Anasazis (etnia de Norteamérica)

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Anasazi
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Construcciones de los anasazi.jpg
Información
Periodo histórico1200 a.n.e. a 1300
RegiónSuroeste de Estados Unidos

Anasazi, es una civilización americana y la cultura indias que existió desde el 1200 a.n.e. a 1300 en la zona de las Cuatro Esquinas del suroeste de Estados Unidos. Estas personas están probablemente más conocida por las ruinas de sus viviendas en los acantilados monumentales en lugares como Mesa Verde, que abandonó a finales del siglo XIII. Pero eso es una pequeña parte de su historia.

Significado

Anasazi es un vocablo navajo que significa “los antiguos” o “los antiguos enemigos”. En la actualidad estos pueblos rechazan ese apelativo como referencia a sus ancestros. Sus propios idiomas no comparten un nombre común para referirse a esa cultura, por lo que actualmente se utiliza el término “pueblos ancestrales”.

Vestuario

La vestimenta para protegerse del frío la hacían entretejiendo fibras de yuca envueltas en tiras de pelaje de conejo o plumas de pavo. Los cueros de animal proveían los materiales para las frazadas, taparrabos y delantales. Los tejidos en grandes telares probablemente eran hechos por los hombres que trabajaban en las kivas. Tejían frazadas, camisas, túnicas, delantales, faldas, taparrabos y cinturones con fibras vegetales, pelo humano y animal, y algodón obtenido mediante el comercio con las áreas del sur.

Su calzado lo constituían las sandalias, mocasines y probablemente calzados para la nieve. Las sandalias, generalmente hechas de fibras trenzadas o entretejidas de yuca, estaban disponibles en variedad de estilos.

Arte de la cerámica

Algunos productos de la alfarería hecha en esta área llevaban atrevidos diseños negros sobre fondo blanco. Estos diseños podían representar a la familia, la pertenencia a un clan o pueblo, o simplemente la imaginación del alfarero. Entre otros tipos de alfarería estaban los recipientes de cocción lisos y texturizados (“acanalados”). La alfarería con diseños negros sobre fondo rojo provenientes de Arizona era comercializada en toda la región de Las Cuatro Esquinas, así como lo era la de estilos de diseños rojos proveniente de Utah. Las formas variaban desde jarras, tazones, cántaros, calderos, cantimploras, hasta figurines y miniaturas.

Forma de comunicación

Estos grupos ancestrales no permanecían aislados unos de otros, o de otras culturas en el oeste norteamericano. Eran partícipes de una red comercial de amplio alcance que traía productos exóticos de lugares tan alejados como las costas del Pacífico y del Golfo de México. Estos artículos “exóticos” probablemente recorrían territorios pasando de mano en mano y de grupo en grupo.

En su ámbito local, un alfarero podía observar que sus utensilios estaban en alta demanda, así como un agricultor exitoso podía observar lo mismo para su producción excedentaria de maíz. Los “socios” matrimoniales probablemente venían de aldeas cercanas. Este tipo de actividades mantuvo abiertas las líneas de comunicación entre distintos grupos.

Ceremonias religiosas

Como los pueblos de hoy, los antiguos probablemente tuvieron ceremonias públicas y privadas con la intención de beneficiar al grupo en su totalidad. Distintos segmentos de su sociedad pueden haber sido responsables de eventos diferentes, siendo todos importantes para el bienestar espiritual y material de la comunidad.

El mantenimiento de la armonía con el mundo natural era clave para la supervivencia de estos ancestros. La observación cuidadosa del sol, la luna y las estrellas era esencial para la planificación de actividades como la época de siembra y cuándo prepararse para el invierno. Como en muchas otras sociedades agrícolas, los rituales se enfocaban en eventos anuales como el solsticio de invierno o el principio de la temporada de cosecha. Durante la primavera y el verano, se dedicaban casi exclusivamente a la agricultura y la recolección de plantas silvestres; durante el otoño y el invierno, se dedicaban a la caza. Sus conceptos y eventos religiosos estaban asociados a estas tareas.

Arte rupestre

Muchos pueblos prehistóricos grabaron o pintaron imágenes en los peñascos de arenisca. Algunos pueden haber sido garabatos sin motivo alguno; sin embargo, basados en la información provista por los nativos del suroeste norteamericano, la mayoría de las figuras seguramente tenía un significado más profundo.

Otros símbolos pueden haber funcionado como mapas, apuntando hacia la ubicación de poblados y otros lugares. Las figuras animales pueden haber jugado roles en rituales o plegarias para una caza exitosa. Los maizales pueden haber representado una cosecha exitosa. Algunos símbolos representan la pertenencia a una familia, clan o sociedad ceremonial. Muchos de estos mismos diseños aparecen en las decoraciones de la antigua alfarería.

Ruinas de la cultura Anasazi

En 1776, una pequeña expedición se dirigió hacia el norte desde Santa Fe, buscando una ruta hacia las misiones en California y a la vez explorando territorio desconocido. El grupo estaba liderizado por el padre Francisco Atanasio Domínguez. Otro franciscano, el padre Silvestre Vélez de Escalante, mantuvo registro de la expedición. No lograron llegar a California, pero sí describieron y cartografiaron gran parte del oeste interior.

En las primeras semanas de su viaje, la expedición acampó cerca de un río, al que llamaron Río de Nuestra Señora de los Dolores, cercano al actual poblado de Dolores. El 13 de agosto de 1776, Escalante escribió en su diario:

“Luego de una elevación en el lado sur del río, hubo en tiempo inmemorial un pequeño asentamiento del mismo tipo que el de los indígenas de Nuevo México, tal como los muestran las ruinas que inspeccionamos a propósito”.

Las ruinas visitadas por Escalante y Domínguez pueden haber sido los lugares que hoy llevan sus nombres. Sus registros fueron los primeros informes escritos sobre la existencia de asentamientos de grupos en lo que ahora es el estado de Colorado. Se excavó y estabilizó estos sitios en 1976, los que quedan adyacentes al ahora Centro del Patrimonio Anasazi.

Leyendas del cañón

Hoy en día la mayor parte de la población mundial vive en ciudades rodeada por un ambiente construido por el hombre. Pero muchos aún creen en otro mundo, lleno de espíritus y magia antigua, un mundo que puede ser alcanzado a través de experiencias místicas y por leyendas pasadas de generación en generación.

Pueblo BonitoLa región llamada "Las Cuatro esquinas", conocida así por la confluencia de cuatro estados: Arizona, Utah, Colorado y Nuevo México, es para los indígenas la tierra de los anasazi o antiguos, en idioma navajo. Se extinguieron hace mucho pero, según se dice, sus espíritus siguen teniendo una poderosa presencia. En 1897 un ranchero, en busca de ganado que se había alejado de un rebaño, realizó un hallazgo sorprendente: las antiguas moradas en riscos, en Colorado. Los espectaculares edificios y artefactos encontrados eran evidencia tangible de una civilización avanzada que había desaparecido. Más tarde encontraría otros restos en Utah y Arizona. El 17 de octubre de 1897, en busca de esta legendaria ciudad pérdida, se descubrió este mundo escondido y misterioso. Se encontraron edificios que nunca se habían visto ni imaginado en este territorio, edificios sin apoyo de hasta cinco pisos de alto. Una de las estructuras en el sitio arqueológico, que posteriormente sería llamado Pueblo Bonito, contiene más de 650 habitaciones.

Panorama del Cañon del Chaco, con 200 yardas de ancho y más de 15 millas de largo, es el sitio de una docena de enormes complejos que incluyen más de 300 posos perfectamente circulares. Las paredes están cubiertas de misteriosas pinturas e inscripciones. Nada hallado antes o después en Norteamérica se acerca en magnitud al cañón del Chaco. Los arqueólogos se sorprendieron de la riqueza de la cerámica, las armas, las herramientas, la joyería; cada una de las piezas una obra de arte. Pero había más en este lugar, se descubrió algo macabro: en una pequeña habitación se encontró una fosa común que contenía catorce esqueletos, todos cubiertos con exquisitas joyas de turquesa. Uno de los cuerpos contenía más de 400 gemas semipreciosas, se cree que era el de un personaje de alto rango; los otros trece son mujeres y la evidencia indica que no tuvieron una muerte natural. Existen otras sepulturas en el cañón del Chaco, pero ninguna tan importante como ésta.

Se planteaba un interrogante aún mayor, hace 20 millones de años, el cañón del Chaco era el centro de un gran mar mediterráneo pero al retirarse las aguas sólo quedó un desierto reseco. Sin agua como sostén, este es sólo uno de muchos inquietantes misterios.

Las paredes del cañón eran la fuente del material de piedra para las construcciones. Los arqueólogos estiman que la gran obra de ingeniería requirió el uso de madera de 250.000 árboles, pero en la actualidad el paisaje es totalmente desolado. Muestras de las vigas indican que la madera no era de los alrededores, algunas de las especies sólo se encuentran a distancias de más de 50 millas. Para el corte y tallado de la madera sólo se utilizaron hachas de piedra. El pueblo del Chaco no disponía de carretas o caballos para el transporte de la madera.

Los arqueólogos sitúan a los anasazi entre los años 900 y 1250 de nuestra era. No hay duda de que los pobladores de estas estructuras desaparecieron hace tiempo.

Una ciudad sagrada

Una serpiente puede ser sinónimo de horror y miedo pero para los amerindios tiene poderes mágicos. En 1925 un fotógrafo tuvo la oportunidad de ser admitido en un asentamiento indio hopi en el norte de Arizona. Era una ocasión única de filmar algo que nunca antes había sido filmado. Ritos que han permanecido casi sin cambios desde tiempos inmemoriales. Los danzantes llevan serpientes venenosas vivas que fácilmente pueden morder con efectos mortales. Colocando las víboras en sus bocas los hopi afirman ser uno con la naturaleza y la tierra. Una fila de danzantes representa al antílope, cuyas patas al galope producen el sonido del trueno cuando atraviesa velozmente la planicie. Pero las nubes deben ser inducidas a dejar caer su lluvia. Como las serpientes pasan su vida tan cerca de la tierra, sólo ellas tienen el poder de invocar el poder de la lluvia.

La lluvia es la clave de varios de los misterios del cañón del Chaco. Los anasazi eran un pueblo nómada de cazadores y recolectores, pero hace mil años dejaron su trashumancia para comenzar a construir en este lugar seco y desolado.

El misterio fue resuelto gracias a una moderna técnica científica: la cronología de los anillos concéntricos de los árboles usados para construir en el cañón del Chaco. Estos anillos revelan un hecho sorprendente, hace mil años se produjo un cambio climático, el comienzo de una época de grandes lluvias. Antes los anasazi dependían de la caza y recolección de frutos pero ahora podían ser agricultores, cultivar maíz, calabaza, granos y disponer de una fuente de alimento confiable. Los antiguos moradores del cañón del Chaco comenzaron a construir sistemas de irrigación. Las herramientas eran primitivas pero construyeron a gran escala.

Se decía que los antiguos construyeron un gran sistema de vías, pero los arqueólogos sólo encontraron caminos angostos, todo era obra de la exageración, aparentemente. Pero más tarde, los científicos comenzaron a emplear técnicas de observación aérea. Una vasta red de vías difusa entre la vegetación y las arenas del cañón apareció de pronto. Algunas eran tan anchas como una calle moderna, algunas terminaban en las paredes casi verticales del cañón.

Otros hallazgos se realizaron a cierta distancia del cañón. Con una extensión de sólo dos acres Pueblo Alto es de menor importancia que Pueblo Bonito pero dio nuevas evidencias de las denominadas "Grandes Casas". Como ocurre frecuentemente en sitios arqueológicos, los montículos de basura representan una fuente valiosa de información. Más de 2000 piezas de alfarería se han encontrado en este montículo y se calcula la existencia de más de un millón de piezas; por este número tan alto de utensilios excedía las necesidades de la población estimada.

De las muchas imágenes del cañón del Chaco ninguna aparece con más frecuencia que la espiral, el centro del profundo significado espiritual del mundo físico. La espiral de Fajada es parte de un ingenioso mecanismo para seguir el movimiento del astro rey. Está localizada detrás de tres enormes monolitos, cada año durante el solsticio de verano del hemisferio norte, un rayo de luz se cuela para formar una línea en el centro de la espiral al amanecer. Para mediodía, la llamada daga solar, puede observarse en el centro de la espiral. Un evento primordial de la vida de los anasazi, la ascendencia del astro rey queda marcada, el calendario está completo, el ciclo de la vida prevalece y la Madre Naturaleza puede continuar produciendo.

La furia de los dioses

En este lugar de historias y fantasmas, las enormes cámaras ceremoniales subterráneas, llamadas kivas, lucen sombrías y amenazadoras, pero para los antiguos pobladores eran los lugares en donde los dioses hablaban con la gente. De todas las kivas la Casa Rinconada es la más grande y compleja, también la que mejor se conserva. Los techos y superestructuras de la mayoría de las kivas han colapsado pero en la Casa Rinconada aún es posible experimentar la danza solar una vez al año: el 21 de junio ocurre un momento mágico, como ha ocurrido durante un milenio, la luz del amanecer penetra en la kiva a través de una pequeña ventana dibujando así un rectángulo en la pared opuesta. Lentamente el rayo de luz sube hasta iluminar un nicho que no recibe luz en ningún otro momento del año.

Durante 250 años floreció aquí una civilización, pero en cierto momento la furia de los dioses privó a los anasazi del regalo más preciado: la lluvia. El ciclo de lluvias que permitió el nacimiento del Chaco concluyó, dando comienzo a una era de sequía. Pero para los anasazi incluso la lluvia tenía un significado.

Petroglifo en donde se ve una figura antropomorfa.Constantemente era necesario aplacar la ira de los dioses en antiguos ritos, como una ceremonia hopi de la lluvia, en donde distintos clanes competían en juegos sagrados, de forma similar a los Juegos Olímpicos de los antiguos griegos. Miembros de los clanes serpiente y antílope corren con pies desnudos sobre el desierto y escalan la meseta. El ganador de la dura carrera es recompensado con una jarra de agua.

Invación externa

En todas las religiones los humanos pueden comunicarse con los dioses y los eventos tienen un significado que va más allá de lo físico. Quizás los dioses querían que los anasazi abandonaran el cañón del Chaco.

Actualmente se cree que los hopi, suni y otras naciones indígenas cercanas a los pueblos son los descendientes directos de los anasazi, puede que los navajos no lo sean pues ellos llegaron a la zona mucho tiempo después de la desaparición de los anasazi. Pero anasazi es un vocablo navajo y algunos expertos se arrepienten de haber adoptado esta denominación.

Después del abandono del Chaco y antes de la llegada de nuevas tribus, como los navajos, una presencia extraña se hizo sentir. Hombres altos con barba y montando enormes bestias nunca antes vistas demostrarían ser un peligro mayor que las luchas intertribales o los cataclismos naturales, como la sequía.

En 1514 aparecieron los primeros europeos, irónicamente fueron atraídos a la zona por leyendas sobre siete grandes ciudades ricas en oro. Fue una coincidencia trágica que historias de los antiguos atrajeran a los destructores de su ciudad. Los europeos eran impulsados por los tesoros, pero también por la conversión de las almas, los indígenas debían ser rescatados de sus creencias paganas por la fuerza de ser necesario. Los hombres santos de la tribu eran torturados y asesinados, los objetos rituales eran destruidos, la población indígena fue obligada a construir misiones y realizar otros trabajos.

Pero un efecto destructivo mayor fue el causado por las enfermedades traídas por los europeos para las cuales los indígenas no eran inmunes. Las epidemias atacaron y casi exterminaron la población. Tuvieron lugar varias rebeliones, sin éxito. La gran migración de los anasazi hacia el sur fue detenida.

Fuentes