Homiléctica

Homiléctica
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Concepto:Homilética es el estudio de la composición y la entrega de un sermón o discurso religioso, en el que se usan todas las formas de predicación, el sermón, homilía y catequesis instrucción.

Homilética (Gr. homiletikos, de homilos, juntos a reunirse) es, en la teología, la aplicación de los principios generales de la retórica específicamente en la predicación pública.

Recorrido histórico

La predicación es uno de los puntos centrales del cristianismo, constituye uno de los énfasis del evangelio.

Somos embajadores de la Palabra de Dios. Nuestro más claro ejemplo se remonta a Jesús, como el predicador itinerante por excelencia. Tras su muerte y su resurrección, en Pentecostés comenzará lo que constituyó la prioridad en la vida y ministerio de los apóstoles, llevar el evangelio a las naciones.

Pablo fue un ejemplo de una vida dedicada a llevar el mensaje del evangelio con pasión.

Los primeros padres de la iglesia también compartieron esta tarea junto a obispos, diáconos maestros,…entre ellos, Justino Mártir en el s.II con sus escritos apologéticos, también Tertuliano y el padre griego Ireneo, Obispo de Lyon.

Después del concilio de Nicea, en el siglo IV uno de los más relevantes fue Juan Crisóstomo en Oriente, que defendía la enseñanza de la Palabra de Dios como la única medicina que podía curar y ayudar al hombre, y Agustín en Occidente.

En le s.IX se le dio otro impulso a la predicación gracias a las Ordenes mendicantes, con frailes y predicadores como Francisco y Domingo.

Tras ellos y como precursor de la reforma John Wycliffe resurge con un nuevo énfasis en la Biblia como única autoridad de fe y conducta, a este se le unió el humanista Erasmo cuyas afirmaciones fueron respaldadas por Lutero el gran predicador y ejecutor de la Reforma Protestante.

Calvino fue otro de los reformadores importantes en la zona continental. Esta línea continuó con los puritanos y evangélicos. Entre los puritanos se destaca Baxter que comenzó a discipular familias y a predicar desde el púlpito.

A este le siguió unos años después Cotton Mather, y más tarde John Wesley. Otro predicador reconocido de la época fueron Whitefield y Charles Simeon. Durante el s.XIX aparecierion predicadores como Robertson y Spurgeon que defendieron el lugar preminente del púlpito.

Nuestro siglo comenzó concediendo relevancia a la predicación pero con el estallido de la Primera Guerra Mundial el panorama general se vio ensombrecido, aunque teólogos como Kart Barth dieron un nuevo aire de realidad y relevancia a la Palabra. Bonhoeffer fue otro de los teólogos que enfatizaron sobre la predicación.

Después de la Segunda Guerra Mundial, y a partir de las décadas de los 60-70-80 cada vez más el escepticismo fue ganando terreno y la predicación fue quedándose en algo obsoleto de extraño lenguaje. A pesar de todos los episodios de ataques, críticas, y censuras a la predicación de la Palabra a lo largo de dos mil años de historia, hemos visto como se ha mantenido en pie, como han surgido personas que han aportado nuevos impulsos a esta importante tarea. Es bueno mirar al pasado para ayudarnos a evaluar nuestro presente para poder modificar y mejorar nuestro mañana.

Fundamentos Teológicos en la homilética

Una verdadera predicación es aquella fundamentada en una correcta teología, la metodología debe ser el segundo paso pero nunca puede sustituir al primero, este capítulo nos da cinco motivos.

Convicción acerca de Dios.

Su presencia real como la luz que ilumina a toda persona en todo lugar, como aquel que dio el primer paso de reconciliación y como aquel que habla y se revela al hombre.

Convicción acerca de las Escrituras.

La Biblia es la Palabra de Dios escrita, mediante la cual Diso sigue comunicándose y hablando a su pueblo hoy. Las Escrituras tienen poder de transformar y salvar vidas, la Palabra de Dios sigue impactando en el que la escucha.

Convicción acerca de la Iglesia.

Existe una relación de dependencia directa entre la iglesia (como creación de Dios) y la Palabra misma de Dios. La vida de la Iglesia, su avivamiento esta ligado completamente a la vida de la Palabra de Dios en ella, a un avivamiento de la predicación.

Convicción de la labor pastoral.

Es tarea del pastor alimentar al rebaño. El ministro o pastor tiene la tarea de enseñar, es por tanto básicamente maestro en la iglesia. Este anuncio de la Palabra se lleva a cabo de distintas formas.

Convicción acerca de la predicación.

Al leer la Palabra de Dios y exponerla para dar claridad a lo que parece oscuro, ayudamos a entender para que el mensaje de Dios adquiera sentido real al que lo escucha. Este es el mensaje expositivo que nos propone este capítulo para la predicación.

Hablar con fidelidad e integridad de lo que dice textualmente Dios e vitando mis propios argumentos sobre las cosas.

Si tenemos estas convicciones claras será posible recuperar la pasión por la tarea de exponer y anunciar la Palabra de Dios. La Homilética y el arte de comunicar

La predicación va más allá de la mera exposición de las Escrituras.

Intenta ofrecer una aplicación actual al hombre y a la mujer de hoy. Busca establecer puentes de comunicación. Los dos mil años de distancia entre el texto Bíblico y nosotros como lectores hoy forman un verdadero abismo cultural. Por ello es importante exponer y aplicar lo expuesto.

Debemos evitar caer en ser demasiados conservadores, debemos ser contemporáneos a la vez que fieles a las verdades Bíblicas para no caer en el liberalismo extremo. Para integrar lo Bíblico con lo contemporáneo debemos sumergirnos en el mundo de hace dos mil años, para poder dialogar con él, y realizar una exégesis acertada.

Al predicar nos movemos en unos precedentes históricos y Bíblicos, para llegar a una realidad ultramoderna de hoy.

En Cristo tenemos una muestra de plenitud. La predicación sobre Jesús sigue siendo atractiva, impactante y transformadora. Cristo irrumpe en la historia antigua, nació, vivió y murio, sin embargo es contemporáneo porque ha día de hoy sigue vivo, dando sentido a nuestra fe y esperanza.

En nuestra predicación sobre temas éticos, tanto personales como familiares o de la comunidad cristiana (la iglesia) es importante establecer como punto de inflexión unas máximas dadas por Jesús y no todo un sistema legalista de mínimas. Tampoco deberíamos olvidar abordar temas sociales y políticos que nos atañen a todos y que están presentes en nuestro día a día.

Debemos capacitar y preparar a las personas a poder enfrentarse a toda esta infinidad de cuestiones de carácter sumamente cotidiano e importante y muchas veces por ello controvertido. Desde el púlpito al exponer y aplicar lo que la Palabra de Dios dice (no mis propias opiniones), se busca capacitar a las personas dándole herramientas basadas en verdades bíblicas para que por medio de un análisis crítico cada uno pueda llegar a sus propias conclusiones desde una mente abierta y a su vez madura en el conocimiento real de Cristo frente a un mundo que trata de manipular nuestra voluntad y llevar al límite nuestras creencias y argumentos.

La integridad ante la Palabra de Dios nos debe llevar a examinar nuestra realidad hoy por compleja que parezca a veces buscando formar en la iglesia hombres y mujeres que conocen e intentan vivir diariamente en nuestro mundo real pero bajo las enseñanzas del Maestro, bajo los valores del reino de Dios.

Ya sea que nos retiremos del mundo y nos aferremos a la Biblia (lo cual es un escapismo) o bien dejemos la Biblia y abracemos el mundo (un conformismo), sería fatal para nuestro ministerio de la predicación. (frase extraida del libro de J.Sttot, La predicación puente entre dos mundos, página 173).

La Homilética exige preparación y conocimiento

La construcción de puentes entre estos dos mundos nos lleva sin duda a la necesidad de explorar ambas realidades. El estudio serio de las Escrituras es la herramienta más valiosa e imprescindible que tenemos a la hora de explorar nuestra realidad espiritual.

Este estudio de la Biblia tiene muchos matices, en este capítulo se señalan 3 aspectos importantes a tener en cuenta: debe ser un estudio completo, abierto y expectante.

En cuanto a nuestro estudio contemporáneo de los avances y realidades que se viven a nuestro alrededor es vital a la hora de comprender la realidad a la que nos enfrentamos diariamente, además significa dar vida, actualidad, relevancia práctica e impacto a nuestra predicación. Penetrar en el mundo real y cotidiano de las personas que forman nuestro auditorio debe ser una tarea imprescindible.

Para que este cóctel de estudio y exégesis Bíblica, unido al acercamiento y comprensión de la literatura actual, TV, …que influye diariamente en la vida de aquellos a los que vamos a exponer el mensaje de Dios, sea factible y de calidad, se nos aconseja desarrollar hábitos de estudio concretos a seguir, a la vez que nos advierte de algunos obstáculos que pueden surgir en el marco de nuestro estudio.

Existen barreras al estudio como la falta de tiempo debido a una excesiva carga de trabajo, bien por falta de apoyo o por no delegar en otros. También la pereza puede convertirse en un gran enemigo del estudio serio.

Es importante por tanto buscar y apartar ese tiempo para la lectura, la reflexión, la discusión en grupos de estudio, que nos ayude a ofrecer una predicación fresca, dinámica, actual, relevante y fiel a las verdades Bíblicas.

Cómo preparar una predicación

Existen distintos métodos a la hora de preparar un sermón, la exposición de la Palabra puede estructurarse siguiendo diferentes opciones, lo realmente importante es que toda predicación debe constar de un preparación previa.

De una u otra forma señalar la conveniencia de pasar por 6 puntos en la preparación del mensaje a exponer.

1. Escoger el texto. Siguiendo el calendario anual litúrgico se nos proponen distintos temas y textos relacionados. Según factores externos como acontecimientos sociales del momento, noticias de actualidad, temas de discusión popular,…

También podemos guiarnos por factores pastorales, haciendo frente a las necesidades que se identifican en la vida de la iglesia. Otro factor sería el personal, aquellas enseñanzas que nos hemos aplicado personalmente y que estamos viviendo.

2. Meditar al respecto. Sumergirnos en la reflexión y maduración de las ideas que nos evoca el texto escogido.

Profundizar en su significado en el pasado y su mensaje para hoy.

¿Qué significó para el redactor del texto? ¿y para los lectores contemporáneos? ¿qué dice?

¿Cuál es su mensaje para hoy?

Anotando todas las ideas extraídas de la meditación mediante la oración y estudio del texto.

3. Determinar la idea central. Continuar meditando para discriminar cual es el énfasis, el tema principal, la idea central.

Es conveniente que la predicación tenga un solo objetivo.

4. Distribuir el material de modo que refuerce la idea principal. Dar forma a todas las ideas recogidas para que el resto de detalles que ofrezcamos en la predicación, ayuden a fijar esta idea principal.

Existen distintas formas de establecer el esqueleto o estructura .

También es vital el uso que hagamos del vocabulario. Las palabras deben aportar simplicidad y claridad al mensaje, siendo sinceras, y sin exageraciones. Será útil usar ilustraciones.

5. Agregar la introducción y la conclusión. Anunciar lo que se va a exponer de forma que captemos el interés del auditorio y recapitular lo expuesto incluyendo aplicación y persuasión que interpele y exija respuesta, cambio y renovación real.

6. Redactar el mensaje y orar al respecto. Para no caer en una improvisación excesiva es importante poner por escrito el mensaje, pero evitando caer en una lectura palabra por palabra. La oración debe estar presente

Modelo de predicador

Tanto el predicador como la predicación deben sujetarse a un modelo de sinceridad y seriedad.

En la predicación no solo es importante lo que se dice con palabras y el como se expone el mensaje, sino que hay una parte del sermón que se predica antes de comenzar a hablar y es como hemos comentado en clase la propia vida del que habla.

No solo predicamos con palabras sino que nuestra vida habla, y de esa parte ya predicada antes de comenzar nuestro sermón, lo que somos, es sobre lo que nos hace reflexionar este capítulo.

En concreto trata dos aspectos vitales que conforman la persona del predicador, la sinceridad y la seriedad.

Pero no como cosas que puedan añadirse de forma artificial al currículo del predicador sino que son características que surgen de la misma esencia de lo que somos, y que por tanto condicionan y afectan a lo que decimos, hacemos y transmitimos.

No hay cosa peor y que se critique más en los evangelios que la hipocresía. La sinceridad de un predicador consta de dos aspectos: habla en serio al estar en el púlpito y practica lo que dice cuando no está allí.

Ser auténticos y transparentes con nosotros mismos, con Dios y con nuestros hermanos es vital a la hora de evitar caer en una vida, un ministerio o una predicación que se reduzca a la mera interpretación de un papel o una caricatura.

La seriedad va un paso más allá que la sinceridad. Es un nivel todavía más profundo que afecta a nuestros sentimientos. Que nos lleva a expresarnos según nuestro temperamento con una mayor o menor intensidad, poniendo al descubierto que lo que decimos nos afecta hasta llegar a lo más íntimo de nuestro corazón.

Concediéndole a las palabras un valor de solemnidad, y emotividad que les aporte trascendencia.

La pasión al tratar temas serios desde el púlpito no está reñida necesariamente con el humor. El humor puede tener cabida en el mensaje, hay un tiempo para todo pero debemos ser cuidadosos en no caer en el sarcasmo o la frivolidad.

En cuanto a la duración de la predicación. Hay multitud de opiniones y costumbres dependiendo de la cultura, el nivel de madurez del auditorio, la ocasión y tema a tratar, etc por ello es importante saber a que auditorio nos dirigimos y sobre todo que nuestra predicación no sea pesada, que siempre deje la sensación del que escucha de querer oír más.

Bibliografía

R.W. Stott, John "La predicación: Puente entre dos mundos." Libros desafío, Grand Rapids, 2000, Michigan

Fuentes