Historia del municipio Limonar (Provincia de Matanzas)

Municipio Limonar. Ocupa el 3,8 % del territorio de la provincia de Matanzas, con una extensión de 449.07 km². Su población es de 26704 habitantes, 13262 hembras y 13 442 varones. Los principales asentamientos poblacionales son: Limonar (cabecera municipal), Horacio Rodríguez, Fructuoso Rodríguez, Triunvirato, Santa Ana, Jesús María, Las Marías y San Francisco.

El territorio está estructurado en cinco consejos populares (Limonar, Fructuoso Rodríguez y Horacio Rodríguez, Triunvirato y San Francisco) y cuarenta y cuatro circunscripciones.

Ubicación geográfica

El territorio que ocupa el municipio de Limonar se encuentra en los 220 57´ 04´´´de latitud norte y 810 25´38´´ de longitud oeste; limita al norte con Matanzas y Cárdenas, al este con Jovellanos, al sur con Pedro Betancourt y Unión de Reyes, y al oeste con Unión de Reyes, Matanzas y Madruga, en la provincia de Mayabeque.

Características generales

Está formado topográficamente por un relieve que va de llano a alomado. Los suelos predominantes son los de tipo arcilloso, derivados de las rocas calizas del cretáceo superior. Entre los suelos más profundos se encuentran las famosas tierras negras del valle de Guamacaro del tipo palmarito.

En las elevaciones al norte del valle de Guamacaro y en la sabana de Las Nieves la vegetación es la de cuabal, típica de los suelos serpentinosos poco profundos, en donde abunda la palma cana.

El suelo fundamentalmente es el ferralítico rojo en un 70 % y algunos pardos, donde existe una amplia gama de vegetación y sus tierras están dedicadas en lo fundamental a la producción de frutos menores, hortalizas, granos, frutales y al desarrollo ganadero.

El clima predominante es cálido, la temperatura promedio anual es de 25-300 y en los meses fríos de 210 C. El promedio de precipitaciones oscila entre los 1 100 y 1 300 milímetros.

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Entre las elevaciones más significativas del territorio se encuentran la sierra de Guamacaro, al nordeste de Limonar, las marca el límite del fértil valle del mismo nombre y llegan a alcanzar hasta 251 metros (en la loma de Botino).

Al este-sureste se encuentran las pintorescas elevaciones conocidas como las lomas de Domingo Alonso, que alcanzan su punto culminante en San Juan Bautista, con 245 metros.

Al sureste, se encuentra la sierra de Limones, conjunto montañoso que se extiende desde Las Nieves hasta Limones, conocidas como lomas de Sitio Vianda, en cuya porción este se encuentra la mayor elevación del municipio con 253 metros.

Al oeste del municipio, en los límites con Madruga, se encuentran las elevaciones de cierta importancia conocidas por el Mogote, cuyo punto culminante alcanza 216 metros.

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La porción sur occidental (más cerca de la cabecera municipal), presenta una serie de colinas a través de las cuales fluye el río Canímar, que es el más extenso y caudaloso, que tiene como principales afluentes el río Las Mozas, procedente de la falda oriental de la sierra de Caobas y el Yaití o Limones Grandes, que nace en la sierra de Santana de los Caballeros.

Al nordeste, en la sierra de Guamacaro, tiene su nacimiento el río Moreto o Guamacaro, que desemboca en el río Canímar, en el lugar conocido por El Tumbadero, y que fuera puerto fluvial para el embarque de azúcar, durante la colonia.

Hay otros ríos como el Mariposa, el Charco Largo, la Palma y el San Juan, que atraviesan territorios al oeste del municipio.

El escritor norteamericano Samuel Hazard, que visitó el país a mediados del siglo XIX, impresionado por la belleza del lugar escribió: ¨Cerca de Matanzas, en el camino de Bemba, se encuentra el pequeño y bonito poblado de Limonar, uno de los lugares más agradables de la isla, muy propio para los delicados de salud, por su aire puro y vigorizante¨. *

Etapa precolombina

Según el mapa elaborado por José María de la Torre, en 1841, donde se consignan las áreas territoriales en que estaban conformadas las distintas tribus, Guamacaro se ubica en el cacicazgo de Sabana o Sabaneque y, en más pequeña medida, también en el de Cubanacán. El hombre primitivo situado en tierras limonareñas se desarrolló en el paleolítico, en la etapa mesolítica.

*Hazard,Samuel. Cuba a pluma y lápiz. Cultural SA. La Habana, 1928p. 136

Dentro de las comunidades aborígenes cubanas se encuentra el hombre protoarcaico, considerado el más antiguo del país. Se ha podido determinar que este hombre primitivo habitó en las márgenes de los ríos Canímar, Moreto y Yaití.

El medio geográfico influyó en el establecimiento y desarrollo de estas comunidades que vivieron miles de años en estas regiones, fundamentalmente en los lugares circundantes al río Canímar, cuyo cauce se deslizaba con mayor rapidez e impetuosidad que otras corrientes fluviales. En este lugar, el hombre protoarcaico encontró las condiciones idóneas para la subsistencia, siendo la caza su actividad fundamental.

En el municipio ha quedado la huella del aporte cultural aborigen, dado a través de nombres como Caneymar, conocido por Canímar, que significaba “templo del mar”, Guamacaro, Yaití, Moreto y otros accidentes geográficos o lugares que llevan la impronta de nuestros primeros habitantes.

Etapa colonial (1492-1868)

La fertilidad del suelo guamacarense, así como su cercanía a la bahía de Yucayo (Matanzas), debió despertar la codicia colonizadora, si se tiene en cuenta que la primera mercedación de tierras que se conoce en el país fue otorgada el 4 de marzo de 1558 a Inés de Gamboa, viuda del conquistador Diego Velázquez, concediéndole el hato de Caneymar –con una extensión de 1 684 caballerías, o sea, 22 606 hectáreas-, para que fomentase la crianza de ganado mayor.

También se encuentran, como mercedes otorgadas, Limones Chicos, en 1569 a Dionisio Lorenzo, y Limones Grandes y Caobas, antes de 1586, a Luis Boto. En 1631 le fue concedida una mercedación a Martín Recio Salcedo en el río Canímar -llamado Rancho Real- y otra en la Sierra, en el valle de Guamacaro.

En 1630 le mercedan a Cristóbal Soto veinte caballerías junto al río Canímar y, en 1667, el Ayuntamiento de La Habana le merceda noventa caballerías de tierra a Juan Sotolongo, propietario del ingenio La Merced, agregándole, en 1687, las tierras del Charco de la Ceiba. Este ingenio fue inaugurado el 21 de enero de 1667 en Caneymar y se considera el primero de la provincia.

El 5 de agosto de 1663 le mercedan el corral Laguna de Palos a doña Petronila Recio, el cual lindaba con Limones Chicos y el hato de Caneymar, para la crianza de ganado mayor. Estas tierras, en el año 1747, pertenecieron a la condesa de Buena Vista, doña Braulia Carrillo de Albornoz, y su cuñado don Mateo Souberville, y, a principios del siglo XIX, estos terrenos pasan a ser propiedad de la marquesa Jústiz de Santa Ana.

Mediante el arrendamiento -otro procedimiento para otorgar la propiedad de la tierra- el 13 de octubre de 1719, don Ambrosio Zayas adquirió el sitio Río Limones, que eran tierras realengas (que pertenecían al Estado), entre las haciendas San Blas, El Cuaval y El Cangre.

La existencia de una incipiente población en tierras de Guamacaro, desde el siglo XVII, se revela en la solicitud de traslado del asiento de su corral Caneymar, que formulara en 1672 el alférez Cristóbal de Poveda para ese lugar, para evitar los ataques de los filibusteros.

Así fueron apareciendo en dicha jurisdicción numerosas haciendas de ganado mayor y menor; entre ellas, Caneymar de Philipe del Castillo, Cahobas de Francisco Sequeira, Limones (sitio) de Agustín Fernández, Limones (corral) de Cristóbal Frómeta, Limones Chicos de Joseph Solís y Laguna de Palos de Ambrosio Sotolongo.

En las postrimerías del siglo XVII, los obispos don Juan García de Palacios y fray Avelino de Compostela, en representación de la Iglesia, se interesan en acercar los servicios religiosos a la población rural dispersa, por lo que se establecen los curatos de campo, recomendados por el obispo García de Palacios y aprobados por el rey, en fecha 18 de junio de 1681.

Según el rateo hecho en 1688, bajo la dirección del obispo Avelino de Compostela, se advierte que se servían de la ermita situada en el ingenio San Sebastián de Matanzas, los feligreses de la hacienda Limones Chicos, de Juan Rangel, a cuyo sostenimiento contribuía con cuarenta y ocho reales anuales; los de la hacienda Limones Grandes, de Francisco Castilla, que aportaba cincuenta y ocho reales al año; las haciendas de Laguna de Palos y Guamacaro, ésta última propiedad de Francisco Castilla, con 192 reales y el ingenio y hato de Caneymar, del capitán José de Soto, con ochenta reales.

En la hacienda Guamacaro existía un pequeño caserío en terrenos del ingenio de Domínguez y Gaser, con una  modesta ermita que, en 1688, el obispo fray Avelino Hurtado de Compostela había elevado a la dignidad de parroquia, bajo la advocación de san Cipriano, abarcando una jurisdicción que comprendía a Sabanilla del Encomendador, Bemba, Cárdenas, Camarioca, Cantel, Varadero, Guamacaro, Limonal, Coliseo, San Miguel de los Baños, Sumidero, Canímar y Caobas. Es de suponer que en un principio esta iglesia no tuviese párroco fijo, puesto que el primer libro parroquial data del año 1716.

En febrero de 1805, el obispo Espada visita la iglesia de Guamacaro y en sus notas sobre la visita,  el fray Hipólito Sánchez Rangel acotó: ¨ […] Seguimos por aquí el camino ya muy llano y hermosísimo por su mucho monte que ofrece variedad de árboles frutales y entre ellas con más variedad el limón. Por esta causa llaman a un sitio del rey adonde almorzamos el comandante de Cortés y yo, El Limonal¨.

El 17 de mayo de 1807, autorizan pasar la iglesia de Guamacaro para El Limonal, bajo la advocación de san Cipriano y la Purísima Concepción, patrona  del pueblo, cuyo día de recordación se celebra el 8 de diciembre.

En 1800, la marquesa Jústiz de Santa Ana, dueña de la hacienda Laguna de Palos había cedido una caballería de tierra para que se fomentase el pueblo, el que fue distribuido en solares por los que se pagaban cinco pesos anuales a la iglesia.

De esta forma, comenzaron a aglomerarse en el lugar cierto número de colonos que habitaban dicha hacienda, dando inicio a la formación de un pequeño pueblo llamado Limonal. Su nombre se atribuye a las plantaciones de limón que tenían los colonos franceses en el lugar.

Se toma como fecha de fundación el 28 de octubre de 1808, ya que existe un documento redactado por el párroco del lugar, de fecha 15 de julio de ese año, donde informa que se estaba fabricando la iglesia, según el plano hecho por el ingeniero Miguel Dubrocq. Es a partir de esa fecha que se comienza a hablar de Guamacaro como partido judicial y de Limonar (nombre con el que se conoce desde entonces) como cabecera del mismo.

El desarrollo económico del territorio hizo posible el surgimiento de caseríos, con la fundación de cafetales e ingenios azucareros. Por ejemplo, en 1794 el marqués Jústiz de Santa Ana donó dos caballerías de tierras para la fundación del pueblo que lleva su nombre. Cuatro años antes, en 1790, fue fundado Jesús María y, en 1827, San Francisco de Paula.

A partir de 1790, la población esclava fue aumentando en la medida en que se incrementaban los cafetales e ingenios. Por ejemplo, en el año 1817 existían en el territorio 1 224 esclavos y, en 1841, esa cifra ascendió a 11,813. Este vertiginoso aumento se debió a que el esclavo constituyó la principal fuerza de trabajo durante el período colonial.

En la estructura demográfica de Guamacaro también estuvo presente el componente canario, llamados isleños, debido a la necesidad de encontrar asalariados a quienes encomendar el trabajo de las máquinas que comenzaban a instalarse en los ingenios azucareros. Según datos estadísticos, en 1863 se encontraban en Guamacaro un total de 399 canarios (309 varones y 90 hembras).

Cuando en 1842 el ministro de Ultramar de España ordenó al capitán general Gerónimo Valdés la persecución con rigor del tráfico de esclavos, se le planteó a la sociedad esclavista de la época el problema de la falta de brazos para la agricultura, por lo que se hizo evidente la necesidad de contratar a indios, filipinos, chinos e indios yucatecas, los cuales debieron esparcirse por los numerosos cafetales e ingenios azucareros que poblaron el municipio de Guamacaro.

La creciente prosperidad económica de la zona hizo posible la presencia en nuestro suelo de otros pobladores atraídos por las perspectivas promisorias de crecimiento agrícola, por lo que no es extraño que, en 1863, habitaran en el partido de Guamacaro, ofreciendo sus saberes, 120 peninsulares, de ellos veintisiete catalanes, veintitrés asturianos, diecisiete vizcaínos y el resto de otras provincias españolas; catorce norteamericanos y dieciséis franceses.

El gobernador general de la Isla, Severino de Manzaneda, aprobó el 9 de noviembre de 1693 la jurisdicción de la ciudad de Matanzas, asignándole seis leguas, espacio que abarcaba los corrales de Limones Chicos, Caobas, Laguna de Palos, la Magdalena, Santa Ana, San Francisco de Paula y el hato de Canímar, con el sitio del ingenio que estaba fundado en él.

En la segunda mitad del siglo XVII el gobierno español cambia la organización territorial administrativa, dividiéndolas en estructuras más pequeñas, al frente de las cuales se hallaban los capitanes o tenientes pedáneos. En 1812, el partido de Guamacaro abarca los siguientes territorios: Sumidero, San José, Sabanilla, Lagunillas, Pendejeras, Camarioca y Siguapa.

En 1827, Guamacaro no tenía Ayuntamiento, se reconocía como única autoridad al capitán juez pedáneo, quien se auxiliaba de los tenientes que se encontraban al frente de cada uno de los cinco cuartones que componían el territorio para esa fecha: San José, La Sierra, Caobas, Limonar y Sabanilla.

Según el mapa de Estaban Pichardo, se destaca que, en 1838, Guamacaro pertenece a la jurisdicción de la ciudad de Matanzas, la que incluía los barrios rurales de Santa Ana y Guamacaro, entre otros. En esta etapa el partido de Guamacaro estaba regido por un juez pedáneo con el nombre de capitán de partido, ayudado por un teniente. El partido estaba dividido en cuartones, a cargo de otros subalternos llamados cabos de ronda. La jurisdicción militar la presidía la Comandancia de Armas y la marítima era representada por un alcalde de mar, ambos con asiento en Limonar.

En 1843, se aplicó una división político-administrativa haciendo modificaciones a las jurisdicciones de los partidos, quedando el de Guamacaro conformado por los cuartones de Sumidero, La Sierra, Caobas, Limonar, Guamacaro, Canímar, San Miguel y Coliseo y se le desagregó Sabanilla del Encomendador. La capitanía pedánea era de segunda clase, estando radicada en el pueblo de Limonar. En 1865 era capitán del partido don Miguel Nodal. El último alcalde municipal durante la colonia lo fue el español Eugenio Bobia Noriega, dueño de la finca Ermita, en Sumidero.

Evolución económica del territorio

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A fines del siglo XVIII, la economía municipal estuvo basada fundamentalmente en la cría de ganado y también se cultivaba tabaco a orillas del río Canímar. Prueba de ello es que, en 1755, Joaquín Rodríguez, vicario general del Obispado, al visitar la parroquia de Guamacaro, hace constar la existencia de un gran número de vegas en las márgenes del río Canímar. Además de ese renglón productivo, se cultivaban otros productos para la subsistencia y se inicia el cultivo de la caña de azúcar. En 1796 son construidos los ingenios San Ramón de Aguiar y Nuestra Señora del Carmen o Julia.

La década de 1820 marcó el inicio del esplendor económico del territorio. En 1826, el partido constaba con cincuenta y siete cafetales cuya producción ascendió a 45 375 arrobas, convirtiéndose en el mayor productor de la provincia, destacándose el cafetal San Patricio, de Enrique Didier, radicado en el Francisco, que llegó a tener una dotación de 237 esclavos.

Las principales zonas cafetaleras se encontraban en Canímar, Sumidero y Limonar. En el año 1863 existían, en el partido de Guamacaro, veintidós cafetales que produjeron 20 618 arrobas del producto.

En la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del siglo XX la industria azucarera llevó un crecimiento acelerado. De cuatro ingenios existentes en la etapa 1770-1796 y cuarenta en la etapa 1815-1830, la cifra de ingenios ascendía, en 1890, a sesenta y siete.  El azúcar se convirtió en el renglón económico más importante del territorio, desplazando a la producción cafetalera. Las principales zonas cañeras del municipio la conformaban los cuartones de Caobas, Limonar, Guamacaro y Santa Ana.

Los avances tecnológicos de la industria azucarera pronto penetran en la zona de Guamacaro. En 1835, el rico hacendado Wenceslao Villaurrutia y Puente eliminó el trapiche de bueyes en su ingenio La Mella, Petrona o San Juan de Nepomuceno, para instalar la máquina de vapor.

Fue ese ingenio el primero de la isla en lograr la alta mecanización en la producción de azúcar, al instalar un molino de seis masas horizontales. En 1841 se instaló en el ingenio el primer tren al vacío -sistema ideado por la firma francesa Derosne-Cail-, consistente en un nuevo modo de procesar azúcar que se iniciaba en un trapiche horizontal de tres masas con estera móvil, el cual permitía extraerle más azúcar a la caña. Este moderno ingenio fue inaugurado en 1824 y tuvo su última zafra en 1896.

Otros ingenios mayores productores de azúcar eran La Perla, en el valle  de Guamacaro -que tenía máquina de vapor-, el Jesús María, San Cayetano, Triunvirato y Saratoga, al que- en 1840- una compañía norteamericana le instaló una máquina de vapor.

El impetuoso desarrollo azucarero trajo consigo el fomento de nuevas vías de comunicación, en especial del ferrocarril. En 1843 fue inaugurado el primer tramo entre la bahía de Matanzas y Guanábana. En 1845, el segundo ramal fue construido entre este último lugar y Sabanilla, lo que favoreció el desarrollo de los ingenios de la zona, en especial la Antonia, San Cayetano y Triunvirato. El 1 de junio de 1848 quedó inaugurado el tramo Guanábana–Coliseo, que tenía paraderos en Ibarra, Caobas, Limonar, Sumidero y Coliseo, por donde se embarcaban los azúcares de la mayor parte de los ingenios de Guamacaro.

Otra importante vía para el embarque de azúcar fue el transporte fluvial por el río Canímar, desde el embarcadero conocido por el Tumbadero -en la desembocadura del río Moreto con el Canímar-, donde embarcaban azúcar los ingenios Botino, La Choza, El Diamante, Dolores Junco, Nuestra Señora del Carmen, Mercedes Junco, La Perla, Yarini, San Laureano, Santa Lucía y El Triángulo.

El camino real de Cuba, que pasaba por una parte del territorio, incluida su cabecera municipal, constituyó otra vía importante de comunicación para el desarrollo del mismo.

En el decenio 1868-1878, el partido de Guamacaro muestra cierta inestabilidad en su economía debido al desigual desarrollo de las diferentes zonas que lo conformaban. En la zona suroeste, los ingenios mantuvieron su ritmo de producción y algunos lograron aumentarla, debido a que sus propietarios contaron con los recursos necesarios para hacerle frente a la crisis económica. Ejemplo de ello fue el ingenio Triunvirato, propiedad de la familia Alfonso y Soler, una de las más ricas  del  país, que logró  en  la zafra  1872-1873 enviar hacia el puerto de Matanzas 8 276 cajas de azúcar, duplicando de esa forma su producción.

Otros ingenios de la zona oeste, pertenecientes también a ricos hacendados como los Ibarra, La Guardia, Mádam, Terry, O´farril y Villaurrutia, pudieron enfrentar la crisis debido a su poder económico. La zona azucarera del noreste del municipio no presentó las mismas condiciones en cuanto al nivel de desarrollo, por el atraso tecnológico de sus ingenios y la falta de recursos de sus propietarios para introducir las nuevas maquinarias y así poder paliar la crisis; así como el proceso de concentración y centralización de la industria azucarera, por el cual las ingenios más pequeños y menos productivos se vieron obligados a colapsar.

Otro de los factores que incidieron fue la tardía extensión del ferrocarril hasta el valle de Guamacaro -que comenzó a funcionar en 1875-, lo cual entorpeció el transporte de las cañas y azúcares de los ingenios de la zona nordeste del territorio. Debido  a la difícil situación económica existente, aumentaron las hipotecas, ventas y embargos parciales o totales de muchos ingenios. Prueba de ello es que, en 1878, se habían hipotecado más de diez ingenios y tres habían sido demolidos.

La depresión de 1883-1884 -donde los precios del azúcar llegaron al punto más bajo-, unido a la abolición de la esclavitud en 1886, profundizaron el proceso de concentración de la industria azucarera, ya que, con la situación presentada, la única solución para poder producir más azúcar no estaba en tener mayor cantidad de ingenios y de esclavos, sino en la necesaria introducción de nuevas técnicas en los ingenios y la ampliación de las áreas cañeras.

En esas condiciones, muy pocos propietarios hicieron frente a las grandes tareas de reestructuración azucarera, por lo que progresivamente fueron desapareciendo las fábricas que no eran rentables. Entre 1840 y 1899, dejaron de moler sesenta ingenios; de ellos, trece en el período de 1871 a 1880 y treinta y cuatro de 1891 a 1899.

Un peculiar ejemplo del proceso de concentración y centralización de la industria azucarera se produjo en el ingenio Limones, al que su dueño -el rico hacendado cienfueguero don Emilio Terry Dorticós- convirtió en una potente fábrica de azúcar utilizando dos variantes; la primera, pasando la propiedad de las tierras de los demolidos ingenios Rosario y Nuestra Señora de Las Nieves a manos del central y la segunda, obligando a vender sus cañas a los antiguos dueños que quedaron en posesión de la tierra, como ocurrió con el demolido ingenio Santa Catalina o Chacón.

En el caso del ingenio Julia, también fue tecnificado y convertido en central por su dueño José Sotelo, que adquirió las cañas de las fábricas vecinas que fueron demolidas -San Salvador o Botino, Dolores Junco, La Perla, El Diamante, Yarini y Santa Lucia-, donde la mayoría de estos propietarios se dedicaron a la siembra, recolección y tiro de la caña, engrosando las filas del colonato.

Al concluir la contienda independentista de 1895, la situación económica  era extremadamente difícil, ya que la industria azucarera, principal renglón de la economía del municipio, quedó profundamente afectada, así como la ganadería y los cultivos menores.

En la zafra de 1898-1899 molieron  sus cañas sólo tres ingenios: Limones, propiedad de Emilio Terry Dorticós; Julia, de José Sotelo y Luisa o Condesa, de la señora Menéndez.

Desarrollo social

En 1816 el territorio contaba con una población de 2 130 habitantes; de ellos, el 57.4 % eran esclavos. Apareado al incipiente desarrollo económico y social, fueron surgiendo los primeros centros educacionales, por lo que en 1827 se funda la primera escuela en Santa Ana, dirigida por Ambrosio José González.

En 1840 el partido de Guamacaro contaba con los caseríos de Limonar, Sumidero, Caobas, Guamacaro y la Sierra, donde existía una gran mezcla de razas debido a la colonización española que trajo consigo la introducción en el territorio de diversas nacionalidades. Las zonas más pobladas eran los cuartones de Limonar, Caobas y Guamacaro, por los ingenios y cafetales existentes en esos lugares.

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En 1843 Limonar contaba con una compañía de artistas dramáticos, de muy buena calidad interpretativa, que ofrecía sus actividades en el teatro del pueblo.

El partido de Guamacaro fue visitado en varias ocasiones por distinguidas personalidades extranjeras, como la novelista sueca Fredrika Bremer, que se alojó en la casa de visita del ingenio Ariadne, propiedad de Juan Chartrand, donde escribió el libro Cartas desde Cuba, en marzo de 1851. En 1853 el décimo tercer vicepresidente de los Estados Unidos, William Rufus Kings, que vino a Cuba a reponerse de su quebrantada salud, se hospedó también en dicha residencia y estando en el lugar, el 24 de marzo de dicho año, toma posesión de su cargo, lo que constituye la primera vez que un funcionario estadounidense de tan alto rango toma posesión del cargo fuera de su país.

El primer centro de instrucción que se crea en la cabecera municipal fue la escuela pública Isabel II o Santa Isabel, fundada en 1847, con una matrícula de veinticinco alumnos. En 1863 se funda en Santa Ana la escuela primaria gratuita San Vicente de Paúl, dirigida  por José María Ordoñez, relevante figura de la educación matancera.

El principal acontecimiento educacional del municipio fue la fundación en el pueblo de Limonar del colegio La Encarnación, el 30 de junio de 1891, prestigiosa institución que impartía clases gratuitas y que admitían alumnos negros y blancos, de ambos sexos. El edificio se construyó en virtud del donativo hecho por los hermanos Basilio y Encarnación Martínez, dueños del ingenio Rosario, de Laguna de Palos, y a la contribución de la Sociedad Económica Amigos del País.

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En el arte, aunque no tuvo un desarrollo notable a inicios del siglo XIX, hubo figuras importantes que se destacaron en las diferentes manifestaciones: el historiador y escritor Juan Arnao Alfonso, el escritor José María de Cárdenas y Rodríguez y su hermano Nicolás, la poetisa Luisa María de la Merced Molina Díaz, la Alondra del Moreto, el pintor Esteban Chartrand-Dubois, Miguel Faílde Pérez, creador musical del danzón, y otras grandes figuras.

En relación con la salud pública, en el año 1881 existía una situación muy crítica, ya que en el municipio habían sólo tres médicos particulares que radicaban en Limonar: los doctores Florentino y Lino Tapia y Adulfo Valhuerdi. Para que se tenga una idea de la despreocupación del gobierno por la salud de la población, en 1887 la alcaldía municipal acuerda separar al médico Fernando Acevedo porque las autoridades no creían necesario tener dos médicos en el municipio, ya que estaba afectando el tesoro municipal, quedando solo el doctor Pedro Buzó para atender los servicios de salud del territorio. En 1888 la situación fue muy compleja, ya que el pueblo de Limonar fue invadido por una epidemia virolenta la cual dejó un saldo de varios fallecidos y cientos de enfermos. Entre las personalidades del ámbito científico más significativo, que alcanzaron celebridad en este período, están el doctor en Química Francisco Bosque Reyes y el doctor epidemiólogo Tomás  Vicente Coronado Interián.

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En el plano social, tuvo una incidencia catastrófica en el municipio la reconcentración de Weyler, método inhumano y criminal dictado por dicho capitán general español, en octubre de 1896. Hacinados en edificios públicos, en los portales de las casas, vagando por las calles, carentes de alimentos, abrigo y medicamentos, las familias reconcentradas morían en una proporción alarmante. Según datos estadísticos, la cifra de muertos en el municipio fue de 4 245 personas.

Si nos propusiéramos remontar el curso de la historia para hurgar en la génesis de las luchas de los hijos de Guamacaro por alcanzar la independencia, señalamos como la manifestación primigenia de rebeldía local la sublevación de esclavos, acaecida el 15 de junio de 1825, en los cafetales de Faukier y Chapelín, en Sumidero y Sabanazo, la cual abarcó los cafetales de Camarioca, Guamacaro y Limonar. De los esclavos sublevados, cuarenta y tres fueron asesinados y cincuenta y cuatro hechos prisioneros y condenados a trabajos forzados.

En su lucha libertaria, surgieron otras sublevaciones esclavas en el territorio, como la ocurrida el 21 de junio de 1825, cuando dieciséis negros bozales se sublevaron en el ingenio Magdalena; en enero de 1843 ocurre una importante sublevación de más de  300 negros bozales del ingenio El Triángulo, en las inmediaciones de Limonar; pero la más relevante fue la ocurrida en el ingenio Triunvirato, el 5 de noviembre del mismo año.

Ese día, domingo a las ocho y quince de la noche, los esclavos reunidos en el batey por la llamada del tambor de Eduardo y la alocución de Carlota, capitaneados por el gangá Manuel y los lucumíes Narciso y Felipe, se lanzan a la lucha.

Los sublevados, después de atacar la casa de vivienda e incendiar varios bohíos del batey, se dirigieron al ingenio Ácana, donde la esclava lucumí Fermina salió a su encuentro para enseñarles la ruta a seguir y apoyarlos en la lucha y libertar los esclavos presos, los cuales se sumaron al contingente libertario. Los rebeldes continuaron su marcha impetuosa, liberando a los esclavos de los ingenios Concepción, San Lorenzo, San Miguel y San Rafael, donde luego de una encarnizada lucha frente a las tropas dirigidas por el brigadier español García Oña, fueron derrotados.

No puede escribirse la historia de nuestras luchas redentoras sin mencionar a los hermanos Juan y Ramón Arnao Alfonso. El primero fue protagonista del encuentro del Yumurí, el ocho de octubre de 1850, y uno de los jefes de la conspiración de Ramón Pintó en Matanzas, la cual tenía ramificaciones en Caobas, Canímar y Limonar.

En el levantamiento armado de Jobo Rosado, en Jagüey Grande, el 10 de febrero de 1869, participaron los campesinos limonareños Pedro Milvera y Antonio N. Montoto, junto al capitán pedáneo de Santa Ana, Felicito Pérez.

Especial significado histórico tuvo el levantamiento armado de La Ignacia, en Ibarra, el 24 de febrero de 1895, bajo la dirección de Juan Gualberto Gómez y Antonio López Coloma.

Según lo convenido, en el lugar debían concentrarse unos 400 patriotas; pero lamentablemente no fue así, ni se presentaron los principales jefes militares que estarían al frente de los complotados, por lo que la acción fracasó; pero encendió la llama de la libertad contra la opresión española.

El territorio limonareño tuvo la presencia de Máximo Gómez, junto a Antonio Maceo, en la finca Las Flores, en Sumidero, la noche del 23 de diciembre de 1895, lugar desde el cual, en la madrugada del día siguiente, emprendieron la contramarcha estratégica o lazo de la invasión. La figura del lugarteniente general Antonio Maceo estuvo presente en varios lugares del municipio donde, el 25 de febrero de 1896, libró el sangriento combate de La Perla, en el valle de Guamacaro, acción en la que cayeron en combate cincuenta y tres mambises.

Etapa neocolonial (1902-1958)

El 18 de abril de 1900 fue promulgada la Ley Electoral para constituir los ayuntamientos. Las elecciones se realizaron el 16 de junio de ese año y los electos tomaron  posesión el  1 de julio de 1900, por un período de un año. En dichas elecciones, las primeras después del dominio español, se establecieron cinco colegios, los que radicaron en Limonar, Canímar, Guamacaro, Sumidero y Caobas y fueron inscriptos 230 electores.

Al concluir la gesta independentista de 1895, el municipio de Guamacaro atravesaba una precaria situación, lo cual no justificaba su razón como término municipal, por lo que el gobierno interventor norteamericano decretó la orden militar número 23, de fecha 24 de enero de 1902, que establecía la supresión del municipio guamacarense, el que fue anexado a Matanzas.

No es hasta el ocho de julio de 1910 en que por Ley del Congreso -a iniciativa del jovellanense Antonio Génovas, representante a la Cámara-, se crea nuevamente el Ayuntamiento, manteniendo el término municipal el nombre de Guamacaro y, como cabecera, el pueblo de Limonar. Fue elegido como alcalde José Ramón Rodríguez. La jurisdicción municipal se componía de los cuartones de Limonar, Caobas, Canímar, Guamacaro, Sumidero, Coliseo y San Miguel (estos dos últimos territorios, después de la división político-administrativa de 1976, son consejos populares del municipio de Jovellanos).

El gobierno municipal estaba formado por el alcalde y la Cámara, los que eran elegidos por un período de cuatro años y, al terminar el mandato, se elegían nuevos representantes. La Cámara estaba compuesta por el presidente, el secretario y los concejales. En caso de ausencia del alcalde, el presidente de la Cámara asumía las funciones de este.

En 1952, con la nueva división política, la provincia de Matanzas quedó estructurada en cinco partidos judiciales y veintidós términos municipales. En esa fecha, Limonar y Santa Ana pasaron a ser términos municipales, pertenecientes al partido judicial de Matanzas.

Situación económica en la etapa neocolonial

Al concluir la primera intervención militar norteamericana, el ingenio Limones reanudó sus operaciones gracias a los capitales invertidos por el rico hacendado cienfueguero Emilio Terry Dorticós. Entre  las mejoras introducidas al central se encuentra el material rodante ampliado y la transportación, con la entrada en funcionamiento de ocho locomotoras, veinte carros de acero de treinta toneladas cada uno, ciento treinta carros de madera y treinta y cinco kilómetros de vía férrea propia.

En 1917 el ingenio pasó a ser propiedad de José Ignacio Lezama Reyes, quien introdujo mejoras técnicas entre las que se encuentran: veintisiete kilómetros de vías férreas de nueva construcción, dos puentes de ferrocarril de vía estrecha, dos casillas de 210 sacos de azúcar cada una, una refinería de azúcar, una planta trituradora de piedra para el ferrocarril, una planta para fabricar cemento y dos plantas eléctricas.

Este período de desarrollo del central se enmarca en la etapa conocida como ´´vacas gordas´´ -cuando los precios del azúcar eran fabulosos-, que se cierra cuando es ejecutado un embargo, mediante proceso judicial a Lezama Reyes, y este se declara en bancarrota el 22 de mayo de 1922; por lo que el central pasa a ser propiedad del Estado, a través del Banco Nacional de Cuba, mediante el procedimiento de subasta pública. En 1942 fue cedido a la Universidad de La Habana, para hacer sus prácticas.

El ingenio Julia también recibió mejoras técnicas, como una máquina de triple efecto y una de doble molida y siete kilómetros de vías férreas pertenecientes a la empresa de ferrocarriles Bahía de La Habana. Al concluir el año 1920, quedaban en activo en el municipio de Guamacaro solo los ingenios Limones y Julia, ya que el Luisa o Condesa realizó su última zafra en 1919.

Con la crisis mundial de 1929 a 1933 se agravó la situación económica del municipio, ya que la industria azucarera se vio afectada por el auge de la producción mundial del crudo, que provocó la baja de los precios, y ello conllevó a restringir la producción de azúcar y reducir el tiempo de zafra. Para que se tenga una idea del impacto de la crisis en el territorio, el central Julia, al iniciarse la crisis en 1929, produjo 70 282 sacos de azúcar de 325 libras y en 1934 solo alcanzó la producción de 12 453 sacos, la cifra más baja de su historia.

En el período de 1940-1952, la producción de azúcar del territorio presentó frecuentes altas y bajas, siendo la zafra de 1951-1952 la que más azúcar produjo, rompiendo el récord de producción los dos centrales; el central Limones produjo 163 327 sacos de 325 libras y Julia 158 142 sacos.

Unido a la producción azucarera, emergió pujante la producción henequenera a partir de 1927, en que se funda la henequenera de Limonar, en la finca El Triángulo, en una extensión de treinta y tres caballerías de tierras ricas en carbonato de calcio, muy apropiadas para ese cultivo; su propietario fue Enrique Larrauri Ruiz, conocido industrial de los centros financieros cubanos y heredero de la calera de Cárdenas. En 1933 la industria se tecnifica mediante la compra de nuevas máquinas y de camiones del tipo MACK para la transportación del henequén.

A inicios de la década de 1950, la industria azucarera aportaba a la economía del municipio el 70 % de los valores que producían las 544 fincas, que sumaban un  total de  2 020 510 pesos. En menor escala, también aportaban al presupuesto la producción ganadera, henequenera, viandas, granos, frutales y otros.

A partir de 1953 se produce una baja considerable en la producción azucarera, motivado por las restricciones de las zafras decretada por el dictador Fulgencio Batista. Ejemplo de ello es que el central Julia, de una producción de 25 598.07 toneladas en  1952, bajó  a  17 761.13 toneladas en 1958; mientras que el central Limones no molió en los años 1956 a 1957. El mayor impacto de esa situación lo sufrieron los 2 736 trabajadores que se dedicaban a las labores cañeras del municipio.

Situación social

Un momento muy importante lo constituyó la llegada a Limonar del reverendo Emilio Planas Hernández, amigo de José Martí y de Juan Gualberto Gómez, que fundó, en mayo de 1913, el Colegio Episcopal San Pedro y San Pablo, para niños pobres de ambos sexos, negros y blancos. Fue el creador del boletín mensual El Eco del Colegio y de una banda de música.

La salud pública en la república neocolonial era muy deficiente; en 1920 sólo había en el pueblo de Limonar un médico, el doctor Pedro Buxó y otro en el barrio de Caobas, por lo que el índice de mortalidad era muy alto, ya que existían muchas enfermedades infecciosas como malaria, tuberculosis, paludismo y otras. Como dato interesante, hay que destacar la actitud del doctor Adriano Mundarain, cirujano dentista, que tenía su gabinete en Limonar, el cual, el 18 de abril de 1917, pide autorización para ofrecer servicios gratuitos de beneficencia a las personas más pobres del municipio.

En 1930 fue constituida la asociación Colegio Médico de Guamacaro, siendo su presidente Juan Pereira Medina, para apoyar los servicios de salud. En 1938, durante la alcaldía  del médico Rogelio Rodríguez Dubrocá, fue inaugurada la estación de servicios sanitarios (Casa de Socorro) y, en 1939, se fundó un asilo para ancianos desvalidos.

El deporte siempre ha estado muy arraigado al municipio, en especial el béisbol, que se introduce en 1908 cuando Sabino Neninger comenzó a organizar equipos con jóvenes amantes de ese deporte. El primer terreno de pelota estuvo situado al noreste del pueblo, que se conoció con el nombre de terreno de Laguna (hoy estadio Emiliano Ayllón). Había otros terrenos, como el Palmar de la Victoria y el terreno San José, de la finca Mercedes Junco.

En esta etapa, Limonar tuvo varios equipos representativos, como El Liceo, Gran Maceo, El Águila, El Pensamiento, La Estrella, En Cuba y El Cuño, uno de los equipos más fuertes de la década de 1920, donde muchos peloteros por su gran calidad llegaron a hacerse famosos a nivel nacional e internacional, como Gabriel Aballí, Silvio García, Rogelio Limonar Martínez y Silvio Marcial Domenech, Japón, entre otros. Mención especial merecen el gran pelotero Martín Magdaleno Dihigo Llanos, El Inmortal, nacido en Jesús María, y el pelotero y entrenador Emiliano Ayllón Véliz, figura relevante en el desarrollo del deporte en el municipio.

En cuanto a la cultura, en el año 1930 Limonar contaba con el cine teatro Iris, donde actuaban figuras artísticas de la etapa; también se daban bailables y otras actividades recreativas, desarrolladas por las sociedades Limonar Sport Club y Gran Maceo, y existían agrupaciones musicales como Estrellas de Tatica, la banda municipal, el grupo tradicional la Vieja Guardia  y el grupo folclórico Niño Atoche.

El municipio de Limonar ha sido escenario de luchas políticas y sociales, como los alzamientos ocurridos en 1917 dirigidos por Ermenegildo Hernández la Nuez, jefe de una partida de alzados que operó en Limonar, protagonizados por los liberales que se oponían al gobierno de Menocal. El cinco de mayo de 1924 otro grupo se alzó en La Ceiba, en Santa Ana, bajo la dirección de Félix Mestre, que operó en los montes de Mariposa, cerca de Caobas, y en otras zonas de Limonar.

El 11 de agosto de 1931, un grupo integrado por setenta hombres, dirigidos por el alcalde de Limonar, Manuel Calderín Trujillo, se sublevaron contra el gobierno de Machado en un territorio comprendido desde Limonar a Camarioca. En la lucha contra la dictadura machadista tuvo una destacada participación la agrupación antiimperialista Juventud Renovadora de Guamacaro, adscripta al Directorio Estudiantil Universitario e integrada por jóvenes obreros y por estudiantes, dirigidos por José Linares Fernández.

Mientras los cubanos se enfrentaban a los gobiernos entreguistas, un hijo de Limonar, Hilario Rafael Cartaya Villar, cumplía con el sagrado deber del internacionalismo en tierras españolas, en su lucha contra la ocupación fascista, donde cae en combate en febrero de 1937.

La luchas obreras en el municipio tienen sus inicios en el año 1937, cuando un grupo de obreros del central Limones, dirigidos por José Alfonso Mestre, Juan Alemán, Julio Cápiro y Bernardo Campos, luchan por la unidad de los obreros y crean, ese año, un sindicato que respondiera a los trabajadores, siendo elegido José Alfonso Mestre como secretario general. En 1944, en dicho central se crea una célula del Partido Socialista Popular (PSP) bajo la dirección de Bernardo Campos, Cristóbal Cancela, Juan Alemán y Ceferino Julio Cápiro.

En el central Julia, en el propio año 1944, se crea el sindicato cuya primera directiva estuvo integrada por Orestes Hernández, Luis García, Abelardo García, Evelio García, Germiniano Hernández y Edilberto Villena. En 1946 se celebran las elecciones sindicales donde resulta electa la siguiente directiva: Orestes Hernández, secretario general, Edilberto Villena como delegado a los organismos oficiales y patronales y como secretario de finanzas, Horacio Rodríguez Hernández, con sólo 16 años de edad. Esta nueva directiva fue acusada de comunista ya que sus principales dirigentes se integran al PSP. En dos ocasiones el líder azucarero Jesús Menéndez visita el central para que los obreros exigieran al dueño el pago del diferencial azucarero.

En 1950 surge el sindicato henequenero bajo la dirección de Antonio Berdayes Núñez, que inicia una lucha por las reivindicaciones obreras como el aumento del salario y el no permitir el despido injusto de los trabajadores. Ante la actitud de Berdayes, los políticos tratan de captarlo para un cargo de concejal; pero el insobornable líder rechaza el ofrecimiento. A partir de esa etapa son cotidianas las huelgas y manifestaciones de los obreros henequeneros, al frente de los cuales estaba su líder indiscutible.

Ante el despido de veintinueve trabajadores, el líder obrero va a la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) nacional a protestar por el hecho y hacer el reclamo de la incorporación de los obreros en sus puestos de trabajo. Allí es detenido por esbirros de la tiranía de Limonar quienes, después de asestarle un fuerte golpe en la cabeza, lo conducen al Escuadrón 41 de Matanzas, donde es asesinado. Por sus relevantes méritos revolucionarios fue declarado Patriota Insigne del municipio de Limonar.

En agosto de 1955 se constituyó el Movimiento 26 de Julio (M-26-7) en el municipio, creándose células en los centrales Julia y Limones, en Dolores Junco y Canímar, esta última dirigida por Andrés Santana Valle.

Un joven limonareño, Nelson Fernández Oliva, cayó en el  asalto al cuartel Goicuría, de  Matanzas, el 29 de abril de 1956.

El territorio de Guamacaro fue el centro de operaciones de la guerrilla Enrique Hart, en 1958, que tenía la misión de apoyar el paso de la columna invasora de Camilo Cienfuegos y hacer acciones combativas en el territorio, por lo que en la noche del 2 de noviembre de 1958 tomaron el central Triunfo, el batey de Castellanos y en la carretera central, próximo al batey de Lugo, incendian un ómnibus nacional Flecha de Oro.

El 24 de diciembre de 1958, los miembros del M-26-7 del municipio se integran a la  guerrilla Enrique Hart, en la finca San Andrés en el valle de Guamacaro, para apoyar la lucha guerrillera hasta la derrota total de la tiranía batistiana. Este grupo guerrillero tuvo la responsabilidad de tomar los enclaves militares de la dictadura radicados en el municipio.

Revolución en el poder

El nueve de enero de 1959 se constituyó el primer gobierno municipal revolucionario, integrado por tres comisionados que pertenecían al M-26-7: Antonio Raudilio Martín, Andrés Santana Valle y Pastor Paredes Junco.

En 1962 fue creada la Junta de Coordinación, Ejecución e Inspección (JUCEI) -que fue la primera forma de gobierno que adoptó la Revolución-, de la cual fue electo presidente Miguel Almaguer Peláez y, como secretario, Jesús García.

En 1966 se produce el traspaso de la JUCEI al Poder Local, siendo designado presidente Evidelio Fundora. Esta institución funcionaba con el presidente y un conjunto de secretarías que formaban el consejo de dirección. En 1974 se desarrolla, en la provincia de Matanzas, la experiencia nacional para la constitución de los Órganos Locales del Poder Popular. El proceso en Limonar comenzó en abril de 1974, efectuándose las elecciones el 30 de junio y la segunda vuelta el 7 de julio de ese año. Como resultado de dicho proceso, quedó constituida la Asamblea Municipal del Poder Popular (AMPP) y fue elegido su presidente Osvaldo Almeida Cabrera.

Junto a la estructura de gobierno, en la década de 1960 son creadas las organizaciones políticas y de masas. En 1962 se constituye el Comité Municipal de las Organizaciones   Revolucionarias Integradas (ORI), siendo elegido Alejandro Aguirre para el cargo de secretario general.

Esta organización dio paso al Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC) y, en 1964, se constituyó el Comité Municipal, dirigido por Lázaro Armenteros Ramos como secretario general. El tres de octubre de 1965 la organización política adopta el nombre de Partido Comunista de Cuba (PCC).

En el municipio se crea el batallón 231 de las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR), que se incorpora, el 14 de febrero de 1961, a la Lucha Contra Bandidos (LCB) en El Escambray  y, el 19 de abril de ese año, recién llegados  a Limonar después de cumplir la misión, parten para Playa Girón, con la denominación de batallón 201, para combatir la invasión mercenaria.

En 1963 se producen dos acciones de enfrentamiento a las bandas contrarrevolucionarias que marcaron el fin del bandidismo en el municipio. El 22 de marzo es liquidada la banda de Juan José Coste Catalá, el Pichi -que operó en la zona sur del municipio y fue jefe de las bandas de alzados de la provincia- y, el 29 del mismo mes, es aniquilada la banda de Jesús Infante Hidalgo, Enrique, en las cercanías de Ibarra, donde resultan muertos siete alzados y cuatro fueron capturados. En la acción cayeron los hermanos Pedro y Alberto Amador Castillo, de la LCB de Pinar del Rio, y Ezequiel Roberto Quijano Alemán, del batallón 2605 de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR). El 29 de abril de 1963 el joven limonareño Orestes Hernández Pérez, miembro de la PNR, cayó enfrentando a los alzados en San José de los Ramos, municipio Colón.

Transformaciones económicas

Con el triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959 cambió el panorama económico y social del territorio al fundarse, ese mismo año, el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), siendo su primer presidente en el territorio Carlos Rivero.

Se crean tres Granjas del Pueblo: la Patricio Lumumba, que abarcaba las fincas de Zequeiras, Santana de los Caballeros, Las Nieves y La Josefa, con 2 969.321 caballerías y 329 obreros; la Horacio Rodríguez, que comprendía las fincas Condesa, La Palma, San José de García, La Torre, Recurso, Petrona, Chacón, San Francisco y Santa María, con una extensión 234.082 caballerías  y 288 obreros; y la Abel Santamaría, que comprendía el valle de Guamacaro y tenía una extensión de  286.226  caballerías y 208 trabajadores.

Un paso decisivo en la economía del territorio lo constituyó la fundación, el 20 de agosto de 1970, por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, de la Empresa Pecuaria Genética de Matanzas (EPGM), siendo designado como primer director José LLanusa Gobel. Al crearse la Empresa, las fincas Condesa, Zequeiras, Recurso y Saratoga pasaron a integrar el plan ganadero, por lo que se separan de las granjas agropecuarias. El primer campesino que integró sus tierras al llamado Plan Genético, fue José Valido Del Sol, Cheo, presidente de la base campesina de Triunvirato, con el que el Comandante en Jefe tuvo varios encuentros, desarrollándose entre ellos una entrañable amistad. El desarrollo de la Empresa Pecuaria Genética fue en crecimiento ascendente, al producir, en 1977, treinta y cuatro millones de litros de leche y, en 1987, implantar récord histórico de 58 278 000 litros.

La década de 1970-80 estuvo marcada por el esplendor económico del municipio, ya que se consolida la producción azucarera, al hacerse nuevas inversiones en los dos  centrales –Julia y Limones, que a partir de la intervención de la industria azucarera pasaron a nombrarse Horacio Rodríguez y Fructuoso Rodríguez, respectivamente-; se fomentaron las granjas henequeneras, y se construyeron el taller Viet Nam, en 1975, y la planta trituradora de piedras Libertad, en 1978.

El movimiento cooperativo y campesino tuvo notable crecimiento con la creación, el 27 de abril de 1977, de la primera cooperativa agraria de Limonar, radicada en tierras del valle de Guamacaro. El 27 de septiembre del mismo año se crea la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Crucero Aurora; el día 28 del propio mes la CPA Ramón Martell y el día 29 la Ramón López Fleitas, todas enclavadas en el valle de Guamacaro.

Los embates del período especial, en la década de 1990, repercutió negativamente en la economía territorial, así como la reestructuración de la producción azucarera, con el cierre de los centrales Fructuoso Rodríguez y Horacio Rodríguez, en 1996 y en el 2001, respectivamente. La rama lechera se vio severamente afectada, al disminuir la Empresa Pecuaria Genética su producción a poco más de diez millones de litros de leche.

La economía actual del territorio es fundamentalmente agropecuaria donde, además de la EPGM, existen las siguientes bases productivas: la Unidad Empresarial de Base (UEB) Limonar, con las granjas Fructuoso Rodríguez y Horacio Rodríguez; las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) La Josefa, El Francisco y Chacón; las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) Crucero Aurora, Ramón Martell, Mario Martínez Arará y Antonio Berdayes; y las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS) Juan Gualberto Gómez, Gustavo Amejeiras, Jesús Menéndez, Conrado Benítez, Horacio Rodríguez, Victoria de Girón, 17 de mayo y Juan Ávila. El municipio cuenta, además, con las UEB de Alimentos, Pesca, Henequenera, Materiales Alternativos, Cantera, Transporte y Fábrica de Baldosas.

Transformaciones sociales

Al triunfar la Revolución, la educación adquiere un carácter priorizado en el municipio con la inauguración de nuevas escuelas y la incorporación de jóvenes maestros que estudiaban y daban clases.

En febrero de 1961 comenzó la campaña de alfabetización. La comisión municipal estaba presidida por Reynol Gutiérrez, bajo la dirección de Andrés Santana Valle, que fue el primer director municipal de Educación designado después del triunfo  revolucionario  del  1 de enero de 1959. A esta importante tarea se incorporaron 194 alfabetizadores y cuarenta y cuatro brigadistas Conrado Benítez, en Santa Ana, y 283 alfabetizadores y 133 brigadistas en Guamacaro. La campaña culminó en el municipio el 14 de diciembre de 1961, ocupando el noveno lugar provincial.

En el curso 1968-69 comenzó a funcionar la escuela primaria Inti Peredo, en el edificio La Encarnación. En el poblado de Triunvirato se constituyó, en 1974, el moderno centro escolar De Octubre, con capacidad de 450 alumnos. También se inauguró la secundaria básica Rebelión de Triunvirato. En Limonar funcionaba la secundaria básica Juan A, Morales Bayona y en 1975 se inauguró una Facultad Obrero Campesina. Actualmente en el municipio funcionan once escuelas primarias, tres secundarias, una escuela especial, un politécnico, un preuniversitario y una Facultad Universitaria Municipal.

En la salud pública, al triunfar la Revolución, la Casa de Socorros pasó a dirigirla el doctor Fernando Arteaga Meneses y la población comenzó a recibir atención médica gratuita, aunque todavía existían en el pueblo seis médicos particulares, hasta años más tarde en que fue suprimida esa práctica.

En 1962 se inauguró una unidad asistencial en el local donde radicaba la Sociedad Gran Maceo (donde está actualmente el Correo); la misma contaba con servicios médicos, de enfermería, estomatología y un laboratorio. En 1967 se inauguró el nuevo policlínico, que sustituyó a la unidad asistencial, y comenzó a funcionar la clínica estomatológica y las postas sanitarias en los centrales Fructuoso Rodríguez y Horacio Rodríguez, en Santa Ana, Triunvirato y San Francisco. Existía una farmacia piloto en Limonar y una en cada central.

Actualmente el municipio cuenta, como instituciones de Salud, con policlínico integral, veintiséis consultorios del médico de la familia, clínica estomatológica, sala de rehabilitación, unidad de lucha anti vectorial, unidad de higiene  y epidemiología, hogar de ancianos y casa de abuelos, laboratorio de medicina natural y tradicional y farmacias en Limonar, Fructuoso Rodríguez y Horacio Rodríguez, Triunvirato, Santa Ana y San Francisco.

Referido a la cultura, en 1960 se creó el consejo municipal, siendo nombrada Margarita Reyes de la Fé al frente de dicha institución. En ese mismo año se  fundó el movimiento de artistas aficionados, con grupos musicales, grupo de teatro infantil, coro municipal y se incorporó al grupo folclórico ´Niño Atoche, que había sido creado antes de la Revolución, bajo la dirección de Benito Aldama Herrera. En 1978 fue creado el grupo musical Neptuno, bajo la dirección de Mario Carmenate y el taller municipal de literatura. En la década de 1980 fueron creadas las instituciones culturales básicas; se oficializan la casa de cultura municipal, museo municipal, galería de arte y biblioteca municipal. El 19 de octubre de 1989 se inauguró la Casa Naborí, en el local que ocupaba el centro de tradiciones campesinas, bajo la dirección de Pablo Luis Álvarez Denis, Wicho, y en 1992 se declaró a Limonar Villa de la décima cubana.

Con el triunfo de la Revolución el deporte alcanza un desarrollo notable en el municipio, constituyéndose el patronato procampo deportivo, que presidía Emiliano Ayllón Véliz, para dotar al municipio de buenas instalaciones deportivas. Se crearon equipos en varias disciplinas deportivas y, en 1963, fue creado el estadio de Limonar con el nombre  del mártir cardenense Humberto Álvarez, que posteriormente, al fallecer Emiliano Ayllón, adoptó el nombre de este.

El desarrollo del atletismo estuvo muy vinculado al papel desempeñado por el entrenador Carmelo Benítez, surgiendo figuras como Antonio Aguiar, Regla Molina Aldama, Miriam Terry, Onelia Rodríguez, Mario Molina Aldama y José Cobo Valdés, quien alcanzó varios premios nacionales e internacionales. También se destacó Magalys Chapell Nenínger, que implantó récord personal en salto alto. En la década de 1980 se fortalece dicha disciplina con la incorporación de figuras de la talla de Javier Sotomayor Sanabria, Roberto Hernández, Marino Dreke, Alexander Reyes, Marcos Jiménez y Michel Calvo. En el balonmano se destacó José Orbeín Neninger.

El beisbol alcanzó resultados sobresalientes, destacándose el trabajo realizado por entrenadores y directores de la talla de Emiliano Ayllón, Bernardino Reyes y Gerardo Junco Massipe, quien también ocupó la responsabilidad de director municipal de deportes durante varias décadas. En esta disciplina se destacaron los atletas Lázaro Junco Nenínger, Eduardo Terry, Carlos Valido, Virgilio Molina, Rogelio Amores y otras brillantes figuras en ese deporte.

Fuentes

  • Documentos de la comisión de historia del Comité Municipal del PCC
  • Historia local municipio Limonar. Oficina del Historiador
  • Síntesis Histórica provincial Matanzas. IHC. La Habana 2013