas tierras. Su suelo pedregoso, e incluso cenagoso hacia el sur, impidió que se fomentaran ingenios, el ferrocarril tampoco se extendió hasta aquí. La lejanía de los puertos y de los centros económicos importantes, así como lo retirado del lugar respecto de la cabecera de la provincia, fueron otras de las causas que contribuyeron a que perdiera importancia la antigua hacienda.

La presencia de numerosos ingenios donde era necesario el empleo de esclavos como fuerza de trabajo, trajo a estas tierras oleadas de africanos de diversas procedencias con predominio de los grupos congos y los llamados lucumí, así como los subgrupos mina, tacua y macuá.

En este período, la zona de Hanábana había perdido importancia económica debido a que no participa en el empuje azucarero que tiene lugar en la zona colindante con Colón. No obstante a ello, adquiere importancia estratégica por la posición que poseía El Caimito de La Hanábana —ubicado en la entrada de la Ciénaga— el cual servía de base para el comercio clandestino de esclavos que se intensificó por estos años, ante la demanda de más brazos para la actividad azucarera, por una parte, y las prohibiciones establecidas relacionadas con el tráfico ilegal, por otra. Por este lugar se llevaron a efecto los mayores y más rápidos desembarcos clandestinos de esclavos que entraban por la Bahía de Cochinos.

Estancia de José Martí en Hanábana

La situación creada en Hanábana, en 1862, motivó la destitución de la máxima autoridad de este lugar, el capitán Pedáneo. Por ello, fue nombrado un nuevo mando, responsabilidad que recayó en don Mariano Martí Navarro, quien llegó al lugar en la primavera de ese año y lo hizo acompañado de su hijo José Julián Martí Pérez, quien contaba con nueve años de edad.

La estancia de Martí en La Hanábana fue breve. El comercio ilegal era tolerado por las autoridades, por lo que, cuando don Mariano se enfrentó al mismo, fue inmediatamente relevado de sus funciones a mediados de 1863. La autoridad de la que tanta distinción hacía don Mariano no era en verdad suficiente para impedir el gran número de desembarcos clandestinos de esclavos que por aquella región se producían, a pesar de la mirada vigilante del capitán Pedáneo.

Del paso del niño José Martí por este lugar, ha llegado hasta estos días la carta escrita el 23 de octubre de 1862, donde narra a su madre los sucesos de su vida en La Hanábana y que constituye el primer documento conocido hasta hoy del Héroe Nacional de Cuba, por lo que lo dota de una importancia vital, tanto para su vida como para la historia de esta zona. Su estancia en el lugar también estuvo marcada por otras experiencias, como la de conocer de cerca los horrores de la esclavitud de plantación, una imagen que quedó grabada para siempre en su mente de niño y que supo reflejar en unos versos escritos en plena madurez.

Todas las actividades mencionadas anteriormente coincidieron con el fomento de ingenios y con el nacimiento y desarrollo de las distintas comunidades en la zona. El incremento de la población que se asentó en los lugares cercanos a las fábricas de azúcar creó las condiciones para la fundación de nuevos núcleos poblacionales, lo que acrecentó aún más la decadencia de El Caimito que, al finalizar la década del 70, prácticamente había desaparecido, solo quedaban unas pocas casas.

Origen del nombre

En la década del 60 del siglo XIX comenzó a fomentarse el núcleo que dio origen al pueblo de Calimete. En 1867 aconteció el acto legal en que José Antonio Castañeda, propietario de una hacienda ganadera, cedió un pedazo de sus tierras para su creación. El asentamiento originario de esta población estuvo en el caserío que se conformó en torno a la hacienda, por la afluencia de gente que iba a trabajar en ella y a los ingenios que la circundaban, por lo que no contó con un protocolo fundacional. Debido al auge de la actividad azucarera en la zona, y a la llegada del ferrocarril, alcanzó la categoría de barrio en 1870 como parte del partido de La Hanábana, jurisdicción de Colón.

En su etimología, la voz Calimete procede de la locución indígena cali que significa calle o camino y de limes, o itis, límite; es decir, fin o meta del camino. Así lo recoge Manuel Pérez-Beato en su libro La falacia del idioma indígena (1942), donde argumenta que en los siglos XVI y XVII entre los varios caminos que partían de La Habana para los distintos lugares de la isla, había uno que saliendo de la capital terminaba en la cercanía del Hato de la Hanábana, desde cuyo lugar empezaba la espesura del monte.

Aquel lugar era el punto de entrada de la tierra adentro, pues constituía la entrada de la provincia de Matanzas y el término del camino que de La Habana conducía a la Vuelta Arriba.

Calimete, fundado después, tomó su nombre de estos antecedentes topográficos. Pero entre los lugareños se han extendido otras versiones populares del nombre, siendo la más conocida la que se atribuye al sobrenombre de Calimete por el que era conocido un trabajador de la finca de Antonio Castañeda, muy conocido entre los que habitaban el lugar por las visitas que a diario recibía de un paisano nombrado Alfredo. Dicen que cuando la gente le preguntaba:

«¿Para dónde va usted don Alfredo?”, él siempre respondía: Voy para casa de Calimete

Indudablemente la originalidad del sobrenombre debió servir para dar calificativo al lugar donde se fundó el pueblo.

La segunda versión está relacionada con una de las labores que tradicionalmente se realizaban en las haciendas ganaderas, que consistía en marcar las reses con las iniciales de su dueño, para lo que se empleaba un artefacto de hierro llamado calimba. La acción de calimbar, es decir marcar con hierro candente la res e introducirla en un cuartón, dio origen a la palabra cala y mete, que se simplifico en calymete. Ambas versiones refieren, de alguna forma, las actividades económicas que propiciaron el origen del asentamiento y la función económica social que tuvo el mismo.

Contiendas bélicas del siglo XIX

Finalizando la década del 60 tienen lugar otros acontecimientos que resultan también relevantes para la historia de esta localidad. Al iniciarse la guerra por la emancipación, en octubre del 68, aunque este territorio no se unió a la lucha armada, estuvo vinculado a hechos relacionados con la insurrección. Las principales escaramuzas y acciones combativas fueron realizadas por fuerzas del Ejército Libertador que invadieron el territorio, lideradas por Henry Reeve, el Inglesito, quien junto al cienfueguero Cecilio González y el camagüeyano Carlos Agüero se encargaron de extender la guerra hasta las llanuras de Colón. Se destaca en este período, como uno de los más importantes hechos, el asalto al pueblo de Calimete en la noche del 30 de septiembre de 1876, acción realizada por las fuerzas que dirigían Cecilio González y Carlos Agüero.

La Tregua Fecunda fue continuadora de estos esfuerzos libertarios en la que algunos jefes insurrectos, como Carlos Agüero, se encargaron de mantener viva en el territorio la llama de la rebelión. Esta también es una etapa donde se produce el auge de los llamados bandoleros sociales que devienen en insurrectos, como es el caso de José Álvarez Arteaga (Matagás) quien desde la Guerra Grande colaboraba con las fuerzas revolucionarias. Bajo las órdenes de Agüero participó en numerosas acciones y, al producirse el asesinato de este en 1885, ocupó la jefatura de la partida que él dirigía.

Iniciada la guerra de 1895, se sumó a los alzamientos del 24 de febrero participando en el de Sabana de los Charcones en Aguada de Pasajeros, antigua provincia de Las Villas[1]. Durante el desarrollo de esa gesta, la zona calimetense se vio conmovida por el gran suceso político y militar que fue el paso de la invasión mambisa.

Combate de Godínez

La victoria obtenida por las fuerzas mambisas el 15 de diciembre de 1895 en el Combate de Mal Tiempo, en la provincia de Las Villas, abrió el camino de la invasión a la provincia de Matanzas. Después de recorrer un amplio trayecto, el 20 de diciembre penetran en ella cruzando el rio Hanábana. En tierra calimetense, en el lugar conocido como La Colmena, situado al noroeste del territorio, tienen su bautismo de fuego sosteniendo un combate donde tuvieron doce bajas entre muertos y heridos.

Después de esta acción, inician un recorrido que los lleva por el centro de la provincia, sosteniendo algunos encuentros en su avance, hasta llegar en horas de la tarde del día 23 de diciembre a Coliseo, donde tuvo lugar un combate en el que nuevamente fueron derrotadas las fuerzas españolas al mando del general Arsenio Martínez Campos.

Fue después de esta acción donde se patentizo el genio militar de Gómez y Maceo al poner en práctica el conocido lazo de la invasión, que consistía en fingir una marcha de retroceso hacia el sur, que diera la impresión al mando español de que los cubanos se iban en retirada y los indujera a disponer un nuevo repliegue de sus fuerzas hacia la provincia de Las Villas; de esa forma, el enemigo caería en la trampa de enviar sus tropas hacia esa zona con el fin de acorralar a los cubanos, como evidentemente sucedió.

Por su parte, las huestes mambisas entran en Las Villas y, en un movimiento rápido, vuelven a cruzar el rio Hanábana, con celeridad y sin ningún obstáculo, para penetrar en la provincia de Matanzas, ahora desguarnecida. Después de una marcha de cinco horas, en horas de la noche del día 28 de diciembre la columna invasora al mando del Generalísimo Máximo Gómez, el lugarteniente general Antonio Maceo y de otros jefes militares cubanos, acampó en el demolido ingenio Triunfana, conocido como Godínez, a dos kilómetros del pueblo de Calimete.

Al llegar los invasores a este lugar, pudieron obtener información de que el poblado contaba con una guarnición permanente y el territorio estaba lleno de tropas españolas. Resultaron muy atinadas las precauciones defensivas adoptadas por Maceo, desde su llegada, para evitar la sorpresa. Precisamente, a las cuatro o cinco de la mañana, llegó a la estación de ferrocarril de Calimete un tren cargado con fuerzas de tres batallones, compuestos por ochocientos cincuenta hombres, al mando del teniente coronel Francisco Perera. Estas fuerzas, aunque inferior en número, eran muy superiores en poder de fuego, pues la cuarta parte de los cubanos estaban desarmados.

En horas tempranas, en medio de una densa neblina, las tropas españolas avanzaron por el camino que conducía a Godínez, lugar donde se entabló un duro combate entre las dos fuerzas, una vez que se despejó la neblina. Por la parte cubana fueron al combate quinientos hombres, liderados por la caballería que dirigía el general Serafín Sánchez y apoyadas por la infantería de los hermanos Juan Eligio y Vidal Ducasse.

Ambos contendientes derrocharon coraje, los cubanos tratando de romper los flancos del cuadro español para continuar su avance y los españoles tratando de cortarles el paso. Al final las tropas cubanas lograron abrir una brecha que les permitió el avance.

Esta acción, que duró poco más de una hora, costó al cuerpo invasor dieciséis muertos y sesenta y nueve heridos, mientras que los españoles confesaron haber tenido veintidós muertos y setenta y cinco heridos. Tuvo gran importancia desde el punto de vista estratégico, pues abrió las puertas de la invasión rumbo a La Habana, quedando cerrado el lazo de la invasión.

Al respecto, son importantes las palabras de uno de sus principales protagonistas, el mayor general Serafín Sánchez Valdivia, cuando expresó:

«Por la opulenta tenacidad y bravura de la lucha y por la tanta sangre, Calimete merece una página de gloria entre las que más embellecen la historia de la Revolución Cubana.»

El ejemplo de esta proeza sirvió para levantar el espíritu combativo de los calimetenses, muchos de los cuales se incorporaron a la gesta, sumándose a las fuerzas invasoras o reforzando las tropas que, desde iniciada la guerra, operaban en distintos puntos del territorio.

Intervención de los Estados Unidos (1899–1902)

Finalizada la contienda con la oportunista intervención norteamericana, se inició un nuevo período que trajo como resultado un considerable aumento de la decadencia de la zona calimetense. La economía del territorio había quedado severamente afectada por las consecuencias de la guerra y la aplicación de la política de reconcentración del gobierno de Weyler, que obligó a los campesinos a abandonar las áreas agrícolas y concentrarse en poblaciones fortificadas como Manguito, para impedir que continuaran colaborando con los insurrectos.

A pocos días de iniciarse la intervención, ocurre la primera manifestación de rebeldía en la localidad. El 22 de enero de 1899 se inicia una huelga de trabajadores en la colonia Indarra, quienes protestaron por las pésimas condiciones de trabajo y los salarios. Esta huelga, aunque no tuvo gran repercusión, destaca por ser precursora de las luchas obreras que se desarrollaron en la etapa de la República neocolonial.

Período de la República neocolonial (1902–1958)

Con su advenimiento, el 20 de mayo de 1902, se producen ligeras modificaciones en la demarcación territorial manteniéndose el gobierno municipal en manos del ayuntamiento de Colón. En el plano económico, los habitantes de este territorio seguían dependiendo de la actividad azucarera, principal fuente de ingresos y empleos, que se caracteriza durante esos primeros años por la culminación del proceso de concentración y centralización de la producción, que dio como resultado la reducción considerable de numerosas fábricas, quedando solo cuatro centrales: Mercedes, Araújo, Porfuerza y Esperanza.

En 1910 se suscitan cambios políticos en la División Política Administrativa que permiten la creación de nuevos municipios. Por Ley del Congreso de la República, se acordó la constitución del término municipal de Manguito, segregándolo del de Colón y el 23 de mayo de ese año, se constituye su Ayuntamiento fijando cabecera en el pueblo del mismo nombre. El mismo incluía los barrios que hoy conforman el municipio de Calimete. Fue elegido como primer alcalde el liberal Carlos La Rosa Hernández[2].

Producto de esta nueva condición y del desarrollo que tuvo lugar, originado por los negocios azucareros y comerciales de las primeras décadas, se producen avances en el desarrollo cultural y ocurren transformaciones en la fisonomía urbanística del nuevo municipio.

Las décadas del diez y el veinte fueron significativas para la creación de varios exponentes de la arquitectura local, en la que sobresalieron la construcción de edificaciones como teatros, hoteles, el Mausoleo a los Mártires de la Independencia, el edificio del Ayuntamiento, los parques públicos y algunas residencias. Otros progresos fueron la electrificación en 1915 y la creación de la Imprenta en el año 1917, la cual posibilitó la publicación de algunos trabajos literarios y periódicos locales.

También constituyeron manifestaciones de progreso cultural para el municipio la fundación de asociaciones como los Liceos, las Sociedades de Color, y las Sociedades Chinas; la creación en el año 1922 de la Academia de Música, la cual permitió la formación de la primera Banda de Música y de diversas agrupaciones musicales, entre las que se destacaron la orquesta de Marcos Antonio Delgado (Ito) en la década del 30, en la que trabajó como músico suplente el matancero Dámaso Pérez Prado, y la orquesta de los hermanos Valladares, con la que se inició el destacado músico Senén Suárez (el zurdo maravilloso), entre otras; el desarrollo de la prensa local con la circulación de algunos periódicos, como La Nueva Ruta (1920–1922) de Calimete, y El Clarín (1928) de Amarillas, así como también surgen los primeros corresponsales de periódicos provinciales y nacionales.[3]

En la literatura se distinguieron figuras femeninas como Carmen Marina Martínez, autora de una breve monografía titulada Origen y desarrollo de Manguito, y de varios poemarios, y la poetisa Petrona Noda Amador. Otra personalidad reconocida fue América Ana López Calera, doctora en Farmacia, quien tomó parte activa en la vida cultural y política del municipio.

En el campo de las ciencias resultó relevante la labor desarrollada en la década del 40 por el entomólogo argentino Luis Cayetano Escaramuzza Pandini quien, por sus resultados en los estudios sobre la caña de azúcar y el control biológico, devino en uno de los padres de la Entomología en nuestro país[4].

En otras manifestaciones, como el deporte, destacan los triunfos obtenidos por los equipos de Calimete y el central Porfuerza en los campeonatos de la Liga de Beisbol Amateur de Pedro Betancourt, durante los años 1951 y 1952.

Organización y desarrollo del movimiento obrero

La actividad azucarera agrícola y fabril que se desarrolla durante la neocolonia convirtió a este municipio en un territorio de gran tradición del movimiento obrero y de luchas sociales. A inicios de la década del 30 emergió en la vida política de la localidad, como uno de sus actores principales, el movimiento obrero que, bajo la guía de los comunistas, libró numerosas batallas durante este período de la historia.

En medio de la difícil situación que vivía el país bajo el gobierno de Machado, y ante la necesidad de una organización política en consecuencia con sus intereses de clase, se funda en noviembre de 1932 la primera organización del Partido Comunista en el central Mercedes, la que estuvo integrada inicialmente por cuatro miembros, todos trabajadores de este central, bajo la guía de Bernardo Campos Abreus, veterano luchador fundador de la Liga Juvenil Comunista en Matanzas.

Esta pequeña célula jugó un importante papel en el impulso dado al desarrollo del movimiento obrero que, bajo la orientación y guía de los comunistas, emprendió una etapa de lucha y contribuyó a la formación de sus futuros cuadros.

A partir de 1933, se fueron gestando las organizaciones sindicales que se adhirieron a la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC). En este sentido, resulta importante destacar el papel desempeñado por el líder azucarero Jesús Menéndez Larrondo, quien mantuvo estrechos vínculos con los dirigentes de los sindicatos de los tres centrales y en varias ocasiones visitó el territorio para apoyar y ratificar las demandas obreras. Calimete tiene el privilegio de haber sido uno de los últimos lugares visitados por Menéndez, cuando en enero de 1948 inicia su recorrido por diferentes centrales y pueblos llevando en alto la bandera del diferencial azucarero. El 6 de enero de ese año festejó con los dirigentes sindicales y obreros del central Porfuerza el pago del diferencial[5].

En la década del 50 resultó de gran importancia para la historia de la localidad la visita que, en 1951, realizó una comitiva del Partido Ortodoxo, entre los que se encontraba el joven abogado Fidel Castro Ruz, miembro de la Juventud Ortodoxa. El recorrido abarcó los poblados de Calimete, Amarillas y Manguito, donde se organizaron mítines en los que Fidel hizo uso de la palabra para denunciar la corrupción política del gobierno. En reuniones con los afiliados y simpatizantes del Partido recabó apoyo para las elecciones que debían efectuarse en junio de 1952, en que se vislumbraba el triunfo de los ortodoxos.

Pero las esperanzas del pueblo en este triunfo fueron tronchadas con el golpe de estado dado por Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952. Ante la difícil situación que se crea en el país, a partir del establecimiento de la dictadura batistiana, se comienza a manifestar en la localidad la inconformidad de diversos sectores por la situación imperante. Hombres y mujeres se incorporan a la lucha por derrocar el régimen. A partir del año 1956, el Movimiento 26 de Julio contó con células importantes en el territorio, a través de las cuales se brindó apoyo a la lucha insurreccional recolectando dinero, trasladando armas y combatientes y enviando medicamentos a los luchadores en la Sierra.

Un hecho que marcó ese nuevo período de nuestras luchas fue la participación que tuvieron tres jóvenes oriundos del municipio en el asalto al Cuartel Goicuría, el 29 de abril de 1956. Uno de estos combatientes, César Modesto Rodríguez Alayón, fue asesinado con posterioridad a la acción.

En el último año de la lucha insurreccional, muchos de sus mejores hijos ofrendaron su vida por tal de acabar con el régimen de la tiranía impuesta por Batista, entre ellos se destacan: Guillermo Llabre Romaní, Nelson Sánchez Caballeros y Enrique José Noda González, este último, miembro del Ejército Rebelde con el grado de teniente y cayó en el combate de Pino del Agua II, el 16 de febrero de 1958.

Revolución en el poder

Al producirse el triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959, los calimetenses, al igual que todos los cubanos, acogieron con júbilo la victoria que dio inicio a una nueva etapa de profundos y radicales cambios. La calidad de vida aumentó considerablemente en el municipio al crearse escuelas, instalaciones de salud, culturales y deportivas que extendieron sus servicios a todos los segmentos de la población.

Se lograron importantes resultados en la actividad económico productiva, realizándose grandes proezas laborales, como la del machetero Reynaldo Castro Yedra, que lo llevó a convertirse en el primer Héroe Nacional del Trabajo de la República de Cuba.

En los centrales azucareros se llevó a cabo un amplio plan de inversiones que permitió elevar la capacidad de los tres centrales con que contaba el municipio y obtener importantes resultados en las contiendas azucareras. Entre otros renglones, se creó un Plan Arrocero con el propósito de autoabastecer a toda la provincia y del que fue un impulsor nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, con la visita que realizó en marzo de 1959 a las áreas donde este se crearía. También se conformó una Empresa de Cultivos Varios, un plan ganadero y se organizaron numerosas cooperativas, las que se han destacado por los resultados en la producción cañera y de alimentos.

En la construcción de la nueva sociedad nuestro pueblo también tuvo que hacer frente a las agresiones de la contrarrevolución y el imperialismo. Los calimetenses, organizados en el Batallón 219 de las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR), desempeñaron un papel decisivo en la Limpia del Escambray, en el combate de Playa Girón y en los difíciles días de la Crisis de Octubre, donde ofrendaron sus vidas varios revolucionarios.

La tradición solidaria del pueblo cubano también ha estado representada por oriundos de esta localidad que han dicho presente al llamado de la patria y el deber internacionalista. En los primeros años de la década de los 60 inició el país su labor de colaboración con otros países, la República del Congo fue uno de los que recibió el apoyo político de Cuba y contó con la presencia en su suelo de un grupo de combatientes, dentro de los que se encontraban Alfredo García y Bernardo Rodríguez Lazo que, junto al Che, pelearon en este país integrando el Segundo Batallón Patricio Lumumba.

Entre los años 1975 y 1991, miles de voluntarios cubanos respondieron al pedido de solidaridad de gobiernos como Angola y Etiopía. Durante esos años, setecientos cuarenta y cinco calimetenses brindaron ayuda solidaria como combatientes en estos países del continente africano, donde cayeron combatiendo cuatro compatriotas. También en misiones civiles, como la de Granada, se vertió la sangre calimetense del joven obrero de la construcción Pedro Herrera García.

Calimete ha estado presente en la Batalla de Ideas y en su avance hacia la recuperación económica. El esfuerzo de los trabajadores y el pueblo ha permitido obtener positivos resultados que han sido reconocidos a distintos niveles. Los calimetenses sienten orgullo de ser uno de los mejores municipios cañeros del país, de contar con cuatro Héroes Nacionales del Trabajo, todos vinculados a la actividad cañera azucarera, de obtener importantes resultados en la producción arrocera y de alimentos y de resultar municipio Vanguardia Nacional en el trabajo de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).

Transformaciones económicas

La agroindustria azucarera y la actividad agropecuaria ocupan los renglones fundamentales en la economía de este municipio, destacándose las producciones de azúcar crudo y alcohol a partir de la caña. Resultan también importantes las producciones de arroz, viandas, hortalizas y la ganadería, así como también se ha logrado el desarrollo en otras actividades como la acuicultura.

Entre los principales centros productivos se encuentran las Unidades Empresariales de Base (UEB) Industria y Atención a Productores Jesús Rabí, la Empresa Agropecuaria Calimete y la Empresa Arrocera del Sur.

En el Consejo Popular de Amarillas radica el único secadero de arroz de la zona sur de Matanzas. Allí también se encuentra la fábrica de rodenticida y el centro de alevinaje. En Jesús Rabí se localiza el único central en funcionamiento del territorio y además la UEB de Derivados (destilería).

El sector cooperativo y campesino juega un importante papel en la actividad productiva del territorio. Están organizadas siete Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) y siete de Créditos y Servicios (CCS). Estas cooperativas se especializan en el cultivo de la caña de azúcar, ganadería, producción de leche, forestal y cultivos varios.

Existen catorce Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) en el municipio, las que se dedican al cultivo de la caña y en menor escala a la cría de animales y los cultivos varios. La UBPC Noel Perdomo se dedica a la actividad forestal.

En Seis de Agosto existe un Centro Reproductor de Entomófagos y Entomopatógenos para el control biológico de las plantaciones cañeras de dentro y fuera del municipio, subordinado al Ministerio de la Agricultura (MINAGRI).

Transformaciones sociales

El municipio ha tenido notables avances en sectores como la educación, la salud, el deporte y la cultura desde que triunfó la Revolución, lo que se traduce en mejoras en la esperanza de vida y la calidad de vida de los pobladores. Desde el punto de vista social, el territorio cuenta con veintiún centros, que incluyen las diversas formas de enseñanza desde el círculo infantil hasta la educación universitaria; así como varias instituciones de salud, tales como policlínicos, consultorios médicos, salas de rehabilitación, farmacias, una consejería de salud, una óptica y dos casas de abuelos.

Existen cuatro combinados deportivos en el municipio y se utilizan, además, las instalaciones deportivas de Educación y de otros organismos con los cuales se tienen convenios de trabajo. Actualmente se cuenta con varios atletas en centros de alto rendimiento y en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) provincial. Los deportes con mejores resultados son el balonmano y el fútbol.

El municipio cuenta con catorce instituciones culturales: dos Casas de Cultura, dos Centros de Interés Cultural, un Museo Municipal con una sala de extensión, una Biblioteca Municipal y cuatro sucursales, una librería, un cine y dos Salas de Video.

Gobierno local

Desde el punto de vista político–administrativo, el municipio se encuentra dividido en cinco Consejos Populares: Calimete, ManguitoReynold García, 6 de agosto, Amarillas y CéspedesRabí.

La Asamblea Municipal del Poder Popular, máximo órgano de gobierno en el territorio, está constituida por cuarenta y cinco delegados que representan a igual número de circunscripciones con que cuenta el municipio, cuarenta y dos en Consejos Populares y tres circunscripciones especiales.

Direcciones municipales

Educación, Salud, Cultura, Deportes, Fiscalía, Justicia, Economía y Planificación, Finanzas y Precios, Instituto de Planificación Física (IPF), Trabajo y Seguridad Social (MTSS), Sistema de la Vivienda.

Patrimonio histórico cultural

Desde el punto de vista patrimonial, el municipio de Calimete cuenta con veintiséis construcciones de carácter conmemorativo, entre las que se destacan: el Mausoleo a los Mártires de la Independencia, el obelisco conmemorativo de la Batalla de Godínez, el conjunto escultórico dedicado a los mártires Enrique Noda González y Raúl González Sánchez, la escultura dedicada a las madres y el sitio histórico Caimito de La Hanábana, declarado Monumento Nacional.

En el año 2000, como parte de los preparativos que en todo el país se realizaron para celebrar el natalicio 150 de nuestro Héroe Nacional José Martí y a solicitud de las autoridades del municipio y de la Sociedad Cultural José Martí en la provincia, se presentó el Proyecto Caimito de Hanábana ―de la autoría del arquitecto tunero Domingo Alás Rosell― para la construcción de un memorial que perpetuara en el tiempo el recuerdo de la estancia de nuestro José Martí en este lugar a la edad de nueve años.

El Memorial Caimito del Hanábana es un espacio arquitectónico que rinde homenaje a Martí, utilizando la luz solar acompañada de otros efectos como el sonido y los cambios de temperatura. En el interior los rayos solares señalan fechas, así como documentos y láminas que tienen que ver con las efemérides más importantes de su vida y su obra. Un riguroso estudio solar de la zona de emplazamiento de este edificio y un paciente trabajo de diseño han dado como resultado esta propuesta que es producto de los estudios y experimentos realizados para la construcción de la Plaza Martiana de Las Tunas. Esta obra fue inaugurada el 24 de febrero de 2004 y constituye orgullo de los calimetenses.

Patrimonio intangible

La cultura popular de esta localidad conserva una fuerte influencia africana e hispana, determinada por la presencia de numerosos esclavos que fueron introducidos en el territorio durante la colonia y de inmigrantes canarios que se asentaron en las zonas rurales, constituyendo sus principales exponentes los grupos portadores Ara–oco de Okan, premio Memoria Viva, Los Moralitos y la agrupación campesina Rumores del Son.

Otras expresiones de la cultura popular tradicional que se manifiestan en el municipio son la música popular, la tradición oral y la artesanía.

Personalidades

Relevantes personalidades que han dejado su huella en el panorama artístico cultural cubano nacieron en este municipio, como Antonio Lloga Simons, padre de la radio en Cuba; el Dr. Francisco Adolfo Pividal Padrón, destacado diplomático, historiador y ensayista, biógrafo de Simón Bolívar; el escritor Imeldo Álvarez García, Premio Nacional de Edición 1999; el músico Senén Suárez (el zurdo maravilloso), compositor y director de orquesta que legó valiosas obras al pentagrama musical cubano; a los que se suman el pianista Roberto González González, el escritor Gastón Varona Benítez y el locutor Tony Caballero Vidal, entre otros.

Símbolos del municipio

Constituyen símbolos del municipio el parque de La Libertad, conocido como el paseo, los sitios históricos de Godínez y Caimito de La Hanábana, el Mausoleo a los Mártires de la Independencia, la escultura dedicada a las madres, el Conjunto Escultórico dedicado a Enrique Noda y Raulín González y el cine Colindres. A estos se suma el escudo del municipio, aprobado por la Asamblea Municipal del Poder Popular en marzo de 2017.

Los principales reconocimientos que entrega la Asamblea Municipal del Poder Popular son los diplomas de Hijo Ilustre de Calimete, Hijo Adoptivo de Calimete y Aniversario de la fundacion de Calimete.

Referencias

Fuentes

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