Joaquín Fernández de la Vara


Plantilla:Personaje artísticoJoaquín Fernández de la Vara. Naturalista y gibareño ejemplar.

Vida

Nació el 11 de enero de 1893. Procedía de la familia catalana bastante numerosa. Su madre Dolores Pi Rojas, de carácter dulce, de poco hablar y con la que mantuvo poco roce, pues lamentablemente la muerte interrumpe la frescura de su juventud, su padre, don Ramón Fernández de la Vara Coll, temperamental, de carácter enérgico, se desempeñó trabajando en la compañía de vapores como agente de marina y comerciante.

Su infancia transcurrió tranquila y apacible. Fue bautizado a los tres meses de nacido, el 24 de marzo de 1893en Gibara, sus padrinos fueron Pedro Martínez Rojas y su tía Otilia Pi.

Joaquín fue el mayor de cinco hermanos, cuatro varones y una hembra, esta última nombrada María del Pilar Fernández de la Vara Pi, la que fallece a los pocos días de nacida. Los varones se nombraron: Ramón (Monguito) se casó y tuvo tres hijos varones, Frank (Paco), el cual nunca contrajo matrimonio y Fernando (Nando), que nació en 1899.

Por ser el primer varón de la familia Fernández de la Vara Pi y el primer sobrino resultó ser el delirio de toda la familia, en especial de su tía Mercedes Pi, quién se hizo cargo de él y cuidó hasta su mayoría de edad, todo Gibara alrededor de él, de hecho, creció en un hogar de afecto y cariño desde su abuela Dolida, sus tías y el resto de los parientes quienes siempre le prodigaron mucho amor, sentimientos que influyeron en su formación y en su carácter.

Vida Artística

Su interés por la naturaleza comenzó desde muy temprana edad. Se inclinó por la especialidad de prótesis dental, la cual fue a estudiar a la Universidad de Filadelfia en los Estados Unidos en el año 1917.

Cuando apenas contaba con 24 años de edad, aquí contrae matrimonio con Catalina, con la cual tiene dos hijos Jiny y Ketty (Jiny peleó en la Segunda Guerra Mundial y luego, años más tarde, muere después de haber contraído hábitos alcohólicos), Ketty contrae matrimonio en Cuba con Armando López pero luego nacerían Armandito y virginia, mantiene muy poca comunicación con sus parientes en Cuba.

Poseía muchas cualidades privilegiadas que la naturaleza le concedió que nunca escatimó esfuerzos y dio de él lo mejor. Realizó diversos estudios como taxidermia y trabajos para poder costearse los estudios: embalsamó cadáveres, le gustaba la filmación y en varias ocasiones le propusieron papeles en el cine los que rechazó, también realizó actividades de proyeccionista. La jardinería fue otra de sus aficiones en la que se desempeñó podando, injertando y plantando.

Regresa a Cuba en el año 1932 producto de una afección pulmonar, es aquí donde sus estudios y afición a la historia natural alcanzan verdadera dimensión. Se dirige la Habana para hacer la revalidación de su especialidad, la que no llega a realizar pues debía pagar cierta cantidad de dinero, hecho que lo ofende y decepciona. De regreso a Gibara decide abrir su propio gabinete, pero como no poseía oficialmente el título, tuvo que realizar trámites y mandar a buscar a La Habana a su amigo Alonso Jimeno, médico titular en odontología para que trabajara en su gabinete, de esa manera él también podía ejercer dicha labor pues el título del amigo lo respaldaba para ejercer.

Fueron varias las viviendas en las que Joaquín vivió, por citar algunas. Por los años 44-45 la familia radicó en casa de Cuca Fernández de la Vara, otra fue en la vivienda ubicada en Ave Rabí esquina Sartorio, otra en independencia, esquina Martí, también en una vivienda de la calle J. Agüero y finalmente en lo que fuera la junta de educación ubicada en Donato Mármol esquina Calixto García.

Todas estas labores en su mayoría no las cobraba, con su actitud y su humanismo fue ganando un espacio en el corazón de cada persona que lo conoció. Fue un hombre de mucha valía, su amor por la naturaleza fue infinito. El trabajo que desarrolló le permitió relacionarse con muchas personalidades amantes de la naturaleza con las que mantuvo vínculos: Maryon Kosary, geólogo polaco-norteamericano, el que realizó un estudio de las rocas del valle del río Gibara y donó la colección en gratitud a la persona y labor de Joaquín, Manuel Díaz Pifferrer quien realizó un profundo trabajo sobre algas y polimitas, las que posteriormente donó para el museo, otras relaciones las sostuvo con el eminente científico Carlos de la Torre, Orlano H. Garrido y florentino García, que fueron los autores del libro “Catálogo de las aves de cuba” 1975, en este libro aparecen los reportes hechos por Joaquín.

Mantuvo contacto sistemático con personal científico que laboraban en la universidad de New York, así como con ornitólogos norteamericanos. Siempre soñó con que Gibara tuviera un museo, esto no pudo ser realidad hasta después del triunfo de la revolución.

De su perseverancia dio innumerables pruebas, no es preciso explicar de su esfuerzo y tesón, que nunca se rindió y pudo ver realizado su sueño, de ahí que siempre se escuchó decir “Me separaré de este arte el día que muera” “El que se da crece” y por eso vivó dando sin medida su saber, su inteligencia, su tiempo, su afecto. Le gustaba escuchar música clásica, específicamente de concierto. A los funerales asistía impecablemente vestido de traje y corbata (usaba mucho el blanco). Le gustaba la cacería de esta manera comentaba las Piezas, como aspecto interesante él expresaba que del animal se aprovechaba todo, tomaba notas de sus características para luego realizar la taxidermia, prefería que el animal estuviese vivo, ya que esto le daba la posibilidad de no repetir la especie.

A pesar de no estar vinculado a ningún movimiento revolucionario ni participar en actividades de índole política, fue objeto de un registro en su propia casa por parte de la policía rural, pues se le acusaba de poseer armas de fuego y de ayudar a los rebeldes, él trató de explicar que el arma (escopeta de caza) la tenía para cazar los animales, pero lo único que consiguió fue ser maltratado pues recibió un culatazo por la clavícula.

Antes de su muerte, la última Pieza que preparó fue el coco prieto. Joaquín Fernández es de esos hombres únicos e irrepetibles. Las ideas y conceptos expresadas siempre las demostró con hechos hasta donde las posibilidades y condiciones lo permitieron, por lo que son dignas del mayor elogio. Con sus más de 80 años no le había pasado por su mente la idea del retiro, parecería que el cansancio no tendría espacio en su esbelta y delgada anatomía, pero las razones eran más que conocidas, su infinito amor y la modestia que lo hacía grande.

Su mayor riqueza fue precisamente no haber aspirado nunca a recibir ningún lucro personal, a pesar de sus valiosos conocimientos y su vasta experiencia estos siempre lo puso a disposición de todos cuantos se interesaban por saber y enriquecer sus conocimientos.

Fuente

  • Bárbara López Hernández.Museo de Historia Natural.Año 2005

Otras Fuentes

  • Fernández de la Vara, Cuca. Gibara
  • Fernández de la Vara, Fernándo. Moa
  • Garrido Gimeno, Jorge. Gibara
  • García Venturosa, (Morena). Gibara
  • López Armando. Gibara
  • Ortega Pifferrer Antonio. Gibara
  • Oro Santos, Gilberto. Gibara
  • Tapia Pifferrer, Roberto. Gibara
  • Caballero Tejeda, Carlos. Gibara
  • Carballo Vives, Jorge. Gibara
  • Vives Pi, Caridad. Gibara
  • Fernández, Fernando. Gibara