La Batalla de Sekigahara

La Batalla de Sekigahara
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Lugar Japón Bandera de Japón Japón
Consecuencias Marcó un antes y un después en la historia japonesa


La Batalla de Sekigahara La historia de Japón está plagada de batallas y conflictos armados, pero si hay una batalla que marcó un antes y un después en la historia japonesa, esta sin duda fue la batalla de Sekigahara, que se libró el 21 de Octubre de 1600. A todo el que le guste ni que sea un poco la historia japonesa habrá oído hablar de este batalla y de que supuso el inicio del periodo de paz más largo que jamás ha vivido Japón bajo la firme batuta de los shogun del clan Tokugawa y el sistema político denominado bakufu que duraría hasta la Restauración Meiji a mediados del siglo XIX, casi trescientos años más tarde.

Los antecedentes

A finales del siglo XVI, Japón se veía sacudido por constantes guerras entre los diversos señores feudales (daimyo) que trataban de acumular poder a costa de los otros señores. En medio de estas guerras surgieron una serie de nombres que, con razón, han acabando siendo considerados los grandes unificadores del país, y que se esforzaron en conseguir ser los gobernantes supremos del Imperio del Sol Naciente, bajo una serie de Emperadores que desde hacía mucho tiempo no eran más que un símbolo, sin poder político real. El primero fue Oda Nobunaga, que murió asesinado. El segundo fue Toyotomi Hideyoshi, que fue el primero en conseguir acabar con el asesino de Nobunaga, y así recoger todo el poder que este había acumulado.

Hideyoshi consiguió unificar el país, pero sus orígenes humildes le impedían optar al poder máximo que un samurai podía obtener del Emperador, el título de shôgun, reservado exclusivamente para samuráis de antiguo linaje.

Pero Hideyoshi se estaba haciendo viejo, y como todo gobernante absoluto, quería perpetuar su linaje en el poder, motivo por el que transfirió su posición de kanpaku a su hijo adoptivo Hidetsugu, adoptando él el título de Taikô.

Pero además, existía un cuerpo de cinco bugyô o comisionados que estaban encargados de supervisar el gobierno de la capital. Entre estos estaba Ishida Mitsunari, al que se podría considerar un conspirador compulsivo.

Maeda Toshiie era un anciano, y murió durante la primavera de 1599. Como la posición de guardián físico de Hideyori había quedado vacante, Tokugawa se trasladó a Ôsaka, ocupando el castillo y la posición de Maeda, cosa que no gustó nada a los demás regentes. Finalmente, el 22 de agosto, todos los bugyô, y tres de los otros cuatro tairô (tan solo se abstuvo de decir nada Maeda Toshinaga, que había ocupado la posición de su difunto padre)

Primeros movimientos de la campaña

En julio, al Norte, Uesugui Kagekatsu estaba reforzándose, cosa que hizo que Tokugawa se pudiera en movimiento, regresando a Edo, pero lo hizo sin darse ninguna prisa, tardando cuarenta días en realizar el viaje. Aunque la verdad es que aprovechó la situación para poder colocar a sus generales allí donde más le convenía que estuvieran. Kagekatsu confiaba en que antes que Tokugawa pudiera realmente atacarle, Mitsunari estaría en posición de atacar a Ieyasu por la espalda. Confiado, Kagekatsu atacó, Môgami Yoshiakira y Date Masamune, aliados de Ieyasu, contraatacaron. Y también lo habría hecho Maeda Toshinaga, si no hubiera estado preocupado por una guerra contra su hermano y otros que apoyaban a los que ya se denominaban leales, pues apoyaban (ni que fuera nominalmente) a Hideyori y su derecho a gobernar. Un cuarto daimyo, Satake Yoshinobu se negó a luchar contra Kagekatsu, pero Ieyasu confiaba en que Yoshiakira y Masamune se encargarían de Kagekatsu, cosa que le permitió seguir muy de cerca las acciones de sus adversarios.

El 17 de agosto se reunieron en el castillo de Sawayama, en el feudo de Mitsunari, los principales conspiradores. Se reunieron Ukita Hideie como representante de Mitsunari; Shimazu Yoshihiro, un anciano de 65 años, señor de Satsuma; Kobayakawa Hideaki.

El 27 de agosto las fuerzas del Oeste asediaron el castillo de Fushimi. Las tropas defensoras, al mando de Torii Mototada, del que Ieyasu ya se había despedido al iniciar su viaje hacia Edo, sabían que no podían sobrevivir, pero su misión era precisamente resistir todo lo posible, cosa que hicieron hasta el 6 de septiembre, cuando con el castillo en llamas y quedando tan solo seis samuráis con vida.

Hosokawa Yûsai era un samurai y un erudito, muy apreciado por todo el mundo, por lo que los del Oeste querían que se les uniese para obtener una victoria moral. Pero Yûsai, enfadado con una acción de Mitsunari, que había causado la muerte de su hija, se negó, y con sus 500 hombres se encerró en el castillo de Tanabe, en la provincia de Tango.

Pero no solo el ejército del Oeste sufrió estros problemas. Tokugawa Hidetada, tercer hijo de Ieyasu, recibió órdenes de avanzar siguiendo la ruta Nakasendô con 36.000 hombres. Según sus instrucciones, tenía que evitar el castillo de Ueda, y reunirse con su padre y las tropas que avanzarían siguiendo al ruta Tôkaidô en la zona de Mino. La verdad es que Hidetada decidió asediar el castillo, que estaba defendido por Sanada Masayuki, quien tenía la nada agradable posición de tener un hijo al frente de tropas de ambos ejércitos.

Movimientos previos a la batalla

Edo y Kyotô estaban conectadas por dos carreteras principales, la ruta Nakasendô y la ruta Tôkaidô. Por la primera avanzaba Tokugawa Hidetada con 36.000 hombres, mientras que por la otra lo hacía Tokugawa Ieyasu con el ejército principal. Ambas carreteras se juntaban cerca de la capital, y había dos castillos estratégicamente situados para controlar el paso por ambas rutas.


Las tropas implicadas

Ambos bandos llegaron a la batalla con fuerzas numéricamente muy similares, aproximadamente 85.000 hombres por bando, pero lo que resultaría decisivo durante la batalla fue el que diversos generales del Oeste finalmente no participaron en la batalla, o directamente cambiaran de bando.

Tokugawa Ieyasu había recibido diversas cartas de Kobayakawa Hideaki en las que le aseguraba que en la batalla decisiva le apoyaría a él en vez de a Mitsunari; y los Môri también le habían asegurado que no se enfrontarían a él, pero aún así, la situación no estaba nada clara. Si tenemos en cuenta las tropas que realmente combatieron, tenemos que las fuerzas reales del ejército del Este fueron de 111.778, y las tropas que realmente lucharon por el ejército del Oeste fueron de tan solo 35.600 hombres (22.890 cambiaron de bando, y 23.400 no llegaron a combatir).

La batalla

Cuando finalmente se levantó la niebla sobre las 08:00 horas, ambos ejércitos se sorprendieron de cuan cerca estaban los unos de los otros, una distancia que a la carrera podía recorrerse en muy pocos minutos.

No se sabe quién dio en primer lugar la orden de atacar, pero los primeros en moverse fueron los 30 jinetes con todo su equipo rojo intenso, desde las armaduras a las armas y los estandartes.

La consecuencia evidente fue que aquella batalla no se resolvería siguiendo los planes de sus comandantes en jefe, especialmente porque no habían podido desarrollar ninguna estrategia a escala global. La batalla se rigió por una única máxima: "destruye al enemigo". Después de una dura lucha, Mitsunari hizo disparar los cañones que tenía contra las tropas del Este. No es que creyera que iban a ser muy efectivos, pues estaban pensados para los asedios, no para las batallas campales, pero si tuvieron un efecto psicológico, y logró hacer retroceder a los asaltantes, dándole un respiro.

Sobre las 10:00 horas, Ieyasu acercó su cuartel general a la línea del frente, nervioso porque, a pesar de parecer que sus tropas estaban cobrando ventaja, tan solo unos 35.000 hombres del enemigo habían entrado realmente en combate. Al margen de las tropas que anteriormente ya hemos comentado que no entraron en combate o que cambiaron de bando, las que hasta esos momentos todavía no se habían movido, a pesar de estar situadas muy cerca de la zona donde la lucha era más dura, eran las tropas de Shimazu Yoshihiro, quien el día anterior había tratado de convencer a Mitsunari de lanzar un ataque nocturno. Se especula que su inactividad fue una especie de venganza por la mofa de que había sido objeto la noche anterior.

Las consecuencias

La campaña no acabó en Sekigahara, pero el resto fue como un paseo triunfal. eL 22 de octubre las tropas llegaron a Sawayama, donde Kobayakawa Hideaki tuvo el honor de estar al frente del ataque. Un desmoralizado Ishida Masazumi, hermano de Mitsunari, capituló y se suicidó en medio del castillo en llamas al día siguiente.

Para recompensar a los que le habían apoyado, Ieyasu hizo numerosos cambios en las tierras que regía cada clan, confiscando tierras a más de 90 familias, y a pesar de que muchas pasaron a agrandar sus propios cofres, también repartió muchas entre sus vasallos. Además, se instauró un sistema dual de señores feudales, que se mantuvo hasta el final del bakufu. Los fudai daimyo, que eran 176 en total, eran aquellos que habían sido leales a Ieyasu desde antes de la batalla. Los otros 86, denominados tozada daimyo, eren los que tan solo le habían jurado lealtad a Ieyasu después de la batalla (muchas veces simplemente para conservar la vida).

Tokugawa Ieyasu dejó su posición de shôgun tan solo dos años después, en 1605. Había logrado su propósito de unificar el país bajo el gobierno de los Tokugawa. Su hijo Hidetada, al que finalmente perdonó por no haber llegado a tiempo a la batalla de Sekigahara, fue su sucesor.



Fuentes

La Batalla de Sekigahara

Batalla de Sekigahara