Idiosincrasia curativa en Caimito

Idiosincrasia curativa en Caimito
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Idiosincrasia curativa en Caimito. Creencias urbanas relacionadas con la curación de enfermedades por determinadas personas que dicentener poderes curativos, mediante resos o tradiciones.

El médico

En estos tiempos de médicos de la familia, intervenciones quirúrgicas de mínimos acceso y otros avances de la ciencia y la técnica que se llevan a cabo en Cuba, hace que los caimitenses estén muy alejados de los tradicionales métodos de curación utilizados por nuestros abuelos.

Creencias

Muchas personas no creen en los efectos curativos que nos ofrece la naturaleza, de ella podemos aprovechar plantas, raíces, flores, minerales, en fin es tan amplio el mundo que nos ofrece la naturaleza para el empleo de la medicina que no podemos mencionarlo aquí es por ello que variadas, curiosas e insospechadas creencias de curaciones existen desde los tiempos más lejanos. Algunas de ellas heredadas de nuestros aborígenes, otras de los esclavos africanos y hasta de los mismos gitanos europeos.

Historia

Hace tantos años atrás que no podemos ni llegar a definirlo la medicina se basaba en rezos y curaciones con lo que la naturaleza nos ofrecía y no pensemos nada más en plantas, cenizas, palos, frutas, sino también hasta en animales, muchos de ellos eran seguidos de cantos y rezos, donde se unían gran parte de los interesados para su ejeción, así se lograba salvar a un enfermo grave, alargarle la vida a personas que padecían de largas enfermedades y en algunos casos fallecían sin lograr encontrar las verdaderas causas o sanaban milagrosamente, es por ello que se ha ido trasladando de generación en generación muchas de estas costumbres que llegan hasta hoy.

Curaciones maravillosas en Caimito

En los campos era costumbre para la cura de una quemadura o hernia inguinal que la madre llevara al enfermo junto a una mata de almacigo y colocándole la planta del píe izquierdo sobre el tronco marcara y sacara la corteza de ese árbol para clavarla en cruz y rezar con mucho fervor un padre nuestro. Los creyentes aseguraban que al cicatrizar la herida del árbol también cerraba la del infante.

Personas  con orzuelos los cuales afirmaban padecerlo porque  se le había negado un pedido a una mujer embarazada y para remediarse tomaban un puñado de sal y lo esparcían corriendo mientras decían: ¨ Orzuelo trae y orzuelo vendo, aquí lo dejo y salgo corriendo. ¨ Como es natural el orzuelo sanaba cuando le llegaba su tiempo.

Existían personas que padecían de asma y andaban siempre jugando y revolcándose con un perro chino pues aseguraban era una medicina eficaz para ese tipo de padecimiento. Algunos guardaban en el bolsillo una papa seca y arrugada contra el reuma. Otros llevaban siempre puesto en el dedo un anillo de acero para curar el ¨ aire ¨ y la neuralgia. Inclusive algunas personas ponían los zapatos en cruz a la hora de acostarse para evitar el insomnio y las pesadillas.
 Según el comentario popular se curaba pasándole por encima al enfermo una persona jimagua.

En una oportunidad el viejo José Leal, trabajador de la tabaquería de Máximo Blanco, se fue a incorporar terminando su labor y se encontró con que debía seguir doblado por un dolor de cintura horrible.

Así doblado lo llevaron para la casa y lo acostaron. Sus amigos fueron a visitarlo y le sugirieron el pase de un jimagua por encima para su curación rápida. Dulce María, su compañera de trabajo, además de sus doscientas libras de peso, también era jimagua.
Planteado el problema se arregló la curación para el otro día. No dejaron entrar hombres al cuarto y una mujer tomó a Dulce María por los hombros y la otra por los píes para pasarla sobre el enfermo.

Las manos de una de ellas fallaron y la pesada mujer con sus libras de más cayó como plomo sobre el viejo, el cual empezó a dar unos gritos que partían el alma. Al final el pobre José Leal se curó, pero con un linimento y las frotaciones recetadas por el médico, que obraron maravillas.

Muchas son las historias, unas reales, otras adornadas, otras fictiseas pero con ellas se viven y se aprende.

Fuente

Lic. Odalys Vázquez Martínez