Identidad sexual

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Identidad sexual
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Concepto:Sentimiento de pertenencia a uno u otro sexo.

Identidad sexual. Es la conciencia propia e inmutable de pertenecer a un sexo u otro, es decir, ser varón o mujer.

Formación de la identidad sexual

La formación de la identidad sexual es un proceso complejo que empieza en la concepción, pero que se vuelve clave durante el proceso de gestación e incluso en experiencias vitales tras el nacimiento.

Existen muchos factores y bastantes combinaciones de los mismos que pueden llevar a la confusión, pero la tradición en la mayoría de las sociedades insiste en catalogar cada individuo por la apariencia de sus genitales. Por esta razón surgen muchos conflictos en personas que nacen con rasgos intersexuales. Si, por ejemplo, socialmente se le asigna a una persona la identidad sexual de un hombre, pero sus genitales son femeninos, esta persona puede experimentar lo que se ha venido a llamar disforia de género, es decir una profunda inconformodidad con el rol de género que le toca vivir.

Algunos estudios indican que la identidad sexual se fija en la infancia temprana (no más allá de los 2 ó 3 años) y a partir de entonces es inmutable. Esta conclusión se obtiene generalmente preguntando a personas transexuales cuando se dieron cuenta por primera vez que la identidad sexual que les ha asignado la sociedad no se corresponde con la identidad sexual con la que se identifican.

Conflictos con la identidad sexual

Muchas personas que nacen con combinaciones de rasgos de los dos sexos, es decir, se enfrentan a complicaciones cuando la sociedad se mofa o escandaliza de su físico lo que suele ocurrir con las personas intersexuales o insiste en que asignar a un individuo un sexo con el que no se identifica lo que ocurre habitualmente entre las personas transexuales.

En el caso de las personas transexuales, sus problemas suelen reducirse cuando pueden pasar por el proceso de reasignación de sexo, en cual incluye la cirugía de reasignación sexual, mal llamada operación de cambio de sexo. Por otro lado, la identidad sexual suele intentar diferenciarse de la orientación sexual, en la que pueden darse individuos heterosexuales, homosexuales, bisexuales y asexuales.

De igual manera que la orientación sexual, la identidad sexual no se puede elegir. Equivocadamente, hay personas que definen la transexualidad con una homosexualidad extrema; es decir, según estas personas, una persona transexual ama tanto al otro sexo que acaba identificándose con él. Sin embargo, investigaciones en sexología de la Universidad Libre de Ámsterdam apuntan a que la identidad y la orientación sexual son hechos absolutamente diferentes, por lo que pueden darse personas transexuales con diferentes orientaciones sexuales.

De hecho, hay estudios que indican que más de un 30% de la población transexual es homosexual o bisexual, muy por encima al 5% ó 10%, porcentaje que suele darse en la población no transexual. En relación con la identidad sexual también se suele hablar de la identidad de género o rol de género, es decir, la asunción y manifestación de lo que se siente basado en unas normas sociales.

Sexismo y discriminación

Probablemente hay tantas formas de entender la identidad sexual y la de género como humanos existen, sin embargo las sociedades tienden a clasificar en compartimentos inamovibles a los individuos y a asignarles roles a veces muy reducidos.

Este etnocentrismo se pone de manifiesto al observar que en algunas sociedades existen otras clases de roles sociales; por ejemplo, los Hijra de la India son personas intersexuales y dentro de su cultura se les considera el tercer sexo.

A veces la frontera entre la identidad sexual y la identidad de género no se muestra muy clara. En este punto, la teoría Queer rechaza la categorización del individuo en categorías universales como "homosexual", "heterosexual", "hombre" o "mujer". Según esta teoría, la orientación sexual y la identidad sexual de las personas son el resultado de una construcción social. De ser así no existirían papeles sexuales esencial o biológicamente inscritos en la naturaleza humana.

El sexismo contra transexuales también ha sido identificado en fechas recientes y aún no ha sido incluido en el discurso público. Tradicionalmente, se ha visto la transexualidad como un problema psicológico relacionado con un trastorno de identidad de género. Sin embargo, recientes investigaciones médicas sobre cerebros de transexuales indican que la composición de éstos muestra a menudo la composición del sexo con el que se identifica el individuo en lugar de la del sexo de nacimiento. Esto apoya la teoría de que el cerebro de un individuo puede desarrollarse en un sentido diferente al de sus genitales, por lo que la transexualidad es de origen innato y no psicológico. La investigación también apoya las expresiones hombre atrapado en el cuerpo de una mujer y mujer atrapada en el cuerpo de un hombre.

Entonces, podría decirse que se entiende por sexismo toda forma de enfatizar las diferencias entre hombres y mujeres, esencialmente las biológicas, desde una perspectiva discriminatoria entre lo masculino y lo femenino. Se considera desde este punto de vista, como una ideología similar al racismo, que por un lado contiene prejuicios y prácticas discriminatorias hacia las mujeres y por otro, creencias dadas por sentadas sobre las diferencias ‘naturales’ entre los hombres y las mujeres, que explican sus entornos sociales. Según las feministas liberales, debido al sexismo, las mujeres se ven limitadas y discriminadas desde la infancia hasta la madurez de manera que solo pueden adoptar roles propio de su condición. El sexismo se puede interpretar, por tanto como, el aspecto o expresión de una sociedad en que las mujeres no son solo diferentes o desiguales, sino además se hallan oprimidas, subordinadas, y son moldeadas y usadas por parte de los hombres. Por tanto, el sexismo es fundamentalmente un tipo de discriminación invisible.

El sexismo es uno de los pilares más sólidos de la cultura patriarcal y de las mentalidades, por ello no solo los hombres actúan con sexismo, sino también lo hacen las mujeres. Las formas más relevantes en que el sexismo se presenta son el machismo, la misoginia, la homofobia y los estereotipos.

Formas relevantes de sexismo Machismo El machismo engloba el conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a justificar y promover el mantenimiento de actitudes discriminatorias contra las mujeres, y contra los hombres cuyo comportamiento no es ‘adecuadamente’ masculino ante los ojos de la persona machista.

Tradicionalmente el machismo ha sido asociado a la jerarquización y subordinación de los roles familiares en favor de mayor comodidad y bienestar para los hombres. En este sentido, el uso de cualquier tipo de violencia contra las mujeres, con el fin de perpetuar el control emocional o jerárquico del hombre, es parte del machismo. De hecho, este puede presentarse como una forma de coacción no necesariamente física, sino psicológica, siendo expresión de discriminación, ya que se ven subestimadas las capacidades de las mujeres, alegándose que son débiles. Asimismo, castiga cualquier comportamiento femenino en los varones, lo que es la base de la homofobia.

Son machistas, entonces, los hombres que marginan, segregan, discriminan y cosifican a las mujeres, aunque del mismo modo cuando las sobreprotegen y cuando las utilizan, maltratan, atemorizan, acosan y violentan, a través de maneras tan diversas que pueden llegar a incluir hasta modales muy “galantes”.

Misoginia La misoginia, palabra que tiene sus orígenes en el griego, significa ‘odio a la mujer’. Es la aversión u odio a las mujeres, o la tendencia ideológica o psicológica que consiste en despreciarle y, con ello, a todo lo que represente feminidad.

De igual forma, la misoginia se produce cuando se cree que las mujeres son inferiores a los hombres e, incluso, porque se presentan impotentes o incapaces por naturaleza propia; igualmente cuando se les hostiliza, agrede y somete mediante el uso de la legitimidad patriarcal.

La misoginia también puede ser practicada por las mujeres ante distintas situaciones, entre las que se encuentra una desvalorización de sus aptitudes para desempeñar cargos, funciones o posiciones jerárquicas ante los hombres, al considerar que ellos presentan mayor capacidad para hacerlo. De la misma manera las mujeres son misóginas cuando aprovechan la opresión a la que se encuentran sometidas para abusar, usar, explotar, someter o excluir a otra/s mujer/es y, sobre todo, cuando se cree que se gana con esa actitud, sin llegar a notar, siquiera, que ello contribuye a discriminar a su ‘género’ a través del poderío patriarcal. En resumen, la misoginia es un recurso de poder que oprime a las mujeres, inclusive antes de actuar o de existir, solo por su condición genérica. La opresión femenina reúne la articulación, entre machismo y misoginia, al interactuar, se potencias mutuamente.

Homofobia El sexismo también encuentra su expresión en la homofobia; por ejemplo, cuando se considera que la heterosexualidad es superior y positiva y, por antagonismo, que la homosexualidad es inferior y negativa. Es por ello que la homofobia concentra actitudes y acciones hostiles hacia las personas homosexuales. En no pocas culturas, diversas formas de violencia hacia la homosexualidad se consideran legítimas, incuestionables y justificadas. A veces chistes y burlas aparentemente ‘inocentes’, estereotipan a las personas por esta condición y les agrede.

Estereotipos De la misma forma, en tanto moldes sociales prefijados utilizados para ‘educar‘ a las personas según su sexo –generalmente a través de diversos canales de comunicación–, los estereotipos constituyen otra de las formas mediante las que se expresa el sexismo. Estas pautas, incorporadas a la personalidad, y a las creencias de los individuos reproducen dentro de ellos las estructuras sociales de poder y de opresión que ha afectado a la mayoría de los seres humanos, y a las mujeres en particular, a partir de la formulación de categorías antagónicas como sexo fuerte-sexo débil y ámbito público-ámbito privado.[1]

Referencia

  1. Ajo, Clara Luz (compiladora). Teología y género. Selección de textos. Editorial Caminos, La Habana, 2003, pp. 231-234

Fuentes