Isla Diego García

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Isla Diego García
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Concepto:Diego García, fue una plataforma de lanzamiento para las invasiones de Afganistán e Irak.

Diego García. Es un atolón de 44 km² situado en el Océano Índico. Es parte del Archipiélago Chagos y un territorio británico de ultramar, parte del Territorio Británico en el Océano Índico.


Historia

Fue descubierta en el siglo XVI por el explorador andaluz Diego García de Moguer. En 1966, el gobierno británico expulsó forzosamente a toda la población nativa (unos 1.800 h) para alquilar Diego García a Estados Unidos hasta [2016] para que instalasen una base en el Índico. A pesar que el Tribunal Supremo británico sentenció que la expulsión fue ilegal y que la población tiene derecho a regresar, los distintos gobiernos británicos se han negado a cumplir la sentencia. Lo que es menos conocido es que la isla fue una vez el hogar de unas dos mil personas, que fueron desalojadas por la fuerza para hacer sitio a las tropas estadounidenses. Los 40 años de lucha de las víctimas para volver a su tierra o para ser compensadas por las pérdidas que han sufrido han sido completamente inútiles. El Senador suizo Dick Marty entrego información al Consejo de Europa sobre la utilización de la isla como prisión secreta de Estados Unidos, para procesarlos y después mandarlos a Guantánamo. Gran Bretaña reclama la isla. Según Vine, esclavos africanos, indios obligados por contrato y sus descendientes han estado viviendo en el archipiélago Chagos durante 200 años aproximadamente. “En 1965, después de años de negociaciones secretas, Gran Bretaña acordó separar Chagos de la colonial Isla Mauricio (violando las normas de descolonización de la ONU) para crear una nueva colonia, el Territorio Británico del Océano Índico. En un pacto secreto de 1966, Gran Bretaña dio al ejército de EEUU derecho a usar la isla de Diego García”. Pero hizo más que eso. [Gran Bretaña] “aceptó tomar las ‘medidas administrativas’ necesarias para eliminar a los casi 2.000 chagosianos a cambio de 14 millones de dólares que EEUU le pagaría en secreto. Los británicos cumplieron su parte. En 1968, Gran Bretaña comenzó a impedir el retorno de los chagosianos que se habían ido para recibir tratamiento médico o disfrutar de unas vacaciones, abandonándoles a su suerte, a menudo separado de su familia y despojado de sus propiedades. Las autoridades británicas empezaron pronto a restringir los suministros de alimentos y medicinas a Chagos. Las autoridades angloamericanas diseñaron un plan de relaciones públicas cuyo objetivo era, como dijo un burócrata británico, “mantener la ficción” de que los chagosianos eran trabajadores inmigrantes y no un pueblo con raíces en Chagos desde hacía cinco generaciones o más. Otro político británico les llamó “tarzanes” y “sirvientes fieles”. Después, en 1971, llegó la orden final, que recuerda a la expulsión de los judíos de sus pueblos por el zar ruso.

“El almirante de la Armada de EEUU Elmo Zumwalt emitió un memorándum con solo tres palabras: ‘Absolutely must go’ (Definitivamente, deben irse)”.

Los agentes británicos, con la ayuda del cuerpo de ingenieros civiles de la Marina de [EEUU], organizaron una cacería de los perros domésticos de los isleños, les rociaron con gas y los quemaron en contenedores de carga sellados. Ordenaron (…) que el resto de los chagosianos fueran introducidos en barcos de carga. Durante las deportaciones, que tuvieron lugar en varias fases hasta mayo de 1973, la mayoría de los chagosianos dormían en las bodegas de los barcos, sobre guano (excrementos de aves). Los caballos valiosos permanecían en cubierta. Al final del viaje de cinco días, los vómitos, los orines y los excrementos estaban por todas partes. Al menos una mujer abortó. Al llegar a Isla Mauricio y las Seychelles, los chagosianos fueron literalmente abandonados en los muelles. No tenían casa, ni trabajo y apenas algo de dinero, pero no recibieron ninguna ayuda para su reasentamiento. Recordemos que esto sucedió, no en el siglo XVIII ni en el XIX, sino a finales del siglo [XX]. Este año se conmemora el 40 aniversario de las últimas expulsiones. El sufrimiento y las consecuencias personales han sido elevados. Los chagosianos han quedado sumidos en la pobreza y muchos sufren enfermedades relacionadas de alguna forma con su desposesión. “Se han registrado muchas muertes de chagosianos por tristeza o profundo dolor”, según Vine. Hace cinco años, los chagosianos tenían todavía algún rayo de esperanza, cuando tres tribunales británicos declararon que las deportaciones fueron ilegales. Pero la Corte Suprema del Reino Unido anuló dichas sentencias. “El año pasado —añade Vine— el Tribunal Europeo de Derechos Humanos desestimó la apelación final de los chagosianos por defectos de forma…”.

“Un día después de la sentencia del tribunal europeo, la administración Obama rechazó las demandas de una petición en línea firmada por unas 30.000 personas, que pedían a la Casa Blanca “reparar las injusticias cometidas con los chagosianos”.

El Reino Unido tiene -generalmente en colaboración con los Estados Unidos- otros oscuros episodios de colonialismo y violación de los Derechos Humanos.

Importancia geopolítica

En los ataques estadounidenses contra Afganistán e Irak, la ubicación estratégica de la base en esta isla, desde la que se controla Oriente Medio y la mitad de Asia y África, fue vital como plataforma para los bombarderos de largo alcance B-52 y B-2. Diego García sirvió para acorralar a la Unión Soviética y a China durante la Guerra Fría. Hoy en día sigue siendo indispensable para los intereses de la superpotencia en Oriente Medio y en países africanos como Somalia, así como para vigilar las actividades de los nuevos jugadores globales, China e India, y puntos estratégicos como el estrecho de Ormuz, por donde pasan 17 millones de barriles de crudo al día. La fuerza Aérea de Estados Unidos tiene una pista de 3650 metros para bombarderos y aviones de vigilancia AWACS, tiene oficinas del Comando Espacial para rastrear satélites y como comunicación espacial. En la isla hay 3 radares telescopio GEODSS para rastrear y localizar objetos hechos por el hombre en el espacio. También sirve como puerto para 14 barcos de la Escuadrón 2 posicionamiento. Estos barcos sirven para apoyar las fuerzas de ataque con equipo, suministros, tanques ligeros, transporte armado de personal, municiones, combustible y un hospital móvil. La ubicación geográfica de Diego García -coordenadas 7° 18′ S 72° 24′ O- ha sido su perdición por su importancia geopolítica para los imperios de turno. A través de los siglos fue dominio portugués; dominio francés y dominio británico. Los habitantes del archipiélago -no es un invento sino un hecho comprobado y comprobable- fueron expulsados para destinar el territorio a uso militar y centro de detenciones sin ojos indiscretos. Por eso, actualmente, Diego García está poblada por militares británicos, norteamericanos -la mayoría- y algunos civiles que prestan servicios y se ocupan de tareas menores, incluido figurar como gobernador y cantar “Dios salve a la Reina”. También detenidos de las “guerras preventivas”. En 1968 la isla fue arrendada por el Reino Unido a los EE. UU por 50 años. Para ello, los habitantes fueron trasladados a las islas Mauricio y Seychelles, y de inmediato comenzaron a construirse estructuras militares y de inteligencia. La razón de la expulsión forzosa de la población originaria fue alquilar la isla -hasta 2016- para que EE.UU instalase una base en el Índico.

Mito y realidad

La población nativa del archipiélago Chagos –originaria y no trasplantada como en el caso de los kelpers– habitaba las islas desde hacía más de 200 años al momento de la operación de [1965]. Como se dijo, los casi 2000 descendientes de esclavos africanos y agricultores indios, con identidad y cultura propias, debían ser desterrados sutil y elegantemente. A tales efectos, el Foreign Office abrió una Oficina Colonial (OC) en la isla Diego García. Sir Paul Gore-Booth, al frente de la OC, justificaba con estas palabras la macabra operación en ciernes, en 1966: “El objetivo de este procedimiento es hacernos de un par de rocas que habrán de permanecer nuestras; no quedará población indígena a excepción de las gaviotas, gaviotas que aún carecen de comité propio (el estatus provisto por el Comité de la Mujer no cubre los derechos de los pájaros).” Pero la barbarie del británico admirador del Facundo debía cubrirse con una patina de civilización, de legitimidad. Así fue que nació el mito de que los chaguenses (originarios del archipiélago) no eran nativos, sino trabajadores migrantes contratados a estados vecinos sin ningún tipo de ligazón cultural ni histórica con las islas. A propósito, existen infinidad de documentos que demuestran la diabólica estrategia, todos emitidos por el mismísimo Foreign Office (FO) durante los años de la expulsión (1965-1973). El más conocido, el de [1970], escrito por el asesor legal del FO y titulado “Manteniendo la Ficción”: “Resulta importante mantener la ficción de que los habitantes de Chagos no son una población permanente ni semipermanente.” La “ficción” fue complementada con una planificada política de asfixia económica a los nativos. Conforme señala Mark Curtis en su genial libro Web Of Deceit: Britain’s Real Foreign Policy (la portada lleva una profusa recomendación de Noam Chomsky), el FO declaró en [1972] que “al momento de crearse el TBOI se decidió dejar de invertir en las plantaciones del archipiélago, hasta abandonarlas”. En fin y al concluir 1971, los chaguenses habían sido literalmente removidos de Diego García, traicionados en las promesas de una vida mejor así como en la compensación económica que habrían de recibir por su traslado. El brutal genocidio fue ocultado al mundo, que recién comenzó a saber de lo ocurrido en septiembre de 1975. Los “deseos” de las tortugas gigantes –descendientes de los reptiles– fueron priorizados por sobre los “deseos” de los nativos –descendientes de esclavos y agricultores indios–. En agosto de 1982 se conoció el informe del periodista e investigador británico John Madeley cuyo título fue “Diego García: a Contrast to the Falklands”. Su lectura no puede ser más oportuna y recomendable. Luego de una detallada introducción histórica a la tragedia humanitaria en Chagos, Madeley señala: “El tratamiento dado a los chaguenses por parte de los británicos contrasta elocuentemente con el brindado a los pobladores de las Islas Falklands en la primavera de 1982. La invasión (sic) de las Falklands fue furiosamente resistida por las fuerzas británicas que viajaron 8000 millas,…a un costo de 1000 millones de libras y de muchas vidas argentinas y británicas perdidas. Muy lejos de ser defendida, Diego García fue entregada sin habitantes, siquiera consultados antes de haber sido removidos. Mientras que los deseos de menos de 2000 isleños de las Falklands fueron tan importantes para los británicos –al punto que virtualmente modelaron su política exterior en América del Sur–, los deseos de los habitantes de Chagos jamás contarían para nada. (…) Entre 1965 y 1971, sus propios ciudadanos (súbditos de la Corona) fueron convertidos en refugiados.” En agosto de 1982 se conoció el informe del periodista e investigador británico John Madeley cuyo título fue “Diego García: a Contrast to the Falklands”. Su lectura no puede ser más oportuna y recomendable. Luego de una detallada introducción histórica a la tragedia humanitaria en Chagos, Madeley señala: “El tratamiento dado a los chaguenses por parte de los británicos contrasta elocuentemente con el brindado a los pobladores de las Islas Falklands en la primavera de 1982. La invasión (sic) de las Falklands fue furiosamente resistida por las fuerzas británicas que viajaron 8000 millas,…a un costo de 1000 millones de libras y de muchas vidas argentinas y británicas perdidas. Muy lejos de ser defendida, Diego García fue entregada sin habitantes, siquiera consultados antes de haber sido removidos. Mientras que los deseos de menos de 2000 isleños de las Falklands fueron tan importantes para los británicos –al punto que virtualmente modelaron su política exterior en América del Sur–, los deseos de los habitantes de Chagos jamás contarían para nada. (…) Entre 1965 y 1971, sus propios ciudadanos (súbditos de la Corona) fueron convertidos en refugiados.”

La verdad sobre Diego García

Diego García es la mayor base militar de EEUU fuera de sus fronteras. Hay más de 4,000 soldados, dos pistas de aterrizaje para bombarderos, treinta buques de guerra y una estación de satélites espías. El Pentágono lo denomina “plataforma indispensable” para vigilar el mundo. La base, en la isla principal del archipiélago, Diego García, fue una plataforma de lanzamiento para las invasiones de Afganistán e Irak.

Una de las historias más sórdidas y de más larga trayectoria en la historia colonial anglo-estadounidense – la de Diego García, la principal isla del archipiélago Chagos en el Océano Índico – volvió a alzar su fea cabeza el viernes cuando el comité de asuntos exteriores compuesto por todos los partidos del Reino Unido anunció planes para investigar afirmaciones que venían de largo de que desde 2002 la CIA ha retenido e interrogado a sospechosos de al Qaeda en una prisión secreta en la isla. La vergonzosa historia de Diego García comenzó en 1961, cuando fue seleccionada por los militares de EE.UU. como una base geopolítica esencial. Ignorando el hecho de que ya había 2.000 personas viviendo en el lugar, y que la isla – una colonia británica desde la caída de Napoleón – había sido colonizada a fines del Siglo XVIII por plantadores de coco franceses, que llevaron jornaleros africanos e indios de las Islas Mauricio, estableciendo lo que John Pilger llamó “una afable nación criolla con prósperas aldeas, una escuela, un hospital, una iglesia, una prisión, un ferrocarril, muelles, una plantación de copra,” el gobierno laborista de Harold Wilson conspiró con los gobiernos de Lyndon Johnson y Richard Nixon para “barrer” y “desinfectar” las islas (las palabras provienen de documentos estadounidenses que fueron posteriormente desclasificados). Aunque numerosos isleños hacen remontar su ascendencia a cinco generaciones, un responsable del Foreign Office (ministerio de exteriores británico) escribió en 1966 que el objetivo del gobierno era “convertir a todos los residentes existentes… en residentes a corto plazo, temporales,” para poder exiliarlos a las Islas Mauricio. Después de haber sacado a los “tarzanes o sirvientes para todo,” como describiera un memorando británico a los habitantes, los británicos cedieron efectivamente el control de las islas a los estadounidenses que establecieron una base en Diego García, la que, con el pasar de los años, ha llegado a ser conocida como “Campo Justicia,” completa con 2.000 soldados, anclaje para 30 barcos de guerra, un vertedero nuclear, una estación de satélites espía, centros comerciales, bares y un campo de golf.” Las islas fueron despejadas tan exhaustivamente, y el procedimiento fue tan oculto, que en los años setenta el Ministerio de Defensa británico tuvo el descaro de insistir: “No hay nada en nuestros archivos sobre una población y una evacuación.” Sufriendo en exilio, los isleños de Diego García, los chagosianos, han luchado en vano por obtener el derecho de volver a su hogar ancestral, logrando una sorprendente victoria en la Alta Corte en 2000, que dictaminó que su expulsión fue ilegal, y sufriendo luego un revés en 2003 cuando, con un autoritarismo típicamente despótico, Tony Blair invocó una antigua y arcaica “prerrogativa real” para volver a abatir sus demandas. Aunque la corte de apelaciones revocó esta decisión en mayo de 2006, dictaminando que el derecho de los isleños al retorno era “una de las libertades más fundamentales conocidas por los seres humanos,” queda por ver cómo este tardío reconocimiento judicial de sus derechos puede ser adaptado a la insistencia estadounidense de que su archipiélago militar-industrial continúe limpio de extraños. En su resistencia contra las demandas de los isleños, Blair y el Foreign Office protegían claramente los intereses de sus aliados estadounidenses, para los cuales la importancia geopolítica de Diego García como una base estratégica ha aumentado recientemente por su uso, y el uso de algunos de los barcos anclados allí, como prisiones en ultramar fabulosamente remotas en las cuales pueden retener e interrogar a sospechosos de “alto valor” de al Qaeda. La sospecha, que ha prometido investigar el comité de asuntos exteriores, es que en Diego García los estadounidenses encontraron a un socio muchísimo más anuente en la tortura – el gobierno británico – que los que han encontrado en la mayoría de otros lugares escogidos para prisiones secretas de la CIA. Según varios informes conocidos desde hace años, los otros socios de los estadounidenses en el juego de la tortura en ultramar – Tailandia, Polonia y Rumania, por ejemplo – sólo estuvieron dispuestos a ser remunerados durante un cierto tiempo antes de que les entrara miedo y enviaran a la CIA a hacer sus maletas. Queda por ver si el comité investigará a fondo o no. La obra benéfica legal Reprieve basada en Gran Bretaña, que ha solicitado desde hace un cierto tiempo una investigación semejante, ya señaló al comité en un planteamiento que cree que el gobierno británico es “potencialmente un cómplice sistemático en los crímenes más serios contra la humanidad de desapariciones, torturas y detención incomunicada prolongada.” Clive Stafford Smith, director legal de Reprieve, dijo al Guardian que es “absoluta y categóricamente seguro” que se ha retenido a prisioneros en la isla.

Enlaces externos

Enclave militar Diego García

El robo de una nación [ http://www.todoatlas.com/diego.html Isla Diego García]