Iglesia Parroquial Nuestra Señora de los Dolores

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Iglesia Parroquial Nuestra Señora de los Dolores
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Fundación28 de noviembre de 1875
Santo Domingo, Villa Clara, Bandera de Cuba Cuba

Iglesia Parroquial Nuestra Señora de los Dolores de Santo Domingo. Institución de carácter religioso estrechamente ligada al origen y fundación de los pueblos fundados en la época del dominio hispano sobre la isla de Cuba.

Antecedentes

Los pueblos fundados en la época del dominio hispano sobre la Isla de Cuba, en su mayoría tuvieron una iglesia como vértice angular de su perímetro naciente. La institución eclesiástica aventajó incluso a otras entidades civiles y promovió en aquellos reducidos villorrios servicios no solo ceremoniales sino también, de enseñanza y de asistencia a los enfermos.

San Narciso de Álvarez, lugar primado en el proceso de asentamiento poblacional de esta región, tuvo una iglesia con cierto porte de la que hoy nada más quedan escasos vestigios. El lento y gradual crecimiento del vecindario de Santo Domingo hizo necesaria la construcción de un templo a la altura del siglo XIX.

Por disposición del Obispo ocesano D. Francisco Fleix y Solans, el 22 de julio de 1852 se delimitó eclesiásticamente la Colonia dominicana siendo segregada de la antigua jurisdicción parroquial instituida en San Narciso de Álvarez.

La iglesia

En el ceñido caserío dominicano se erguían dos construcciones religiosas bastante rústicas: una capilla consagrada a Nuestra Señora del Rosario y una casa, techada con guano y que aparece en los documentos del archivo parroquial con el nombre de «Casa Rectoral».

Quienes la habitaron le hicieron arreglos o mantenimientos, invirtiendo sus peculios personales y de mano en mano, mediando incluso ventas y negociaciones con civiles.

La casa Rectoral fue apoderada por el Párroco José Ylárregui en total estado de ruina, sólo servible, a su decir, para guardar caballos. Esto lo escribe a la altura de 1862 y diez años después se registran las últimas noticias documentales de este inmueble tratando en carta al Señor Gobernador los terrenos convenientes para la situación del nuevo templo que ya Santo Domingo estaba demandando.

De estas evidencias documentales y del testimonio oral de algunos longevos se infiere que tal casa estaba ubicada precisamente hacia la parte que ocupa actualmente el Parque Central.

La vieja capilla estaba emplazada cruzando hacia el lado oeste la calle Jiquiabo. Se acopian noticias suyas en un documento fechado el 17 de marzo de 1853, cuando el Obispo Francisco Fleix y Solans la visitaba, dejándonos en el acta memorial su estampa perdida.

Este documento refrenda obras en la primitiva capilla de tabla y tejas, por lo visto, frugales modificaciones, algunas hechas en el pasado inmediato a marzo de 1853 y otras sólo en vías de realización.

Se confiesa que no tenían asignada «renta alguna de los fondos de la fábrica», aserción que explica por qué aquellos parroquianos necesitaron usar como crédito lo que se ganase en la Valla de Gallos durante los años 1854 y 1855.

Comenzaban a oírse exhortaciones para que los vecinos del lugar brindaran sus dádivas en beneficio de los servicios eclesiásticos. Desde entonces, tanto el Director de la Colonia así como los moradores hacían ver su determinación para levantar un templo nuevo.

Más razones hubo cuando el 4 de enero de 1861 el mismo obispo erigía canónicamente un Curato de Ingreso en el Partido de Santo Domingo, perteneciente entonces a la jurisdicción civil de Sagua la Grande.

El párroco que oficiaba, Joaquín Fernández de la Granja ya encaminaba sermones a las distintas autoridades y fieles alimentando las esperanzas de un remozado templo. En 1862 el presbítero José Ylarregui le sustituía reseñando en acta de inventario la imagen extraviada de aquella vieja parroquia: «Edificio de la Iglesia de madera y suelo de ladrillo con cuatro campanas, una de ellas inútil, pila de bautismo de piedra, confesionario y púlpito de cedro y un altar viejo con cuadro de Nuestra Señora del Rosario...» Imaginamos una iglesia de planta sencilla con sacristía aneja. El hecho de que se revelen cuatro campanas, tres de ellas en uso, denota la existencia de algún soporte en altitud, haya sido torre-campanario o espadaña.

Quedaba desde 1862 como patrona titular de esta Iglesia la Santísima Virgen de los Dolores. En ese mismo año ingresaban en los bienes parroquiales un altar de cedro, una escultura con rostro y manos de madera policromada representando a María bajo la advocación de la Dolorosa. En un rincón iría quedando aquel estandarte de seda con la imagen de la Virgen del Rosario que presidió las más ancianas procesiones del caserío.

Algunos fieles empezaron a donar objetos para la liturgia. Merece especial mención la custodia de plata regalada por Don Luís Carta y su Señora Jacinta Mora. También el 23 de octubre de 1869 el Capitán Antonio José de Piña comunicaba al cura sobre un voto muy singular: «Tengo el gusto de remitir a V. un rosario de oro con peso de veinte y ocho gramos para que en mi nombre y en el de los individuos de la compañía a mi mando se sirva V. colocarlo en la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, patrona de dicha compañía y el cual fue ocupado a los insurrectos en la batida que le dimos en los montes del Sacramento».

Etapa constructiva

Desde que José Ylarregui fungió de padre, fue de vital importancia el estado ruinoso de la iglesia Nuestra Señora del Rosario. Los temporales cada año hacían prever un derrumbe.

Y es cuando con pronta diligencia este hombre de Dios alega aquí y allá, entre sus fieles, hacendados y autoridades de la Isla para convencer, buscar medios, en fin, para hacer real el sueño de alzar un nuevo edificio. La autorización para esta obra constructiva fue emitida el 11 de septiembre de 1871 por el Sr. Gobernador del Obispado.

El 11 de marzo de 1872 la vieja iglesia de Santa María del Rosario tuvo su último oficio público: luego de ser tasada, los anuncios y pregones convencieron al mejor feligrés: Don Juan de Lavaca, quien compró el templo y el solar por 1 300 pesos oro.

La Junta Parroquial presidida por el Sr. Tte. Gobernador de la jurisdicción D. Carlos G. Gascón invitó al Sr. Gobernador del obispado para que bendijera en ceremonia solemne la primera piedra el 2 de mayo de 1872.

Se ha escuchado la leyenda de que al inicio de las obras algunas señoras echaron joyas en los profundos cimientos. Por tres años las labores continuarían y el 28 de noviembre de 1875 sería bendecido el nuevo recinto sagrado. Quedaba sobre el cerro más alto del pueblo admirando a todos por la celeridad con que fue concluido y por su perfil monumental divisable a buena distancia desde las sábanas que le rodean.

Descripción arquitectónica

Mirado desde el punto de vista sociológico el templo católico era también un símbolo de la fe y de la autoridad española, su magnitud y solidez (teniendo en cuenta que se trata de una fábrica ubicada en el interior de la Isla, en un pueblo con una importancia gubernamental y económica bastante discreta) podría desafiar la inseguridad política del momento. En 1875 la parte oriental del país estaba revuelta por la guerra independentista.

En inventario parroquial se dice que la Iglesia nueva se haya situada ocupando cuatro solares. Su sacristía toca la calle de Morales, al oeste delimita la calle Jiquiabo, al sur queda el Camino Real de La Habana, y el Sr. arquitecto Petit Idearte dejó doce varas al este para ornato. Cuenta también que es de buena mampostería, quince metros de ancho por treinta y ocho de largo, diez de elevación. La torre alcanza treinta metros desde su base hasta una cúpula revestida con azulejos traídos de Europa, rematada con cruz de hierro y un pararrayos adosado.

El pavimento, de arcilla encarnada, es de textura humilde y evoca la pasión sagrada. La cubierta, con admirables nervaduras de madera, es de tejas francesas, y en su interior, un cielo raso abovedado amparaba los sahumerios de incienso. En 1886 se colocó el reloj comprado en Cienfuegos.

Este edificio ha sido transformado por décadas. No sólo el interior; sino también sus fachadas han cambiado sin dejar de ser hasta hoy la edificación más valorada por los lugareños. Como iglesia cubana del siglo XIX se le reconoce la influencia del neoclasicismo.

En la fachada principal un hastial con pórtico afrontado, columnatas monumentales, pareadas, de orden toscano, una torre con tambor ochavado..., le emparientan con otras iglesias más o menos contemporáneas como la Iglesia Parroquial de [Colón], la Iglesia Parroquial de Sagua la Grande o la Iglesia de San Juan Bautista en Pueblo Nuevo, Matanzas.

Enlace externo

Fuentes

  • Documentos consultados en el archivo de la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores
  • Libro Primero de Bautismos de Blancos, 1842-1855, folio 132-133
  • Inventario Voluntarios de la Isla de Cuba. Compañía de Cazadores Ligeros de Santo Domingo, 23 de Octubre del 1869