Huelga azucarera de 1955

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Huelga azucarera de 1955
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El pueblo en la calle principal Los Palos el día de la huelga
Fecha:25 de diciembre de 1955
Lugar:Nueva Paz, Matanzas, Cuba
Descripción:
El acuerdo de la dirección sindical ponía la fecha tope del 24 de diciembre para el pago del diferencial azucarero.
Consecuencias:
Asesinato de Berardo Carrera Ledesma
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba
Organizaciones involucradas:
Partido Ortodoxo, Partido Socialista Popular.

Huelga azucarera de 1955. El acuerdo de la dirección sindical ponía la fecha tope del 24 de diciembre para el pago del diferencial azucarero. El plazo se cumplió pero los patronos hicieron caso omiso al ultimátum obrero. El 25 de diciembre de 1955, amaneció con plena paralización de los 24 centrales existentes en la provincia y los cortes detenidos. En Cárdenas, la Empresa Arrechabala y los obreros fueron a la huelga y en la ciudad ocurrieron disturbios y confrontaciones sobre todo de los estudiantes con la policía. En muchos centrales azucareros se detuvo a dirigentes azucareros en un intento por sofocar el movimiento. Pero todo fue en vano, poco a poco el paro se fue radicalizando. Una situación similar se presentó en Las Villas.

Antecedentes

Poco después de la violencia en Cárdenas, Colón se vio como escenario de hechos notables en apoyo a la huelga. Extensos campos de caña de azúcar sufrieron de la candela y se interrumpió el tránsito por la Carretera Central. Grupos de enardecidos huelguistas y estudiantes apedrearon vidrieras y el transporte público, y lanzaron objetos para paralizar la vida citadina.

Hasta en los más pequeños poblados la protesta se generalizó. En Limonar tomaron la Iglesia y en Unión de Reyes la antigua fundación Perret (hoy 1ro. de Mayo) se unió a la protesta.

La situación se fue agravando cuando otros sectores, como el henequenero, se unieron y el estudiantado se fue radicalizando. El gobierno de Batista se asustó. Sus cimentos se iban estremeciendo paulatinamente. Se corría el peligro de una huelga nacional general y para conjurar el peligro se ordenó pagar parcialmente el diferencial y, a pesar del criterio de continuar y profundizar las peticiones, cesó el movimiento huelguístico.

La historia reconoce esta huelga como la más poderosa organizada en esos años porque puso en peligro la estabilidad del régimen batistiano y demostró las posibilidades políticas del movimiento obrero y sus aliados.

Huelga azucarera de 1955 en Nueva Paz

Desde los primeros momentos en que comenzó a desarrollarse la huelga por el diferencial azucarero en Cuba, los obreros agrícolas y diferentes sectores público del pueblo de nueva paz se mantienen al tanto de los acontecimientos mediante la prensa y la radio que, aunque de forma mediatizada por la presión del gobierno, propagaban los hechos. Como sucedió en otros lugares, la oposición se apoyó en la demanda obrera para mover las masas y tratar de asestar un golpe al régimen de Batista. El primer paso sólido fue la constitución de una comisión para organizar y dirigir el movimiento, la cual estaba formada por individuos de diferentes tendencias políticas entre los que se encontraba: Manuel González Núñez, quien era su presidente y además miembro del PSP; Manuel Núñez Gobea, miembro del PSP; Samuel Molina Jiménez, auténtico; Miguel Antón Armas, ortodoxo; Ramón Morales, auténtico; Tito Nieves, auténtico; Sergio Antón Armas ortodoxo; José A. Hernández, PSP y Manuel González, ortodoxo.

Este grupo quedó formalmente constituido el 27 de diciembre de 1955 y se escogió como punto de reunión, para debatir la estrategia a seguir, y la casa de Ramón Morales, donde se discutió varias veces el asunto de la acción. En el primer contacto valoraron la idea de hacer un movimiento forma simultánea en todo el municipio no quedaría más solidez y fuerza a lo que se gestaba. La independencia del sindicato agrícola de nueva paz, con respecto al sindicato agrícola azucarero de los palos como fue un obstáculo insalvable para establecer la coordinación entre ambos pueblos y hacer realidad los fines perseguidos. En el pueblo de Vegas (Nueva Paz) no se encontró apoyo, por lo que Nueva Paz debía contar sólo con su población, la cual mediante propaganda escrita y de forma verbal, conocería cual iba a ser su papel. En una reunión efectuada el 28 de diciembre, en el mismo lugar que las anteriores, aproximadamente a las 8:00 p.m., se determinó que al día siguiente, o sea el 29, se llevaría a cabo la acción, cuyo objetivo fundamental era la movilización del pueblo.

Los miembros de la comisión se dividieron en dos grupos: uno para avanzar las propagandas y el otro para avisar a los comerciantes del acontecimiento y advertirles que si es si habrían los comercios estos serían cerrados a la fuerza por las masas populares. Estas barreras se realizó por riguroso y dar y orientación escrita de no dejar a ninguno sin avisar. Esa noche Samuel Molina fue sorprendido cuando terminaba de cumplir con el trabajo encomendado y llevado al cuartel donde lo amenazaron para que dijera todo lo que sabía con respecto el movimiento en preparación. Molina mantuvo una actitud firme negando en todo momento saber algo sobre ningún movimiento. A pesar de la inexperiencia del grupo de cabecera del foco huelguístico, quizás por uno de los últimos lugares donde se produjo este tipo de acción, se puede decir que inicialmente en Nueva Paz se alcanzó algún nivel organizativo, esto quedó demostrado primero por el intento de coordinación con los pueblos vecinos y después por la organización de los grupos que tomaron del sindicato.

Acción

Llega el 29 de diciembre, muchos duermen aún en el pueblo cuando, sobre las seis de la mañana, un grupo de hombres penetra en el local del sindicato tomando de inmediato posesión del lugar.

Momentos después aparece una pareja de esbirros y los ocupantes son llevados para la jefatura de policía. Al cabo de unos minutos otro grupo muy similar al primero, penetra en el mismo sitio instalándose y se repite la escena anterior. Como a los cinco minutos otros veinte huelguistas llegan, pero ya son esperados por otra pareja de esbirros, quienes aparentemente distraídos cierran la puerta del sindicato, dando la oportunidad de escapar a los detenidos, pero nadie se mueve, el objetivo es formar el escándalo y formarlo en grande. Una gran cantidad de ciudadanos se lanza a la calle al enterarse de las detenciones y deciden por iniciativa propia tomar la iglesia y mediante toques de campana levantar al pueblo. Los toques de campana unidos a las propagandas repartidas traen como resultado el desborde del pueblo a las calles. Al frente y los alrededores de la iglesia están abarrotados de público. A los detenidos en el sindicato se suma ahora los del campanario, ochenta y cuatro personas están detenidas en la jefatura de policía. Al conocer esta noticia la multitud se enardece aún más. Mientras en la calle se desarrollaron los hechos de las más disímiles formas, en la casa de María Luisa Perdomo se encontraban reunidas un grupo de mujeres del Frente Cívico Martiano, entre ellas Evelia Núñez (presidente). Esta mujer tomó un saco y con presión de labios lo escribo pidiendo la libertad de los detenidos y junto a las demás compañeras sale por la calle Doctor Molins. La llegada de las mujeres a la jefatura causó nerviosismo; los policías trataron por todos los medios de persuadir las para que se retiren del lugar. Al cabo un rato sale el jefe de la policía en persona y trata de persuadir a las manifestantes, pero la respuesta fue la misma. Al fin, después de transcurridas varias horas son puestos en libertad los detenidos. La mujer cubana, fiel a su proyección de lucha, una vez más demostraba su dignidad y patriotismo.

La salida de los detenidos no tranquiliza el ambiente, la gente continúan las calles, los guardias van y vienen de un lado para otro. Varios ciudadanos son atropellados durante los acontecimientos, entre ellos Eduardo Muñiz, Miguel Gobea y Felipe el Mulato. A la altura las cuatro de la tarde la policía y los guardias viendo lo difícil de la situación, deciden engañar a los huelguistas; llaman entonces por teléfono al pueblo de San Nicolás de Bari para buscar a un individuo de oscuros antecedentes, conocido como Pato Macho, quien en esos momentos era el secretario general del sindicato del central Gómez Mena (hoy Héctor Molina). Este hombre respondió al llamado haciéndose acompañar de un oficial de alta graduación y entre ambos convencieron a la gente de que el diferencial se pagaría, pero como condición deben despejar de inmediato las calles e ir tranquilamente para sus casas. Terminaba así un episodio donde se demostró una vez más, la gran fuerza de las masas cuando se lanzan a la lucha. La falta de madurez del momento histórico que vivía el país, unido a la carencia de la debida organización no permitió que se lograran los resultados que exigía la demanda, pero aún quedaban muchos momentos de exaltación y valentía.

Huelga azucarera de 1955 en Los Palos

Inmediatamente que en Los Palos se conoce que en casi todo el país los obreros azucareros estaban librando la huelga por el pago del diferencial; se producen una serie movimientos entre las masas azucareras y las diferentes corrientes políticas, lo cual crea un ambiente propicio para sumarse a la demanda, situación aprovechable para todos los interesados en provocar un hecho de protesta multitudinario. Entre los elementos que abogaban por la huelga se destacaba el citado Comité, el cual con cinco años de constituido, se había visto engrosado por una serie de individuos provenientes del Partido Auténtico, quienes disgustados con el golpe del habían roto con el mujalismo. Este comité y los otros elementos políticos se convirtieron en los principales activistas y propagandísticas de la protesta obrera, organizando y discutiendo en múltiples ocasiones la proyección de los hechos a desarrollar. Desde las primeras horas del 30 diciembre, los individuos más comprometidos se levantaron y salieron a la calle. Lo que hay que hacer estaba definido: dos hacia el sindicato SIDA y a la iglesia, donde no encontrarán obstáculos para entrar gracias a la gestión hecha por uno de los partidarios de la huelga nombrado Pancho Pérez, cuyo resultado fue la llave de la puerta principal de manos del cura. Una vez reunidos en el sindicato alguno de los presentes trataron de presionar a Inocencio Hurtado, quien en esos momentos era el secretario general del sindicato azucarero, para conseguir su apoyo a la huelga; pero todo queda en el intento, debido a la sumisión de este dirigente al traidor de la clase obrera Eusebio Mujal.

Sin esperar más a los huelguistas se encaminó hacia la iglesia. De pronto, rompiendo los primeros claros del día se escuchó un alocado repique de campanas. Un grupo individuos que presumiblemente retrasados, esperaban en el sindicato, corrió hacia el lugar desde donde se escuchaban los toques. También llegaron solícitos los guardias de la tiranía, quienes ordenaron el cese inmediato de los toques, pero las campanas continuaron escuchándose. Se escucharon varios disparos, algunos de los cuales fueron hechos al aire, otros al campanario y otros a Tomás David Rodríguez. El grupo individuos que desde los primeros momentos estaba en el parque, brindada un apoyo decidido a sus compañeros; uno de ellos nombrado Ricardo Borges, saltó sobre un banco y gritó a un puñado de indecisos, situados en la acera del frente, junto a la farmacia de Arista: "avancen, cobardes, no tengan miedo que hay que ayudar a nuestros compañeros". Los indecisos receptivos a las palabras pronunciadas por Ricardo rompieron con el temor y se incorporaron a las disputas con los esbirros. El grupo del sindicato arrastrado por la arenga de Ramiro fue hacia la iglesia. El pueblo empiezó a remolinarse hasta quedar lleno todo el parque y sus calles contiguas. Por la parte trasera de la iglesia lograron penetrar algunos huelguistas y abrieron la puerta de entrada, provocando que el edificio quedase abarrotado de gente en su planta baja. Una biga de madera de cuatro por cuatro pulgadas fue puesta en la puerta principal después de ser preservada, la cual a su vez soportó los golpes y culatazos, arremetidos violentamente contra ella por guardias y policías.

Varios lugares son testigos del arrojo del pueblo ese día. La bodega El Sinsonte es escenario de una de las batallas liberadas, cuando un grupo, entre los que se encuentra el Moro, por la fuerza, le cerró las puertas en las narices al cabo Ortega y a dos números más. Otro llamado sucedió con la bodega El Laurel; algo singular sucedió con el establecimiento El Sirio y la bodega de Raúl López, cuando los guardias, tras tomar las puertas a culatazos, invitaron a la multitud a tomar lo que quisieran, pero alguien, en nombre de la dignidad y la honradez de la clase humilde respondió: "nosotros no somos ni bárbaros, ni ladrones, ni esbirros". Aquel insulto provocó la indignación de las masas las cuales arremetieron contra guardias y policías con todos los objetos que estaban a su alcance. El teniente Correa, quien en aquellos momentos era el jefe depuesto de la jefatura local, fue agredido con una jaula de pollos y recibió lesiones en la cabeza. El jefe depuesto temeroso llamó a Güines solicitando ayuda, situación de la cuales se informó a la población, pero la gente no transigió en regresar a sus casas y lejos de amilanarse, un grupo se dirigió a la entrada del pueblo por donde debía llegar el refuerzo pedido. La vía se encontraba llena de escombros, piedras, troncos, vidrio y todo tipo obstáculos, que obstruccionaba aún más el avance de cualquier gente del exterior. Cuando entraron a Los Palos los carniceros de Güines, se inició un episodio muy característico de una tiranía como la de Batista. Desde su llegada comenzaron a dar plan de machete y hicieron sonar sus armas largas, las que afectaron el tendido eléctrico en muchos lugares. Varios ciudadanos fueron maltratados recibiendo golpes, entre ellos: Diego Toledo, Cesé, Juan Alfonso Macola, Marcelino Sánchez, Carlos Bello, Segundo Hernández, Eleuteria Cañizares y otros. Los huelguistas respondieron a la agresión con piedras y palos, pero el empuje fue irresistible, los recién llegados habían traído órdenes estrictas de acabar con la huelga y hacerlo pronto. Muchos de los individuos sorprendidos en las calles fueron obligados a limpiar las vías de obstáculos.

Consecuencias de la Huelga

En la calle Salvador Oriol, entre Venero y Apuntes históricos sobre el Central Azucarero José Martí, próximo a una iglesia presbiteriana, poco después de entrar los agentes de Güines, fue encontrado el cuerpo de un ciudadano nombrado Berardo Carrera Ledesma, quien por tener limitaciones mentales no tuvo plena conciencia de los hechos y lejos de darse a la fuga ante los esbirros de guyanés, permaneció impasible recibiendo varios culatazos en el pecho y la cabeza. Ricardo Borges, Pedrito Isla, Rogelio Valera y otros participantes en la huelga condujeron brazos del cuerpo, posiblemente ya sin vida, hasta la Casa de Socorros, donde fue atendido por el doctor Enrique Rodríguez Acosta, quien desafiando las amenazas y coacciones, no dio el certificado de defunción por muerte natural como lo exigían los representantes de la tiranía, sino dando fue del violento asesinato. Una víctima más de su mala a la larga lista de los caídos.

En horas de la tarde habían terminado la reyerta, pero no todo estaba concluido, un hijo del polo de los palos había muerto, una nueva deuda se habría en el libro de cuentas de la tiranía. El cadáver de Berardo Carrera Ledesma fue sacado de la casa de socorros en un ataúd cargado los brazos del pueblo. En la trayectoria hacia su casa fue pasado frente al cuartel de la guardia rural a pesar de la oposición de estos. Ese día alrededor de 40 vecinos del pueblo en Nueva Paz, trayendo ofrendas florales, vinieron aquí hasta los palos para participar en el velorio de Carrera Ledesma. Dos guardias, colocados a la salida del cercano, con la idea de intimidar, vieron pasar aquéllos hombres decididos a cumplir con lo que ellos consideraban su deber. Una enorme masa humana acompañó al sepelio volviendo a pasar el cadáver por frente al cuartel. Para la despedida del duelo algunos ortodoxos hicieron contacto con Luis Conte Agüero, pero éste no pudo venir por estar comprometido en otros asuntos. Entonces Séptimo Hernández se dirigió al doctor Alberto Cura Malvas, quien hizo las gestiones pertinentes para dar esta responsabilidad a Luis Bonito Milán, bajo el compromiso de no decir a nadie quien era el orador. Bonito fue recibido la entrada de Los Palos por Séptimo, Piquín Aguilar, tienen esa fecha era el presidente del partido ortodoxos en Nueva Paz, Delio Larrea y otros, siendo cambiado de la máquina en que viajaba a un jeep. Su trayectoria hasta el cementerio fue anónima, sólo días después se supo quién había despedido del duelo.

Esa noche salieron pequeñas comisiones pidiendo que fueran apagadas las luces de los portales, en señal de luto, lográndose este objetivo en toda la calle Venero como resultado del trabajo realizado al respecto por Obdulio Martínez y Séptimo Hernández. Al día siguiente del entierro aparecieron cintas negras colocadas en varios lugares del pueblo. En el parque la guardia rural amenazó a dos ciudadanos para que las quitaran, pero uno de ellos se negó; el esbirro sacó una fusta y lo golpeó varias veces obligando a retirarse del lugar. La muerte de Carrera fue utilizada después por la politiquería de algunos elementos, que trataron de dar el honor de mártir de los obreros azucareros. Luis Conte Agüero, además de recaudar dinero para la construcción de una bóveda mortuoria y la compra de una casa para la familia de la víctima, llevó al colmo su cinismo de politiquero cuando quiso presentar a Carrera como baluarte de la clase obrera, situación que quedaba aclarada, toda vez que de forma honesta se ha expuesto como se produjo la defunción de Carrera, quedando desmentida las palabras inscritas es su sepultura.

A raíz de la huelga por el diferencial azucarero se producen protestas en el municipio de Nueva Paz con movimiento de índole revolucionario, sobre todo dentro de la parte más joven de la población. Sin embargo, muchos de ellos lo hicieron como lo hubieran hecho cualquier otra acción que estuviera dirigida contra la tiranía batistiana. Pero es a partir de este momento cuando elementos, sin una proyección política determinada hasta entonces, define su trayectoria radicalizando su posición. Este hecho sirvió el enlace para establecer relaciones entre los participantes, la que a su vez devendrían a la articulación de nuevos grupos oposicionistas. La huelga azucarera en 1955 desarrollada en este territorio, influyó en la formación de nuevas células del M-26-7 y en la del Directorio Revolucionario, que aunque estaba en embrión no es hasta después de esta fecha que adquiere su estructura como célula revolucionaria. Sin dejar de mantener los límites necesarios, este hecho cohesionó al bloque de la oposición.

Fuentes