Historia del municipio Rafael Freyre (provincia de Holguín)

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Historia del municipio Rafael Freyre (Provincia de Holguín)
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Cronología
Comunidad primitiva
Etapa colonial
Llegada de Cristóbal Colón
Conquista y colonización
Guerra de los Diez Años
Tregua Fecunda
Guerra del 95
Republica Neocolonial
Huelgas
Lucha Insurreccional
Revolución en el Poder
Desarrollo social 1961–1975
Los órganos locales del Poder Popular

Historia del municipio Rafael Freyre (Provincia de Holguín). La historia del municipio Rafael Freyre inicia con un acercamiento a la comunidad primitiva y llega hasta la actualidad.

El municipio Rafael Freyre fue el lugar por donde Cristóbal Colón desembarcó por primera vez en la isla de Cuba, por la bahía de Bariay el 12 de octubre de 1492. Luego de la conquista y colonización de la isla, este territorio formó parte de la jurisdicción de Bayamo. En sus inicios prevaleció el contrabando en la zona por estar alejado de las rutas comerciales.

Durante la guerra independentista, parte de los campesinos de este municipio formaron parte de la zona de cultivo de Gibara, lo que hizo que estuviera bien protegida de las fuerzas mambisas, lo que provocó un crecimiento de la población. Los mambises de la zona combatieron a las expediciones españolas que desembarcaban por la misma. Uno de los combates más importantes de la zona fue el de Melones.

Durante toda la etapa neocolonial se desarrollan luchas obreras y campesinas. Luego del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 se crean células del Movimiento 26 de Julio y se fortalece la lucha clandestina en la zona.

A raíz del triunfo de la Revolución, los avances en la educación, salud y cultura han sido notables.

Es un municipio de la provincia Holguín, situado frente al océano Atlántico, en el noroeste de la provincia dentro de la región oriental de Cuba.

Comunidad primitiva

Los aborígenes cubanos habitaron en este espacio geográfico, y especialmente en las áreas cercanas a las bahías de Jururú, Bariay, Vita y Naranjo. Existen huellas arqueológicas y testimonios históricos que así lo demuestran. Se han localizado varios sitios arqueológicos de los primeros pobladores de estas tierras en las inmediaciones de la bahía de Naranjo; entre estos los denominados La vega I, La Vega II y La Vega III.

Se trató en estos casos de poblaciones de economía no productiva, o sea, que desconocían la agricultura y basaban su subsistencia en la búsqueda de frutas, raíces, moluscos y otros comestibles obtenidos de la flora y la fauna por simple recolección, y que practicaban también la caza y la pesca. Existe además información sobre un sitio arqueológico correspondiente a los subtaínos (grupo humano que tenía economía productiva), en Los Muertos, sobre una isleta de la Bahía de Naranjo.

Se tiene conocimiento asimismo de la existencia de sitios arqueológicos junto a la bahía de Jururú, en el lugar conocido como Punta González, donde se han realizado estudios preliminares de un sitio que perteneció a aborígenes pre–agro–alfareros. Hiram Pérez Concepción en el artículo Exploración en la bahía de Naranjo describió estudios realizados en residuarios arqueológicos ubicados en los alrededores de la bahía de Naranjo y en los cayos de la misma. En el citado trabajo se mencionan también varios residuarios arqueológicos existentes en Estero Ciego, La Granja y El Molino, en las cercanías de Aguada la Piedra, en Punta la Burra, Cangrejera, Los Corrales, y en Las Pailas, Cayo Largo, entre otros.

En el cayo Bariay, investigadores del Departamento de Arqueología de la Academia de Ciencias de Cuba han estudiado vestigios de un sitio habitacional aborigen. Se trata de un lugar que tuvo un mediano período de ocupación, correspondiente a los agricultores ceramistas, y en el mismo se han encontrado fragmentos de cerámica, partes de burenes, instrumentos líticos.

Los aborígenes que encontró Colón al arribar a Cuba por Bariay en 1492, eran agricultores ceramistas de origen aruaco. Guarch y otros en Bariay: viaje al plus ultra, afirman:

«El contexto arqueológico allí rescatado y estudiado refleja que sus habitantes eran aborígenes agricultores, como el resto de los que ya habían hallado los navegantes europeos en Las Bahamas y como los que continuarían encontrando en el resto del recorrido o los vistos por sus compañeros Luís de Torres y Rodrigo de Jerez en su viaje al interior del país, poco después desde Río de Mares, sin dudas perteneciente a la etnia Aruaca.»

El investigador Roberto Valcárcel destacó algunas características de estos pueblos de agricultores ceramistas que habitaban en nuestro país cuando se produjo la llegada de los europeos al expresar:

«Los agricultores aruacos establecidos en Cuba pueden considerarse comunidades tribales organizadas en un sistema de linajes vinculados por lazos de parentesco y por el reconocimiento de determinada jefatura. Se trataba de grupos sedentarios de perfil neolítico, con una economía basada en la agricultura y en la combinación o complementación de esta con actividades apropiadoras variadas.»

En la Loma de Jagüeyes se ha encontrado un residuario correspondiente a un sitio de habitación de aborígenes agro–alfareros en el que se recogieron entre otros materiales fragmentos de vasijas de cerámica y restos de dieta.

Etapa colonial (1492–1898)

Llegada de Cristóbal Colón

La llegada a Cuba de Cristóbal Colón se produjo por la bahía de Bariay, del municipio de Rafael Freyre. Al anochecer del sábado 27 de octubre de 1492 las tripulaciones de La Santa María, La Niña y La Pinta, naves del primer viaje colombino, estuvieron a la vista de la tierra cubana por primera vez. El tiempo estaba de lluvias y los peligros de la navegación nocturna cerca de una costa desconocida hicieron que esperaran prudentemente a la mañana del siguiente día para acercarse y desembarcar. El domingo 28 Colón y sus compañeros de viaje descendieron de las embarcaciones y caminaron por la ribera de la bahía de Bariay, lugar al que renombró como San Salvador.

El original del Diario de Colón desapareció desde hace varios siglos, pero Fray Bartolomé de Las Casas realizó una copia resumida del mismo, por la cual se conoce la impresión que recibió el Gran Almirante de la naturaleza de Bariay. Escribió el Padre de Las Casas:

«Dice el Almirante que nunca tan fermosa cosa vido, lleno de árboles, todo cercado el río, fermosos y verdes y diversos de los nuestros, con flores y con su fruto, cada uno de su manera. Aves muchas y pajaritos que cantaban muy dulcemente, había gran cantidad de palmas de otra manera que las de Guinea y de las nuestras.»

Cristóbal Colón observó con detenimiento las casas que encontró en la orilla, hizo interesantes anotaciones sobre algunos de los objetos del ajuar de los aborígenes cubanos y se maravilló con la naturaleza del lugar, pero no pudo establecer contacto personal con los habitantes de Bariay porque estos huyeron y no retornaron mientras las naves españolas permanecieron ancladas en la bahía. Al día siguiente, 29 de octubre de 1492, el Gran Almirante levó anclas para continuar explorando las costas de Cuba.

El 27 de enero de 1990 la bahía de Bariay y su entorno natural fueron declarados Monumento Nacional por la Resolución Ministerial No. 68 de la Comisión Nacional de Monumentos que valoró a instancias de la Comisión Provincial de Holguín la trascendencia del sitio como protagonista del arribo de Cristóbal Colón en el siglo XV a la Isla de Cuba. En 1992, al cumplirse el medio milenio del encuentro mutuo entre Europa y América, se inauguró un monumento conmemorativo de este hecho en Punta Sabaneta, en el cayo Bariay.

Conquista y colonización

Al iniciarse la conquista de Cuba por los españoles con la fundación de las primeras villas, enormes extensiones de tierra del norte oriental, incluidas todas las que actualmente pertenecen al municipio Rafael Freyre, pasaron a depender administrativamente del cabildo de San Salvador de Bayamo, fundado en 1513.

A partir de 1752 todo el territorio actual de Rafael Freryre se integró a la nueva jurisdicción de Holguín, creada en ese año. El asentamiento de europeos y criollos durante la etapa colonial en este territorio fue un lento proceso y su inicio fue tardío con respecto a otros lugares de Cuba. La mayor parte de las haciendas de esta zona se establecieron durante el siglo XVIII. Entre las más importantes se encontraron, San José de Potrerillo fundada en 1730 por José Moncayo, y Bariay reconocida oficialmente en 1737 a favor de Juan González de Ribera y Obeda y Diego de Ávila y Batista. Bariay limitaba al norte con el mar, al sur con Tacajó, al este con Banes y al oeste con Fray Benito, por lo que inicialmente incluyó los terrenos de Santa Cruz de Guabajaney sobre los que hoy se asienta el pueblo de Santa Lucía, cabecera del municipio Rafael Freyre.

En 1738 el capitán Juan González de Ribera y Ávila, hijo de Juan González de Ribera y Obeda, fundó la hacienda de Cayaguaní. En 1744 los terrenos de Fray Benito pertenecían a Cristóbal de la Cruz. Veintiún años más tarde compartían esta propiedad María de la Cruz y Catalina Paxán.

En estas haciendas se verificaron numerosas compraventas de terrenos en los siglos XVIII y XIX, y se establecieron allí nuevos vecinos. Al finalizar el siglo XVIII ya estaba ocupada —al menos nominalmente— casi toda la superficie que hoy corresponde al municipio.

Aunque el objetivo expreso de la concesión de tierras era dedicarlas a la crianza de ganado, pronto el cultivo comercial del tabaco comenzó a ocupar espacio en el área, hasta llegar a ser su hoja la primera mercancía de la zona durante el siglo XVIII y la mayor parte del XIX. El tabaco fue en esa etapa el vínculo esencial del territorio con el mercado mundial. Pasada la medianía del XIX se incrementaron las siembras de plátano, maíz y ñame, productos que se enviaban al mercado de La Habana a través del puerto de Gibara.

A partir del segundo cuarto del siglo XIX se incrementó la importancia de la producción azucarera, que fue desde fines de esa centuria y durante la siguiente la primera actividad económica local. En el territorio del municipio se estableció en la década de 1830 el primer ingenio que tuvo máquina de vapor en lo que hoy es la provincia Holguín —el Santo Tomás—. Molieron también con vapor La Caridad, La Victoria y Santa Lucía. Este último llegó a ser un eficiente central azucarero.

Guerra de los Diez Años

El 10 de octubre de 1868, al producirse el alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes, el partido pedáneo de Fray Benito, núcleo del actual municipio Rafael Freyre tenía una población de 5 409 habitantes. De ellos, 586 vivían bajo el yugo de la esclavitud. El 90 % de la población era blanca. En el territorio habitaban numerosos campesinos procedentes de las Islas Canarias y también personas originarias de distintos lugares de España. El comercio estaba casi totalmente controlado por los peninsulares, mientras que en la agricultura tenían un peso muy importante los isleños de Canarias y sus descendientes directos.

En los primeros momentos de la insurrección los mambises dominaron los campos de la jurisdicción holguinera; solo los núcleos urbanos de Gibara y Holguín permanecieron en manos de los españoles; pero esta situación cambió pronto con la llegada de tropas colonialistas procedentes de La Habana a través del puerto de Gibara. El 19 abril de 1869 el general mambí Julio Grave de Peralta comunicó a Eligio Izaguirre, Secretario de la Guerra, que los españoles:

«En Fray Benito tienen desde el mes pasado un campamento de cerca de cuatrocientos hombres, teniendo en jaque todo aquel litoral, en donde no poseemos hoy ni un átomo de terreno. »En el ingenio Santa Lucía, y amenazando de continuo la escasa fuerza que al mando del C. Jacinto López Gereño guarnece a Cayaguaní y Naranjo, (...), hay también otro cuartel con fuerza superior a la nuestra.»

Entre los lugares donde se crearon cuerpos de voluntarios y se construyeron fortificaciones al servicio de España en este territorio, estuvieron Bariay, Corralito, Fray Benito, Potrerillo, La Palma, El Colorado y Junucún. Numerosos campesinos que vivían dispersos se mudaron para los sitios fortificados al iniciar la contienda. Personas afines a España procedentes de otros lugares de la región oriental se trasladaron para el territorio de la capitanía pedánea de Fray Benito huyendo de los avatares de la guerra; no obstante, muchos habitantes del territorio, sobre todo criollos, se sumaron a la lucha armada para lograr la independencia de la Patria incorporándose a las tropas mambisas y otros brindaron valiosas colaboraciones a los insurrectos desde el interior de los poblados españoles, haciéndoles llegar informaciones, medicinas e incluso armas y otros pertrechos cada vez que esto les fue posible.

En distintas ocasiones los mambises incursionaron sobre los poblados y caseríos del actual territorio freyrense; así, el 10 de septiembre de 1871 atacaron el fuerte de La Palma. En la noche del 23 de enero de 1872 tomaron el ingenio Santa Lucía, y en marzo de 1873 atacaron nuevamente a este ingenio, provocándole pérdidas materiales en las instalaciones fabriles, algunas de las cuales fueron incendiadas.

El 30 de diciembre de 1873 el gobierno de la primera república española separó de la jurisdicción de Holguín a los antiguos partidos pedáneos de Gibara y Fray Benito, y creó un nuevo municipio con sede en Gibara conformado por el territorio de ambos partidos. Tras la caída del gobierno republicano en España, el nuevo monarca confirmó el reconocimiento de este municipio mediante Real Orden del 26 de junio de 1875.

Entre los combates desarrollados en el territorio municipal tuvo especial significación el de Melones. En la mañana del 7 de enero de 1874 Calixto García atacó el poblado de Corralito, donde obtuvo un rico botín de guerra. Culminada esa acción acampó en Melones, acompañado de unos 600 efectivos. Allí lo atacó el 9 de enero una columna española de 670 hombres comandada por el coronel Federico Esponda, que había salido desde Junucún en su persecución.

En este combate la infantería cubana estaba a las órdenes inmediatas de Arcadio Leyte Vidal y de Antonio Maceo, mientras que la caballería obedecía a Belisario Grave de Peralta. El mando superior de la tropa correspondía a Calixto García. Al llegar al campamento mambí los españoles, avanzaron con decisión e inicialmente hicieron retroceder a las defensas cubanas. En su informe sobre esta acción Calixto escribió:

«El combate fue reñidísimo y hasta las doce del día la victoria permanecía indecisa, de esa hora en adelante el triunfo fue seguro. El enemigo emprendió su retirada y fue cargado simultáneamente por el grueso de mis fuerzas. El jefe español era inteligente y bravo y hacía su retirada escalonando sus fuerzas y aprovechando cuantas ventajas le presentaba el terreno, pero todo fue en vano, posición tras posición todas les fueron tomadas, concluyendo la acción a las cuatro de la tarde. Dejando el enemigo 41 muertos en el campo, armas, caballos, etc.»

En los años restantes de la Guerra se desarrollaron otras acciones combativas en el territorio municipal, aunque estas fueron menos frecuentes a partir de 1877. El 10 de octubre de 1878, a diez años exactos del inicio de la contienda, depuso las armas en Fray Benito Modesto Fornaris Ochoa, último oficial mambí que permanecía en el campo insurrecto en la jurisdicción de Holguín. Esto representó el fin de la Guerra de los Diez Años en esta región. En su Acta de Rendición, Fornaris expresó su voluntad inquebrantable de continuar luchando para obtener la independencia de la Patria.

Tregua Fecunda

En 1879, al iniciar la Guerra Chiquita, varios vecinos de Lindero, cerca de Fray Benito, se alzaron llevándose algunas armas. La acción más importante de esta nueva contienda en el territorio freyrense tuvo lugar en la noche del 7 de octubre de 1879, cuando los mambises tomaron el caserío de Corralito. Según el parte oficial se trataba de una partida de 100 hombres.

Guerra del 95

En la Guerra de 1895 hubo una incorporación mucho mayor de vecinos del territorio municipal a las tropas mambisas. Los meses que antecedieron a su inicio estuvieron marcados por labores de conspiración en Fray Benito, Santa Lucía y otros lugares cercanos. El alzamiento del 24 de febrero tuvo inmediata repercusión en la localidad, donde fue secundado por acciones similares en ese día y en los posteriores por los miembros de la Junta Revolucionaria holguinera en Santa Lucía, Fray Benito, Aguada la Piedra.

Entre los diversos hechos de armas que tuvieron lugar en la localidad durante esa contienda destaca la entrada de Antonio Maceo a Santa Lucía y Fray Benito los días 2 y 3 de junio de 1895 respectivamente, donde se les incorporó un nutrido grupo de hombres dispuestos a luchar por la independencia de la patria.

El transcurso de esta contienda estuvo matizado por un sinnúmero de pequeñas acciones bélicas protagonizadas por destacamentos mambises en el territorio como las desarrolladas el 13 de septiembre de 1896 por el coronel Tomás Salazar, quien, con fuerzas de infantería y caballería, operó sobre Potrerillo, Guabajaney y Embarcadero de Vita, donde quemó varias casas y destruyó la línea telegráfica de Fray Benito. En ese mismo día el teniente coronel Teófilo Martínez del regimiento Loño sostuvo un encuentro de una hora de duración en Corralito contra una tropa española de 600 hombres que se dirigían a El Rabón.

A fines de mayo de 1898 los españoles se preparaban para evacuar las guarniciones de Fray Benito y otros poblados de la zona. El 25 de mayo, el soldado español José Mouré Saco estaba en Fray Benito y anotó en su Diario:

«Por la tarde y aún bajo la lluvia una partida enemiga se acercó al pueblo rompiendo fuego sobre él a pesar de que estaba fortificado. (…) Este duró a lo sumo quince minutos, pues los rebeldes se retiraron lo más pronto y mejor que les fue posible. Resultaron en esta refriega muertos un capitán y un soldado y dos más heridos de los nuestros […]»

En julio de 1898 el mando español completó la evacuación de las guarniciones del ejército regular que protegían los poblados de la zona para concentrar sus efectivos en Holguín, no obstante, dejaron armas a los paisanos de Fray Benito: para que formasen núcleo y se defendieran si querían. En carta fechada en Gibara el 3 de agosto de 1898 Calixto García le comunicó a Estrada Palma que Fray Benito y Jururú estaban guarnecidas por tropas del Ejército Libertador. El 24 de julio de 1898 los españoles evacuaron la villa de Gibara y los poblados situados entre ésta y Holguín, los que fueron inmediatamente ocupados por tropas mambisas. El 29 de julio, Calixto García, acampado en Cacocum, se enteró de esta situación y en la madrugada del día siguiente marchó hacia Gibara. En el recorrido hizo alto al mediodía del 30 en el ingenio La Caridad para almorzar.

En 1899 se realizó un censo de población. Para esta fecha el número de habitantes del área que había ocupado la antigua capitanía pedánea de Fray Benito ascendía a 12 969 personas y se comportaba por barrios de la forma siguiente: Bariay, 1947; Fray Benito, 2663; Potrerillo, 920; Corralito, 1026; La Palma, 2101; Santa Lucía, 3 436 y Santa Rosalía, 876.

República Neocolonial

La historia de la localidad durante el siglo XX está estrechamente ligada a la del central azucarero Santa Lucía. Los propietarios de la fábrica de azúcar operaron con mano de hierro al ingenio y sus tierras aledañas hasta 1959. La compañía Santa Lucía controlaba el comercio en el radio de acción de sus grandes fincas y el batey. Al respecto el historiador Manuel Moreno Fraginals expresó:

«Algunos grandes centrales como el Santa Lucía de la región de Gibara en el oriente de la Isla llegaron a dominar la economía de todos los pueblos cercanos. Este central, uno de los mayores del mundo a finales del siglo XIX, tenía como negocios marginales 5 grandes tiendas mixtas, 7 expendios de víveres, los mayores de la región, 1 zapatería, 1 alambique, 3 barberías, 1 farmacia, 9 cantinas, 1 colegio, 1 confitería, 2 fondas, 3 panaderías, 3 herrerías, 3 panaderías, 3 tiendas de ropas, 2 sastrerías y 1 talabartería. En todos ellos se negociaba casi exclusivamente con los bellísimos tokens de níquel impresos por el central con el nombre comercial de Sucesión de Rafael L. Sánchez.»

En 1911 y también en otros momentos de la primera mitad del siglo XX se realizaron mejoras tecnológicas en el ingenio. En 1912, durante el alzamiento de los miembros del partido Independientes de Color, conocida como Guerrita de los Negros, en Santa Lucía y Fray Benito, algunos guardias rurales y guardajurados se extralimitaron reprimiendo a miembros de varias familias negras y mestizas, a pesar de que estos se habían mantenido pacíficos en sus casas. En esas circunstancias un guardajurado de la compañía asesinó al obrero negro del central, Miguel Ángel Díaz. En 1913 el ingenio logró producir 257 170 sacos de azúcar de 325 libras y su promedio diario de molida alcanzaba las 121 000 arrobas. En 1920 la compañía Santa Lucía disponía de 112 kilómetros de ferrocarriles, y:

« […] ya en 1925 las vías férreas del Ingenio se extendían a 160 km. Estas eran de vía estrecha de 30 pulgadas de ancho y sus carriles de 45 o 60 libras. El material rodante se componía de 12 locomotoras: nueve grandes y tres pequeñas, 549 carros para caña, 48 casillas para azúcar y mercancías, 14 carros tanque para mieles y petróleo, y seis carros para pasajeros. »

Huelgas

En Santa Lucía el primer intento de huelga de los obreros se produjo en 1917 sin alcanzar el éxito. Aquel movimiento perseguía mejoras económicas, pero la compañía dueña del ingenio logró hacerlo fracasar, y expulsó a los huelguistas de sus empleos. En 1924 se constituyó un gremio obrero al que se unieron muchos trabajadores de la Compañía. {

{Sistema:Cita|«El 6 de mayo de 1925 el gremio presentó sus demandas a la administración. Pedían jornada de ocho horas; vivienda, luz y agua gratis para los obreros; prohibición del desalojo tanto para obreros industriales como agrícolas; aumento de un 20 por ciento en los salarios; abolición del control del comercio por la Compañía y atención gratuita a los obreros en el hospital.»}}

Luego de demorar la respuesta varios días, el administrador comunicó que la Compañía no accedía a las demandas obreras. La empresa despidió cuatro trabajadores conjuntamente con el secretario general del gremio Manuel Garrido. Dos de ellos fueron encarcelados. Esto determinó al comienzo de la huelga.

El miércoles 27 de mayo a las once de la mañana se decretó la huelga general. No solo los obreros industriales, sino también los empleados de oficinas, del departamento comercial, maquinistas y motoristas dejaron sus faenas. En los campos había mucha caña cortada y en los chuchos unos doscientos carros cargados, pues el sector agrícola no respondió a la huelga del ingenio. Aunque el paro se sostuvo por varios días, no logró sus objetivos. La Compañía se valió en esta ocasión de rompehuelgas y de la Guardia Rural para enfrentar a los obreros. Hubo una fuerte represión y obligaron a varias decenas de familias a abandonar la zona. Aunque el movimiento huelguístico fracasó, sirvió de escuela política a los trabajadores. Una de las causas de su fracaso fue la no participación de los obreros agrícolas.

En 1933 en Santa Lucía se mantenía la misma situación de represión hacia los trabajadores que en los días de Machado. El movimiento obrero era fuerte en esa época en otros ingenios orientales y convocó una reunión en Tacajó con los dirigentes de los centrales de la zona. Allí se acordó invadir el ingenio Santa Lucía en los primeros días de septiembre de ese año. La marcha invasora, compuesta de dos columnas, partiría desde, Tacajó y Báguano simultáneamente. Ambos grupos coincidirían frente a Santa Lucía.

Ursinio Rojas, rememorando estos hechos escribió:

«Al entrar al central arrancamos una cadena que cerraba la entrada y salida al batey desde la época de la colonia y quemamos la caseta de los guardajurados. Por la tarde se celebró la asamblea a la que asistieron miles de trabajadores del Santa Lucía y sus colonias. Allí se acordó la huelga, eligió el comité de huelga y desde aquel momento se nombró a un dirigente de nuestro Buró Regional, para ayudar a los compañeros.»

Según testimonios del joven comunista de la época Enrique Camacho Aguilera:

«La organización que se formó aquí era un soviet. Todo quedó en manos de los trabajadores, hasta el ejército se nos unió y durante esos días nosotros éramos los que mandábamos aquí, pues la administración no podía hacer nada sin contar con nosotros. Nuestra consigna era: Viva la alianza de obreros, campesinos y soldados

La huelga obrera triunfó y tuvo lugar una gran manifestación

«encabezada por un soldado, un obrero y un campesino con una gran bandera roja .Se realizaron actos y mítines, donde se corearon consignas revolucionarias y se cantó la Internacional»

Pero la reacción encabezada por Batista desde la jefatura del ejército no se hizo esperar. Se inició una etapa de represiones contra los obreros que incluía métodos en extremo violentos. La guardia rural empleó frecuentemente los golpes de plan de machete. El día 17 de diciembre de 1933, en el momento en que se desarrollaba una asamblea sindical:

«[…] llegó procedente de Holguín un camión con un pelotón de soldados, al frente de los cuales venía el teniente Iglesias con órdenes precisas de destruir el sindicato y hacer prisioneros a los dirigentes del movimiento comunista y obrero.»

De esta forma el movimiento fue desarticulado. La represión se enseñoreó en Santa Lucía. Del batey expulsaron 51 familias con un total de 303 personas, redujeron en un 10 % los sueldos de los trabajadores. Muchos obreros tuvieron que irse a otros lugares, pues eran perseguidos y la vida se les hacía imposible.

Durante años los obreros del Central Santa Lucía lucharon por el reconocimiento del sindicato de trabajadores. Según Andrés Avelino Pascual Mariño, esto se produjo en 1942. El 16 de mayo de ese año la organización sindical se inscribió oficialmente ante las autoridades gubernamentales y a los directivos de la compañía no le quedó otro remedio que aceptar los nuevos tiempos y reconocer la personalidad jurídica de la asociación obrera. Al firmarse el primer convenio colectivo de trabajo el Sindicato logró que la Compañía aceptara una serie de mejoras laborales que estipulaban las leyes, tales como jornada laboral de 8 horas, vacaciones pagadas, etc. La Compañía se comprometió también a mantener permanentemente un médico en el batey para la atención a los trabajadores y a no interferir en las reuniones que el sindicato realizara acogiéndose a las leyes. Arrancar todas estas concesiones no fue tarea fácil, pero los obreros no cejaron en su empeño hasta ver coronado su esfuerzo con el éxito. Aunque el sindicato también se estableció en el área agrícola, siempre resultó más difícil hacer valer los derechos de los obreros en el campo.

Elementos reaccionarios vinculados al mujalismo asaltaron el sindicato azucarero en 1949 desencadenándose un período de luchas incesantes, atropellos, pérdidas de conquistas y difíciles situaciones.

Lucha Insurreccional

En el batey del central los trabajadores movidos por sus dirigentes se opusieron al golpe de estado de Batista en 1952, pero el ejército reforzó el cuartel y logró controlar la situación. A la dictadura se enfrentó la Generación del Centenario. Entre éstos destacó el joven Rafael Freyre Torres, nacido en Santa Lucía, quien participó en el ataque al cuartel Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo

En el año 1957 se fundaron las primeras células del Movimiento 26 de Julio en este territorio. Oscar Lucero, jefe de la lucha clandestina en Holguín, hizo contacto en Fray Benito con Julio Almaguer, y constituyó células del Movimiento en La Ceja, La Cejita de Melones, Aletón y otros lugares. La lucha tomó auge a fines de 1957 y principios de 1958. A partir del mes de octubre de 1958 la juventud más apta del territorio y los miembros de las asociaciones campesinas se fueron incorporando a la Columna 16 como combatientes. El 12 de noviembre de 1958 junto al puente del río Juan Cantares, combatientes de la Columna 14 dirigidos por Raúl Castro Mercader y Lizardo Proenza atacaron a una patrulla de soldados para impedir que siguieran moviéndose libremente en el área. El ejército tuvo un muerto, dos heridos y dos prisioneros. Los rebeldes no tuvieron bajas. A partir de ese momento los guardias de la tiranía no volvieron a entrar a Fray Benito, Potrerillo, Jagüeyes y la zona circundante.

Según Luís Mansferrer Sánchez:

«Finalizando el año 1958 con la caída de la tiranía abandonó el cuartel de la Guardia Rural en un avión militar hacia Holguín el teniente Padrón, quien inutilizó a balazos la planta de radio.»

Casi de inmediato, un grupo de escopeteros rebeldes que operaba entre Santa Lucía y Fray Benito ocupó el cuartel. Andrés Avelino Pascual Mariño precisa la fecha y amplía la información al recoger en sus memorias que:

«Como no podía conservar el central, la guarnición lo evacuó por el aire y el 25 de diciembre fue ocupado por el teniente José González del Río. Acompañaron a Del Río las tropas rebeldes que operaban bajo su mando en la zona de Melones y La Cejita. Llegaron también otros oficiales, el teniente Sedado y Manolito Hidalgo entre los primeros.»

Revolución en el Poder

El triunfo de la Revolución fue recibido con mucho entusiasmo en la localidad, como en toda Cuba. Pronto se aplicaron medidas que bonificaron a la mayoría de la población, como la Primera Ley de Reforma Agraria, que entregó la tierra a quienes la trabajaban. El 1 de abril de 1960 los latifundios de La Santa Lucía Co, pasaron a ser cooperativas. Las grandes posesiones territoriales de los propietarios de esta Compañía Azucarera ascendían a más de 3 000 caballerías.

El 13 de octubre de 1960, el central Santa Lucía pasó a manos del Estado. Ese mismo día se le cambió el nombre por el de Rafael Freyre Torres.

Entre 1959 y 1960 se crearon las condiciones para eliminar el analfabetismo. En el área de Santa Lucía y Fray Benito, vivían entonces 19 300 personas, de las cuales 3190 no sabían leer ni escribir, lo que representaba el 16,52 % del total de habitantes. Este problema se erradicó en 1961, con la Campaña de Alfabetización.

Las playas se abrieron para que pudiera disfrutar de ellas todo el pueblo. Fue el Comandante Eddy Suñol, quien derribó las cercas de Pesquero Nuevo, para permitir a partir de ese momento el libre paso a la misma.

Luego de una serie de mejoras tecnológicas introducidas en el ingenio Rafael Freyre se dio inició a la mayor zafra de su historia: la de 1970. Tanto los obreros agrícolas, como los industriales desarrollaron meritorios esfuerzos para lograr el cumplimiento de los planes de producción previstos, y la eficiencia desarrollada en ese sentido llevó a esta industria a ganarse el reconocimiento de Central Reloj. El ingenio produjo en ese año 84 032 toneladas métricas de azúcar. El 28 de enero de 1970, el comandante Fidel Castro visitó el central Rafael Freyre. Allí:

«conversó con los trabajadores de la industria y les habló de la zafra. El pueblo se movilizó rápidamente con un gran entusiasmo y le hizo planteamientos revolucionarios.»

Desarrollo social 1961–1975

Al concluir la campaña de alfabetización, se abrieron aulas para obreros, campesinos y población en general, dentro de un sistema de educación de adultos que posibilitaba la adquisición de nuevos conocimientos a los alfabetizados. También se construyeron nuevos centros docentes para la enseñanza general y se prepararon Maestros Populares y Primarios. En 1961 se construyó el Complejo Deportivo de Santa Lucía y en 1963, el antiguo cuartel de la tiranía pasó a ser la sede de la Dirección Municipal de Educación, más tarde en 1967, se ubicó allí la primera Escuela Secundaria Básica del municipio con una matrícula de 197 alumnos. El 3 de septiembre de 1974 se inauguró el politécnico Manuel Rojo.

El desarrollo de la salud pública fue impetuoso. Se obtuvieron logros significativos en las campañas de vacunación contra enfermedades que aquejaban a la población infantil. Se hicieron intensas campañas de divulgación sanitaria, especialmente para combatir las enfermedades gastrointestinales y el parasitismo intestinal, lo que redundó en la reducción de la mortalidad infantil y en la mejora de la calidad de vida de las personas. Se construyó el hospital Dr. Mario Muñoz Monroy, inaugurado el 3 de junio de 1974, una magnífica instalación de servicios médicos situada en el pueblo de Santa Lucía.

Andrés Avelino Pascual Mariño, historiador y cronista de la región, dejó testimonio de los avances que había alcanzado Santa Lucía en el período, cuando la visitó en 1978, tras una ausencia de varios años. Destacó entonces las obras realizadas en el pueblo tras el triunfo revolucionario. Entre ellas: el nuevo hospital, dotado de modernos equipos médicos y con un centenar de camas; el Instituto Politécnico y la Escuela Secundaria Básica. Recorrió las calles y percibió que la mayoría estaban asfaltadas, lo que contrastó con los lodazales frecuentes en las mismas en tiempos anteriores. Distinguió el amplio campo deportivo de nueva creación, el cabaret, el uso de teléfonos de larga distancia, antes inexistentes. Apreció también la construcción de la Terminal de ómnibus y una cremería. Se detuvo ante las obras en construcción del nuevo cine y de algunos edificios multifamiliares. Subrayó su llegada al pueblo por la vía de Floro PérezFray Benito, perfectamente transitable, así como la excelente carretera de Holguín a Guardalavaca que pasa junto al pueblo santaluceño. No escaparon a su atención nuevas tiendas y muchos pequeños detalles que mejoraban la imagen del pueblo que el guardaba desde veinte años atrás.

Cuatro combatientes del municipio participaron en la derrota imperialista en Playa Girón, donde cayó [[Wilfredo Betancourt Arias. También en la Limpia del Escambray estuvieron presentes 98 combatientes del municipio y cayó en combate allí Carlos Noris Noris.

Los órganos locales del Poder Popular

El territorio del actual municipio fue determinado en 1976 y se integró con los antiguos barrios de Fray Benito, Potrerillo, Bariay, Palmita y Rabón, que pertenecieron anteriormente al ayuntamiento de Gibara; y Corralito, La Palma y Melones, que pertenecieron a Holguín. En julio de 1976 se aprobó la Ley de la nueva División Político-administrativa, por la cual Holguín pasó a ser una de las 14 provincias del país y Rafael Freyre uno de los catorce municipios que conformarían la provincia holguinera.

Después de elegirse los delegados por circunscripción, se constituyeron en todo el país, el 31 de octubre de 1976 las Asambleas Municipales del Poder Popular. En Rafael Freyre la primera Asamblea quedó compuesta por 58 delegados de base en representación de igual número de circunscripciones.

A partir de 1986, se diseñó un Plan de Desarrollo Económico que benefició al municipio, dirigido a obras hidráulicas cañeras y otros programas, como la producción de granos, hortalizas, carne de ave y leche. Fue importante la ejecución del proyecto turístico Atlántico Norte

Si bien el inicio del siglo XXI trajo para el territorio municipal cambios en el nivel de vida, su economía cambió radicalmente. Con el redimensionamiento y adecuación de la industria azucarera nacional, el Central Rafael Freyre se desactivó definitivamente el 4 de junio de 2002. Se aplicó entonces la tarea Álvaro Reynoso, para mitigar el impacto, cientos de obreros del azúcar redimensionaron su labor, hacia otras esferas productivas. El turismo y la actividad agropecuaria pasaron a ser sus rubros fundamentales, los servicios turísticos en primer lugar, gracias a la existencia de una faja costera con magníficas playas, como Pesquero, Estero Ciego, Don Lino, Playa Blanca, Playa Esmeralda, la bahía de Naranjo. También las alturas de Maniabón, recobran el interés turístico, en particular La Silla de Gibara, donde existe una base de campismo.

El complejo turístico Rafael Freyre, despega su desarrollo en 1990 y diez años después contaba con 6 hoteles que disponían en total de 3084 habitaciones. Además, la Villa Don Lino, el acuario de la bahía de Naranjo, el bioparque y la Marina Gaviota Internacional. El 21 de enero de 2001, el Comandante en Jefe Fidel Castro inauguró el Hotel 5 Estrellas en Playa Pesquero, el más grande del país, hasta esos momentos. El desarrollo del turismo generó miles de empleos, el mejoramiento de los viales y el transporte y la construcción de viviendas en asentamientos como Melilla, Aguada la Piedra y Yuruguanal.

El huracán Ike, que pasó por el territorio el 8 de septiembre del 2008, ocasionó grandes daños en el municipio. El impacto de los vientos fue demoledor sobre muchas edificaciones. El esfuerzo de la población y las autoridades del municipio, la asignación de recursos por el estado y la ayuda solidaria recibida desde otros lugares del país, permitieron un rápido inicio de la recuperación de la economía local, aunque la tarea ha sido titánica, sobre todo en las viviendas.

Fuentes

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Documentos

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  • A.N.C. Fondo Reales Órdenes y Cédulas. No.436 y
  • Archivo Parroquial de Santa Florentina de Fray Benito
  • Archivo del Museo Provincial “La Periquera”, de Holguín. Fondo Guerra del 68. Doc 387-389.
  • Archivo del Museo de Historia de Gibara. Miscelánea. Documento sin clasificar.
  • Archivo Provincial de Historia, Holguín. “Apuntes sobre el central Rafael Freyre. Inédito.
  • Archivo Provincial de Historia, Holguín. Trabajo Investigativo: Historia del Municipio “Rafael Freyre.
  • Archivo de la Comisión de Historia del PCC. Municipio Rafael Freyre. Trabajo Investigativo Historia del Municipio “Rafael Freyre”. Código 7.4.4.17 a y c , Año 1990. Nº de orden 80-1 (Consultado en 1993): Relación de sitios arqueológicos aborígenes del municipio Rafael Freyre.
  • Inventario de sitios arqueológicos del municipio “Rafael Freyre”. Dirección de Provincial de Patrimonio Cultural de Holguín. Ministerio de Cultura.

Publicaciones periódicas

  • Semanario La Idea, Fray Benito, 26 de marzo de 1922.
  • Diário de la Marina: La Habana, martes 15 de abril de 1873 p 3.
  • Periódico El Porvenir, Gibara, 31 de agosto de 1879. Colección del Museo Municipal de Gibara.
  • Periódico El Triunfo. La Habana octubre 23 de 1879. Página 2. (Colección de la BNJM).
  • Periódico Surco. (Holguín) 7 de enero de 1961, p. 1-3.
  • Entrevistas realizadas en Iberia en 1968 a Pedro Pérez Guerrero, Evaristo González Guerrero y Ramón Pérez Cuenca, cuyos padres y abuelos vivieron en la zona durante la Guerra de los Diez Años. Archivo de los autores. Entrevista a Domitila Teruel, realizada en 1982.